miércoles, 31 de enero de 2007

Don Bosco y los atropelladores

«¡Cuántas veces, hijos míos, durante mi vida, ya bastante prolongada, he tenido ocasión de convencerme de esta gran verdad! Es más fácil enojarse que aguantar, amenazar ... que persuadir: añadiré incluso que, para nuestra impaciencia y soberbia, resulta más cómodo castigar a los rebeldes que corregirlos, soportándolos con firmeza y suavidad a la vez.
Os recomiendo que imitéis la caridad que usaba Pablo con los neófitos, caridad que con frecuencia lo llevaba a derramar lágrimas y a suplicar, cuando los encontraba poco dóciles y rebeldes a su amor.
Guardaos de que nadie pueda pensar que os dejáis llevar por los arranques de vuestro espíritu. Es difícil, al castigar, conservar la debida moderación, la cual es necesaria para qeu en andie pueda surgir la duda de que obramos sólo para hacer prevalecer nuestra autoridad o para desahogar nuestro mal humor.
Miremos como a hijos a aquellos sobre los cuales debemos ejercer alguna autoridad. Pongámonos a su servicio, a imitación de Jesús, el cual vino para obedecer y no para mandar, y avergoncémonos de todo lo que pueda tener incluso apariencia de dominio; si algún dominio ejercemos sobre ellos, ha de ser para servirlos mejor.
Éste era el modo de obrar de Jesús con los apóstoles, ya que era paciente con ellos, a pesar de que eran ignorantes y rudos, e incluso poco fieles; también con los pecadores se comportaba con benignidad y con una amigable familiaridad, de tal modo que era motivo de admiración para unos, de escándalo para otros, pero también ocasión de que muchos concibieran la esperanza de alcanzar el perdón de Dios. Por esto nos mandó que fuésemos mansos y humildes de corazón.
Cuando corrijamos sus errores, hemos de deponer toda ira o, por lo menos, dominarla de tal manera como si la hubiéramos extinguido totalmente.
Mantengamos sereno nuestro espíritu, evitemos el desprecio en la mirada, las palabras hirientes; tengamos comprensión en el presente y esperanza en el futuro, como conviene a unos padres de verdad, que se preocupan sinceramente de la corrección y enmienda de sus hijos.
En los casos más graves, es mejor rogar a Dios con humildad que arrojar un torrente de palabras, ya que éstas ofenden a los que las escuchan, sin que sirvan de provecho alguno a los culpables.»
De “Epistolario”, Turín 1959, 4, 201-203.

lunes, 29 de enero de 2007

Pío XII y la difamación comunista

En tiempos de nuestra infancia, cuando se decía algo malo de una persona buena, pensábamos, con el sentido común popular predominante, que «si alguien bueno hace algo incomprensible que otros dicen que es malo, por algo será»; lo cual era aplicación del antañón principio que establece que «cuando digáis algo malo de mí, a los que no me conocen no les importará, y los que me conocen ¡no lo creerán!».
Es probable que uno de los casos de difamación más intensos y más resistidos de los últimos años, haya sido el del Santo Padre Pío XII, sobre cuya actividad durante la guerra mundial de 1939 se han echado sombras de duda y de malicia como pocas veces se ha visto. Desde la gravísima acusación de complicidad con el nazismo en la persecución de los judíos, hasta la creación de la sospecha sobre su indiferencia sobre el problema, todos los estadios de la difamación han sido recorridos por los medios de prensa izquierdista, a una con sus pregoneros la prensa “intelectual” de Occidente, siempre servicial con la zurda.
Pero todo a su tiempo, se sabe: Ha quedado al descubierto que estas especies habían sido difundidas por los comunistas durante y después de la vida del egregio Papa.
Según las informaciones brindadas en un medio digital norteamericano, por el ex teniente general rumano Pacepa, de la KGB, por orden de Kruschev y bajo la diligente intervención de Yuri Andropov como director de la policía política comunista, se ideó, preparó y propagó la falsa noticia sobre la supuesta complicidad del papa Pacelli en la persecución antijudía nazi, por medio de la falsificación del contenido de innumerables documentos que el agente en cuestión copiaba desde el Vaticano, y remitía a la Central de Moscú, para tornarlos incriminatorios. La finalidad era desprestigiar al Papado y a la Iglesia Católica, partiendo del hecho probable de que, gracias a los nuevos aires de renovación que soplaban en el Vaticano a principios de los '60, no se asumiría seriamente la tarea de reivindicar el nombre de un papa ya muerto. Las revelaciones permiten asegurar que la famosa y difamatoria obra de teatro del alemán Rolf Hochhuth titulada “El vicario”, fue el camino elegido para difundir la especie calumniosa, sobre la base de un principio aceptado en la publicidad y que enseña que es más sencillo creer en la maldad, que en la santidad.
El libro de Hochhuth, publicado en 1963, el mismo año en que fue estrenada la obra teatral en Alemania con el apoyo económico de la KGB, fue llevado al cine en 2002 por el director comunista griego Costa Gavras, otro agente bolchevique en Occidente, con el aplauso de la prensa irresponsable y tilinga de muchas partes del mundo. Y por supuesto, resultó premiada por los fogoneros rojos de Occidente, pese a ser técnicamente deficitaria y no brillar por ningún lado.
Ahora se explican muchas cosas, muchos silencios, muchas complicidades internas (¡nunca faltan los entusiastas de la demolición!) y caen por tierra muchas inocencias ..., fraguadas sobre la presunta culpabilidad del santo papa.
Pío XII fue un gran papa, tal vez el último de los que merezcan llamarse Grandes en un auténtico sentido, además de un hombre muy previsor y advertido sobre las cosas que verían sus sucesores, que él trató de demorar, aún sabiéndolas inevitables. La, por lo menos, curiosa negativa a mantener una estable Secretaría de Estado, su personalísimo manejo de la Curia Romana y su cerrazón a toda reforma inspirada tanto en el espíritu de novedad como en un arqueologismo retrógrado, lo sitúan en un punto neurálgico de la Historia de la Iglesia como crítico acerbo de las novedades del inmediato porvenir.
La destrucción de su imagen resultó, así, doblemente “funcional”: a la izquierdización general del mundo de los años '60, como también al avance de ciertas tesis progresistas de cuño judaizante dentro de la Iglesia, cuyo surgimiento habría sido tenido en cuenta por el Kremlin como una garantía del éxito de la Operación, que llevaría el nombre de "Silla 12" o, al menos, como un obstáculo para la defensa eficaz del agraviado Papa.
Y lo cierto, es que nunca se benefició de la papolatría posterior, irónica y picarescamente interpuesta en beneficio propio, por quienes hacían de la contestación y la desobediencia habitual, una doctrina.

domingo, 28 de enero de 2007

La Contrarreforma católica y Santo Tomás de Aquino

E SABE que hoy coexisten en la Iglesia Católica, sin propiamente convivir, dos teologías que, acaso por el peso del inmenso prestigio del Papado romano, no han degenerado aún en dos “Iglesias” contrapuestas. Una, es la de la Iglesia tradicional, la de siempre, la de la Promesa y, por consiguiente, el Cuerpo Místico de Cristo, y que incluye a la Iglesia triunfante y la Iglesia Purgante y tiene al Papa por cabeza visible.
La otra es la Iglesia progresista, que ha roto las amarras con la Tradición, con la Cruz, con el Sacrificio, con los santos, con el Purgatorio, con el infierno (pues sí, la Iglesia también tiene un lazo con el infierno, aunque sea negativo), con el concepto tradicional de Vida Eterna, con la Parusía y con todo aquello que le recuerde su pertenencia al Cuerpo Místico del que Cristo es la cabeza y el Espíritu Santo el alma.
Las actuales circunstancias han acercado peligrosamente al Romano Pontífice a la situación de tener que elegir una de ambas por que, como era previsible, la segunda teología, la progresista, no necesita un Papado, ni un Papa, al cual ve como un lastre a su resuelto camino de secularización y, por consecuencia, no reconoce en la soberanía petrina lo que ella es, una potestad vicaria de Cristo, sino como una mera prelatura de honor que se ha convertido, por arte del birlibirloque, en la mera “vicaría de Pedro”.
La definición dogmática del Concilio Vaticano I sobre la infalibilidad papal en materia de doctrina atinente a la fe y las costumbres, dejó abierta esta llaga sin posibilidad de, acaso, cerrarse alguna vez, por que supuso la irreformable necesidad, no tanto de la existencia del Papado en sí, sino la afirmación de una autoridad magistral única e infalible, como consecuencia de la admisión expresa de un principio teológico superior a la infalibilidad institucional, que sería meramente instrumental, y que tiene que ver con la inerrancia e integridad de toda la Revelación, por causa de la Perfección Divina que la ha dado, que la ha hecho conocer al hombre sin error ni mácula alguna y que así mismo, la mantiene. La Segunda Carta de San Pedro lo expresa con absoluta precisión y claridad:
«Pero, ante todo, tened presente que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia; porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios. Hubo también en el pueblo falsos profetas, como habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán herejías perniciosas y que, negando al Dueño que los adquirió, atraerán sobre sí una rápida destrucción. Muchos seguirán su libertinaje y, por causa de ellos, el Camino de la verdad será difamado. Traficarán con vosotros por codicia, con palabras artificiosas; desde hace tiempo su condenación no está ociosa, ni su perdición dormida...»

Una doctrina única, perenne y nada “móvil”, era exactamente lo contrario al sentido mismo del “progresismo”, en el fondo una especie de gnosis de mala cuna, que se iría “perfeccionando” en el tiempo, hasta concluir con la deificación del hombre ... por sí mismo.
La contestación, el desacato, la desobediencia y la más pedestre irreverencia han reemplazado ya hasta las buenas maneras, por que, como decimos, existe una “teología” paralela que ha resuelto prescindir de la roca en la cual se apoya y de la cual bebe su vital licor, y deste modo cesar a Pedro, vicario de JesusCristo.
El Papado, para subsistir —y no decimos esto con un alcance meramente humano o político, sino sobrenatural: para poder mantener Pedro el depóstio que Dios mismo le ha confiado— deberá recurrir a todos aquellos que todavía creen en su sobrenatural investidura y su condición de “dulce Cristo en la Tierra”, puesto que es la Fe, y la Fe verdadera, lo que justifica en primerísimo lugar.
Por lo tanto, el Papado deberá iniciar cuanto antes la Contrarreforma católica que deje intacta la Iglesia después del creciente cisma de 40 años ¡40 años de andar rondando por el desierto, sin rumbo alguno! y cuya profanación de todo lo sagrado no se ha detenido ni ante el Sagrario mismo.
Muchos escritores tradicionales piensan que el esperado acto jurídico liberando la Misa Tridentina o Tradicional, no será más que un modesto comienzo de la contrarreforma; creemos en cambio, que será imposible para Su Santidad dar curso a esta generosa iniciativa (cuanto menos para él, que tiene una formación progresista previa, pero un grande y honrado corazón) sin caer acaso en un mal previsible e inevitable, como sería la desintegración de buena parte de la Iglesia por una suerte de esquizofrenia doctrinal latente, que se hará entonces patente y por lo cual se verá forzado a afrontar una restauración total del orden tradicional, desechando por concomitancia todo aquello que puso a la Iglesia en la presente situación de postración casi total; y corriendo el riesgo, si no lo hace, de permitir que el propio Papado se venga abajo; y con él, toda la Iglesia visible.
El cardenal Daneels, uno de los líderes progresistas más acreditados, ha dicho que no le parece tan temible la restauración de la Misa Tradicional, a la cual él ve como una “locomotora”, cuanto “a los vagones que vienen detrás”, que es la doctrina tradicional restaurada en todo su esplendor de Verdad incorruptible (como recuerda el Príncipe de los Apóstoles en la misma Carta); plenitud y vigor encolumnada tras del Santo Sacrificio de la Misa, aludiendo elípticamente el cardenal Daneels a la infalible eficacia del principio lex orandi, lex credendi, que en la Iglesia no falla jamás. Los progresistas van mucho más lejos que los católicos respetuosos y amantes de la Tradición, al aceptar explícitamente que han creado una nueva teología, o acaso una nueva Iglesia, no tanto a partir de los anfibológicos términos de los documentos del Concilio Vaticano II, sino del Novus Ordo litúrgico del Papa Paulo VI, que lograran imponer en base a un supuestamente proteico “espíritu” del Concilio (al cual Benedicto XVI aludió con certera caracterización como una hermenéutica de la discontinuidad y la ruptura), aunque no en total concordancia con él; aceptan, así, que la nueva Misa, no obstante su indiscutible validez objetiva, constituye un acto latréutico creado por el hombre, mas no es lo dado por Dios mismo, cuyo es, el “secreto” de la eficacia satisfactiva sobrenatural de la Liturgia católica tradicional. En síntesis, aceptan que la nueva Liturgia es grata a los hombres, pero se muestran indiferentes al hecho de que tal vez no lo sea a los ojos de Dios, por que el Dios de ellos no es necesariamente Trinitario, ni semejante al Dios revelado de la Biblia, sino un dios a medida humana que está en todas las cosas que ascienden en el tiempo o en la Historia hacia su divinización, al estilo Rahner; y que por lógica consecuencia, no pediría al hombre que conservase lo que Él, en su Divina Misericordia, ha dado gratuitamente como instrumento latréutico eficaz.
Cada cosa, por el mismo medio que ha sido hecha, es reparada; como la casa —nos recuerda el Angélico, en “De rationibus fidei”, cap. V— que cuando se derrumba, es reparada por la misma forma de arte por la cual fue construida.
Si la Iglesia ha ido desarrollánodose en lo puramente humano (difícilmente escindible de lo sobrenatural, es cierto) en torno a la Misa y la Presencia Real, del mismo modo deberá restaurarse. No hay nada humano que pueda reemplazar ese material de reconstrucción. Si por añadidura, consta que el Papado romano ha sido desde el momento de la Ascensión la garantía de unidad de gobierno y régimen, y la potestad sacramental y magistral por antonomasia, no podría sostenerse seriamente que las modernas teologías, ni las reuniones, ni los entusiastas macaneadores de mesianismos al contado, o los marketineros de la complaciente religión “catostante”, podrían restablecer aquello cuya existencia tan poco les debe.
Por fe, sabemos que no será posible jamás que la Iglesia se pierda; de manera tal que la elección que deba realizar Su Santidad será por fuerza afín, como una necesidad, con la Promesa de indefectibilidad dada por Cristo a Su Cuerpo Místico, de la cual garantía el Papado es, por sí mismo, una clave esencial, aquel mismo material roqueño sobre lo cual fué hecha. Nadie podría derogar el Papado, ni discutirle su Oficio Santo, ni recibirle a Pedro la restitución del depósito cuya custodia le ha sido confiada, salvo Cristo mismo, Quien la ha fundado, y establecido el depósito por los siglos; y nunca hombre alguno. Ni siquiera el Papa.

miércoles, 24 de enero de 2007

Historia visual de las religiones

La diáspora de los hijos de Adán ha dejado su secuela de misteriosa religiosidad primordial en el ser humano, cuya soberbia miopía no le ha impedido reconocerse tributario de un misterioso poder divino que crea, sostiene, gobierna y ordena todas las cosas. Al cual poder, por diversas que hayan sido las historias particulares de los pueblos, sábese que hay deber de adorar y satisfacer. No existe religión que no tenga culto de adoración y satisfacción debidamente establecido. Hay, por lo tanto, cierta noción común de la expiación religiosa, como el medio eficiente de hallar gracia ante la divinidad. Y de consiguiente, una clara noción de pecaminosidad que, más o menos desviada por el alejamiento progresivo de la Revelación Primordial, no ha dejado de atormentar al hombre desde su creación. Todas las civilizaciones la han sufrido con resignación, pero con esperanza de hallar el perdón divino; menos el hombre moderno, que al negarla, la sufre con rebeldía pero sin remedio y desesperanza. Desesperanza serena, como el librepensador cínico, o desesparanza enloquecida, nomás.
El Cristianismo no es la síntesis de todas estas creencias, o acaso una más entre ellas, sino la Revelación del Dios verdadero al hombre, desde el Génesis, pasando por, e incluyendo, el Judaísmo, con la santa misión del Pueblo de Israel manteniendo la esperanza en la venida del Mesías; que se consuma con la Encarnación, la Pasión, Muerte y Resurrección del Redentor y la fundación de Su Iglesia, con lo cual Se ha mostrado al mundo como Dios verdadero y tal cual Él es: Uno y Trino, providente, justo y misericordioso. Y ha puesto en manos del hombre, por intermedio del Ungido, Dios Él mismo, y en la Iglesia, las herramientas de la Salvación propiciada, asistida y sostenida desde el Cielo.
Encontramos un interesante cuadrito animado que muestra (con cierta infantil pretensión) el desenvolvimiento histórico de estas sucesivas etapas religiosas paralelas al Cristianismo que, por ajustarse con bastante precisión a los términos históricos que surgen de la Biblia, nos parece conveniente ofrecer a nuestros lectores. No obstante, debe hacerse la salvedad que tanto la Ortodoxia oriental de raíz Griega, como el Protestantismo anglo-sajón en todas su variantes y, aún, el Islam, son propiamente herejías cristianas, o poscristianas, y cualquier distinción que se haga respecto dellas debe tomarse con cautela y razonable sentido histórico.
Uno de los signos del fin del mundo, sería la predicación del Evangelio en todo el orbe. Así que sáquense las conclusiones


lunes, 22 de enero de 2007

"...y los creó varón y mujer"

Un tal Enrique T. Bianchi, nos anuncia * hace unos días en cierto diario porteño, que las malhadadas diferencias “culturales” entre el varón y la mujer, pronto quedarán abrogadas definitivamente por los efluvios benéficos de cierta novedosa cultura “ONUsiana” que, a grandes y torpes saltos (y esto de torpe, se lo decimos en su más prístina acepción), va machucando a su paso todas las leyendas, mitos, prejuicios y demás pajaronadas en las que creyeran nuestros antepasados. Que además eran unos sonsos, a quienes acusa de ser inconscientes de su propio modo de pensar, del cual habríanse hallado como prisioneros, y que predica de la mujer casi lo mismo que dice el más famoso tango de Pascual Contursi, aunque expresado sin tanta solidez, gracia ni melancolía; y trae a rebato unos párrafos sueltos, completamente fuera de contexto, del doctor Angélico, que más todavía nos persuaden de la sinrazón del autor del artículo.
Como en el caso de todos su cómplices de fechas hodiernas, no debe buscarse en el artículo una refutación racional, ni siquiera en grado de tentativa, de las poderosas razones que dan los santos citados arriba, por que el prejuicio cultural moderno, sea atavismo o lo llamen como lo llamen, no es racional, sino substancialmente mitológico, de manera que es inconmovible.
Las cosas no tienen ser, según nos lo pruebe una inspección ontológica fundada en la razón, sino que este dato nos lo proporcionará la idea, el prejuicio, o ... ¡la conveniencia!; hasta aquellos viejos burladores de la eficacia de la razón, nuestros antiguos adversarios el nominalismo y el idealismo, han sido superados por esta, ahora sí, “invencible” estupidez del pensamiento lineal y único actual (que es exactamente lo contrario al pensamiento), suma de todos los errores filosóficos anteriores y que descarta, “a priori”, el empleo de la razón como herramienta del intelecto y como argumento convictivo, reemplazándola por el mito. Así, al carácter mitológico de la “inferioridad” de la mujer en la sociedad cristiana (¿a quien se le escapa que todas las citas de Bianchi omiten cuidadosa y especialmente, el mundo antiguo, o moderno, pagano, donde la condición de la mujer era realmente de inferioridad?), fruto del oscurantismo, la superstición y el fetichismo de los católicos, especialmente de los que se dejaron guiar por San Pablo “el misógino”, quienes habrían creído que la mujer era un varón frustrado, y no valía por sí misma gran cosa, es una etapa que, gracias a la ONU, estaría a punto de concluir. Estupideces más o menos, es lo que dice el artículo. De la existencia de verdaderas diferencias de orden natural, ni una palabra: ¡no es marketinero decirlo! De si varón y mujer son las dos formas de ser hombre, tampoco, nada.
Y desde luego, se omite indicar que, gracias a estas consideraciones que San Agustín, San Pablo y Santo Tomás, entre otros, habrían vertido sobre la mujer, y a imitación de la elevada consideración evangélica que mereciera siempre la Madre de Dios, María Siempre Virgen, la mujer adquirió en, y gracias, al cristianismo católico (el único verdadero), un lugar y una consideración social y cultural que su impedimenta natural jamás le permitiera gozar.
—¡Pero qué bestia! ¡Entonces, Ud. sostiene, con esto de "impedimenta natural", que la mujer es realmente inferior al varón ...!
De ninguna manera, pero sí que es distinta, menos robusta y más sometida a ciertas fuerzas de la tentación (como explican, precisamente, los doctores citados por Bianchi), frente a las cuales su natura más débil la vuelve más temerosa, indefensa y necesitada de protección. De hecho, posee mucha menos fuerza física que un varón y menor destreza técnica. Y también, de hecho, los que creemos a pié juntillas lo que afirman la Sagrada Escritura sobre la creación del varón y de la mujer y sus relaciones mutuas, estamos obligados a su protección por esta condena impuesta por Dios desde el Génesis; y que la subordinación de una al otro, no es a causa de una inferioridad o superioridad relativas, pues el fin sobrenatural de ambos, que es lo que determinaría una eventual superioridad de uno u otro sexo, es idéntico, sino a modo de una subordinación de relación, en orden a la perpetuación de la especie humana y la preservación recíproca. La tradicional manera de relacionarse el varón y la mujer, cualquiera sea su origen, es la que la historia demuestra como más adecuada para la estabilidad de la relación recíproca y la preservación de la especie humana. Cualquier novedad en este terreno, deberá ponerse bajo sospecha y ser tratada como un peligro para la continuidad de la naturaleza humana.
Así que lo que para destruir la relación natural entre el varón y la mujer, hay que atacar al género humano, negar la conveniencia de su perpetuación, matar la vida ...
Y fíjense sino será grave la situación, que el autor Bianchi, debe emplear todo el peso de un cargo público para dar algún prestigio a esto de deshacer una señora tradición, asentada nada menos que en setenta siglos de vida humana y en una letra de tango, que ni se anima a citarla ...

* Véase un ameno artículo sobre lo mismo en ENS

jueves, 18 de enero de 2007

Ecumenismo con variaciones

Encíclica Mortalium animos, S. S. Pio XI: «... Porque siendo el cuerpo místico de Cristo, esto es, la Iglesia, una 1, compacta y conexa 2, lo mismo que su cuerpo físico, necedad es decir que el cuerpo místico puede constar de miembros divididos y separados; quien, pues, no está unido con él no es miembro suyo, ni está unido con su cabeza, que es Cristo 3».
Concilio de Florencia, Decreto Cantate Domino del 4 de Febrero de 1442 (Dz. 714): «La Santa Iglesia romana firmemente cree, profesa y predica que nadie que no esté dentro de la Iglesia Católica, no sólo paganos, sino también judíos o herejes y cismáticos, puede hacerse partícipe de la vida eterna, sino que irá al fuego eterno que está aparejado para el diablo y, sus ángeles [Mt. 25, 41], a no ser que antes de su muerte se uniere con ella; y que es de tanto precio la unidad en el cuerpo de la Iglesia, que sólo a quienes en él permanecen les aprovechan para su salvación los sacramentos y producen premios eternos los ayunos, limosnas y demás oficios de piedad y ejercicios de la milicia cristiana. Y que nadie, por más limosnas que hiciere, aun cuando derramare su sangre por el nombre de Cristo, puede salvarse, si no permaneciere en el seno y unidad de la Iglesia Católica».

El Papa Benedicto XVI, ha recordado (conf. VIS 070117 [400]) que
«La unidad es un don de Dios y fruto de la acción de su Espíritu. Por eso, es importante rezar. Cuanto más nos acercamos a Cristo, convirtiéndonos a su amor, más nos acercamos también los unos a los otros... El camino de la unidad de los cristianos es ciertamente largo y no fácil, pero no hay que desanimarse sino seguir recorriéndolo, contando con la ayuda de Cristo».


Encíclica Mirari Vos (GREGORIO XVI, Sobre los errores modernos, 15/8/1832)
... por lo cual es indudable que perecerán eternamente los que no tengan fe católica y no la guardan íntegra y sin mancha; oigan a San Jerónimo que nos cuenta cómo, estando la Iglesia dividida en tres partes por el cisma, cuando alguno intentaba atraerle a su causa, decía siempre con entereza: Si alguno está unido con la Cátedra de Pedro, yo estoy con él.
Falsamente, alguien acariciaría la idea que le basta con estar regenerado por el bautismo, a esto les responde San Agustín que no pierde su forma el sarmiento cuando está separado de la vid; pero, ¿de qué le sirve tal forma, si ya no vive de la raíz?.
De esa cenagosa fuente del indiferentismo mana aquella absurda y errónea sentencia o, mejor dicho, locura, que afirma y defiende a toda costa y para todos, la libertad de conciencia. Este pestilente error se abre paso, escudado en la inmoderada libertad de opiniones que, para ruina de la sociedad religiosa y de la civil, se extiende cada día más por todas partes, llegando la impudencia de algunos a asegurar que de ella se sigue gran provecho para la causa de la religión. ¡Y qué peor muerte para el alma que la libertad del error! decía San Agustín. Y ciertamente que, roto el freno que contiene a los hombres en los caminos de la verdad, e inclinándose precipitadamente al mal por su naturaleza corrompida, consideramos ya abierto aquel abismo del que, según vio San Juan, subía un humo que oscurecía el sol y arrojaba langostas que devastaban la tierra. De aquí la inconstancia en los ánimos, la corrupción de la juventud, el desprecio —por parte del pueblo— de las cosas santas y de las leyes e instituciones más respetables; en una palabra, la mayor y más mortífera peste para la sociedad, porque, aun la más antigua experiencia enseña cómo los Estados, que más florecieron por su riqueza, poder y gloria, sucumbieron por el solo mal de una inmoderada libertad de opiniones, libertad en la oratoria y ansia de novedades.


1 I Cor. 12, 12
2 Efes. 4, 15
3 Efes. 5, 30; 1, 22

martes, 16 de enero de 2007

Repulsión

San Pablo (I Cor, 9,10): “no os engañéis; ni los fornicarios, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, poseerán el Reino de Dios”
Levítico 20,13: “si alguno se ayuntare con varón, como si fuera mujer, abominación hicieron. Ambos han de ser muertos, sobre ellos será su sangre”
Un diario brasileño, de forma no muy inocente que digamos, informa que Buenos Aires, capital de la Argentina, va camino a convertirse en un centro mundial de “turismo homosexual” sumamente atractivo para esta clase de desviados. Según la fuente, cada mes llegan a ésa, unos 55.000 “interesados” en esta clase de ... turismo. Nos apena y nos ofende esta (supuesta) realidad; pero no dejaremos de advertir que el 56% de los viajeros movidos de tan singular propósito, serían norteamericanos y el resto, en su mayoría angloparlantes.
Un muy bolche jerarca político de esa ciudad, ha manifestado a una conocida publicación izquierdista local que, él mismo, es un “homosexual afrancesado”; algo que, con toda precisión, ignoramos qué pueda significar, aunque alcancemos a comprender el sentido de su inclinación general, o sea, su preferencia de género; es decir que el tipo es un maricón. Lo de afrancesado, hasta donde sabemos, no tendría otro fundamento que la preferencia personal del/lo sujeto/ta en cuestión, pues que nosotros sepamos, en Francia a la homosexualidad siempre se la denonimó le vice anglais.
Año y medio atrás, la marcha mundial del “orgullo gay”, cuya realización estaba prevista en la ciudad de Nueva Orleans, Louisiana, Estados Unidos, con apoyo estatal y todo, quedó frustrada por un claro designio providencial, que las víctimas prefieren ignorar aún hoy. Otra zona de “turismo sexual” del terráqueo globo, sufrió también los embates de la furia divina en forma de tromba marina denominada “tsunami”, sin que hasta hoy puedan contarse definitivamente las víctimas de uno y otro caso.
El signo de la repulsión divina a la sodomía, y medio empleado para aplicar la pena de muerte que las leyes civiles ya no contienen, parece haber sido, en ambos casos, el agua, algo que debería significar bastante para Buenos Aires, que tiene pendiente una profecía de un santo —que mucho la quiso por su amplia generosidad, don Luis María Orione— quien afirmó que esta ciudad, desaparecería por medio del agua.
Pensamos pues que, de ser tan ciertas las cosas como las predica el periódico carioca, la mejor inversión (aparte de los gustos personales, claro) de este momento, serían unos buenos salvavidas.
Pero nunca antes de una buena confesión.

lunes, 15 de enero de 2007

Mentiras, Aborto y Periodismo

IOÉTICA EN LA WeB, un noticioso digital sobre cuestiones relativas a la protección y defensa de la vida, denuncia que el New York Times, uno de los diarios más conocidos del planeta, ha reconocido que era verdadera la acusación de haber falseado información sobre un supuesto caso de aborto, con el fin de inducir su práctica general, o favorecer la sanción de leyes permisivas en Ibero América. La noticia había sido publicada también por ACiPrensa (consulte aquí y aquí las últimas novedades) y difundida por otros medios más veraces, que el ahora impugnado diario neoyorkino.
El propio New York Times, sigue publicando la noticia de la supuesta condena por aborto, pero explicando trabajosamente por medio de una nota aclaratoria anexa, de muy reciente factura, que no se trató realmente del hecho de un aborto, sino de una justa condena por el homicidio agravado cometido por la “heroína” del novelón, señora Clímaco, sobre la persona de su hijito recién nacido, al cual asesinó por estrangulación, luego de golpearlo brutalmente.
En ésta misma línea de acciones publicitarias fraudulentas, hemos debido dedicar nosotros algunos comentarios sobre cómo estos casos de homicidios agravados, que se pretende emplear por los grupos abortistas como argumento favorable a su homicida postura, son presentados habitualmente bajo la óptica errónea de una irremediable tensión de “la mujer” (nunca se habla de “madre”) hacia el homicidio de su hijito, tensión que no existiría —dicen— si se permitiese el aborto como liberación de una injusta carga, o directamente falseando los casos de filicidio como si se tratasen de verdaderos abortos, que son reprimidos con brutalidad por la legislación que los trogloditas católicos “latinoamericanos” conservan en pie, tal como hiciera el New York Times en este caso.
Esta noticia es de capital importancia para advertencia de todos aquellos que concurren frecuentemente a las “mesas de diálogo” con los emisarios de Satanás, creyendo todavía que se puede traer a sus mentes alguna iluminación de verdad, si acaso fuera que obrasen de buena fe. El error no puede ser más indignante: Si verdaderamente se quisiera conversar de buena fe sobre estas cuestiones, sería preciso hacerles admitir, como primera y preliminar medida, que se acepta formal y materialmente que el homicidio es un pecado mortal y que el aborto, porque involucra a una persona, también lo es y mucho más grave; y que nunca ningún pecado quedaría justificado por un supuesto “estado de necesidad” que autorizaría a una mujer, a un varón o quien fuera, a matar a un inocente, alegando haber sido ella misma, antes, víctima de cualquier violencia.
No se puede dialogar en términos fraternos con quienes ni siquiera aceptan la sacralidad de la vida humana, o la existencia de principios morales y religiosos anteriores a las razones de mera conveniencia con que ellos presentan la cuestión, que deben respetarse y que ningún legislador tiene derecho a traspasar.
La lucha es ardua y en todo los terrenos: En Chile, luego que el Tribunal Supremo resolviera, en las últimas horas, ordenar que se retire de la circulación la “píldora del día después” por considerarla inconstitucional, la presidente Bachelet anunció que igualmente sería autorizada su distribución por medio de un decreto, desobedeciendo la sentencia dictada. Este tipo de conductas no son casuales, y ha sido definida en una conferencia dictada por una central táctica abortista, como la técnica de los llamados “litigios de alto impacto”, cuya finalidad es desarticular completamente los términos reales de un eventual debate, sin reparar en los medios a emplear, y tergiversarlos modificando el sentido de la controversia:

«Lo que nosotros hicimos primero fue estudiar cuáles eran los términos en que se venía dando el debate. Hicimos un estudio de los archivos de prensa desde el año 1973 para ver cómo los medios de comunicación cubrían el tema. Ahí vimos que el debate siempre era de moral y religión.
Nosotros la cambiamos radicalmente. Tratamos que el aborto siempre fuera visto como un problema de salud pública, derechos humanos y equidad de género.
Desde un primer momento enmarcamos el debate precisamente como una violación al derecho a la vida, a la salud y a la integridad de la mujeres. En Colombia el aborto es la tercera causa de mortalidad materna. Estas estadísticas sólo reflejan las muertes de las mujeres que tienen un aborto complicado. No reflejan las muertes de las mujeres que sí se hubieran salvado, si hubieran podido tener un aborto a tiempo»

Nuestra reciedumbre, por lo tanto, debe mostrarse a partir de los mismos principios, que no son claudicables ni, muchísimo menos, negociables, aunque siempre deban explicarse con claridad y suavidad, siguiendo la máxima fortiter in re, suaviter in modo, pues la ira de Dios alcanzará a estos homicidas, y su salvación corre serio peligro. Nuestra tarea es salvar al inocente de las manos dañosas de estos criminales, e intentar convertir el alma de los criminales, por que Dios nos pedirá cuenta también de lo que hicimos por ellos.
Estas tremendas noticias que comentamos, nos advierten sobre lo que nuestros adversarios están dispuestos a llevar a cabo con tal de triunfar; y que no será la honradez intelectual o moral, ni algún otro bien cualquiera, aquello de más elevado que esperan servir.
Y tengamos en cuenta de qué forma los diarios “grandes” y los grupos abortistas tratan a estas dos predilectas víctimas suyas: los hijitos no nacidos, y la Verdad.

domingo, 14 de enero de 2007

La hija primogénita de la Iglesia

Manuel Azaña, poco después de asumir como presidente de la tristemente célebre República Española, y que lo fue hasta 1939, anunciaba muy horondo al mundo que “España ha dejado de ser católica”. Pocos meses después, tropezaba de lleno contra aquello mismo cuya defunción pretendió certificar.
Ahora, por enésima vez desde su fundación milagrosa por manos del Ángel al rey Clovis, le toca el turno a Francia: lo anunciaron los hugonotes, justo antes que los de Guisa, echando mano a sus espadas, la devolvieran a su quicio; lo anunciaba la Asamblea, que para probarlo, encumbraba a la “diosa” razón —portentosa y extraña señora que, cuando la guía su Creador, no tiene límites, pero cuando cae en manos de republicanos y revolucionarios, es poco menos que una hetera 1 (εταίραι)— y se encontró con Santos, profecías y milagros como no los tuviera nunca la tierra de la doncella de Arc; lo proclamó cada revolución más o menos exitosa: 1830, 1848, 1870 ... y casi quedó confirmado en 1945.
Pero ahora, Francia, salvo un milagro que todos desaríamos ver, no volverá a ser la “hija primogénita de la Iglesia”, por que su soberbia la ha sepultado más bajo todavía que los mismos bajísimos apetitos, cuya satisfacción tanto la han postrado y alejado de su verdadera grandeza. Por que la grandeur de la France no estaba en alacanzar o mantener ciertas fronteras naturales, o en enhebrar una nación a una corona santamente obsequiada por el Cielo, ni siquiera en la defensa del suelo patrio; estaba en la defensa, el testimonio y la vivencia misma de la Fe verdadera. Francia sin el catolicismo, es absolutamente igual a cualquier provincia del mundo materialista y protestante, o sea, nulo, inerte e ineficaz contingente humano, indistiguible de un resto poco respetable.
Una encuesta reciente probaría, más allá del escaso tenor de verdad que para nosotros tendrían semejantes compulsas, que la nación gala ha dejado de ser católica, casi del todo. Nos consta en forma personal que su desgracia es inferior, todavía, a la de Sodoma o Gomorra; o sea, que no es tan caótico su presente ni tan fiero su porvenir: no está tan mal como parece, ni tan bien como quisiéramos, como para apreciar del todo perdido su juicio final. Por que el juicio de las naciones llegará, como prometen los profetas, y no será grato presenciarlo.
De esta Francia subrevolucionaria, nada nos gusta, ni tampoco termina de disgustarnos, por que ni siquiera es nuestra patria, a la cual debe amarse aunque no nos guste: es una tibieza a punto de ser vomitada; sin embargo, no pocas añoranzas de vera Cristiandad se arraciman en cada uno de sus rincones, testimoniando con su mudez forzada una fidelidad perdida, un adulterio adolorido y lleno de lágrimas, un perdón que no llega por falta de arrepentimiento ...

1 La palabreja no es caprichosa, ni la cita culterana; la Francia republicana ha buscado por más de dos siglos que su imágen nacional sea la de una cortesana de pechos aireados y putibunda faz, o un plumífero macho de corral. De las bellísimas flores de lys en plata sobre fondo de azur, signo mismo de la castidad y la pureza, ni un ¡ay!.

viernes, 12 de enero de 2007

Más sobre armas de fuego

Ayer fueron detenidos cinco policías bonaerenses acusados de asesinar a un delincuente esposado que viajaba en un patrullero, y que había cometido un asalto un rato antes. El dueño de la casa asaltada, otro policía, lo detuvo, lo esposó y lo entregó a sus camaradas. Poco tiempo después, el joven fue asesinado en un patrullero de un tiro en la cabeza, hallándose todavía esposado.
Esto nada dice con relación a los policías honrados y valientes, que son muchísmos y que merecen un puesto de honor en toda sociedad, pero que lamentablemente no pueden contrarrestar el carácter politizado de su institución ni su turbio origen revolucionario, desde los terroríficos comités de Salud Pública de París de 1790.
Queda bastante claro de todos modos que, en cuanto al abuso de armas se refiere y entre aquellos que ocupan privilegiados lugares en la desconfianza pública general, la policía ocupa un puesto descollante, cabe mismo los delincuentes. Si ha de darse por cierta la versión corriente de las usinas oficiales, habitualmente macaneadoras, las Fuerzas Armadas no andarían mucho mejor en materia de prestigio y honorabilidad.

El sonado proyecto, que nadie sabe aún si es ley o no, de limitar o acaso, anular, la tenencia y uso de armas por parte de los civiles, o de someter dichos uso y tenencia a una inspección rigurosa de agentes estatales y habitualmente corruptos, carece de toda fuerza moral, si previamente el gobierno no toma la ejemplar medida de desarmar a los delincuentes ... y a sus propios agentes.
¿O se pretende que la población, ya indefensa, deba quedar a merced de dos bandas armadas enfrentadas, pero temibles precisametne por el uso que hacen de sus armas?
Como esto sería o imposible, por que los delincuentes, por el mismo hecho de serlo, no entregarían ni denunciarían sus armas; o inviable, por que mientras no se les quiten las armas a los delincuentes (no a los que el Gobierno cree delincuentes, entendámonos, sino a los verdaderos), no parece prudente ni justo privar de ellas a la Policía, pues sería condenarlos a la misma muerte a que se quiere enviar a los civiles, por lo que, lo más lógico, es mostrarse más aperturista con la tenencia, uso y portación de armas por parte de los civiles que, hasta hoy al menos, han demostrado ser, por su cantidad, disciplina moral y casi nula delictividad, el grupo humano de más alta responsabilidad para llevar armas en la Argentina.
El argumento de la reducción de las armas de fuego en poder de los civiles como directamente proporcionado a la reducción de la criminalidad violenta, es una fatuidad, sino una aviesa mentira; una reciente demostración realizada en Estados Unidos por el FBI y publicada por la NRA, prueba sin lugar a la menor duda que el incremento de hasta 70 millones de armas en poder de civiles, ha provocado la reducción del 38% en los delitos de todo tipo desde 1991.
Por supuesto —y además— que la mayoría de los delitos, al menos en la Argentina, no se perpetran con armas de fuego, sino acaso y aproximadamente, uno de cada cuatro, o sea un 25%, siendo las modalidades más comunes, el hurto, el pungueo, el arrebato, el saqueo sin armas o a mano limpia, o con armas blancas o meros palos o fierros; por lo cual, la argumentación es tan falluta como su intencionalidad ideológica.
El Gobierno, ante estos hechos perfectamente conocidos por todos y de todos, no debería lanzarse a limitar las armas de fuego, única garantía de la población contra el delito que al presente se tiene en pie y mantiene alejados a los amigos de lo ajeno.
Aumentar (irresponsablemente) las escalas penales, impedir la excarcelación, lo cual es una flagrante injusticia pues convierte una medida cautelar en una abierta condena, o incrementar la policía (que se dedica a levantar infracciones de tránsito para mantener equilibrado al erario, o a aplicar por su cuenta un código de justicia algo primitivo ...) son medidas tendientes a la represión del delito, pero no a su prevención.
O sea que, bien visto, todas estas, en su conjunto, son medidas tendientes a incrementar el delito, inclusive el de los agentes del “estado”.
Desde luego, no hacía falta ser yanki, ni vivir en Estados Unidos, ni hacer encuestas tramposas ni leer estadísticas, ni efectuar controvertidas brujerías, para saber la elemental verdad que encierra este principio: Cuando las víctimas potenciales están dispuestas a defenderse y a hacer pagar caro el intento de asaltarlas, los potenciales delincuentes lo piensan dos, tres, cuatro veces antes de cometer su crímen; porque una cosa es pagar la falta con la cárcel, por horrenda que sea, y otra cosa muy distinta, arriesgar la vida en un delito.

Hasta parece preferible probar fortuna honradamente, aunque haya que trabajar.

El retorno de los brujos

Un audaz comentarista del periódico “Lannación” de Buenos Aires, sostiene que la citación como imputada en una causa penal de la ex presidente constitucional María Estela Martínez, viuda de Juan Domingo Perón, en la cual podría ser condenada por violaciones a los derechos humanos cometidas hace más de 30 años, probaría en forma definitiva que la supuestamente independiente justicia argentina, estaría regida desde el Poder Ejecutivo Nacional.
La nota, elaborada bajo el sugestivo título de “Una decisión política”, llega a señalar que «Ningún juez federal tomaría determinaciones como la de pedir la captura de la ex presidenta Isabel Perón o de investigar a fondo los crímenes de la Triple A si percibiese que semejantes actos incomodarían al gobierno nacional».
Agrega que «al oficialismo no le vendría nada mal que, al menos por unos días, deje de hablarse de los desaguisados del caso Gerez y se comience a discutir la supuesta responsabilidad de Isabelita en las desapariciones de personas».
Esta extemporánea revisión de un pasado olvidable y comprometedor para tantos beneficiarios del actual régimen, sin embargo, no será completa: «La revisión de nuestro pasado tendrá, sin embargo, un límite. Nadie en el gobierno nacional ni en la Justicia piensa que haya que investigar los crímenes cometidos por las bandas guerrilleras que actuaron durante los años 70», aunque con este tipo de decisiones judiciales promovidas desde el Gobierno, «se ha roto un viejo pacto político, que data de 1983 ...(por el cual) las investigaciones sobre los desaparecidos no contemplaran situaciones anteriores a la llegada de los militares al poder».
Haciendo funcionar dicho pacto político, otro de los citados, Carlos Ruckauf, quien fuera Ministro de Trabajo hasta 1976 y más tarde gobernador de Buenos Aires y canciller, manifestó sorprendido: «Nosotros fuimos víctimas, no cómplices», opinión que parecen no compartir el juez, el fiscal y los denunciantes.
Por una antañona regla constitucional que siempre se ha considerado una garantía importantísima contra la tiranía, que atañe a la división hermética entre los tres poderes, ejecutivo, legislativo y judicial y tiene su origen histórico en las prácticas de la monarquía tradicional, que retenía para sí, a modo de prerrogativa real, el juzgamiento únicamente de aquellas causas en las cuales uno del pueblo fuera apelante, el poder ejecutivo nacional no debería nunca “ejercer funciones judiciales, arrogarse el conocimiento de causas pendientes o restablecer las fenecidas”, ni siquiera en los casos excepcionales de las emergencias nacionales conocidas como “estado de sitio”. Y mucho menos por interpósita persona, algo que sabe a los argentinos como una burla intolerable. Razones que el articulista, sin mencionarlas a todas expresamente, expone como causales seguras de un profundo malestar entre la población argentina; a lo que debe agregarse como agravante que la población sigue siendo mayoritariamente peronista, y sentirá el agravio de verse vulnerada la memoria del líder de ese movimiento en la persona de su viuda, ultrajada por un Gobierno que nunca contó con las mayorías constitucionales para gobernar, y al cual el peronismo histórico, “prestó” su tolerancia política, a fin de sofocar los efectos deslegitimantes de la desordenada huida del presidente De la Rua en diciembre de 2001.
Esta nueva aventura mediática del Gobierno luego del farsesco traspié del caso Gerez, urgido por su postergada “revolución progresista” a usurpar a cualquier precio aquel mismo poder político que lo ungiera tres años y medio atrás, por medio de un encumbramiento artificial, es muy probable que le cueste un final abrupto, doloroso e inesperado, a manos de aquellos mismos mentores de tres años atrás; y sin poder disponerse al presente, del recurso a un balsámico “golpe militar” que los rehabilite en el futuro como víctimas de alguna chirinada de cuartel o de una dictablanda peregrina, y alimente su egolátrica esperanza de retornar mágicamente al poder.

jueves, 11 de enero de 2007

Duerme, duerme, negrito .... ¡que me llevo tu vida!

Mientras una parte de la población del hemisferio sur, cuyo potencial de decisión es determinante, está sumida en esa muerte temporaria que son las vacaciones, reduciendo al mínimo su estado de alerta y su capacidad de reacción, los gobiernos y las multinacionales traman sus infamias.
En la Argentina, el gobierno zurdoliberal del infame K., planea sigilosamente el desarme de la población, a fin de reducirla a una situación inferior a la esclavitud —recordemos que una de las características de los hombres libres, ha sido siempre el derecho inalienable de tener y portar armas, algo que ya está limitado en la Argentina—, tal como lo hicieran los norteamericanos al invadir Santo Domingo en 1916, o la KGB en todos dominios, o la Gestapo en los países invadidos, o la horrorosa “Stasi”, que era la policía alemana comunista. Es una práctica habitual en los depredadores de pueblos; y nos referimos a las dos cosas: tanto el desarme de la población, como el hacerlo con subrepción, a escondidas. Así, toda una comunidad quedará exactamente inerme ante la delincuencia común y política que se avecina, con el fútil pretexto de que las armas ... ¡son mortíferas!.
Sería conveniente que tanto las mal llamadas “autoridades” como los delincuentes, comenzaran a dar el ejemplo ... Si las armas son malas para la población, con cuyo voto se establece la legitimidad del Gobierno, no se comprende con qué autoridad se podría privar de ellas al pueblo y mantenerlas para los empleados del Gobierno, a no ser que se adhiera a la tesis hegeliana de Max Weber, de que el Estado debe poseer el “monopolio de la fuerza”, hiótesis reñida con las bases del régimen democrático y propia de cualquier tiranía, moderno Leviathán, que reclama para sí derechos y ventajas que contrarían notoriamente el Bien Común, y a la mismísima causa de su ser. La contradicción de negar a la causa lo que podrían muy bien hacer los efectos, no se sostiene, sino bajo la más tronante tiranía autocrática.
A la par, el Gobierno insiste en su política de destrucción demográfica nacional, pretendiendo instalar en la sociedad un debate que nunca existió y que no es ni será jamás necesario: la eutanasia, tal como lo anticipáramos unas entradas atrás. Todos tienen claro el principio moral que permite, lícitamente, prescindir de los llamados “medios extraordinarios” para conservar la salud, que sean caros o no, mantienen arificialmente la continuación de la vida en situación desesperada. Pero esta dispensa moral del empleo de esos medios extraordinarios, no es igual a la procuración lisa, llana y directa de la muerte, como sería suspender la alimentación, la respiración, cualquier nutrición ordinaria, como el agua o el suero, o directamente provocar la muerte mediante envenamiento o asfixia o cualquier otro medio apto. Tal vez lo que estos criminales quieran, sea emular al que ellos denominan primer mundo, ¡donde es delito mantener la vida!
Nos informa un periodista portugués, que allí se prepara un plebiscito para introducir el aborto, práctica que aún hoy, gracias a la promesa de la Virgen de Fátima, a 50 años de gobierno católico y a la tesonera decisión del pueblo portugués, aún no ha entrado.
La diferencia entre ese primer mundo y nosotros, es que allí, por lo menos, se mantienen algo vivas algunas formalidades, y le preguntan a uno qué quiere hacer de su vida. El sentido de democracia, como un respeto elemental a la decisión popular, aunque vacío de sentido moral, al menos funciona en lo formal. Tanto en Brasil como en Portugal, no se postulan “debates nacionales” como prolegómeno a una decisión autocrática y funesta impartida desde el gobierno sin consenso popular. En todo caso, se prefiere la vía de la consulta popular, antes que un sospechoso “debate nacional” ex post facto, para cuando ya no tiene sentido alguno y no existe interés ni posibilidad de un impedir un mal, sino como la duermevela de la escasa voluntad popular, en aquello que lícitamente le interesa y debe ser oida. La Constitución argentina contiene mecanismos de consulta popular que los políticos cuidadosamente omiten emplear, a fin de dominar mejor a sus supuestamente libres ciudadanos y concretar sin tropiezos su voluntad despótica.
Los resultados negativos que en las naciones más semejantes a la Argentina han sido la consecuencia de estas consultas, advierten precisamente sobre la casi segura negativa a dejarse dominar por este maniqueísmo de muerte y destrucción que ha traído un gobierno nacido contra expresas disposiciones legales, y que se cierne sobre la nación, como el maquiavélico enemigo de todos sus bienes dichosos.

martes, 9 de enero de 2007

El Papa defendió la diversidad religiosa (dice un diario de Buenos Aires)

Traicionar a un Papa, podría ser un pecado mortal por partida doble: por la traición en sí misma y por la dignidad del traicionado; vaya uno a saber qué es peor. Pero macanear libremente sobre lo que dice el Papa en sus homilías, a fin de engañar a los fieles argentinos o darles gato por liebre, ya es cuestión un poquito más delicada, que no admite demasiados “matices” excusatorios.
Cierto diario porteño, ha publicado anteayer que el el Papa había tenido a bien decretar una apertura general hacia las demás religiones. El titular, dice textualmente: «El Papa defendió la diversidad religiosa. Rescató el símbolo de los Reyes Magos»
La fuente que se menciona es ANSA pero, sinceramente, no logramos ver en dicha fuente, en la noticia referente a la homilía, absolutamente nada de lo que dice el diario de Buenos Aires, no obstante la buena voluntad que siempre hemos sentido hacia el oscilante periódico de los Mitre. Ni defensa de la diversidad religiosa —antes bien lo contrario— ni “símbolo” de los Reyes Magos, sino una robusta fe en su existencia histórica concreta y verdadera, no nada simbólica.
La homilía completa, en italiano, la podemos leer para confrontar textos, intenciones y sentidos. Doppo parliamo. Por de pronto, samparémoos un porción que creemos atinente:
«Chi sono dunque i "Magi" di oggi, e a che punto sta il loro "viaggio" e il nostro "viaggio"? Torniamo, cari fratelli e sorelle, a quel momento di speciale grazia che fu la conclusione del Concilio Vaticano II, l’8 dicembre 1965, quando i Padri conciliari indirizzarono all’umanità intera alcuni "Messaggi". Il primo era rivolto "Ai Governanti", il secondo "Agli uomini di pensiero e di scienza". Sono due categorie di persone che in qualche modo possiamo veder raffigurate nelle figure evangeliche dei Magi. Ne vorrei poi aggiungere una terza, alla quale il Concilio non indirizzò un messaggio, ma che fu ben presente alla sua attenzione nella Dichiarazione conciliare Nostra aetate. Mi riferisco alle guide spirituali delle grandi religioni non cristiane. A distanza di duemila anni, possiamo dunque riconoscere nelle figure dei Magi 1 una sorta di prefigurazione di queste tre dimensioni costitutive dell’umanesimo moderno: la dimensione politica, quella scientifica e quella religiosa. L’Epifania ce lo mostra in stato di "pellegrinaggio", cioè in un movimento di ricerca, spesso un po’ confusa, che, in definitiva, ha il suo punto d’arrivo in Cristo, anche se qualche volta la stella si nasconde. Al tempo stesso ci mostra Dio che a sua volta è in pellegrinaggio verso l’uomo. Non c’è solo il pellegrinaggio dell’uomo verso Dio; Dio stesso si è messo in cammino verso di noi: chi è infatti Gesù, se non Dio uscito, per così dire, da se stesso per venire incontro all’umanità? Per amore Egli si è fatto storia nella nostra storia; per amore è venuto a recarci il germe della vita nuova (cfr Gv 3,3-6) e a seminarla nei solchi della nostra terra, affinché germogli, fiorisca e porti frutto.
Vorrei oggi fare miei quei Messaggi conciliari, che nulla hanno perso della loro attualità. Come per esempio là dove, nel Messaggio rivolto ai Governanti, si legge: "Tocca a voi di essere sulla terra i promotori dell’ordine e della pace tra gli uomini. Ma non dimenticate: è Dio, il Dio vivo e vero, che è il Padre degli uomini. Ed è il Cristo, suo Figlio eterno, che è venuto per dirci e farci comprendere che siamo tutti fratelli. E’ Lui, il grande artefice dell’ordine e della pace sulla terra, perché è Lui che conduce la storia umana e che, solo, può indurre i cuori a rinunciare alle passioni perverse che generano la guerra e il dolore". Come non riconoscere in queste parole dei Padri conciliari la traccia luminosa di un cammino che, solo, può trasformare la storia delle Nazioni e del mondo? E ancora, nel "Messaggio agli uomini di pensiero e di scienza", leggiamo: "Continuate a cercare, senza mai rinunciare, senza mai disperare della verità" – è questo infatti il grande pericolo: perdere interesse alla verità e cercare solo il fare, l’efficienza, il pragmatismo! – "Ricordate, continuano i Padri conciliari, le parole di un vostro grande amico, sant’Agostino: «Cerchiamo con il desiderio di trovare, e troviamo con il desiderio di cercare ancora». Felici sono coloro che, possedendo la verità, la continuano a cercare, per rinnovarla, per approfondirla, per donarla agli altri. Felici sono coloro che, non avendola trovata, marciano verso di essa con cuore sincero: che essi cerchino la luce futura con i lumi di oggi, fino alla pienezza della luce!".
Questo era detto nei due Messaggi conciliari. Ai capi dei popoli, ai ricercatori e agli scienziati, oggi più che mai, è necessario affiancare i rappresentanti delle grandi tradizioni religiose non cristiane, invitandoli a confrontarsi con la luce di Cristo, che è venuto non ad abolire, ma a portare a compimento quanto la mano di Dio ha scritto nella storia religiosa delle civiltà, specialmente nelle "grandi anime", che hanno contribuito a edificare l’umanità con la loro sapienza e i loro esempi di virtù. Cristo è luce, e la luce non può oscurare, ma solo illuminare, rischiarare, rivelare. Nessuno pertanto abbia paura di Cristo e del suo messaggio! E se nel corso della storia i cristiani, essendo uomini limitati e peccatori, hanno talora potuto tradirlo con i loro comportamenti, questo fa risaltare ancor di più che la luce è Cristo e che la Chiesa la riflette solo rimanendo unita a Lui.
"Abbiamo visto la sua stella in oriente e siamo venuti per adorare il Signore" (Acclamaz. al Vangelo, cfr Mt 2,2). Quello che ogni volta ci stupisce, ascoltando queste parole dei Magi 2, è che essi si prostrarono in adorazione di fronte a un semplice bambino in braccio a sua madre, non nella cornice di un palazzo regale, bensì nella povertà di una capanna a Betlemme (cfr Mt 2,11). Come è stato possibile? Che cosa ha convinto i Magi che quel bambino era "il re dei Giudei" e il re dei popoli? Li ha certamente persuasi il segno della stella, che essi avevano visto "nel suo sorgere" e che si era fermata proprio sopra il luogo dove si trovava il Bambino (cfr Mt 2,9). Ma anche la stella non sarebbe bastata, se i Magi non fossero stati persone intimamente aperte alla verità. A differenza del re Erode, preso dai suoi interessi di potere e di ricchezza, i Magi erano protesi verso la meta della loro ricerca, e quando la trovarono, benché fossero uomini colti, si comportarono come i pastori di Betlemme: riconobbero il segno e adorarono il Bambino, offrendogli i doni preziosi e simbolici che avevano portato con sé.
Cari fratelli e sorelle, sostiamo idealmente anche noi dinanzi all’icona 3 dell’adorazione dei Magi. Essa contiene un messaggio esigente e sempre attuale. Esigente e sempre attuale anzitutto per la Chiesa che, rispecchiandosi in Maria, è chiamata a mostrare agli uomini Gesù, nient’altro che Gesù. Egli infatti è il Tutto e la Chiesa non esiste che per rimanere unita a Lui e farLo conoscere al mondo. Ci aiuti la Madre del Verbo incarnato ad essere docili discepoli del suo Figlio, Luce delle genti. L’esempio dei Magi di allora è un invito anche per i Magi di oggi ad aprire le menti e i cuori a Cristo e ad offrirgli i doni della loro ricerca. Ad essi, a tutti gli uomini del nostro tempo, vorrei quest’oggi ripetere: non abbiate paura della luce di Cristo! La sua luce è lo splendore della verità. Lasciatevi illuminare da Lui, popoli tutti della terra; lasciatevi avvolgere dal suo amore e troverete la via della pace. Così sia.»
Entre un Papa que renuncia a la proclamación del Evangelio para agregarse a la pléyade de relativistas ecuménicos, y otro que confirma con toda vehemencia, a imitación de los Magos, la necesidad de “peregrinar” hacia Cristo para adorarLo, pues es la meta y el reposo de todo peregrino, hay la misma diferencia que puede existir entre la realidad y la metáfora, cuando llamamos “hombre” a un cadáver.
De la noticia de ANSA podemos guiarnos, sí, en cuanto menciona que el Papa, en la misma homilía, denuncia ¡qué oportuno! “el peligroso gigantismo de los medios de difusión”, y no el extraño galimatías ecumeno-eunucoide que nos presenta “La Nación” (diario).

Digo yo: ¿No habrá sido una venganza ...?

1 : Aquí dice “figura” y no “símbolo” ¿Ignorancia inocente?
2 : “Las palabras de los Magos”, y los símbolos no hablan.
3 : “Icono” no es lo mismo que “símbolo”; se diría que son contradictorios.

lunes, 8 de enero de 2007

Ha dimitido antes de asumir el Arzobispo preconizado de Varsovia

Monseñor Stanislaw Wielgus, arzobispo preconizado de Varsovia, ha presentado su renuncia el mismo día en que debía tomar posesión de su Cátedra, la cual le ha sido aceptada de inmediato por Su Santidad Benedicto XVI.
El prelado, designado recientemente para reemplazar en la Arquidiócesis heroica al Cardenal José Glemp —arzobispo emérito que a paritr de ahora reasume la conducción de su grey, como administrador apostólico— había sido alcanzado en los días pasados por las críticas de sectores tradicionales de la Iglesia, que lo acusaban de haber sido agente de la policía secreta comunista polaca y también de la KGB.
El comunicado de la Santa Sede, publicado hoy en la página noticiosa del Vaticano en lengua italiana y polaca, se limita a transcribir la gacetilla de la Nunciatura apostólica en Polonia y lleva la firma del Nuncio, monseñor Józef Kowalczyk. Allí, se anuncia la renuncia, la aceptación y la designación del arzobispo emérito como administrador apostólico.
Los blogs Rorate Cæli y Cruz y Fierro, habían encabezado una campaña para alertar sobre los origenes criptocomunistas del neoarzobispo, con el resultado que ahora vemos. Algunos medios de difusión ya se han hecho eco de la noticia, publicando algunos antecedentes del caso con mayor o menor precisión.
El informe de la comisión de Historia del Vaticano fué determinante para la remoción del arzobispo, al quedar demostrado sin sombras de duda que monseñor Wielgus había aceptado consciente y libremente ser agente comunista; el encartado admitió que lo había hecho a cambio de ciertas facilidades y ventajas para continuar su vida “científica”, aunque sugirió que el Papa ya lo sabía cuando se le ofreció el arzobispado de Varsovia.
En una actitud novedosa dentro de la Iglesia en los últimos 45 años, es la segunda vez que el actual Papa, cuyo pontificado aún no cumple los dos años, resuelve en cuestión de horas la “renuncia voluntaria” de obispos hallados culpables de faltas graves contra la Moral o la Fe.

domingo, 7 de enero de 2007

Con relación al Mensaje Papal del 3 de enero pasado

Algunas almas generosas, interesadas en nuestra buena reputación, nos indicaban horas atrás que la interpretación que diéramos al texto del Mensaje papal del pasado 3 de enero, no se habría ajustado, con tanta precisión como entusiasmo, al texto italiano que expusimos en la entrada correspondiente.
A pesar de sentirnos halagados por tan sinceras (como espontáneas) pruebas de interés por nuestro bien, repasamos con tristeza y mucho cuidado, el texto del caso, para intentar descubrir en dónde y de qué forma, nuestra subjetividad habría dejado inocente paso a la ignominiosa traición de nuestros sentimientos, en la forma de una optimista benevolencia con un texto que, en realidad, no resurtiría en la formal condena pontificia de una las más antiguas y mejor explotadas tesis del progresismo, o neomodernismo, como nosotros dijimos verlo.
Pero he aquí que los Reyes Magos, nos dejaron sigilosamente, a los pies de nuestra desdichada mesa de labor, el texto completo del Mensaje en castellano, publicado en la página oficial del Vaticano, cuyo pasaje interesante, en la traducción oficial, reza así:
«Sin embargo, la alegría de la Navidad no nos hace olvidar el misterio del mal (mysterium iniquitatis), el poder de las tinieblas, que trata de oscurecer el esplendor de la luz divina; y, por desgracia, experimentamos cada día este poder de las tinieblas. En el prólogo de su Evangelio, que hemos proclamado varias veces en estos días, el evangelista san Juan escribe: "La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la acogieron" (Jn 1, 5).
Es el drama del rechazo de Cristo, que, como en el pasado, también hoy se manifiesta y se expresa, por desgracia, de muchos modos diversos. Tal vez en la época contemporánea son incluso más solapadas y peligrosas las formas de rechazo de Dios: van desde el rechazo neto hasta la indiferencia, desde el ateísmo cientificista hasta la presentación de un Jesús que dicen moderno y posmoderno. Un Jesús hombre, reducido de modo diverso a un simple hombre de su tiempo, privado de su divinidad; o un Jesús tan idealizado que parece a veces personaje de una fábula.
Pero Jesús, el verdadero Jesús de la historia, es verdadero Dios y verdadero hombre, y no se cansa de proponer su Evangelio a todos, sabiendo que es "signo de contradicción para que se revelen los pensamientos de muchos corazones" (cf. Lc 2, 34-35), como profetizó el anciano Simeón»
.
Con lo cual quedaría probado que, a fin de cuentas, teníamos razón y no traicionamos nada ni a nadie, ni vemos cosas que no hay o distorsionamos las que sí hay, o no sabemos una jota de italiano (que sí es cierto).
Si allí no dice bien clarito, que el misterio de iniquidad intenta, por todos los medios a su alcance, menoscabar la Divinidad de Cristo; que hoy en día, esto lo hace por medios más solapados A y peligrosos, contraponiendo un hipotético y cada vez más desleído “Cristo histórico”, al ingenioso “Cristo de la Fe”, intentando hacer tropezar otra vez al verdadero Personaje, en su Camino salvífico, con las piedras de la contradicción científicista; pues si por lo menos no dice todo eso, no escribo más.
Y lo que si Ustedes quieren, sí sería un indebido aporte subjetivo, es manifestar lo conmovedor que resulta el espectáculo de ver a este Papa, guiado por el amor a Cristo, a la Iglesia, y a la Verdad, ponerse en franca contradicción con el ex teólogo progresista Joseph Ratzinger.

A “Solapado” es un calificativo que denota intencionalidad, por que designa una acción personal. El Papa está hablando, propiamente, de un poder personal maligno, que impulsa esta confusión.

¡Viva la paternidad responsable!

Tras un magnífico post de Cruz y Fierro sobre la imperiosa necesidad de no mortificar más a las familias, del cual resulta que la política más conveniente para esta institución es que el Gobierno no se acuerde más de ella durante un largo tiempo, el país entero quedó galvanizado por un conato de interferencia en la vida familiar, seguido de homicidio.
Cuando se aplica concienzudamente el “superior interés del niño”, no pueden esperarse más que desgracias: el inefable Ministro argentino de Salud Ideológica y Demográfica, Doctor Ginés González Condón, ha pedido de viva voz “una discusión social” sobre la eutanasia automática, llamada eufemísticamente involuntaria, a fin de obtener por medio del aplastante consenso del que se cree acreedor, la facultad de asesinar a un niño de cinco años que, según unos médicos tan crueles como incompetentes, se hallaría en estado vegetativo y en situación “irrecuperable”. Pese a que todo esto nos pone ante la evidencia, como una primera aproximación al caso, que los únicos irrecuperables serían los médicos y el ministro, nos parece ilustrativo dar a conocer alguno de los sagaces argumentos ensayados por el funcionario nacional, en eventual socalce del siguiente infanticidio que planea.
Según él, “Hace 20 años ese chico (Brian) se hubiera muerto enseguida y no habría habido una discusión. Pero ahora está asistido artificialmente y eso hace que sobreviva”, lo que en buen romance significa que los progresos de la medicina de estos 20 últimos años, deberían emplearse para liquidar pacientes, y no para curarlos, por que en realidad son una molestia. Si todos estos avances científicos sólo han servido para alimentar una discusión, ¡acabemos con ellos! “González García agregó que "hoy se puede lentificar la muerte muchísimo". Por ello, destacó que "falta todavía una discusión social y sobre todo leyes que se adecuen a estas nuevas posibilidades" que brindan la ciencia médica y farmacológica”.
En síntesis, leyes que anulen en los hechos, las ventajas que se habrían obtenido en el ejercicio de la medicina por los nuevos descubrimientos. ¡Y claro, es tan caro pagar estas ventajas modernas! Según la lógica del ministro, la tesis que los Hospitales son para morir, no para vivir, debería quedar oficializada. Por lo cual, los adelantos de la ciencia médica y farmacológica de los últimos 20 años, serían más bien para burlarse de los enfermos que para curarlos.
Para darle algún tinte de legalidad al crimen planeado, la Justicia ha sido convocada para opinar sobre si debería desconectarse o no, el respirador artificial que mantiene un hálito de vida en el chiquitín, atropellado por un automóvil hace un año y que se halla, desde entonces, en un errático estado de coma.
¿Y adivinen quién ha pedido la intervención judicial para desconectar ese hilito de vida del chico? No, no fué el ministro (al menos, no directa ni personalmente), ni por supuesto los padres —humildes trabajadores que, por el contrario, se oponen desesperadamente a que se mate a su hijito— sino ... ¡los pediatras!.

Asustados por la tibia, aunque dramática reacción de los medios de difusión y los correos electrónicos que galvanizaron la opinión pública, estos bestias han dado, por ahora, marcha atrás, en vista de la férrea decisión de los padres de oponerse al asesinato de su hijito.
Estos padres son un verdadero regalo de Reyes para esta Argentina trucidada por maricones, asesinos y zurdos desalmados.
Pero estos asesinos quieren resultados a marchas forzadas, porque asumen la proximidad del castigo Divino, que no solamente destruirá la maquinaria de matar inocentes que desean instaurar, para mejor servir en holocausto a su maligno señor, sino que los sumirá definitivamente en ese fuego inclaudicable de azufre, odio inextinguible al amor y ferocidad insaciable que ya los devora en la tierra, y que los atormentará en el abismo para siempre. De nada les servirá alegar ante el Juez Supremo que tenían posiciones “consensuadas” con éste o aquel mediquillo malparido, o acaso algún prelado, por que en tal caso, el Eterno los mandará a hacerse compañía.
Y no sé qué es peor.

viernes, 5 de enero de 2007

R. P. Horacio Bojorge s. j.

Nos han pedido que destaquemos algo de la figura y obras del Padre Horacio Bojorge. Creemos conveniente para llenar esta inquietud, remitir a su página, en la cual se encontrarán bibliografía, biografía y algunos otros detalles interesantes.
Sus obras se pueden encontrar allí copiadas en ficheros digitalizados, de tipo hipertexto.
El Padre Bojorge reside en Montevideo, y viaja asiduamente para visitar a las numerosísimas personas interesadas en sus conferencias, exposiciones y predicaciones.

Madre hay (había) una sola ...

Todos creíamos que madre hay una sola: la ley romana decía mater semper certa, pater incerto. ¿Seguro ...? En realidad, madre cierta “había” una sola. Ahora, gracias a la constante evolución de la estupidez ideológica, perdón, del progreso humano, en el primer mundo usted podrá, si lo desea y encuentra algún juez remendón de la natura humana, tener dos y, quizá con el tiempo, hasta tres o cuatro “madres”. ¡Sí señor, ésos son progresos, y no las sucias y desalmadas máquinas que le roban a uno la posibilidad de trabajar como un negro 14 ó 15 horas diarias! Algo que, ciertamente, parece que tampoco desaparecerá pronto.
Un juez canadiense dictaminó que un chico, tenga dos madres; una, la generatriz (madre, lo que se dice madre no parece muy afortunado llamarla en este caso) o biológica, y la otra, una adoptante que ¡oh sopresa! convive con la anterior en infeliz y acaso impúdico himeneo. Y por supuesto, el padre “donante”, por que la criatura fué engendrada según el procedimiento de inseminación artificial, algo así como el caso del pobre tipo que se preparó un mate y no quiso, o no tuvo estómago para tomárselo. Aparentemente, este mate no era de todas formas muy apetecible, que digamos ... y el taita resolvió mandarse mudar antes que al juez se le ocurriera pedirle un “repaso” del servicio, pero de cuerpo presente. El desgraciado chico ahora tiene cinco años, y por delante, un verdadero infierno.
Nos gustaría saber qué opinarían desto todos aquellos que sostienen que los chicos tienen derecho a una identidad completa. Por que tener muchas, es igual o peor a no tener ninguna, siguiendo aquella precipua regla del sentido común que informa que es lo mismo pasarse que no llegar.
Parece ser que la justicia, primero, le denegó a la alegre compañera de su madre la posibilidad de adoptarlo; pero, ahora, guiada por el noble, obscuro y proteico principio del “superior interés del niño”, ha resuelto darle intromisión en esta “familia” a la entrometida, que no sabemos con qué pudo haberse puesto, para figurar entre los superiores intereses del pobre y desafortunado crío.
El padre Leonardo Castellani sostenía que el famoso katejón que menciona San Pablo, el “obstáculo” que impediría desde los días del Apóstol la manifestación del misterio de iniquidad, era, además o conjuntamente con otras posibilidades, el derecho romano, o sea, aquellas determinaciones prudentes de la ley natural, expuestas en las insuperables colecciones de sentencias romanas.
Ahora, por lo menos este obstáculo, está visto que no existe, porque nunca ha existido una época tan horra de juridicidad y tan llena de leyes como la nuestra, donde las únicas reglas verdaderas son el capricho, la arbitrariedad y —no podía estar ausente— la más repulsiva estupidez.
Pero ... ¿y el chico? Eso no importa.

miércoles, 3 de enero de 2007

María histórica, y María de la Fe ... ahora con la Madre *

Casi nadie de la jerarquía de la Iglesia ha roto, hasta ahora, el silencio impuesto desde el 26 de noviembre, día del estreno del film “Nativity. A Story” en el Aula Pablo VI del Vaticano, pese a que la película fuera objeto, de parte principalmente de laicos enojados, de justísimas objeciones que nadie ha osado controvertir, más bien al contrario, y que sería un deber ineludible leer, estudiar y memorizar para refutar tan maligna intentona, sobre la cual, como decimos, no se ha escuchado aún alguna voz jerárquica que advierta a la feligresía sobre los peligros de esta sibilina película. Y es la segunda vez en el día que utilizamos este calificativo, para llamar la atención sobre una herejía.
Queda clarísimo que “Nativity” es una película protestante. O sea, que más claramente aún, no es católica.
El Magnificat, el canto de alabanzas de la Virgen al Dios que ha hecho maravillas en Ella y que rompe su silencio evangélico y es vital signo de su Presencia como Madre de Dios, está ausente en la Visitación, el lugar en el cual Dios inspiró a La Mujer el cántico de alabanza. Sólo aparece al final —en la huida a Egipto— sin contexto adecuado ni teológico y con un significativamente trunco “el Poderoso ha hecho obras grandes...”, cuando debería haber dicho “el Poderoso ha hecho obras grandes por mí” (Cf Lc 1:49). La diferencia no es sutil. Pero es protestante, claro.
¡Y este es el fraude que se publicita como la verdadera historia del Nacimiento de Jesús!
Hay ciertos detalles cuya presencia en la película es difícil de entender, a no ser que se quiera intencionalmente manchar la figura de María siempre Virgen, o al menos, confundir y escandalizar a los católicos mistongos [1].
Una de las peores escenas: la del parto. La María escenográfica pare con dolor (igual que en la antigua versión de Zefirelli).
Cierto es que, a lo largo de la película, habíase demostrado antes que María no era la Inmaculada, la que desde el momento en que fue concebida quedó exenta del pecado original, la que nunca pecó. Esta María —de la mano de una directora protestante— es como todos los demás mortales y, por tanto, a ella le cabe la misma maldición que a las demás mujeres: “con dolor parirás a tus hijos” (Gn 3:16b). ¡Pero al Hijo de Dios ...!
Grita como ni siquiera lo hacen las mujeres medianamente educadas, aún cuando el nacimiento de Jesús fuera, como dice la Doctrina católica, de un gozo inefable. Para colmo de herejías, que bien se pueden dar la mano con el mal gusto y el anacronismo, ¡san José hace de comadrona!. Desde luego, es de inferir que María, a esta altura, ya no es virgen, como resultado de este parto, sangriento y cacareado.
La escena demostraría que estamos en presencia de una película protestante, en la que se ignora intencionalmente toda la tradición de los Padres y las verdades de nuestra fe. Pero, y aunque no es de sorprender que una obra protestante incurra en errores gravísimos y en desviaciones heréticas, llama la atención, sin embargo, que abunden detalles que están dirigidos a menoscabar la figura de la Virgen, a disminuir su figura o a menospreciarla ante nuestros ojos. Lo que nos hace pensar que, más que una película protestante, es una vista anticatólica; o mejor expresado: es una película anticatólica rodada por una directora protestante.
La María del film carece mínimamente de las virtudes teologales, es pecadora y concupiscente, adolescente inmadura, apática, llena de temores y no trasluce vida interior alguna. Esa María jamás podría servir de modelo a nadie, ni modelo de la Iglesia ni modelo de persona alguna, ni sería Tabernáculo digno para todo un Dios.
El P. Lofeudo, ha dicho: «Las críticas favorables que provienen de medios católicos son insostenibles (o intersadas, vamos ...). El denominador común es ese minimalismo, esa teoría del mal menor que se convierte en relativismo dogmático o espiritual. Por ejemplo, se dice que es un “film pro-vida” (¿?). Pero, y la verdad de la fe ¿dónde está? Asumiendo que fuera pro-vida eso no implica que sea católico, que esté de acuerdo con la fe de la Iglesia. También está el otro criterio minimalista: “es bueno que al menos en esta Navidad haya un film que trate el Nacimiento del Señor” y que “es importante que Hollywood se ocupe de estos tipos de films y por eso debemos verlo y promoverlo”. Es decir, no importa que se hable mal, que se lleve a las personas a una gran confusión con tal que se hable (¡!).»
«Lo que resalta la gravedad de los hechos —más allá del film que sería uno más en una larga serie de otros en los que se ataca, más o menos veladamente, a nuestra Iglesia y por lo que resultaría simplemente episódico— es que desde el propio Vaticano se haya lanzado la película y, según la publicidad que se hace, se lo haya promovido. Esto sí que sorprende y hace que muchas voces que en privado desaprueban el film se mantengan calladas por temor a ofender a la jerarquía o atentar contra lo que se entiende como unidad. Mientras tanto, la confusión es muy grande y la mayoría de las personas sorprendidas en su buena fe y en el criterio de autoridad que viene del (aparente) respaldo de la Santa Sede (así se lo percibe) terminan por ser víctimas de la falsa imagen de la Santísima Virgen que las imágenes y el texto les transmiten y que echa por tierra toda la enseñanza de la Iglesia.»

Tal cual ha ocurrido antes con la figura de Nuestro Señor Jesucristo, desmembrada a jirones entre un supuesto Cristo histórico que quedaría “superado” por otro aún más hipotético Cristo de la Fe, dicotomía que, necesariamente, lleva a dudar de la hitoricidad de Cristo, este procedimiento hipercrítico, de incuestionable cuño protestante, ahora se pretende aplicarlo a Nuestra Señora, proponiendo la coexistencia nada pacífica de una figura histórica alejada por completo de aquella otra, casi celestial, que nos transmitiera la Tradición y la Sagrada Escritura; que, a tal fin, ha quedado nuevamente reducida a polvo de lustrar directorcetes de mala entraña.
No es ensoñación nuestra: La directora, en un reportaje afirma que «... en su caso, el interés mayor estuvo en la posibilidad de “darle un rostro humano a estos personajes que todos conocemos de manera muy superficial”.». Por que, es claro, ni la Iglesia ni las Sagradas Escrituras nos han transmitido fielmente, como ella pretende hacerlo, las figuras de Jesús, José y María ... De donde se sigue, si no nos equivocamos, que toda la Revelación y, es más, toda la Redención, dependerá de una directora de Cine. En fin ...
De todas formas, es necesario y urgente que, desde las cátedras eclesiásticas, se dé aclaración pública sobre la auténtica y verdadera posición de la Iglesia y se hagan las rectificaciones pertinentes para reparar el daño incurrido.

Envíe desde AQUÍ este artículo a sus amigos y familiares. ¡No deje que se engañen!


[1] En algunas regiones argentinas, se utiliza este calificativo coloquial para designar que no se ha alcanzado la plenitud o la perfección, o que se tiene mezcla de impurezas. O ambas cosas.

* Corregido nuevamente el 4 de enero de 2007.