Los admiradores acríticos del exitoso protestantismo anglosajón, de sus instituciones, de su administración política y de su "admirable" sistema judicial, están de parabienes: Los yankis acaban de entregarle premios a las sentencias más disparatadas dictadas en su pais, y que son consecuencia de un sistema jurídico (por llamarlo de algún modo) totalmente desprendido de la mano del sentido común, del derecho natural y de la ley de Dios; algo más asociado a un "libre exámen", que a un orden objetivo preexistente. Ladrones que deben ser indemnizados por sus vícitimas, por los daños y lesiones sufridos durante el ilícito; damnificados por su propia torpeza que exigen el tributo de dinero al dueño del lugar donde cometieron su estupidez, y cosas así. Es una lástima que nuestros lectores hispanoparlantes no conozcan bien ni mal el llamado "derecho" anglosajón, una suerte de residuo de la era bárbara, pasado por la licuadora del protestantismo y escrito con elegante y vacua fraseología latina, ni tampoco puedan darse cuenta del severo y rectísimo derecho romano, fundado en la sensatez, el sentido de la responsabilidad y la equidad, para poder juzgar de manera edificante la noticia y, a la vez así, reírse en grande.
Esta es la parte humorísitica; la trágica, la de la absolución de famosos deportistas uxoricidas, los lynchamientos y las ejecuciones de personas poco probablemente culpables, cuestiones que no parecen hallarse bajo el auspicio de la jocosa asociación que entrega estos premios.
Esta es la parte humorísitica; la trágica, la de la absolución de famosos deportistas uxoricidas, los lynchamientos y las ejecuciones de personas poco probablemente culpables, cuestiones que no parecen hallarse bajo el auspicio de la jocosa asociación que entrega estos premios.
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