lunes, 25 de mayo de 2009

¡Bien por Aguer!

... Grondona no estuvo mal, tampoco. Se merecen un reconocimiento.

jueves, 21 de mayo de 2009

Paranoia sospechosa

“Occidente” —vocablo que al presente alude exclusivamente a un término geográfico determinado sin ninguna connotación cultural— es cada día más, víctima de su propia desintegración espiritual.

En los primeros días de mayo, una simple gripe, manipulada escandalosa y abiertamente por los medios de difusión y las oficinas estatales o internacionales de salud, echó a los brazos del terror más cobarde a la mitad de la población de esta “ecuméne”; mientras, probablemente, la otra mitad se moría ... de risa. El cardenal arzobispo de México llegó a suspender las celebraciones litúrgicas, algo semejante a lo que, hace 80 años, provocó un levantamiento popular y martirial conocido como Cristíada mexicana.

Hoy, sabemos algo más sobre estas aterrorizantes pandemias, o acaso ataques inducidos, y no podemos sino verlos con desconfianza y con ojos más que cautelosos. Nuestro pais presenció hace un par de años un gigantesco plan público de vacunación contra la rubeola, cuya estridente y casi inmediatamente descubierta finalidad, era provocar la esterilidad a la población femenina, por medio de componente letales ocultos en las vacunas que obstaculizaban la anidación en caso de embarazo, tal como quedó demostrado en algunos debates públicos; y pese a la complicidad de los medios de difusión, que tras las primeras escaramuzas, decidieron suspender el tratamiento del asunto. En EE. UU., gracias a la inculpación oficial de un funcionario yanki del más alto nivel del ... ¡Departamento de Guerra Bacteriológica!, oportunamente arrepentido (y más oportunamente suicidado o asesinado el año pasado), sabemos que los famosos atentados con ántrax de 2001 fueron una producción montada por una dependencia oficial norteamericana, como habia sugerido unos años antes una publicación inglesa después del “atentado”.

¿Ocurrirá dentro de algún tiempo lo mismo, con las catátrofes sanitarias en curso presente?

Ahora, llega el turno a las gripes las que, con asombrosa puntualidad, por cierto: algo indigna para el supuesto carácter de seres irracionales de sus minúsculos/as causantes, aparecen y desaparcen en oportunísimas ocasiones brindado a los Gobiernos de esta porción de la galaxia, excusas de alto voltaje para manejar a designio a las poblaciones indígenas y crear telones de humo y planes de vacunación masiva de inapreciables consecuencias. Y hablando de humo ¿quién no recuerda las misteriosas humaredas de por aquí, producidas en los meses de abril y mayo del año pasado, y que dejaron pálido el suave rosicler de los amaneceres rioplatenses?

Así, tuvimos universal consternación por las gripes Aviaria, Porcina, Española y todos los calificativos que quisieron darle a estas humildes e irracionales cepas, constituídas en enemigos públicos archipeligrosos, sus imaginativos creadores. Estos sí, racionales al punto de pasarse de vivos. Este sistema de permanentes “Alertas Médicas” ha sido muy redituable políticamente y de suma utilidad a la hora de reducir más las defensas sociales, antes que el sistema inmunológico individual.

Detrás de todo esto avizoramos la maligna intención que fogonea el aborto, el antinatalismo y todas las prácticas contra la vida que se desarrollan al presente con la total complacencia o complicidad oficial en casi todo ... Occidente. Siempre se encuentran respaldando cualesquier medidas “sanitarias” extremas, las viejas conocidas nuestras, las asociaciones y ONG's de planificación familiar (ojo: racista y selectiva) como la Planned Parenthood de Margaret Sanger, una feminista simpatizante del Ku Klux Klan que quería utilizar el control de la natalidad para “resolver los problemas raciales”.

De allí a aquí, un solo paso, fácil de dar cuando el santo temor de Dios ha dado paso a la soberbia del Otro.

Ahora, una extraña cepa de gripe, dotada de un aún más extraño y esotérico nombre, ha afectado una unidad militar española. El nombrecito no indica otra cosa que la famosa, ubicua y desconcertante “gripe porcina”, la cual, en realidad, tiene el característico aroma de chanchada que permea todos estos alertas exagerados y mortales. Pero mortales para el uso de la razón, no para la vida misma, como se informa aquí.

Esta proliferación de enfermedades catastróficas se presenta (y algunos disidentes, también, aunque mucha razón lleven) como un conveniente reemplazo a la ya envejecida antinomia maniquea que ofrecía la lucha contra el Comunismo, o contra el terrorismo islámico (visto además que la principal víctima del terrorismo, por ahora, parece ser el mundo islámico) y se asoma, además, como precursora de alguna novedad sincretista religiosa, política o ambas, que vendría a “restablecer” el orden y la paz general, destruido o amenazado por el desorden financiero universal y la codicia de los grandes fabricantes de producto químicos y farmacéuticos, la inepcia o inmoralidad de los gobiernos y la falta de reacción de los pueblos; pero a cambio de alguna concesión religiosa, algún “pequeño sacrifiio” que, desde luego, vendría en detrimento del catolicismo, acusado de manera grave y concordante de mil vicios y complicidades en el desastre anunciado. Releyendo al P. Castellani, se serena uno pensando que la hecatombe final, prevista en las Sagradas Letras y que aprovechará el Anticristo para manifestarse, será obra de los hombres y no de Dios, que rescatará a su Iglesia in extremis.

Pero aún no hemos resuelto definitivamente si los disidentes y paranoicos no seríamos nosotros. Pero sí, que deseamos seguir siendo católicos. Pase lo que pasare.

miércoles, 20 de mayo de 2009

El aborto en el Derecho Positivo Argentino

No bien regresamos a este medio, encontramos a nuestra disposición una esperada obra que, no por repetidamente anunciada, resultó menos interesante ni menos gratificante. Se trata de “El aborto en el Derecho Positivo argentino”, escrito eruditísimo preparado por el doctor Ricardo Bach de Chazal que abarca todo lo imaginable que, en materia jurídica, pueda interesar al tema presentado. Se destaca de entrada la mesura escolástica con que el autor trata los argumentos adversarios, sin entrar prácticamente nunca en el terreno ad hominem; lo cual, visto el horripilante marco fáctico de la obra, es digno de todo encomio y difícilmente imitable.

Hay que declarar con toda firmeza antes de seguir que, en este problema del aborto, rigen más la hipocresía, la malicia y el engaño que el derecho o la razón; pero una forma muy eficaz, quizá la más eficaz, de desenmascarar estos vicios es, precisamente, un estudio enjundioso, valiente y profundo del crescendo, jurídico y emocional, con que se ha querido presentar este horror entre nosotros, abriendo un debate que nadie pedía y ofreciendo falaces “soluciones”, infames de todo punto de vista. El autor no trepida en llamar a las cosas por su nombre y, a expensas de resultar ocasionalmente algo pesada la lectura —de todos modos no es un libro de literatura de diversión, exactamente, sino una obra científica— repasa con extensa minuciosidad todas las reglas legales que ha sido preciso pasar a cuarteles de invierno para poder instrumentar, aunque sea del modo clandestino y tramposo en que se ha hecho, los preparativos para la previsible despenalización del aborto. El repaso de los casos judiciales que hacían lugar a estos homicidios agravados —auténticos crímenes perpetrados con la complicidad de los jueces— proporciona una radiografía completa de las argucias, falacias y mentiras, además de las gravísimas omisiones y fallas jurídicas, de que se ha valido el poder institucional para hacer pasar estos hechos criminales.

Este libro, además de indispensable y necesario en toda biblioteca como volúmen de consulta permanente y seguro, es único por la extensión temática. No conocemos, dentre la extensa bibliografía sobre esta penosa hecatombe herodiana que asola el mundo, una obra jurídica tan completa y tan bien fundamentada; la cual, por añadidura, podrá servir a profesionales y estudiosos de otras latitudes por el nutrido aparato crítico que la acompaña y complementa, sin dejar de mencionar el estudio histórico que ocupa un entero capítulo y precede al estudio del título, propiamente dicho.

La editorial de la Universidad Católica Argentina presenta la obra en un formato de fácil manejo, tipografía bien adecuada a la densidad del tema tratado (aspecto técnico poco frecuentado en obras de esta clase) y, además de una razonable extensión, un índice bien estructurado.

Una última nota, que nos parece importante destacar aunque no tenga relación directa con la obra o el autor, es que la oferta de este libro en algunas librerías lo encasilla en el rubro de “Bioética”, algo que, ciertamente, no es. Es una obra jurídica y hasta de moral, si se prefiere, por que el homicidio de un descendiente no nacido, no es propiamente un asunto de bioética sino un problema penal de escandalosas proporciones morales y sobrenaturales, al resultar una oposición directa y desafiante a la Divina Providencia. Y en último y naturalista análisis, un problema político de moral cuyas consecuencias apuntan a tal grado de envilecimiento de la sociedad, que sitúan al testigo imparcial frente al hecho mismo de la extinción voluntaria del género humano.

lunes, 18 de mayo de 2009

Un negro presente

El tilingaje que estaba de fiesta con el negro Obama debe detenerse, leer esta noticia e ... irse a pasear. Lo creen un verdadero iluminado cosa que, de un modo menos edificante que lo que se piensa, es casi una verdad. Después de todo, Luzbel es el ángel de la luz; y algo de lumbre todavía será capaz de dar.

Mucha gente sabe, o debería saberlo y si no lo sabe, que se instruya, que las autoridades de la Universidad católica de Notre Dame, en South Bend, Indiana, en Estados Unidos, invitaron al susodicho iluminado a la ceremonia anual de graduación; ocasión que, como la pintan calva, no desperdició el encandilado para hablarle a la Iglesia —¡tan luego él!— de tolerancia, un principio que en los Estados Unidos es prácticamente desconocido; o no se usa, o queda reducido a los amigos. En el sentir del orador la dicha tolerancia, desde luego, debería dirigirla la Iglesia hacia los pobres e incomprendidos pecadores, en general, a los cuales, en lugar de amonestar para reconducirlos a la Vida Eterna por medio del ejercicio de la vida virtuosa, debería consentirles todas sus faltas sin ninguna advertencia, reproche ni aviso sobre la Muerte, el Juicio o el Infierno.

El presidente yanki abogó por un diálogo entre estas hipotéticamente equivalentes “partes”, entre los que piden y los que rechazan el pecado del aborto. Por que, desde luego, la tolerancia predicada desde el presidencial estrado tenía destinatarios específicos; y eran los abortistas. Y el reproche, para los católicos. No hemos sido capaces de recojer, de la maraña de palabras de este funionario norteamericano que fuera recibido con una cerrada ovación (eso dicen los diarios al menos) en esta Universidad católica, una prédica semejante que beneficiara a los no abortistas, a los que luchan por la vida. Peor aún, el presidente indicó que, a su jucio “existe odio” de ambas partes, lo cual es tanto como afirmar que un predicador que, por razón de su oficio, lanza sus denuestos contra el pecado y crea una advertencia beneficiosa para el pecador, es tan odioso como aquél que practica el vicio. Escasa sensibilidad moral y lógica utilitarista, llaman a esto allí. Al que tenga hígados y tiempo para perder, lea a Santayana, un español devenido filósofo yanki y entederá mejor qué cosa es esto del utilitarismo y que papelito juega la Moral en todo esto.

Pero el presidente se las traía: una manifestación pacífica de antiabortistas, entre cuyo número se hallaba el sacerdote católico Norman Weslin, portando al hombro una enorme Cruz, y la archifamosa Norma McCorvey, la señora “Roe” del aún más famoso caso de la Corte Suprema norteamericana “Roe vs. Wade”, que fue el puntapié inicial al desparramo del aborto en todo aquel país, esperaban el arribo del invitado de honor de este día para poner a prueba su tolerancia.

Así que un gesto de tolerancia, ambos, el anciano sacerdote —sotana, faja, dignidad extraordinaria— y la señora McCorvey, fueron esposados y detenidos por la policía de Obama acusados de cualquier estupidez, que para algo están hechas las leyes obscuras o antipáticas con las que funciona la policía. No fueron solos a la celda: nos informa Associated Press que siguieron su camino 25 personas más, todas ellas prueba irrefutable de la magnánima tolerancia presidencial, dignidad investida por este hombre que, según el rector de la Universidad que presentara al orador, “no es alguien que le deja de hablar a los que no están de acuerdo con él”.

Pero claro: a cierta distancia y rejas de por medio, qué embromar, a ver si se desacatan, todavía....

Después de ver el video, uno se pregunta si el negrazo de uniforme que aferra las manos del sacerdote, que son las mismísimas de Cristo, y la chirusa que lo auxilia son conscientes de lo que están haciendo y a quién le están poniendo las manos encima. El Centurión del Gólgota, un pagano de ley, no pudo menos que caer de rodillas y alabar al Hijo de Dios al que acababa de crucificar; dicen que se convirtió ahí mismo y no era para menos. Estos pobres insensatos, en cambio, están anestesiados por la disciplina rigurosa que se les impone y obedecen cualquier cosa que se les mande sin medir que se convierten en instrumentos de actos aborrecidos por Dios. Al final de la escena, se puede ver también como un enorme sujeto, que intenta circular en la dirección en que se han llevado arrastrando al Padre Weslin, es a la vez detenido y esposado, como para que no queden dudas de quién ej la autoridá, como decía el policía paraguayo, y cuál es la tolerancia predicada por el orador del día.

Uno piensa con tristeza en aquellos que piden “darle más facultades a la policía”, urgidos por su propia cobardía frente a un sospechoso desenfreno de la delincuencia ¡Dénle nomás, insensantos, poder a estos pobres infelices, que serán en breve los agentes del Anticristo y sus propios verdugos! Pero piensen que curarse en salud, es rasgo de una elevada inteligencia práctica.

Estos pocos yankis protestones nos parecen lo más rescatable, lo más digno, de un país que al parecer no tiene rescate posible y sí es poseedor de un muy escaso sentido de la dignidad; por que no respetándola en el ocasional contrincante, poco o nada queda de la propia.

Vayan nuestros ruegos al Altísimo por estos valientes y envidiables testigos de Jesucristo y de la santidad y libertad de la Iglesia.

Y por aquí, ponerse las barbas a remojar. Y rezar otro poco, a ver si nos queda algún curita déstos.