En una recentísima declaración –originada en una agencia informativa católica norteamericana– que todavía no hallamos confirmada por otros periódicos, ni tampoco se avisa en los medios oficiales, el cardenal Arinze, prefecto de la Congregación para el Culto Divino, ha dado el finiquito a una ya antigua cuestión, relativa a la correcta traducción de la fórmula de la Consagración del vino en la Santa Misa.
Donde se lee en latín "pro multis", debe entenderse y traducirse, "por muchos", y no "por todos", lo cual suponía, según los dichos del Cardenal prefecto, un indebido avance de los traductores sobre sus obligaciones respecto del texto típico latino, que se limita a transladarlo a la lengua vernácula sin ningún aditamento ni reinterpretación, funciones que no le competen a las Conferencias Episcopales locales. El cardenal amplía su informe, explicando las razones que se han tenido en cuenta para emitir este pronunciamiento ordenando la traducción adecuada, señalando que es más congruente con la Tradición y con los textos paralelos de las Sagradas Escrituras.
Nos parece que la gravedad de tal declaración, de quedar confirmada en estos días mediante el correspondiente anuncio en los medios oficiales, es enorme, como que posiblemente afecta en forma determinante la validez de las celebraciones litúrgicas que no la tuviesen en cuenta. El Dicasterio ha dado, al parecer, un incomprensible plazo de varios meses para la respectiva adecuación de los textos en lengua vernácula, no obstante que, como se explica, se trata de la fórmula misma de la Consagración, o sea, de la validez de la Santa Misa. Pensamos, pues, que se trata de un plazo acordado para adecuar las traducciones, pero que la fórmula debe ser puesta en vigencia de inmediato en su forma latina, para mantener la integridad de la validez de la Consagración
Esta notificación, que se cursa a todos los Presidentes de todas las Conferencias Episcopales de todo el mundo, se inscribe en el esfuerzo que ha emprendido la Santa Sede a través de las sucesivas Instrucciones denominadas Lithurgiam autenticam, para purificar de abusos, errores teológicos, agregados locales e innovaciones, el texto litúrgico por excelencia, que es el del Sacrificio de la Misa.
Por lo tanto, en las ediciones castellanas donde se lee ahora "Este es el Cáliz de mi Sangre, Sangre de la nueva y eterna alianza que será derramada por vosotros y por todos, para el perdón de los pecados", debe decirse:
(¡cómo escribir esto y no caer de rodillas!)
El caso argentino es bien diferente y, si se quiere, más grave aún: según el código de derecho canónico, cánon 928, la Santa Misa debe celebrarse, como principio, en lengua latina, pero se autoriza también el uso de la lengua vernácula siempre que la correspondiente traducción gozase de la recognitio o autorización de la Santa Sede, a quien compete exclusivamente la jurisdicción en esta materia (c. 838, § 2). Las traducciones que enviara la Conferencia Episcopal argentina han sido rechazadas por la Santa Sede, que finalmente ha encargado la labor de la traducción definitiva a un arzobispo argentino de reconocida probidad doctrinaria y poseedor de una sólida cultura clásica en materia litúrgica, superior a la de sus pares. De manera que no existe en la Argentina, aún, una traducción de la Santa Misa autorizada o reconocida por la Santa Sede; con el agravante de que la presente edición castellana en uso, además, contiene varios errores y adiciones indebidas (como por ejemplo, la inexactitud o imprecisión de los términos castellanos puestos en lugar de los latinos, el uso de formas profanas de lenguaje, la inserción de cuatro nuevas "plegarias Eucarísticas", al parecer de origen suizo, que no existen en el texto típico y que se agregan a las cuatro oficiales y dos "penitenciales" en la edición oficial de la CEA), y ahora, el empleo de una fórmula sacramental equivocada, que pone en verdadera crisis la certeza de la validez de la Consagración.
El asunto no parece haber sido motivo, todavía, de algún estudio, o advertencia, por parte de la Comisión de Liturgia de la Conferencia Episcopal argentina, que no ha dado aún algún paso en un sentido u otro, ordenado a tranquilizar a la feligresía respecto de la validez de la Misa, puesto que, según la norma recordada, no sería posible en la Argentina celebrar la Santa Misa en castellano hasta tanto se tengan por reconocidas las traducciones correspondientes; y aún éstas, adecuadas a la defintiva interpretación que ha dado la Santa Sede sobre la traducción de la fórmula de la Consagración.
Esperamos ansiosos esta declaración de nuestros pastores.
Donde se lee en latín "pro multis", debe entenderse y traducirse, "por muchos", y no "por todos", lo cual suponía, según los dichos del Cardenal prefecto, un indebido avance de los traductores sobre sus obligaciones respecto del texto típico latino, que se limita a transladarlo a la lengua vernácula sin ningún aditamento ni reinterpretación, funciones que no le competen a las Conferencias Episcopales locales. El cardenal amplía su informe, explicando las razones que se han tenido en cuenta para emitir este pronunciamiento ordenando la traducción adecuada, señalando que es más congruente con la Tradición y con los textos paralelos de las Sagradas Escrituras.
Nos parece que la gravedad de tal declaración, de quedar confirmada en estos días mediante el correspondiente anuncio en los medios oficiales, es enorme, como que posiblemente afecta en forma determinante la validez de las celebraciones litúrgicas que no la tuviesen en cuenta. El Dicasterio ha dado, al parecer, un incomprensible plazo de varios meses para la respectiva adecuación de los textos en lengua vernácula, no obstante que, como se explica, se trata de la fórmula misma de la Consagración, o sea, de la validez de la Santa Misa. Pensamos, pues, que se trata de un plazo acordado para adecuar las traducciones, pero que la fórmula debe ser puesta en vigencia de inmediato en su forma latina, para mantener la integridad de la validez de la Consagración
Esta notificación, que se cursa a todos los Presidentes de todas las Conferencias Episcopales de todo el mundo, se inscribe en el esfuerzo que ha emprendido la Santa Sede a través de las sucesivas Instrucciones denominadas Lithurgiam autenticam, para purificar de abusos, errores teológicos, agregados locales e innovaciones, el texto litúrgico por excelencia, que es el del Sacrificio de la Misa.
Por lo tanto, en las ediciones castellanas donde se lee ahora "Este es el Cáliz de mi Sangre, Sangre de la nueva y eterna alianza que será derramada por vosotros y por todos, para el perdón de los pecados", debe decirse:
"Este es el Cáliz de mi Sangre, Sangre de la nueva y eterna Alianza, que será derramada por vosotros y por muchos, para el perdón de los pecados"
(¡cómo escribir esto y no caer de rodillas!)
El asunto no parece haber sido motivo, todavía, de algún estudio, o advertencia, por parte de la Comisión de Liturgia de la Conferencia Episcopal argentina, que no ha dado aún algún paso en un sentido u otro, ordenado a tranquilizar a la feligresía respecto de la validez de la Misa, puesto que, según la norma recordada, no sería posible en la Argentina celebrar la Santa Misa en castellano hasta tanto se tengan por reconocidas las traducciones correspondientes; y aún éstas, adecuadas a la defintiva interpretación que ha dado la Santa Sede sobre la traducción de la fórmula de la Consagración.
Esperamos ansiosos esta declaración de nuestros pastores.
1 comentario:
se me hace este hecho muy tracendente y poco conocido desde que escuche esto empece a confrontar biblias con los evangelios de mateo y marcos y la unica que tiene una terrible traduccion es la biblia latinoamericana la cual desgraciadamente es la unica que tiene una letra grande y por lo cual es tan popular aunque es la peor traduccion de las sagradas escrituras
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