Recordando el final de la Europa católica y monárquica, asunto que completaré en una próxima entrega, me parecen oportunos dos comentarios atinentes.
Primero: Hay una obra de Gonzaga de Reynold, historiador suizo, titulada "La Europa Trágica" y publicada cerca de la segunda guerra mundial, que trata con singular erudición y apoyado en historiografía sólida, las afirmaciones que aquí se dan por sentadas a paso de avestruz, por las necesidades de espacio.
Segundo: no quisiera dejar pasar la oportunidad de brindar a los lectores una imagen de Carlos I, último Emperador de Austria, destronado por la prepotencia miope (o criminal) franco-protestante en 1918. Este santísimo varón murió de pulmonía, en la pobreza más increíble en la isla de Madeira en 1922, siendo elevado al honor de los altares por Juan Pablo II en 2004. Se trata pues, del Beato Carlos de Habsburgo.
Como dato curioso, el Papa que lo beatificó, en el mundo Carlos Woityla, fué bautizado con ese nombre en honor del destronado emperador, admirado a tal extremo por el modesto militar cuyo hijo ocuparía años después la sede petrina.
Este es mi homenaje a un verdadero gobernante católico, padre ejemplar y heroico abogado de la paz honrosa.
Primero: Hay una obra de Gonzaga de Reynold, historiador suizo, titulada "La Europa Trágica" y publicada cerca de la segunda guerra mundial, que trata con singular erudición y apoyado en historiografía sólida, las afirmaciones que aquí se dan por sentadas a paso de avestruz, por las necesidades de espacio.
Segundo: no quisiera dejar pasar la oportunidad de brindar a los lectores una imagen de Carlos I, último Emperador de Austria, destronado por la prepotencia miope (o criminal) franco-protestante en 1918. Este santísimo varón murió de pulmonía, en la pobreza más increíble en la isla de Madeira en 1922, siendo elevado al honor de los altares por Juan Pablo II en 2004. Se trata pues, del Beato Carlos de Habsburgo.
Como dato curioso, el Papa que lo beatificó, en el mundo Carlos Woityla, fué bautizado con ese nombre en honor del destronado emperador, admirado a tal extremo por el modesto militar cuyo hijo ocuparía años después la sede petrina.
Este es mi homenaje a un verdadero gobernante católico, padre ejemplar y heroico abogado de la paz honrosa.
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