martes, 18 de noviembre de 2008

Aclaración de la Comisión Ecclesia Dei sobre el derecho al uso del Calendario Litúrgico Extraordinario

La Comisión Pontificia Ecclesia Dei, encargada de la aplicación del Motu Proprio Summorum Pontificum, ha publicado (en realidad, lo publicó The Latin Mass Society de Inglaterra y Gales) una declaración por medio de la cual se aclara que el derecho a uitilizar el Misal Tradicional, edición típica de 1962, incluye el de a seguir el Calendario propio de ese Rito Romano Extraordinario.

Del Magnífico blog colega Secretum Meum Mihi extraemos tanto la noticia como la traducción del texto, originario en idioma inglés. Y publicamos tanto la consulta como la respuesta

Carta al Presidente de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei del Presidente de The Latin Mass Society


Su Em. Darío Cardenal Castrillón Hoyos,
Presidente, Pontificia Comisión Ecclesia Dei,
Palazzo del Sant’ Uffizio 11,
00120 Estado Ciudad del Vaticano.

3 de Julio de 2008

Su Eminencia,

Fiestas de Obligación

El reciente anuncio de los Obispos de Inglaterra y Gales de que su dicasterio ha clarificado a ellos “que en el Rito Romano, cualquiera en que sea celebrada la Forma de la liturgia, las Fiestas de Obligación se deben celebrar en común” ha dado pie a una buena cantidad de confusión y algo de inquietud entre nuestros miembros.

En tanto nosotros muy ciertamente deseamos mantener y manifestar la comunión jerárquica con nuestros obispos y a través de ellos nuestra unidad de fe con nuestros hermanos y hermanas en la fe, hay un número de razones pastorales —no menos la esperanza de reconciliación con aquellos en una no regular relación con la Iglesia— que sugieren que esta cuestión no sea interpretada con un rigor que confunda o escandalice a nuestros hermanos más débiles.

Parece también que la afirmación de los Obispos de Inglaterra y Gales no toma suficientemente en cuenta las leyes litúrgicas intrínsecas a los libros litúrgicos usados en 1962. Por ello, por el bien de las almas y la preservación de la caridad, de parte de The Latin Mass Society of England and Wales, pido su autoritativa clarificación sobre los siguientes puntos:

I. Que el uso legítimo de los libros litúrgicos usados en 1962 decretado por el Soberano Pontífice en Summorum Pontificum incluye el derecho del uso del calendario intrínseco a esos libros litúrgicos.

II. Que, mientras de acuerdo al Canon 1246 la Conferencia Episcopal con la aprobación de la Santa Sede legítimamente transfiera las Fiestas de Obligación o suprima la obligación de las Fiestas, es legítimo celebrar la Misa y el Oficio de esas fiestas en los días prescritos en el calendario de los libros litúrgicos usados en 1962 con el claro entendimiento que, de acuerdo con la legítima decisión de la Conferencia Episcopal, no hay obligación de asistir a Misa en esos días.

III. Que, de acuerdo con los nn. 356-361 del Rubricae generales Missalis romani de 1962, es apropiado celebrar la solemnidad externa de los Días Santos en el Domingo al cual hayan sido transferidos por la Conferencia Episcopal como ha sido costumbre en muchos otros países hasta ahora.

Como la tarea de compilar el Ordo para 2009 recae sobre nosotros, estaría muy agradecido de la clarificación de Su Eminencia de estas preguntas tan pronto como sea posible.

Su siervo en Cristo,

Julian Chadwick
presidente
Latin Mass Society



Carta del Vice-Presidente de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei al Presidente de the Latin Mass Society

PONTIFICIA COMMISSIO «ECCLESIA DEI»

N. 107/97

Roma, 20 de Octubre de 2008

Querido Sr. Chadwick,

Deseo acusar recibo de su carta del 3 de Julio de 2008 en la cual plantea ciertas preguntas pertenecientes a las Fiestas de obligación.

En primera instancia deseo puntualizar que la cuestión de que el calendario litúrgico siga para el uso de los libros litúrgicos de la forma extraordinaria del Rito Romano es una [de las cuestiones] que seguirá siendo estudiada por esta Pontificia Comisión. Por lo tanto, las presentes respuestas deberían entenderse sin prejuicio de algunas clarificaciones subsecuentes, que puedan ser hechas eventualmente por esta Pontificia Comisión.

Con relación a sus dudas podemos afirmar que:

1. El legítimo uso de los libros litúrgicos usados en 1962 incluye el derecho al uso del calendario intrínseco a esos libros litúrgicos.

2. Mientras que de acuerdo con el Canon 1246 §2 del Código de Derecho Canónico la Conferencia Episcopal puede legítimamente transferir las Fiestas de obligación con la aprobación de la Santa Sede, es también legítimo celebrar la Misa y el Oficio de esas Fiestas en los días prescritos en el calendario de los libros litúrgicos usados en 1962 con el claro entendimiento que, de acuerdo con la legítima decisión de la Conferencia Episcopal, no hay obligación de asistir a Misa en esos días.

3. Así, de acuerdo con los nn. 356-361 del Rubricae Generales Missalis Romani de 1962, es apropiado celebrar la solemnidad externa de los Días Santos en el Domingo al cual hayan sido transferidos por la Conferencia Episcopal, como ha sido la costumbre en muchos otros países hasta ahora.

Con los mejores deseos y orante quedo,

Sinceramente suyo en Cristo,

Rev. Msgr Camille Perl
Vicepresidente

Queda ahora definido cómo deben interpretarse los días de Precepto y qué lecturas deben leerse en las celebraciones de la Santa Misa según el Rito romano extraordinario.

domingo, 16 de noviembre de 2008

El regreso de Tomás de Aquino

n una noticia reciente, la agencia ACI informa que el médico búlgaro Stojan Adasevic, un ginecólogo abortista que había llegado a realizar más de 48.000 asesinatos de bebes, ha abandonado su carrera homicida para convertirse en un acérrimo enemigo de su antigua profesión.

No es el primer caso y pensamos, no será el último, si Dios quiere seguir llenando este mundo de los flechazos de Su gracia restauradora. El salmista canta que Dios acribilla con sus flechas a los malvados. Pero las flechas de Dios son la Gracia: donde abundó el pecado, sobrabundó la Gracia.

—¡Palabrerío de cura en sermón de domingo, don Ludovico!— en sermón que no sea soporífero, es claro, algo que ahora no es habitual presenciar.

¿Ah sí? Vean esto: El dicho médico abandonó su criminal oficio cuando, una noche, y otra más, y así por algún tiempo, soñó que estaba en medio de muchos chicos que, al acercárseles él, huían aterrorizados; él sabía que eran niños, aunque su apariencia era de personas entre uno y 24 años, más o menos. Al desconcierto que le producía la visión, venía a sumarse que una persona mayor, vestido con hábito blanco y negro, permanecía en su lugar y lo miraba intensamente, sin hablarle. Una vez —una noche— se le acercó y lo interrogó:

—¿Y usté quién es...?—, a lo que la visión respondió:

—Me llamo Tomás de Aquino.

pero educado por los comunistas, a Adasevic el nombre y el hábito no le decían absolutamente nada.

La aparición, ahora interrogada, siguió diciendo:

—¿Por qué no me preguntas quiénes son estos chicos? Son tus víctimas, los que matase con tus abortos..

Adasevic se despertó sobresaltado y decidió no practicar más abortos; por aquellos años, las imágenes de ultrasonido ya permitían ver las formas y movimientos humanos del feto, pero para la doctrina oficial del comunismo, el aborto seguía siendo una práctica quirúrgica menor, equiparable a la remoción de tejidos sobrantes y despeciables; y además, el riesgo de negarse a realizarlas desafiando al oficialismo, no era cosa despreciable.

No obstante, pocos días después de tomada su decisión, se le presentó un pariente que le pedía que realizara a su novia su noveno aborto, algo que, según la noticia indica, era una práctica común en aquellos tiempos en los países comunistas. Adasevic se prestó a realizar lo que le pedían, pero aplicó una técnica distinta: “En vez de sacar el feto miembro a miembro, decidí machacarlo y sacarlo como una masa. Sin embargo, el corazón del bebé salió aún latiendo y me dí cuenta, entonces, que había matado a un ser humano.”

El soñado Santo Doctor

Aterrado por el macabro episodio, Adasevic resolvió no practicar nunca más un aborto; pero las presiones oficiales no se hicieron esperar, y el médico vió reducido su salario a la mitad, a su hija despedida de su trabajo y cerrado el acceso de su hijo a la Universidad. Así las gastan estos comunistas tan civilizados. Pero en una nueva aparición en sueños, el Gran Gordo le dijo

—Ahora eres mi amigo: ¡persevera!.

Adasevic ha publicado recién ahora su notable experiencia, luego de retomar la práctica de la religión ortodoxa de su infancia y de estudiar con detenimiento la vida y la obra de santo Tomás de Aquino.

En sus propias palabras, interpreta que el Santo doctor ha querido de esta forma asombrosa corregir una opinión suya errónea y que podría tomarse como argumento contra la verdad, y que es la afirmación de que el alma informa al feto el día cuadragésimo de su existencia y no antes.

Pues el caso es que Dios ha permitido que se pusieran de acuerdo dos conciencias rectísimas y honestas para que, de tal modo, se subsanase una opinión equivocada del Aquinate y quedase en camino a la salvación un alma cuyo destino más evidente parecía ser el infierno.

Así la gastan estos santazos; y rogamos sinceramente para que ahora se den unas vueltitas por los sueños de los miembros vivos de su gremio; y de su Orden. Y si son obispos, más todavía.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Desobediencia de amor ...

El título cursi de esta nota, se nos ocurrió leyendo una noticia de verdad aleccionadora y, en cierto modo, escalofriante. En la segunda acepción de este adjetivo, que es la de designar algo que pasma y asombra. Pero sin despreciar la primera: algo aterrador.

Un matrimonio pampeano ha decidido resistir una resolución judicial que les obligaría a restituir una beba de 3 años de edad, que vive con ellos desde los días posteriores a su nacimiento; primero como hogar de tránsito y luego como guardianes de la menor, han criado la niñita desde siempre con la bendición de la madre biológica, una pobre mujer que, aquejada por enfermedades graves, no puede hacerse cargo. Toda la vida afectiva que la chiquitita conoce es la de su familia del corazón, la familia adoptiva; y toda su desgracia futura, parecería pender de la “familia” ... judicial. Por que la madre natural, como decimos, la entregó a la custodia de los Carro —tal el apellido de estos héroes contemporáneos— y no solamente no tiene reclamo alguno que hacerles sino que ha participado activamente en los movimientos populares a favor de la familia Carro; y también al contrario, su ausencia de todo este trámite judicial es poco menos que una inculpación para el Juzgado del caso. Ese penoso Mamón cotidiano, ese “estado” cruel y famélico del horror humano que produce, es quien reclama que la pequeña pase de manos afincado en razones de formalidad legal, que alguna negrura deben encubrir, desinteresándose hipócritamente del “superior interés del niño” el cual, supuestamente, se invoca para justificar este despropósito y otros mucho más graves y positivamente perversos. Pero parece ser que el atropello forma parte de lo que se llama modernamente derecho, y que, en realidad, no es más que puro voluntarismo despótico de funcionarios las más de las veces ignorantes, muchas veces perversos y casi siempre tiránicos, donde nada predica el orden natural que las leyes deben concretar ni, menos aún, la razonable solicitud por el bien común que justifica la acción y la irrupción de la autoridad política en la vida de los particulares.

La noticia nos permite saber que la familia Carro, que fuera antiguo hogar de tránsito, renunció a esta condición para poder adoptar a la expósita y convalidar legalmente aquello que ya había realizado desde el alma y el derecho. La publicación de la noticia, si alguno quiere curiosear más abajo de su texto, ha suscitado alarmantes comentarios de otros padres adoptivos que también han sido defraudados, o se ha tentado hacerlo, al pretender adoptar chicos abandonados que quedaban largo tiempo bajo su custodia; maniobras gestionadas, casi siempre, por parte de las llamadas “autoridades” judiciales, autoras implacables destas crueldades sistemáticas y verdaderas piedras de escándalo a la hora de pensar, siquiera, en la virtud de la Justicia.

Los organismos estatales tienen por único fin y por toda justificación, la unidad y felicidad del pueblo por medio de una suave inducción a la vida virtuosa, cuyo ejercicio deben hacer posible las leyes generales; cuando no procuran o impiden estos bienes, su supuesta autoridad desaparece y se convierte en un robo, una usurpación del poder legítimo y es un pecado mortal castigado con el infierno. La familia Carro lo ha percibido así y el monstruo “legal” ha resuelto rodear la casa familiar —que ahora simboliza el alcázar de todos los argentinos— de policías y funionarios que, tarde o temprano, deberán rendir cuentas ante Dios de lo que están haciendo, de lo que están pensando hacer y de lo que estuvieron dispuestos a hacer —la casa iba a ser asaltada por un grupo comando de la policía local—, por que de nada les servirá la excusa de la “obediencia debida”, ni la indiferencia moral que podría sugerirles la conveniencia de mantener un empleo gubernamental.

Quienes tontamente creen que la policía está para prevenir el delito o impedirlo, presten atención a estos casos y pongan sus barbas en remojo, recordando que nunca fue cosa buena permitir tanto poder a las “autoridades” políticas, de las cuales la policía es el brazo armado. Y los policías que quieran salvar sus almas, comiencen por servir a Dios y no a los hombres... y menos todavía, a las mujeres “jueces”.

Casos como este ponen en crisis la totalidad de la función pública y la judicial en particular, por que tal cual está concebida entre nosotros, es un mero funcionariado legal sin humanidad y sin fin práctico político ninguno, esto es, un modesto complejo humano obediente de las leyes y no del derecho, destinado a ejecutar las leyes generales dictadas por el congreso y no lo que debería ser, a saber: la función de determinar prudente y equitativamente la ley natural en el caso concreto, empleándose la ley humana positiva únicamante como causa formal extrínseca, como cierta razón del derecho, según la expresión acertadísima de Santo Tomás de Aquino, y no como vara de hierro descargada sobre los lomos de la ciudad.

El problema, además, es que el positivismo de nuestros (malos) jueces se agota rápida y tenebrosamente ante las leyes buenas que aún quedan, las cuales omiten cumplir a designio cuando contrarían la “política” oficialista, en cuyo seguimiento servil mantienen sus puestos; y es la causa de muchísimos de nuestros males porque ellos, con su imperium, hubieran podido remediarlos si hubiesen dejado de humillarse permanentemente ante la férrea disciplina impuesta por el poder político predominante.

Y en segundo lugar, está en crisis también la ley positiva, en tanto ya no es determinación general del derecho natural, sino capricho y tontera del poderoso de turno, que pone la organización política al servicio de sus inclinaciones y no del bien común. El caso es ejemplarísimo, por que lleva al terreno íntimo y concreto del ser humano en su faz más vulnerable y, por tanto, más preciada, como es la familia, la ligereza, la maldad, la torpeza y la estupidez de las supuestas autoridades y la labilidad total de nuestro sistema político presente, que no garantiza prácticamente ningún bien y, en casos conflictivos, se inclina sin demora por el mal.

La institución del “criadito”, de ley natural y tan corriente entre nosotros hasta hace poco tiempo, debería prevalecer al paso de aniquilarse las torpes leyes que contrarían de manera tan notoria el bien común y la ley natural. Eso es función judicial. Pero aquí no hay jueces, sino sirvientes del poder político y de las ideologías vengativas y crudelísimas del género y del feminismo y, por encima de todo, del odio visceral al amor en cualquiera de sus expresiones; empezando por la familia, desde luego.

En momentos tan duros como estos, solo queda la esperanza ilusionada de que alguien, de algún modo, con la ayuda de Dios, la intercesión de María Santísima y el beneplácito ferviente de todos los argentinos, salve lo esencial: la Patria, mantenga la Religión y fortalezca la Familia y el respeto a la Propiedad. Y liquide el resto de basura lo más pronto posible, para que lo presente no sea, acaso, mas que un mal recuerdo, borroso y dichosamente remoto.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Presentación de un libro del Padre Julio Triviño

Antonio Caponnetto presentará, este viernes que viene, 7 de noviembre, a las 7 de la tarde (“19 horas” para los formalistas) el libro del padre Julio Triviño titulado “El Cura Brochero”. El evento tendrá lugar en la Editorial Dunken, Ayacucho 357, ciudad de Buenos Aires.

Esta obra, que es una reedición de la original, fue pensada por su autor hace más de 50 años y publicada algo más tarde. Fue en una de sus primeras misiones sacerdotales donde del P. Triviño, en Traslasierra, en Córdoba, asoció su curiosidad de hombre sabio, santazo e historiador, a la figura del Padre Brochero, el cura gaucho que había catequizado esos parajes 60 años atrás, cabalgando a lomo de su mula todoterreno y capeando, a Catecismo puro, la inclemencia de una época paganizada por la caida de la Religión, que tuvo su golpazo feroz en 1852. Sí: Caseros fue nuestra Revolución Francesa y Brochero uno de los innumerables curas que salvaron al pueblo fiel de la desbandada de la apostasía, como el P. Champagnat en Francia, por la gracia de Dios. Los santos, y algunos santos en particular, son signos inequívocos de predilección divina que las naciones deben tomar en cuenta. Los liberales lo saben, los masones, más áun, y les temen o los matan; los “catostantes”, en cambio, miran para otro lado, o hablan distraídamente de pavadas o volublemente del amor ...

José Gabriel Brochero
en su vejez

Triviño nos acerca al Cura Gaucho desde lontananza donde lo ha puesto la Historia histérica, hasta la proximidad de un hombre de carne y hueso, aquejado de mil enfermedades y acicateado por el celo de las almas para Dios, para lo cual su sacerdocio ha sido en verdad y en efecto, oblación pura y signo de santificación. Esa fe simple y morrocutda del hombre de campo —del hombre de campo que es cristiano, se entiende, no del que es simplemente hombre de campo, del pago: pagano— que ha aceptado a Dios, a Su Realidad inmensurable, del mismo modo en que lo hace con las realidades naturales. Brochero murió de lepra en 1914 y se supone que había nacido en 1840.

Al presente, Triviño es un jovial sacerdote que ha pasado los 85 años de edad y los 60 de sacerdote. Lo único que lamenta de su extensa existencia, es la ausencia de sus amigos y conocidos, que ya lo han precedido en el camino al Cielo. Considera que este es el precio que hay que pagar por una vida larga; aunque desta forma, Dios vaya descarnando los afectos para preparar el Tránsito. Sus libros y su docencia poética, que no es poca ni desconocida, aunque no salga en lanación, acaso sean la razón de su permanencia en la tierra; o de su demorada llegada a la Gloria, según se vea. Los ataques contra Dios han arreciado y, en cierto modo, cambiado de perspectiva; así que el soldado debe estar atento y, sobre todo, militar.

Si antes se intentaba negar Su existencia —y un torpe intento de remedo lo hemos leído, casi con risa, en las sosas líneas de F. Savater (el filósofo de los anteojos rosas) publicadas en la tribuna de doctrina no hace mucho— hoy se ataca directamente a Dios, a través de todo lo que es Su imagen o representación: la paternidad natural y sobrenatural, el sacerdocio ordenado, la Iglesia, la autoridad legítima, el orden.

Sabemos que Triviño lo sabe y que desea dedicar sus últimos años, su último suspiro, a dar este combate, que la certeza sobrenatural de servir al Rey de reyes da por ganado, pero que la humana labilidad exige combatir.

domingo, 26 de octubre de 2008

Cristo Rey del Universo ... y de este mundo

[ChristusRex.jpg]

En una indomable clase eterna de política, el Papa Pío XI ha proclamado que Cristo es rey. Jesucristo no es Rey por gracia nuestra, ni por voluntad nuestra, sino por derecho de nacimiento, por derecho de filiación divina, por derecho también de conquista y de rescate. Lo es también, recuerda el Papa, por derecho de excelencia, por cuanto es la más excelente de las humanas substancias y en la cual ha enraizado el Verbo de Dios.

O sea que, en resumidas cuentas, resulta ser que tanto la conquista (se ruega no confundir con la torpe “ocupación del vencedor”, que es exactamente lo contrario), como el rescate y la filicación, eran a fin de cuentas títulos legítimos para aspirar a un Trono; eran su legitimidad de origen. ¡Qué impactante, que insoportable es esto para un mundo que quiere vivir separado de Dios y apoyado en el despótico dictado político del número o de la revolucionaria munificencia de los representantes del pueblo, ficticios y sedicentes portadores de una voluntad que, a la postre, terminará intentando enviar nueva y eternamente al cadalso al Rey de Reyes!. Porque declarémoslo sin rubor alguno: La realeza de la que habla la Encíclia papal que establece esta fiesta litúrgica, es también de orden terrenal. Es decir: Cristo es Rey de este mundo.

Algunos, casi todos, no soportan la palabra “Rey”; no va con los tiempos, así que, para referirse a Cristo, prefieren los más modestos términos “Maestro”, o “pastor”, o “amigo” o cualquier otro que, por justificado que esté, oculte con alguna eficacia la reyecía de Cristo. Él dijo no ser su Reino deste mundo, es cierto, pero no negó que fuera para este mundo, empero proclamó en el momento más importante y decisivo de su vida, esto es, ante la muerte, no que fuera maestro, pastor o amigo o lo fuera: dijo ser Rey y que para esto había nacido y venido: para ser rey aquí. ¡Horror, Cristo era monárquico! Y peor aún ... ¡era y es Rey!

Cuando el imbécil de Pilato Le pregunta si era Rey, Cristo le responde: —Para eso he nacido y para esto he venido al mundo; para dar testimonio de la VERDAD... . ¡Esto es un rey, el que dice la Verdad! De manera que la legitimidad de ejercicio del Rey, es nada menos que la predicación de la Verdad. En todas su formas. Como procuración de la vida virtuosa en la sociedad, que es su fin verdadero, o como denuncia del error y prevención de sus funestas consecuencias ...

Hoy, que no tenemos verdad reluciente en parte alguna de este mundo en tinieblas y mucho menos en el ámbito de la política, y ni siquiera en la Casa de Dios se la quiere proclamar con la altura y la vigorosidad que la reyecía de Cristo merece, se nos hace mayor y muy sentida la necesidad de celebrar esta Fiesta litúrgica en su sitio y en su forma tradicional, donde y como estuvo desde su no tan antigua institución, y desde la cual se había celebrado el múltiple martirologio que la proclamación de la realeza de Cristo hubo desatado en el pasado siglo.

Por causa de todo lo cual, esta fiesta es la más insoportable de todo el calendario litúrgico católico.

Christus vincit, Christus regnat, Christus ímperat

sábado, 16 de agosto de 2008

Al Artillero con afecto ...

Santa Bárbara, patrona del Arma de Artilleros, estaría orgullosa de los sonoros disparos de un hijo suyo, que creemos predilecto. La santa del Trueno del Escarmiento ha adoctrinado bien a su retoño, que ha puesto en su sitio a muchos a fuerza de disparos certeros y directos.

Ha confesado, o declarado, ¡2.946.620 visitas! en las 100 entregas que hoy le festejamos con franca alegría de camaradas ... de Intendencia.

Vaya, pues, nuestro saludo, cordial y agradecido, a este raro ejemplar de una armada que no reconoce claudicaciones, derrotas ni interminables parlamentos de mocos llevar.

¡Fuego!

jueves, 14 de agosto de 2008

Página católica sonora

Mientras despabilamos la pereza que consume nuestros días, alabamos el trabajo ajeno: Hoy, toca a una nueva página dedicada a ofrecer inapreciables versiones grabadas de homilías y conferencias de grande interés. Su autor anticipa que incorporará grabaciones originales de sermones y conferencias pronunciados por los padres Julio Meinvielle, Leonardo Castellani, Alfredo Sáenz y José Torquiaro, entre otros documentos sonoros más de indudable interés doctrinario e histórico.

Sea bienvenida y recomendada esta feliz iniciativa, a la cual prestamos decididamente nuestro aplauso. Y colaboración en metálico también; pero no con el vil metal, sino con el estaño de las plaquetas de nuestras computadoras, que ponemos al servicio de su difusión.


lunes, 4 de agosto de 2008

Alexander Isayevich Solzhenitsyn requiescat in pace

Alexander Isayevich Solzhenitsyn, nació en Kislovodsk, Rusia, el 11 de noviembre de 1918 y falleció en Moscú ayer, 3 de agosto de 2008. Será enterrado el miércoles 6 de agosto —Día de la Transfiguración del Señor— en el cementerio del monasterio de Donskoï en Moscú.

Atacó con valentía, inteligencia y pasión al Dragón Rojo y a la Bestia parda; defendió a su Patria con las armas y la pluma, amó a Dios y a la Iglesia. Sufrió prisones, esclavitud y difamación por la Verdad. Ahora, la ve a los Ojos.

Esta página retribuirá del mismo modo, todas las oraciones que se ofrezcan por el eterno descanso de su alma.

sábado, 2 de agosto de 2008

¿Cuántos se salvan?

¿Se salvan muchos o pocos...? No sabemos a ciencia cierta absolutamente nada sobre esto.

—¿Cómo nada de nada? Algo sabemos, vea usté. Como se informa aquí (y bastante bien por cierto) parece que serán unos poquitos, o algunos más en ciertas circunstancias, pero nunca muchisísimos...

El problema, no obstante existir, tal vez sea un falso dilema en un sentido, porque si yo me salvo la pregunta es ociosa: la salvación es, ante todo, una cuestión personal. Y esto es rigurosamente cierto mal que pese a los populistas sentimentales de siempre y a los diversos progresistas “normalizados” contra el crecimiento demográfico del Infierno, al amparo de von Balthasar, o algún otro derogacionismo infernal de tufo sospechoso. Pues el infierno existe y el Papa se ha propuesto restablecer el santo temor a la perdición eterna como un estímulo incesante para alcanzar la Salvación. Pero sin duda alguna, el primer impulso religioso, como tal, es la salvación propia, como recordáramos en otro artículo anterior, al amparo de castellaniana autoridad.

De arranque, la cuestión es peliaguda, pues compete al hombre preguntarse primero si él se salvará y de qué modo debe hacerlo (y ésta es la recomendación divina) y, recién después, convertirse a sí mismo en causa vicaria de la salvación ajena de la cual podrá ser medio, nunca causa; pues eso no es cuestión suya, en el sentido propio, sino del otro.

—¡Ah, pícaro, no me contestó!

Y no, con certeza no se puede responder, a no ser: “No sé, no sé, no sé ...”, lo cual no es una respuesta sino una verificación de la realidad.

Pero aún así, no es todo: Los Santos Padres son crudamente escépticos sobre la cantidad de los que llegarán a la Gloria, pensando que serán la menor parte de la humanidad. E intentan afirmarse en textos de escritores sagrados de incuestionable autoridad y pesadez.

Pero por cierto debe darse que, contra esto, (y también contra el falso optimismo moderno) se interpone la mismísima Gloria de Dios, que razonablemente no puede tolerar que el demonio le arrebate así como así a la mayor parte de la humanidad rescatada a precio de Sangre por Su Hijo, consintiéndole un triunfo que asegurósele perdido irremediablemente al pie de la Cruz. Imposible, absolutamente imposible. En todo caso, es aceptable que haya sido poco didáctico informar al género humano, vía Revelación, el número exacto de los elegidos, o su porcentaje —cuestión cuantitativa muy del gusto tilingo moderno, pero muy alejada del carácter aristocrático del espíritu antiguo— para evitar los efectos perniciosos de las euforias optimistas que, alejando al hombre del consejo que manda la vigilancia permanente, expusieran su alma a la eterna perdición.

En segundo lugar, sería un atentado a la Divina Misericordia pensar que se pueda permitir al demonio que se llevase cautivos por toda la eternidad a una gran cantidad de seres que Dios creó para Sí, para la Caridad perfecta y la visión beatífica. Santo Tomás afirma sin el menor rubor que la Misericordia es la perla más excelsa en la corona divina.

Si Dios hubiese revelado que muy pocos se salvarían, casi nadie haría el esfuerzo por salvarse y la Redención sería filfa pura, una anécdota pasajera en el eternamente triste decurso de la humanidad; que habría sido creada para el infierno y no para el Cielo, en cuanto que Dios no puede haber creado algo para un fin al que nunca llegará. Impensable, contradictorio y contrario a lo que afirma San Pablo en Tesalonicenses 5: Porque Dios no nos ha destinado al castigo, sino a obtener la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo; él murió por nosotros para que, despiertos o dormidos, vivamos con él, y otra vez en 1 Tim 2, 3-4. De modo que la Salvación debe ser posible y, además, asequible con cierta facilidad a la mayor parte de la Humanidad, bajo ciertas condiciones. Como se explica en el artículo que venimos glosando, y que incluye una santa y fiel predicación del Evangelio por parte de la Iglesia, una frecuente recepción de los Sacramentos y una vida cristiana que, aunque no exenta de caídas, se alimente sobre todo de una Esperanza cristiana (Rom. 8, 24) en la Misericordia de Dios.

Santo Domingo Savio, en sus últimas horas sobre la tierra, interrogaba a Don Bosco sobre la certeza de la propia salvación, obteniendo como respuesta del Santo que, cumpliendo estas cosas, razonablemente puede tenerse la certeza de la Salvación eterna.

Por otra parte, si la predicación cristiana fuese que la salvación es avío para unos pocos elegidos, como afirman los Testigos de Jehová, el pesimismo borraría por completo la virtud teologal de la Esperanza que, como tal, carecería de sentido y todos los esfuerzos por llegar al Cielo serían abandonados inmediatamente, por inútiles. Dios todo lo puede, menos contradecirse; de manera que éste no puede ser el sentido del mensaje divino.

—Pero qué dice, hombre ¿y aquello de la puerta estrecha no es verdá, eh?

Vaya que sí lo es; pero el caso es que la puerta no es el destino final sino la entrada, y si es angosta quiere decir que debemos soportar sus estrecheces con buen ánimo para podder llegar al Cielo, y no puede significar, ni por implicancia, que lo que haya detrás sea pequeño y angosto como la puerta ... Con ese criterio, las cerraduras de los palacios deberían ser enormes ...

Por más datos, cuando el Apokalypsis menciona el número de los castos elegidos, que trepan los 144.000, les agrega incontinenti una muchedumbre incontable:

Después de esto apareció en la visión una muchedumbre innumerable de toda nación y raza, pueblo y lengua; estaban de pie ante el trono y ante el cordero, vestidos de blanco y con palmas en la mano

El color blanco y las palmas en sus manos señalan su salvación de manera inequívoca. Y son incontables, innumerables. O sea muchísimos y no una pusillus grex.

Por último, muchos comentaristas serios afirman que las frases de Nuestro Señor como ésta: No temáis, pequeña grey, que a vuestro Padre del Cielo plugo daros el reino o aquella otra Lo que hiciéreis con alguno de éstos, ConMigo lo hacéis..., están referidas por antonomasia a los sacerdotes, los elegidos vírgenes, mientras que solamente por extensión analógica pueden aplicarse a todos los fieles creyentes. Pero que no se refieren a la salvación de la humanidad en general, sino a un grupo particular que ha sido llamado singularmente.

¿Podemos dudar que iremos al Cielo tras nuestros santos sacerdotes?

—Entonces, ¿se salvarán solamente los sacerdotes que son vírgenes? ¡Nooooo, más quisieran ellos! No, no es eso lo que está revelado, pero sí es lo que creían algunos albigenses o los susodichos Testigos de Jehová, o cualquier sectario con espíritu farisaico. Pero si fuese así, Abrahám no se habría salvado, como cree la Iglesia con serio fundamento, ni San Pedro, ni ningún padre de familia, como San Joaquín o Santa Ana y algunos otros que, según manifiesta la Iglesia con certeza sobrenatural, están ya en el Cielo.

Hay, pues, que rezar para tener sacerdotes santos, en la certeza que son ellos canal de salvación para las muchedumbres que tiene Dios previstas desde toda la Eternidad. Existe un último argumento, proveniente de la Tradición de los primeros siglos, en favor del elevado número de los que serían salvados y es éste: Que Dios creó a los hombres para compensar el número de los ángeles caídos, que habrían sido también innumerables; y que por lo tanto, el número de los salvados sería correlativo al de los ángeles caídos, de modo que el ciclo humano se cerraría al llenarse dicho número. Y por lo tanto, el número del género humano sería igual a los hombres necesarios para compensar los ángeles caídos, menos los condenados...

La Vírgen del Apokalypsis
Velázquez

Nada sabemos de aritmética divina ni atestiguamos la veracidad de esta última opiniòn, pero existe y se puede leer en comentaristas antiguos de los Sagrados Libros.

Otro problema (y vamos concluyendo) es el tiempo en que se vive; lo presente no permite abrigar casi ninguna esperanza sobre el destino trágico de la mayor parte de la humanidad ... actual. La humanidad, en realidad, está compuesta por los individuos de todos los tiempos y no solamente por los del tiempo presente; sin embargo, como el hombre juzga de lo desconocido según lo que le es conocido, juzga de lo eterno según lo presente. Y generalmente, mete la pata. El intento de conocer si muchos o pocos serán salvos está signado por la inmensa fetidez de la apostasía moderna y, por consiguiente, nuestro juicio será parcial, incompleto y asímismo, falso, casi de necesidad. Hubo tiempos mejores, aún en épocas paganas. ¿Los habrá mejores? No sabemos —lo creemos poco probable. Como sea, la respuesta a una cuestión tan tormentosa no debe reservarse a una época como la presente, atípica en todo sentido e inhumana en cualquier sentido. O acaso, debe fomentarse en la época presente, aquejada de un plácido y resignado pesimismo, más que en ninguna otra, justamente para contrarrestar dicho veneno. Y la pérdida del sentido religioso (propiamente, el de la salvación personal) no es un dato menor.

Pues bien, entonces: ¿cuántos se salvan?

Se salvan los que seriamente se quieren salvar. Si Dios quiere; y la Virgen Bendita.

domingo, 20 de julio de 2008

Armando lío ...


No me refiero al Gobiernillo local, sino a esta pobre página, confiada a la diletante administración del inepto que rellena sus líneas con sus fantasías.

La última dellas fue emprender una modernización de la página, que nos negamos rotundamente a llamar “aggiornamento” para evitar la maliciosa interpretación de nuestros lectores, experimento que casi terminó en desastre; del cual nuestros ilustres visitantes únicamente han percibido la demora en la publicación de entradas nuevas.

No nos aqueja satán, ni la masonería ni la policía; solamente nuestra ignorancia en materia informática o cómo se denomine lo que hay que saber para organizar con cierta belleza una página de Internet.

Pedimos disculpas y, como prueba única de nuestro íntimo fracaso, vaya el formato de estas líneas, que damos a luz sin haber hecho el correspondiente Curso para Padres de procesos de PC que ofrece el gobierno de la muy ilustre ciudad en que vivimos. A Dios gracias (las dos cosas: nuestra residencia y no haber hecho el curso).

¡Paciencia, amigos! Y hasta pronto si Dios quiere. Y esto les pasa por leer a este ingorante animal ...

miércoles, 25 de junio de 2008

Desenmascarando traidores ...

Noticia tomada del Blog Moral y Luces, a quienes agradecemos su involuntaria donación.

Días pasados, el peruano don Carlos Polo, un especialista en ataques a la vida del Perú, fue convocado por una vistosa norteamericana que díjose productora de cine y benefactora de la humanidad, para realizar un programa filmado sobre el aborto en Ibero América. Afirmó que no tenía todavía un proyecto definido y ni siquiera un nombre para el emprendimiento e hízole saber a Carlos Polo que, de todas formas, ya había obtenido entrevistas con Obispos y militantes pro—vida de su país, el Perú.

Pero lejos de indigestarse con vidrio molido, don Carlos requirió toda la información que pudo sobre la señorita en cuestión y sus supuestas tertulias limeñas, viniendo a descubrir ¡nada menos! que era una destacada militante de la izquierda “dura” norteameriyanqui proabortista y decidió desenmascararla con su propio método; es decir, el cine. La invitó a una entrevista filmada a la cual la sedicente cineasta no podía razonablemente negarse, en razón de ser ese medio un paso avante en lo que ella afirmaba buscar: reportajes filmados. Y la entrevista tuvo lugar, tal y como ustedes pueden ver a continuación

Aqunque ACI Prensa piense que la página de este emprendimiento proabortista ha eliminado todas o algunas de las referencias al Perú, hemos comprobado que, no obstante, lo que ha sucedido es que se ha condicionado el ingreso a la página principal del Sitio Web de esta desdichada señorita, en cuya lectura podrá encontrarse la causa de la justificada indignación del señor Polo ante el engaño evidente, y la mentira que sostiene ante las cámaras la “cineasta”.

Pero, además de contradecir sus excusas durante la entrevista, en la página web siguen figurando su nombre, su RECIENTE viaje al Perú y la finalidad general del emprendimiento, que no es otra que la directa e inmediata promoción del aborto seguro; pues lo que según declaran tanto enternece, hasta los millones de dólares, a estas angelicales criaturitas, no son los cuerpecitos destrozados de los bebes que no verán la luz del día ni el agua del Bautismo, sino las pobres mujeres que mueren o quedan inválidas de por vida por la práctica de abortos en malas condiciones médicas y de asepcia. Por lo cual, fomentan la asepcia ... moral.

El aborto y los demás crímenes perpretados y a perpetrarse en el santísimo nombre del progreso indefinido del primer mundo, ya está visto no pueden ingresar por la puerta grande en estos meridionales paisajes, pues la vieja raíz católica de América —perspicaz y vigilante— no se deja rallar pacíficamente, alicaída y todo como está. Los conatos proabortistas en América se han estrellado contra la obdurada voluntad de los pueblos de no entregarse a estos planes criminales, aunque algunas victorias parciales pudieran hacer pensar lo contrario, así como la falta de reacción proporcionada en las altas esferas de algunos países. Pero lo cierto es que estamos ganando y, por eso, deben recurrir al encubrimiento, la mentira y el disimulo para hacer pasar por pura nobleza lo que no es más que un juego diabólico, perverso y homicida, anticipio oblativo de ese nuevo Adviento cuyos día y hora nadie sabe; pero que el maldito intuye y olfatea mejor que nadie.

Y por eso sus emisarios están tan movedizos.

miércoles, 18 de junio de 2008

Qué fue el postoncilio

Como enseña San Pablo, para vivir y comer —deporte en que nos empeñamos con fanático entusiasmo— hay que trabajar, para lo cual no estamos tan bien dotados. Así que, para que nuestros lectores tengan algo interesante para leer mientras nosotros trabajamos, ponemos hoy a su disposición este interesantísimo artículo que, en forma de reportaje, suscribe Vittorio Messori. El enlace tomado como fuente es de la página española Religión en Libertad y no dudamos en recomendar su lectura —la del artículo.

No cabe dudar del acierto del periodista italiano en los comentarios sobre la personalidad del actual Papa, a quien conoce como amigo desde muchísimos años atrás. Se podrá, o no, coincidir con algunas de sus apreciaciones, tanto del interrogado como de lo demás que él refiere, pero sin duda, se trata de un testimonio de altísimo valor histórico que permite a la generación presente dar un paso más en su juicio sobre la dimensión auténtica de los términos conciliar y postconciliar y su verdadero alcance. Así también, como para comprender la asombrosa clandestinidad de la mayor parte de las “reformas” litúrgicas y teológicas arropadas al supuesto runrún del Concilio Vaticano II.

Cerrar el postconcilio salvaje

Vittorio Messori

¿Entiende el pontificado de Benedicto XVI como una continuidad del de Juan Pablo II o como complementario?

—Hay una continuidad en la medida de que la verdadera mente teológica de Juan Pablo II era Ratzinger. Pero ciertamente hay una diferencia de estilo y de temperamento. No debemos olvidar que el joven Karol Wojtyla dudó entre entrar en el seminario o hacerse actor. Era un hombre, dicho en el mejor sentido, de espectáculo, que amaba las masas. Era un suceso mediático. Ratzinger, en cambio, tiene un temperamento de profesor, muy reservado. Es bien distinto a lo que de él se decía que era el «policía de la Iglesia» o el «Gran Inquisidor». Yo pienso que siendo prefecto de Doctrina de la Fe tendría que haber intervenido más, pero no lo hacía, un poco por timidez y porque es extremadamente respetuoso con los otros. Una vez, me dijo: «Para mí, como profesor de teología, en el fondo es una tragedia controlar y amonestar a mis colegas».

Y ¿cuáles son las características de su Pontificado?

Ratzinger, más que Wojtyla, está tratando de cerrar, con mucha prudencia, la fase del postconcilio salvaje. Como en el caso del indulto a la misa de San Pío V. Yo creo que su próxima apuesta será una llamada a que los altares sean girados de nuevo. Detrás de esta inversión de los altares hay una teología. Porque el sacerdote que mira al pueblo parece muy bonito, muy políticamente correcto, pero en realidad transforma la misa en una reunión de amigos, donde el cura es uno más en la presidencia. Mientras que el sacerdote que mira a Oriente, que mira a Cristo, es el pastor que guía a la grey hacia la salvación. Ratzinger esta tratando de hacer estas cosas hacia las que Juan Pablo II era menos sensible. A pesar de la edad está trabajado con mucha prudencia y dedicando mucho tiempo. Naturalmente todos queremos que Dios le conceda tiempo. En la política vaticana se está moviendo con una estrategia precisa, muy decidida, pero al mismo tiempo muy respetuosa, muy lenta.

¿Es el Papa que necesita el mundo actual, o que necesitan los católicos para empujarles a comprometerse en esta realidad?

—(Sonríe) La elección no la hacemos nosotros, la hace el Espíritu...

Pero nosotros sí podemos hacer una interpretación de lo que nos quiere decir el Espíritu Santo.

—Desde una perspectiva de fe, en el cónclave, quien tira de los hilos y decide es el Paráclito, el Espíritu Santo. Desde esta perspectiva cada Papa es el necesario para el momento. Pero es cierto que como hombres podemos valorarlo. Cuando fue elegido yo estaba convencido de que el suceso mediático, en comparación con Wojtyla, se iba a venir a abajo. Lo pensaba porque le conozco. Es un hombre bueno, muy culto, es verdaderamente un hombre de Dios, pero sabía que no era un hombre espectacular. Pero ha sucedido lo contrario. El índice de popularidad de Ratzinger me ha sorprendido. Si desde el punto de vista humano nos preguntamos si es el Papa justo, yo diría que sí, por ese instinto que tiene la gente, que en la teología se llama «sensus fidei». La gente ha comprendido que más allá de la leyenda negra que se le había atribuido, que detrás de este profesor amable, de este hombre tímido que mide las palabras, hay un hombre bueno, sincero, un hombre que dice las cosas de las que está convencido. La gente entiende que es un hombre que no te engaña, que cree en todo lo que dice. Es un hombre que no es cristiano porque sea ignorante; es un profesor.

Sin embargo, desde la izquierda se le sigue criticando con los mismos tópicos...

—Todos los ideólogos, de derechas o de izquierdas, tienen un esquema y quedan muy desilusionados cuando no se respeta. El esquema de la izquierda era el del «Gran inquisidor» o el antisemita. Ratzinger les ha desilusionado porque no entra en él. No es el dogmático, es una persona de diálogo verdadero que, con mucha delicadeza pero con mucha fuerza, expone su pensamiento pero no lo quiere imponer a nadie. Pero esas críticas son más propias de España, en Italia es distinto. Allí, ni en los partidos de extrema izquierda existe un anticlericalismo a lo Zapatero. El anticlericalismo «comecuras» a la española en Italia es muy raro.

Pero, ¿no es Zapatero un modelo para la izquierda italiana?

— Algunos lo admiran secretamente pero no osan hacerlo público. Este anticlericalismo quita votos. Yo en el zapaterismo veo mucho provincianismo. Aparece un complejo de inferioridad hispánico. España, junto a Rusia, son los extremos de Europa, han sido la periferia geográfica e históricamente. Por ello España siempre ha tratado de ser más Europea que los europeos. Así, lo políticamente correcto, que es la ideología de Occidente, aquí se radicaliza porque se quiere ser más europeo que en Europa. Zapatero, pobrecito, ha oído ciertas cosas de la cultura europea, y en ese complejo de inferioridad, quiere ser superior a los maestros. Se inspira en el laicismo francés del XIX y lo radicaliza. Y hoy es un anacronismo. Los inventores del laicismo francés se avergonzarían de lo que está haciendo Zapatero.

Creer es razonable

Vittorio Messori (Sassuolo, 1941) nació en una familia «muy anticlerical». Su formación en Turín siguió esta línea. Cuando preparaba su tesis doctoral junto al filósofo agnóstico Norberto Bobbio, en la lectura del Evangelio encontró esa verdad «que buscaba, como todos los jóvenes». Su conversión le costó ser «desheredado» por sus profesores. Cuando su madre descubrió que iba a misa llamó al médico para decirle: «Doctor, mi hijo tiene una fuerte crisis nerviosa, va a misa a escondidas». Confiesa que todos los libros que ha escrito son para «tratar de confirmar que creer es razonable. Yo venía de una formación muy racionalista y necesitaba confirmar que esa verdad que había intuido en el Evangelio no era una ilusión». De ahí el éxito de sus libros, «porque son honestos, están hechos sobre todo para mí».


viernes, 30 de mayo de 2008

Al Sagrado Corazón de Jesús

Mármol con sangre, tu frente;
lirios con sangre, tus manos;
tus ojos, soles con muerte;
luna con muerte, tus labios.

Así quiero verte, Cristo,
sangriento jardín de nardos;
así, con tus cinco llagas,
cielo roto y estrellado.

Rojo y blanco, blanco y rojo,
te vio la niña del cántico:
bien merecido lo tienes,
por santo y enamorado.

Abismo reclama abismo:
¿o no lo sabías acaso?;
el amor llama a la muerte:
muerte y amor son hermanos.

Amor quema, amor hiende
carne y alma, pecho y labio.
Amor, espada de fuego;
amor, cauterio y taladro.

Así quiero verte, Cristo,
con sangre, lirios y mármol;
soles y lunas con muerte
en tus ojos y en tus labios. Amén.


domingo, 25 de mayo de 2008

La Virazón

Por providencial disposición, la fecha de hoy enlaza para nosotros el Santísimo Nombre de Nuestro Señor Jesucristo, hecho Presencia Real en la Sagrada Eucaristía, con el bienamado y desventurado nombre de la Patria Argentina, cuyas desventuras por poco no se asemejan a las del Divino Redentor a manos de los magnates contemporáneos; a lo menos, en la tribulación y perplejidad padecida por sus fieles.

En Sí misma signo sensible de Su promesa de permanecer con nosotros hasta la consumación del siglo, la Sagrada Eucaristía es la Segunda Persona de Dios mismo, Uno y Trino, en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad presentes en cada partícula de la Sagrada Hostia y en cada mínima gota de Su Preciosísima Sangre que, bajo las apariencias de Pan y Vino, recibimos cual eterno regalo sobre el Altar.

No pase el día de hoy sin que honremos, con la humildad que es propia de las personas que lo hacemos, de los medios que empleamos y la ínfima modestia de las capacidades, el permanente Milagro del Santísimo Sacramento del Altar, fuente eterna de gracias y bendiciones —como recuerda el Cánon tradicional.

Y pluguiera a Dios Nuestro Señor concedernos, como resultado de esta providencial coincidencia con la Fiesta Patria, el milagro mucho más sencillo, fácil y definitivo de agregar para nuestra sufrida Patria el soplo fuerte, fresco y limpio de una definitiva virazón.


martes, 20 de mayo de 2008

Elogio de la urraca

Los días como hoy, húmedos y cálidos, nos hacen añorar una inspiración que, como el ángel esquivo de Sor Juana Inés, nos elude caprichoso y atrayente; hechicero y furtivo. Pero para consuelo, tenemos siempre a mano un saludable espíritu de rapiña y, como las urracas, córvidos nos hacemos por pura conveniencia. Para unir la bajo a lo alto, lo más a lo menos, la virtud al vicio y salir airosos, robamos hoy del nido de Los papeles de don Cógito una cita de San Luis María Grignon de Monfort, tocayo nuestro y admirable santazo francés que paseó por su Patria predicando a Cristo; igual que los cuervos, robando de los sepulcros la inspiración para vivir, evocando a la muerte para alabar a la Vida. Es una espiritualidad difícil, ruda, exacta y certera. Y sobre todo, realista. Nos recuerda aquello de San Pablo que tanta molestia dió a los espíritus místicos: Ahora vemos todo enigmáticamente en un espejo (videmos nunc per speculum in ænigmate). Quedáos con Dios.

PRERARACION PARA LA MUERTE
Disposiciones para morir bien.
DISPOSICIONES REMOTAS
I. Pensar todos los días en la muerte: 1.°, que es cierta; 2.°, que está cercana.; 3.°, que es engañosa; 4.°, que es terrible; 5.°, que es cruel; 6.°,que es semejante a la vida.
II. Vivir bien: 1.°; evitar el pecado mortal y el venial deliberado; 2.°, combatir la pasión dominante; 3.°, amar la cruz ; 4.°, frecuentar los sacramentos; 5.°, practicar la oración y la obediencia; 6,°, tener una gran devoción a la Santísima Virgen.
III: Hacer con tiempo el testamento: 1.°, hacer decir misas antes de la muerte; 2.°, hacer el testamento dicho en buena forma; 3.°, devolver los bienes mal adquiridos 4°, pagar las deudas.
IV. Ser fiel a ciertas practicas de los santos para pensar en la muerte y prepararse a ella: 1.°, al acostarse, tomar la postura de un muerto; 2.°, en cada comida tomar un bocado de pan como alimento de los gusanos que devorarán el cuerpo 3.°, mirar las enfermedades como corredores de la muerte; 4.°, tener una calavera en el aposento y meditar lo que es, lo que será. y reflexionar sobre sí mismo; 5.°, mandarse hacer su caja y su mortaja y besarlas todos los días.
San Luis María de Montfort. Preparación para la muerte


El pensamiento litúrgico de Paulo VI y la Reforma Litúrgica de 1969

Muchos juzgan, acicateados por la prensa en general y guiados por el criterio particular de algunos teólogos pseudo católicos y obispos ídem, que la liberación total del Misal de San Pío V dispuesta por S. S. Benedicto XVI sería una manera de religarse, por un lado, a cierta forma de continuidad tradicional con la Iglesia pre-conciliar; o bien, una herramienta de complacencia con los sectores católicos integristas y con el propósito de introducirlos plenamente en la disciplina eclesiástica. Hablando en plata: La reciente carta Apostólica Summorum Pontificum sería en realidad un gesto oportunista (bien sabido que el ladrón, a todos cree de su condición ...), un anzuelo para los “cismáticos” de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, o una moneda de transacción con la Iglesia nacional china (que, como pocos saben, sigue celebrando el Rito Tradicional), además de un gustito personal que ha decidido darse Benedicto XVI con relación a la pasada pompa litúrgica de la Iglesia que, es cierto, él siempre admiró y quiso ver repuesta. Pero de ninguna forma debe pensarse en una vuelta atrás en la “reforma del Concilio”, o también llamada “reforma de Paulo VI”. ¡Ah no, amigazo, eso sí que no!

Sin duda que, no obstante que este podría ser el núcleo predominante del pensamiento único y lineal con respecto a este asunto, algunos obispos han resultado algo más combativos, urgidos por lo que adivinan como una verdadera catástrofe, y se han puesto más que colorados de rabia contra el regreso de la Misa Tradicional fulminando jupiterinas amenazas a diestra y siniestra, llegando en algunos casos a provocar sínodos locales para “moderar” el motu proprio pese a la expresa prohibición allí contenida; como en Italia —conato abortado con energía por un valiente cardenal— o Polonia o Alemania o Suiza. También ha ocurrido, como en la mayor parte de Hispanoamérica, que se ha preferido guardar un distante y desdeñoso silencio, teñido casi siempre de algún gesto discreto de autoritarismo crematístico o, simplemente, mostrando su absoluta y silenciosa desaprobación a quien atente la celebración de la Misa Tradicional.

El cardenal Castrillón Hoyos consideró conveniente, en medio de tanto lío y previendo el que se veía venir, salir a decir otra vez que, aunque la Carta Apostólica no cercena el derecho de los Obispos en materia litúrgica, lo cierto es que ni la Santa Sede ni los Obispos pueden coartar, ni moderar, ni entrometerse, en el derecho y consiguiente libertad de cada presbítero, de celebrar la Santa Misa según el rito tradicional, cómo quiera, dónde quiera y a la hora que le plazca. Y que el Papa desearía que existiera una Misa tradicional dominical en todas las parroquias de la tierra. Así nos lo informa, en medio de un interesantísimo reportaje concedido por el cardenal Castrillón Hoyos, nuestra página amiga Una Voce Argentina

Desde luego, no sin una evidente intencionalidad se sigue hablando del “Misal del beato Juan XXIII”, olvidándose que la primera disposición del Motu Proprio expresa, textualmente, que lo que jamás ha sido abrogado es, en realidad, el “Misal de San Pío V”

Missale autem Romanum a S. Pio V promulgatum et a B. Ioanne XXIII denuo editum habeatur uti extraordinaria expressio eiusdem “Legis orandi” Ecclesiae et ob venerabilem et antiquum eius usum debito gaudeat honore. Hae duae expressiones “legis orandi” Ecclesiae, minime vero inducent in divisionem “legis credendi” Ecclesiae; sunt enim duo usus unici ritus romani.
el cual, por lo tanto, solamente ha sido promulgado nuevamente por S. S. Juan XXIII.

Consta, en cambio, de cierto que S. S. Paulo VI jamás promulgó con solemnidad —precisamente él, tan afecto como era a las fórmulas solemnes y hasta pomposas, como demostrara durante el Concilio Vaticano II al sancionar los distintos documentos votados por los padres conciliares— el nuevo rito conocido como Novus Ordo, y que ningún documento formalmente expedido por él como ley de la Iglesia universal y publicado en el boletín oficial de la Santa Sede, tuviera por propósito derogar la Misa Tradicional o reemplazarla con el Nuevo Misal; ni tampoco, la finalidad de imponer su exclusividad.

Entonces ¿Qué pensaba Paulo VI de la reforma litúrgica emprendida por él mismo a partir de 1967? ¿Derogó él el Rito Tradicional, o lo reemplazó formalmente...?

Hay otra forma de abordar la cuestión, y sería: ¿es que es cierto entonces, que nunca estuvo derogado el Misal de San Pío V? El Papa felizmente reinante, S. S. Benedicto XVI, afirma sin hesitación alguna en su reciente motu proprio que, de derecho, nunca estuvo prohibido ni abrogado; aunque resulte incontestable que, de hecho, estuviera remprimido su uso, lo que vino a justificar la necesidad del dictado de Summorum Pontificum. El Papa Paulo VI, en el Consistorio del 24 de mayo de 1976 afirmará por su parte que, en principio, el Misal antiguo está llamado con el tiempo a ser reemplazado totalmente por el Novus Ordo y por eso se permitirá, de momento, su vigencia restringida a ciertos casos especiales:

E ciò è tanto più grave, in particolare, quando si introduce la divisione, proprio là dove congvegavit nos in unum Christi amor, nella Liturgia e nel Sacrificio Eucaristico, rifiutando l’ossequio alle norme definite in campo liturgico. È nel nome della Tradizione che noi domandiamo a tutti i nostri figli, a tutte le comunità cattoliche, di celebrare, in dignità e fervore la Liturgia rinnovata. L’adozione del nuovo «Ordo Missae» non è lasciata certo all’arbitrio dei sacerdoti o dei fedeli: e l’Istruzione del 14 giugno 1971 ha previsto la celebrazione della Messa nell’antica forma, con l’autorizzazione dell’ordinario, solo per sacerdoti anziani o infermi, che offrono il Divin Sacrificio sine populo. Il nuovo Ordo è stato promulgato perché si sostituisse all’antico, dopo matura deliberazione, in seguito alle istanze del Concilio Vaticano II.

Sin embargo, lo cierto es que el Novus Ordo jamás fué formalmente promulgado como ley exclusiva de la Iglesia en materia litúrgica, ni tampoco fué decretada la abolición del rito antiguo, lo cual consta de la lectura de la colección de los boletines de AAS de la época; y no deja de sorprender que el Papa llame a todos a adoptar el nuevo rito únicamente en nombre de la Tradición y no en nombre de la disciplina eclesiástica, como debió haber sido de estar promulgado el Novus Ordo en toda y debida forma; de todas maneras, Paulo VI padecía con relación a este asunto algún error, pues a renglón seguido afirmaría

Non diversamente il nostro santo Predecessore Pio V aveva reso obbligatorio il Messale riformato sotto la sua autorità, in seguito al Concilio Tridentino.

cuando, en realidad, no fue así, pues San Pío V ni fue reformador del Misal, al cual solamente compiló y purificó en cuestiones tan nimias que solamente un especialista podría distinguirlo del utilizado en los siglos IV y V, ni lo impuso tampoco obligatoriamente, sino que lo benefició con todo clase de privilegios, excepciones, indultos y ventajas para que nunca, nadie, pudiese reformarlo ni prohibirlo —algo que, suponemos, Paulo VI tuvo en su mente siempre, evitando tanto una derogación impiadosa como una promulgación sospechosa. Por otra parte, el Misal de San Pío V no tenía vigor sino allí dónde no existiese un derecho particular o donde no estuviesen en uso Misales con una antigüedad superior a los 200 años; de manera que al principio y en la práctica, el Misal Romano únicamente tuvo vigencia inmediata en la propia ciudad de Roma, casi exclusivamente. Las misiones, especialmente las americanas y africanas que alcanzarían su mayor esplendor en pocos lustros más a partir de 1570, utilizarían este Misal por devoción al Papa y por tratarse de diócesis nuevas sin privilegios ni derechos particulares que excusasen el uso del Misal de San Pío V.

Esta afirmación de Paulo VI era, pues, incomprensible en el contexto litúrgico conocido y, de hecho, era demostrable exactamente la verdad contraria; sin embargo, si se repasa la totalidad del discurso pronunciado en aquel Consistorio, se verá que su propósito era, en realidad, quejarse contra monseñor Lefebvre, a quien nombra varias veces, pero sin refutar uno sólo de los argumentos y puntos que le fueran propuestos tanto por el arzobispo emérito de Dákar, como por los cardenales Ottaviani y Bacci en su conocidísimo Estudio sobre el Novus Ordo, o por el Abbe de Nantes, entre muchos otros. Esta actitud papal —que sin embargo y a pesar de todo no era jurídica ni tenía fundamento jurídico— universalizó, a la vez, la masiva conducta adoptada en la Iglesia desde 1970 con relación a este problema litúrgico: un negacionismo obtuso y cerril con referencia a la Misa Tradicional. Y que recién con el papa reinante, Benedicto XVI, han encontrado algún cauce, todavía en ciernes, de fraterna y amable solución.

¡Qué hombre contrdictorio era Paulo VI! En el Concilio, se había decretado que las formas litúrgicas tradicionales no debían ser tocadas en su substancia y, en todo caso, eran merecedoras de respeto y conservación; debía conservarse el latín como lengua litúrgica propia de la Iglesia sin perjuicio de adoptarse la lengua vernácula para algunas porciones menores de la Santa Misa, como las lecturas (aún no existía lo que hoy se llama “Liturgia de la Palabra”) o algunas oraciones; además, el sinodo especial convocado para analizar las reformas denominadas como Misa Normativa, habíala rechazado por el voto casi unánime de los prelados asistentes por no responder a las instrucciones de los Padres conciliares y apartarse notablemente de la teología católica; pero ahora, contrariando este importantísimo hecho y su propia opinión anterior volcada en la Encíclica Mysterium Fidei, Paulo VI substituye el rito litúrgico que el concilio le había recomendado preservar, con las innovaciones de los audaces, y hasta pretende que, en algún futuro, reemplace por completo la Liturgia tradicional.

Pero entonces, él ¿qué piensa? Pues el texto parece bastante claro a este respecto: En 1976, cuando dirige este discurso al Consistorio, afirma que la Misa de San Pío V alguna vez deberá ser reemplazada por el Novus Ordo, lo que implica que tiene in mente hacerlo alguna vez durante su reinado. Sin embargo, es un hecho que jamás se promulgaría tal reemplazo, como tampoco se había promulgado formalmente (al menos, con la misma solemnidad con que promulgara San Pío V el Misal que lleva su nombre) el llamado Novus Ordo.

En una entrada anterior tuvimos oportunidad de comentar nuestra impresión referida a que las famosas y horrorosas verificaciones de Paulo VI sobre el ingreso del “humo de Satanás” a la Iglesia de Cristo, estaban dirigidas a las devastaciones en la Liturgia y a los efectos del Concilio, preferentemente. Pocos días ha, el ahora anciano cardenal Virgilio Noé, ex ceremoniero del Papa Paulo VI, ha confirmado estas hipótesis con mayor extensión a la sospechada. De nuestro admirado colega Secretum Meum Mihi, hemos tomado la traducción del reciente reportaje que se pude leer aquí (y repasar los excelentes artículos que hay allí), en el cual se describen con toda crudeza los sentimentos del Papa Paulo sobre los efectos de su reforma litúrgica. Leamos algunos pasajes descollantes:

Montini por ‘Satanás’ quería clasificar a todos aquellos sacerdotes u obispos y Cardenales que no rinden culto al Señor al celebrar mal la Santa Misa debido a una errada interpretación y aplicación del Concilio Vaticano II. Habló de humo de Satanás, porque sostenía que aquellos sacerdotes que hacían paja de la Santa Misa en el nombre de la creatividad, en realidad estaban poseidos de la vanagloria y de la soberbia del Maligno. Por lo tanto, el humo de Satanás no era otra cosa que la mentalidad que quería distorsionar los cánones tradicionales y litúrgicos de la ceremonia Eucarística.

Él condenaba los ánimos de protagonismo y el delirio de omnipotencia que siguieron a la liturgia del Concilio. La Misa es una ceremonia sacra, repetía a menudo, todo debe estar preparado y estudiado adecuadamente respetando los cánones, nadie es el ‘dominus’ de la Misa. Desgraciadamente, muchos después del Vaticano II no lo han entendido y Paulo VI consideraba el fenómeno un ataque del demonio.

Después, vendrían cosas aún peores, como la Sagrada Comunión en la Mano, práctica que Paulo VI detestaba con toda el alma, y consideraba especialmente provocada por ataques de soberbia demoníaca que intentó contener como pudo.

Se puede consultar la Instrucción sobre la prohibición de la Comunión en la mano de los fieles, conocida como Memoriale Domini, en la cual el Papa Paulo VI denuncia esta práctica como ilegal y abusiva, además de considerarla peligrosa para la veneración y respeto debidos al Santísimo Sacramento y exponerLo a profanaciones; como, en efecto, se ha comprobado con inmensa tristeza todos estos años. En su ya recordada Encíclica Mysterium Fidei, la cual se puede, y diríamos se debe, leer toda entera en el enlace que dejamos arriba, el Papa Montini expondrá su doctrina, la de la Iglesia, sobre este tristísimo abuso litúrgico:

Ni se debe olvidar que antiguamente los fieles, ya se encontrasen bajo la violencia de la persecución, ya por amor de la vida monástica viviesen en la soledad, solían alimentarse diariamente con la Eucaristía, tomando la sagrada Comunión aun con sus propias manos, cuando estaba ausente el sacerdote o el diácono [Cf. S. Basilio, Ep. 93 PG 32, 483-6].

No decimos esto, sin embargo, para que se cambie el modo de custodiar la Eucaristía o de recibir la santa comunión, establecido después por las leyes eclesiásticas y todavía hoy vigente, sino sólo para congratularnos de la única fe de la Iglesia, que permanece siempre la misma.

Como se desprende de este breve estudio, el drama de la Iglesia en la segunda mitad del siglo XX se ciñó a una rigurosa centralidad bimilenaria: la Presencia Real de Cristo en medio de su Iglesia; y tuvo por calificadísimo testigo crítico al propio Papa Paulo VI; en muchos sentidos, autor él mismo de unas cuantiosas reformas que, apresuradas o no, exageradas o atrevidas, solamente dieron lugar a que su autor sufriera en vida la triste y horrenda decepción de haber sido, por lo menos, causa oportuna de su derrame sobre toda la Iglesia.

Pero acaso, también, todo esto pueda llegar a ser causa de un florecimiento futuro nunca visto, presentido pero no prometido, mas en esta ocasión verdadero, milagroso, hecho desde el Cielo y no desde los gabinetes asfixiantes de los teólogos de biblioteca y los liturgistas de salón; después de todo, para Dios sacar bienes de males es más fácil que robarle sonrisas a los chicos; o mucho más fácil que eso. Y será digno de verse, si llegamos a tiempo y rezamos lo suficiente.


viernes, 9 de mayo de 2008

La Conquista del Desierto y el capitán Rufino Solano

Un extensísimo e interesante artículo nos ha sido enviado en forma de "comentario" (y que por su extensión no sabemos como llevarlo a forma de artículo, como desearíamos), a la entrada sobre la beatificación de Ceferino Namuncurá, y con el evidente propósito de ilustrar a los equivocados y confudir a los bandidos que niegan la innegable obra piadosa de conversión al catolicismo de los indios pampas, y la generosidad política de “hacerlos gente” e incorporarlos a una vida civilizada donde el rapto de mujeres, el robo de haciendas, el homicidio y toda clase de rapacería no constituyesen el modo habitual de vida. Y los muy vivos nos dieron nuestro primer Beato ¡qué tal! Eso es aprovechar bien las cosas que Dios pone en el camino.

Lo que vino después no es culpa nuestra, es decir de los argentinos ahora en el exilio, sino de la demosgracia libertina, falaz y descreída, que vino muy luego; o sea, cuando la mariconería, predominante ahora, juzgó que podía lanzarse sin peligros a la calle por que los benditos soldaditos de frontera y los curas de Don Bosco, habían puesto en orden al temible desierto, que estaba hai' nomá', dejando sus huesos blanqueando al sol en tan arduo intento. Y que fue la última Cruzada propiamente dicha que vio la era moderna. Vale.

Para que se sepa lo que era aquello, contamos una sola anécdota: Después de la terrible batalla de San Carlos contra las huestes de Calfucurá, en marzo de 1872, donde la indiada, reconociendo en el capitán a un viejo amigo, le pedía a gritos que se pasara de bando, las relaciones con la toldería no podían ser peores. Enterado que el Emperador de la Pampa está en las últimas, Solano (en la foto, a la extrema izquierda, junto al padre de Ceferino) va a visitarlo, más o menos un año después de la batalla que puso fin al Imperio pampa. Calfucurá lo recibe con gran cariño y el soldado cristiano le ruega que le entregue las cautivas que tenga, para que no sean sacrificadas a su muerte, como era tradición india. El gesto de Calfucurá es inmenso de magnanimidad: le dice a Solano que parta esa misma noche con las cautivas, por que en pocas horas él morirá y no le será posible evitar que el malón lo mate a él y a las mujeres huincas. Y con este último gesto de gran señor, Calfucurá entrega su alma a Dios esa misma noche, cuando Solano ya huye a toda marcha, distante de la toldería lo suficiente para ponerse a salvo de los furiosos caciquejos que, muerto el Emperador, lo persiguen a muerte sin darle alcance.

La diferencia entre los indios de aquellos tiempos y los criminales patricidas de hoy en día, es el arrepentimiento, esa extraña forma de nobleza repentina, divina inspiración, que corona la testa del más bruto y cuya ausencia rebaja al más pintado. A cuidarse mucho, pues

Conjetura sobre San Martín

De la pluma de un amable y estudioso lector y a modo de comentario a nuestra anterior entrada ¡Que nos lo llevan!, nos ha llegado este escrito que, por su interés y enjundia, merece un lugar principal que, gustosísimos, le damos. No sin declarar antes que, en lo substancial, estamos en completo acuerdo.

Yo tengo una conjetura esbozada - casi un "borrador" y que el amigo "Cruz y Fierro" conoce parcialmente - que la copio por lo que pueda servir para el debate

Fernando Romero Moreno

a)El caso de San Martín es un caso polémico en ambientes tradicionalis-tas y católicos. Es innegable que al pedir la baja del Ejército español en 1811 – cuando toda España estaba ocupada ya por Napoleón – y decidir su vuelta a América, estaba influenciado por cierto liberalismo al estilo inglés, moderado y nada anticlerical. Su pertenencia a la Masonería no está probada y, lo que es más importante, toda su actuación pública revela un accionar contrario a los intereses de Inglaterra, de la Masonería y de los liberales criollos o peninsulares. Eso no implica que no pudiera pertenecer a cierta masonería irregular, lo que explicaría ciertas conductas, escritos y hechos de su vida. Cierto pensamiento ilustrado lo mantuvo a lo largo de su existencia (se nota en muy pocas cartas privadas, en la semblanza de algún contemporáneo y en las Máximas a su hija) pero el tono general de su vida privada y sobre todo su actuación como hombre público (como Jefe del Regimiento de Granaderos a Caballo, como Gobernador de Mendoza, como Jefe del Ejército de los Andes, como Protector del Perú, como enemigo del gobierno laicista de Rivadavia y como admirador de la dictadura tradicionalista y católica de Rosas) es la de un hombre profundamente respetuoso de la tradición católica americana y, a su manera, el de un católico más o menos práctico. Muy difícilmente un liberal hiciera rezar diariamente el Rosario en el Ejército como lo hacía San Martín, pedir más capellanes para sus oficiales y soldados, tener él un capellán y oratorio personal, honrar a la Virgen del Carmen como Patrona del Ejército de los Andes, declarar al catolicismo la religión oficial del Perú, fundar una Orden aristocrática (la Orden del Sol) bajo el patrocinio de Santa Rosa de Lima…y proyectar una gran monarquía católica americana e independiente, con un Príncipe Español a la cabeza y sin la Constitución de 1812, como le propuso al Virrey La Serna en la Hacienda de Punchauca (siendo obstaculizado en esto por el masón General Valdés, enviado por Fernando VII) o, fracasada la pro-puesta del príncipe español, enviar a buscar Príncipes europeos (ingleses, rusos, austríacos, etc) con la expresa condición de que fueran católicos y vinieran a garantizar la Independencia americana. Como afirma un historiador americano, la historia de la Independencia es la de la lucha de los Libertadores (San Martín, O´Higgins, Bolívar, Iturbide) contra los liberales. Los conflictos que pudo tener San Martín con ciertas autoridades eclesiásticas no fueron de índole religiosa, sino política (como en el Perú), y además fueron algo excepcional.

b)Los proyectos de San Martín se remontan al momento de su llegada al Río de la Plata (1812), cuando discute con Rivadavia - oponiéndose a la exigencia masónica de instalar repúblicas en América - , y se extienden a lo largo de toda su vida, siendo de especial importancia sus recomendaciones monárquicas al Congreso de Tucumán (1816) y las propuestas en el Perú (1821-22).

c) Que San Martín estuvo vinculado a los ingleses no ofrece mayor dificultad: toda la España que combatía a Napoléon lo estaba. Que tenía algunas influencias liberales en su pensamiento ( como se desprende de los recuerdos de Mrs. Graham, de alguna carta a Guido, de las Máximas a su hija o de las referencias al estilo de la leyenda negra) tampoco, pues poco influyeron en su vida política y no fue-ron permanentes en su intimidad. En su vida pública San Martín obró habitualmente - con alguna excepción - en sentido católico, monárquico y si no tradicionalista, al menos conservador. Escribió además en contra de las teorías liberales, socialistas y comunistas y en favor de la religión y la tradición. Lo de la masonería regular no está probado y si estuvo ligado a una suerte de masonería irregular, lo importante es que obró en sentido contrario y le costó el exilio y casi la vida. Que por otro lado no obedeció a los intereses ingleses se desprende de su lucha constante por la Independiencia, hecho que Gran Bretaña no apoyaba desde 1808. Esto es importante aclararlo, pues aún hoy se sigue insistiendo en que Inglaterra fomentó la Independencia americana: eso fue así hasta la invasión napoléonica a la Península, luego actuó como intermediaria, procurando que los gobiernos americanos garantizaran la libertad de comercio y la libertad de cultos, pero procurando un entendimiento con Fernando VII. En el Río de la Plata esto es conocido, sobre todo siguiendo la actuación de Lord Strangford. Y en lo que a San Martín se refiere, el Libertador - que había dicho en 1816 que nada se podía esperar de los ingleses - se propuso precisamente lo que Inglaterra no quería: la Independencia de Sud América, tratados comerciales favorables a España y la construcción de una gran monarquía que uniera Chile, Perú y el Río de la Plata bajo la Corona de un Príncipe Español.

d) Este ofrecimiento de Punchauca y Miraflores parece sincero porque a pesar de la carta a Miller, lo dicho allí se contradice con la que le escribió a Riva Agüero, y además están los testimonios contrarios de Guido, Abreu, García del Río, más la última carta del propio San Martín a La Serna, poco antes de Guayaquil. Y las tratativas que hizo a través de su hermano Justo Rufino, que trabajaba en la Secretaría de Guerra en España. Mitre, que tuvo toda la documentación sobre el Libertador en sus manos, la da por cierta, criticándolo porque de este modo se perdía el apoyo de EE.UU, nos ligábamos a la política "reaccionaria" de la Santa Alianza y se abandonaba el camino "republicano" de la Independencia (república que en realidad nunca estuvo en la cabeza de los protagonistas de la Independencia - salvo la minoría liberal -, como puede advertirse conociendo la discusión al respecto del Congreso de Tucumán)

e)El conflicto con la masonería peruana y rioplatense se deduce leyendo las Memorias de Iriarte. Y probablemente sea cierta la interpretación de que eso ex-lique el "secreto" de Guayaquil, como sugiere Steffens Soler.

f)La postura contraria de algunos "tradicionalistas" se refuta diciendo que de obrar en sentido contrario, San Martín hubiera tenido que seguir peleando en una España que en 1812 casi no existía (¡y al mando de Beresford, el jefe de las tor-pas británicas que invadieron Bs. As en 1806!) o luego ser cómplice de los militares iluministas que nos mandó Fernando VII (Morillo y más precisamente Valdés, el General masón, Venerable de la Logia en Perú y que fue quien se opuso al ofrecimiento de Punchauca). O aceptar la unión con España de un modo contrario a la Tradición: aceptando la Constitución de 1812 (como pedía el Rey en 1821, luego de la Revolución de Riego) y bajo un régimen centralizado, contrario a la autonomía que América tenía desde tiempos de Carlos V. ¿Quién era pues más tradicionalista? Lo de Punchauca es similar al Plan de Iguala de Iturbide, y de allí que fuera alabado por algunos monárquicos europeos de la Santa Alianza.

g) El hilo conductor parece ser este: San Martín comenzó a pelear por la independencia de América cuando la Península estaba ya totalmente ocupada por Napoléon y luego contra la testarudez de Fernando VII, a pesar de los ofrecimientos de paz del gobierno rioplatense (en 1814) o del propio San Martín en el Perú. Con España o sin España, San Martín propuso la unión de Perú, Chile y el Río de la Plata bajo una monarquía católica. Fueron los masones Valdés y Rivadavia quienes combatieron este proyecto hasta lograr vencer a San Martín, quien sin embargo de apo-yar al Partido Federal y sobre todo al Restaurador, que defendían los intereses americanos y la Tradición hispano- católica en el Río de la Plata.

h)Todo esto está muy bien documentado en los libros de Ibarguren, Díaz Araujo y Steffens Soler. Hay que leerlos detenidamente y que el árbol (cierto liberalismo marginal de San Martín) no tape el bosque (el proyecto de monarquía católica con príncipe español a la cabeza y luego el apoyo a Rosas).

J)No se comprende esto, por otro lado, sin conocer el contexto en que se dio el proceso emancipador: el progresivo incumplimiento de los Borbones respecto al pacto explícito de Carlos V con los Reinos de Indias (1519) - Tratado de Permuta de 1750, expulsión de los Jesuitas, Conferencia de Bayona, alianza del Virrey Elío con los portugueses, represión violenta de Fernando VII a las Juntas americanas - que condujeron a los pueblos del Nuevo Mundo de un planteo inicialmente autono-mista a uno más decididamente emancipador. Los argumentos jurídicos esgrimidos en el Manifiesto del Congreso de Tucumán son claros en ese sentido. Lo mismo fue expuesto por Mariano Moreno en su polémica con el Marqués de Casa Irujo, por Fray Francisco de Paula Castañeda (quien dijo que debíamos emanciparnos con el honor propio de quienes habíamos sido hijos y súbditos de la Corona, porque entre otras cosas, "por Castilla somos gente"), por Don Juan Manuel de Rosas en su discurso de 1835 y por las cartas al propio Rosas de Tomás Manuel de Anchorena - partícipe de los hechos de Mayo de 1810 y congresal en Tucumán -. Que en la Independencia actuaron también liberales y masones es algo similar a lo que ocurrió en España en la Guerra contra Napoléon. Pero el primer grito de autonomía se dio en el Río de la Plata bajo el lema "por Dios, por la Patria y el Rey". La Guerra de la Independencia no fue una guerra ideológica (hubo tradicionalistas y liberales en ambos bandos),ni étnica (hubo criollos y peninsulares en un lado y en el otro) ni religiosa (masones y católicos actuaron por igual a favor o en contra de la emancipación americana). Fue una guerra separatista, fundada no en los principios abstractos del nacionalismo moderno (principio de las nacionalidades, autodeterminación de los pueblos) sino en aquellos derechos concretos reconocidos en el Fuero Juzgo, las Leyes de Partidas y sobre todo las Leyes de Indias, que garantizaban para nuestro caso que América era intangible, inalienable y autónoma

Fernando Romero Moreno


jueves, 8 de mayo de 2008

Nuestra Señora de Luján

No nos hemos olvidado de Tí, Madre y Señora Nuestra. El rigor de humana natura nos persigue y nos quasi amordaza y al Padre San Benito rogamos por auxilio —como patentemente dejamos asentado en nuestro margen con la exposición de su infalible exorcismo.

Así que, un día déstos, con el inapreciable auxilio del Compadre, daremosTe las honras del caso.


viernes, 2 de mayo de 2008

¡Que nos lo llevan!

El angustiado grito galvanizó los corazones y unificó las voluntades del pueblo de Madrid; en especial la de aquellos más humildes y olvidados, como el pueblo llano y la nobleza vieja, paulatinamente desplazada por la nobleza de toga y de favor que iban creando estos extraños reyes extranjeros. Los franceses se llevaban a la jaula de oro de Valençay al último Infante de España que quedaba en la villa y Corte; y eso, ya no se podía permitir. De manera espontánea, el pueblo asaltó a cuanto francés se interpuso en su camino, no olvidando tampoco a los afrancesados, individuos de esa nueva aristocracia borbónica los más, que veían con buenos ojos la invasión francesa a España. Ellos, los afrancesados, pensaban que esta invasión podría concluir esa especie de revolución francesa sin jacobinos, y manteniendo la cabeza de los reyes en su sitio. Pues que la lección de los primos borbones de Francia no querían repetirla los borbones españoles en ellos mismos; de modo que, en todo cuanto les fue posible permitieron —¿o sería más justo decir: fomentaron?— la revolución “francesa” en su propio país, a condición que se respetasen sus vidas, sus haciendas y se hiciera poca bulla. El pueblo llano y la nobleza tradicional nunca llegaron a comprender, por lo menos a tiempo, ese extraño patriotismo de esa escandalosa familia instalada en la Corona de España desde 1714 y, acostumbrados como estaban a una familiaridad tradicional con sus monarcas, juzgaron era llegado el momento de dar la vida por ellos con la misma sencillez con que se da por un padre en peligro.

El castillo de Valençay
en imagen fotográfica hecha por Hipólito Bayard
a los pocos años de la Guerra de Independencia española

Por de pronto, ignoraban que el hijo de Carlos IV, don Francisco de Paula Borbón, ese último Infante que quedaba en Madrid aquel 2 de mayo de 1808, tomaba filosóficamente sus prisiones que, al socaire de un Tratado firmado en 1807, debía “interpretarse” de la misma manera como ahora se juzga la “protección” que ofrece la mafia a cambio de suspender una extorsión. El Tratado de Fontainebleau, una supuesta excusa para pasar por España y atacar a Portugal, aliada de Inglaterra, había dado a Francia en los hechos, el control militar de la capital y de las principales rutas españolas y favorecido la instalación local de un poderoso ejército al mando del general Joaquín Murat, un aguerrido y valiente botarate que causaría a Madrid, a España, a Europa y al propio Emperador —su cuñado— muchos de los momentos más amargos y crueles de su existencia contemporánea; y que terminaría su vida frente a un justiciero pelotón de fusilamiento en 1815.

Mientras la sangre corría por las calles de Madrid, la ópera bufa de la familia real —como con innegable gracejo nacional llamaría más tarde un historiador a estos episodios— seguía su curso en el lujoso castillo de Valençay. Carlos IV y su mujer, soñando con sustanciosas recompensas y sórdidas presencias, abanonaban en las manos del Corso una herencia sagrada que no les era permitido poner en manos de extraños; y a su propia desventura, a un pueblo que no merecían y cuyos arrestos harían sonreir al Cid desde los luceros. ¡Ay Dios bendito: qué buenos vasallos si hubiese buen señor!

Creyendo, pues, que los españoles serían gráciles y asustadizas empanadas “que se comen con solo abrir la boca” —según la genial y breve descripción que de sus compatriotas hiciera más tarde don José de San Martín— Murat ordena el mismo día 2 de mayo y el siguiente un crudelísimo escarmiento, consistente en la ejecución, por cualquier medio disponible e imaginable, de varios centenares de madrileños y cuyo número exacto hoy mismo no es posible precisar, pero que acaso superaría los dos millares.

La reacción nacional fué instantánea y fulminante

Señores Justicias de los pueblos a quienes se presentase este oficio, de mí el Alcalde de la villa de Móstoles:

Es notorio que los Franceses apostados en las cercanías de Madrid y dentro de la Corte, han tomado la defensa, sobre este pueblo capital y las tropas españolas; por manera que en Madrid está corriendo a esta hora mucha sangre; como Españoles es necesario que muramos por el Rey y por la Patria, armándonos contra unos pérfidos que so color de amistad y alianza nos quieren imponer un pesado yugo, Después de haberse apoderado de la Augusta persona del Rey; procedamos pues, a tomar las activas providencias para escarmentar tanta perfidia, acudiendo al socorro de Madrid y demás pueblos y alentándonos, pues no hay fuerzas que prevalezcan contra quien es leal y valiente, como los Españoles lo son.

Dios guarde a Ustedes muchos años.
Móstoles dos de Mayo de mil ochocientos y ocho.

Andrés Torrejón, Simón Hernández


y el incendio se propagó por toda España con una velocidad y precisión que, aún hoy, hace meditar a los propulsores de las comunicaciones electrónicas. Gran parte de este alzamiento patriótico débese el espíritu local y foral que todavía animaba a los españoles, aún nada aturdidos por las modernas lisonjas del “bienestar” a cualquier precio, ni empachados de asistencialimos y otras tiranías viles, que un carácter todavía viril no estaba dispuesto a soportar.

¡Viva el Rey católico, mueran los malos gobiernos! se oía por todas partes —probándose hasta la saciedad, como solo pudo ocurrir en España, que ese pueblo era dueño indiscutible de una madurez política pocas veces vista en un Occidente ya casi completamente apóstata y creciemente —¡ironías de la revolución!— democrático.

Pocas semanas después, los invencibles ejércitos imperiales morderán el polvo de su primera y más feroz derrota en el paso de Baylén, obligando al Emperador a abandonar todos sus proyectos concebidos para su nueva Europa, y marchar a toda prisa para atender esa Península díscola, valiente e invencible. Pero ya no había remedio y el principio del fin estaba asomando; y el Emperador, acaso el hombre más talentoso que hayan dado estos siglos, lo comprendió enseguida y perfectamente. Y acaso, también, olfateó la repugnancia que hedía desde Valençay, por la cual tantos españoles daban alegremente sus vidas y —nobleza obliga el decirlo— con innegable grandeza de alma no quiso nunca utilizarla para desmoralizar a los sublevados, echándosela a la cara. Como fuese, lo cierto es que Napoleón no intentó vencer la resistencia anti-francesa denigrando los símbolos que mantenían unidos a los españoles, contentándose con poner a su hermano en el trono.

Mas la suerte echada estaba; y estos hechos fueron el detonante de la Guerra de la Independencia. De ambas guerras de la Independencia, la española y la americana.

Napoleón, que contaba con importar a España la Revolución de que era portaestandarte, con el auxilio de la propia casa real, vio su (doble) fracaso y separó a los Borbones de España, en un último, inútil y desesperado intento por apaciguar los ánimos y evitar esa guerra a dos puntas que terminaría con su amada y hasta ese momento ascendente estrella.

Lo demás es historia archisabida y casi nada comprendida; pues lo que recordamos hoy es una gesta patriótica esencial, no sola ni principalmente un hecho histórico aislado o acreedor a una aburrida evocación escolar o militar de circunstancias. Una gesta de la misma natura que aquella que, poco después, emprenderían los reinos americanos empeñados en buscar la restauración de Fernando el deseado, contra los ejércitos invasores de la Pepa (la constitución afrancesada y liberal de 1812), que suprimía los derechos del rey de Castilla a estos reinos.

Sin embargo, un oportunista borbonismo, excesivamente comprometido con la Revolución o con su propia supervivencia, se ensañaría más tarde con esos mismos reinos de ultramar y se dedicaría a desnaturalizar la gesta americana —tanto o más monárquica que la madrileña— intentando, por cualquier medio, demostrar que la Independencia transatlántica era consencuencia de un tan imposible como insostenible iluminismo americano y no lo que realmente fue: un rechazo del propio Fernando VII —el más repelente de los hombres públicos de su tiempo— a su misión real, y consecuencia inmediata y exacta de al orfandad a que este episodio redujo a su súbditos americanos.

Estas Américas, que un año y dos años antes habían probado su enconada fidelidad al rey batiendo en el campo de batalla a los contingentes ingleses invasores, esos mismos ingleses que los bonapartistas decían querer abatir, a su vez, en Portugal, no deseaban ni buscaban su indendencia del REY, sino de la España liberal y afrancesada, a la que igual amaban.

Por lo que, se ve, lo real es que los tiros y navajazos del 2 de mayo de 1808, sonaron desde Madrid en ambas márgenes del Atlántico mar.

Hay poco o nada escrito sobre todo esto, aunque haya demasiado papel impreso sobre las Guerras de Independencia en ambas márgenes del Imperio Español. El posterior y paralelo camino que seguirían las guerras civiles americanas y españolas y que arrancan de la introducción en la política de los gérmenes revolucionarios por parte de la propia Familia Real española, aún con su más y sus menos de detalles suplementarios y meramente anecdóticos —Constitución liberal de Cádiz de 1812, unitarios y federales en la Argentina, apostólicos y liberales y México, isabelinos y carlistas en España, conatos monárquicos en América— no hará más que remarcar la semejanza y señalar un destino común quebrantado y pisoteado por sus propios custodios, aunque las neblinas de la distancia y el tiempo y los afanosos intereses de los facciosos busquen desautorizar hecho tan principal y esclarecedor; y con ello, aléjese su posible comprensión histórica definitiva, necesariamente unitaria.