sábado, 29 de septiembre de 2007

Jesús Gabriel Segade

Jesús Gabriel Segade

Monseñor Jesús Gabriel Segade ha fallecido esta madrugada en Buenos Aires, donde residía. Tenía poco más de 81 años, la casi totalidad de los cuales dedicó a la Música Sacra, en particular, en la dirección coral y la ejecución del órgano, en los que alcanzó renombre universal. También incursionó en la composición y el arreglo muscial.

Pero por excelencia era sacerdote, y un sacerdote dedicado al cultivo de una particular misión: evangelizar con la Música.

Luchó denodadamente para recuperar el tesoro del gregoriano litúrgico y la polifonía, siempre que guardara los tres requisitos impuestos por San Pío X para que agradara a Dios: que fuera “santa, creada y perfecta”, de lo cual tenía juicio certero y conocimiento exacto.

Pero por encima de todos los elogios de ocasión y de cualquier mérito suyo que la pena nos permitiera recordar, el Padre Segade era nuestro amigo. Compartíamos con él apasionados amores: La Trinidad Bendita, la Iglesia y la Tradición; la música, Bach (a quien pensábamos canonizar alguna vez), y Mozart pasando por los barrocos; e interminables almuerzos.

Dejaremos a los especialistas la confección de un completo obituario; que no es lo nuestro. Sí lo es, en cambio, despedir al sacerdote amigo y fiel amador de la música.

Dios le de el descanso eterno y lo acune María Santísima en medio de los coros de Ángeles que hoy, día de su santo el Arcángel Gabriel, estarán calentando sus voces mientras esperan su llegada...


San Miguel Arcángel

San Miguel Arcángel

defiéndenos en la batalla.

Sé nuestro amparo contra las asechanzas

y perversidades del demonio.

¡Reprímale DIOS!, pedimos suplicantes,

y Tú, Príncipe de la Milicia Celestial

arroja al infierno con el divino poder

a Satanás y los demás espíritus malignos

que andan dispersos por el mundo

para la perdición de las almas.

Amén.


martes, 25 de septiembre de 2007

Pasando revista: Buscando roña

Después de los pasajes sin pena, gloria ni pericia de un curita despistado y chamuyero de la ciudad de Buenos Aires, fautor tristísimo de una paginilla modestísima sobre Liturgia y titular de la parroquia del Ángel custodio por excelencia —¡agarrate fuerte, que llega el 29!—, y un antropófago ordinario de Louisiana que, en concierto con un metropolitano argentino que pasa por ser fino jurista, se atreven a pretender examinar a los candidatos que atenten celebrar la Misa Tradicional, pero mientras tanto se los amenaza para que no lo hagan, resulta ser que estos dos casos que nos presentan sintéticamente dos modos no necesariamente opuestos de recibir la Letra Apostólica Summorum Pontificum de S. S. el Papa, se han visto superados por la horrenda estampida progresista. Antes de seguir, declaremos que nuestra insistencia en llamarla Letra Apostólica, que preferimos a cualquier otra forma incluso y por ejemplo, motu proprio, no es algo que se deba atribuir exclusivamente a nuestra superficial pedantería, sino al hecho que, de esta manera, queda perfectamente delimitado su verdadero alcance como norma jurídica del derecho eclesiástico universal. No es, como persisten en llamarlo algunos, un “indulto” —remisión anticipada de una pena justa, merecida por llevar adelante un acto prohibido o ilegítimo, como pensaría el iletrado ánodo del principio— o un permiso, o una concesión excepcional, privilegio o gracia: es una disciplina positiva, una regla que establece de qué forma se celebra correctamente la Santa Misa. Pero que además, está precedida por una declaración preliminar relativa al status de la Misa tradicional desde 1970 a la fecha, afirmando que jamás ha sido abrogado dicho rito y que, de consiguiente, tampoco ha sido necesario ningún permiso especial para celebrarlo, lo que despeja esta discutida hipótesis y la convierte, de jure condito, en la interpretación oficial de la Iglesia Católica.

El hecho de tener que soportar estupideces y canalladas como esta o esta otra (en la cual un sacerdote llamó “aberración” a la Misa en latín ...), no modifican en nada la doctrina clara, nítida y definitiva que ha sentado Su Santidad con relación a la perfecta paridad que adquieren las dos formas legítimas de la celebración de la Santa Misa. Pero lo que no podrá hacer nunca el Papa, ni viviendo mil años más ¡Dios se los diera!, sería hacer entrar en las duras molleras de estos pseudo protestantes que el sentido, la finalidad y, sobre todo, el carácter sacrificial de la Misa, no pasa por la mayor o menor comprensión popular del texto litúrgico, sino por su intrínseca eficacia sobrenatural, ni menos aún por la posición del sacerdote en el templo respecto de los fieles, sino respecto de Dios, por que la Misa es ante nada, merced a la Gloriosa Pasión, Muerte y Resurrección de N. S. Jesucristo, un lugar de encuentro con la Santísima Trinidad y no con los hermanos. Por lo cual, quienes no tengan hermanos también pueden (y deben) ir, aunque estén luego obligados, y por ello mismo, a comportarse como tales.

L'Osservatore
Romano

Lo que no les entra, lo que les duele en el alma abotargada por tantos años de veneno modernista, o lo que demora en mostrarse al alma con resplandenciente evidencia, es la verdadera teología de la Santa Misa como Sacramento y como Teofanía; algo que debe atribuirse a casi 40 años de confusión litúrigica, y de un novus ordo que, como quiera haya sido la intención original que movió a su creación, de hecho se apartó extraordinariamente de la doctrina clásica sobre la Santa Misa, permitiendo que se introdujesen por esa brecha infinidad de nocivos errores, y alejando al propio tiempo a los fieles de la realidad substancial del Misterio significado. Es así posible que un sacerdote español suponga que el Misal tradicional no será utilizado por nadie, y que sería mejor decir la Misa en inglés, francés o alemán, para que los turistas la entiendan ... mientras que otro sacerdote, capellán de una sede catedralicia que queda dentro del mismo país, informa que allí se ha oficiado la Santa Misa según el ritual de Juan XXIII desde siempre; y que el extraviado de quien hablábamos al comienzo de esta reseña, concluyese muy sueltito de cuerpo cuanto falto de buena doctrina, que la Misa sería la forma que tiene la Iglesia ¡de acompañar al mundo...! (¡sic!). ¡Ay de tí, pobre párroco encriptado, cuando te veas cara a cara con Aquel que ha vencido a ese mismo mundo por donde quieres arrastrarLo...!.

Este pobre hombre ha cometido toda suerte de despropósitos por y dicho inconveniencias por creerse un sabihondo en Sagrada Liturgia; pero la verdad es que la ignorancia no tiene para él ningún secreto.

... Sería imposible que hubiese gente preparada. Salvo que exista alguien tan desobediente que durante cuarenta años seguidos siguió usando el rito que la Iglesia había cambiado.
¿pero no era que la Misa tradicional nunca fue derogada y que siempre fue un derecho legítimo el celebrarla? ¡valiente liturgista! que además, supone que el ordinario local lo ha elegido a él para inaugurar la celebración oficial de la Misa tradicional arquidiocesana, por que
siendo una persona estudiosa de la liturgia, tengo la posibilidad de agarrarle la mano más rápido a un rito que otra persona que se dedica a otro tipo de materia.
Dejemos a este pobre hombre, que más que agarrarle la mano, se agarró los dedos.

Con parejo desparpajo, en Italia, donde se encuentra la sede primada, patriarcal y soberana de toda la Cristiandad, el obispo de Caserta ordenó suspender una Misa latina anunciada para la noche de ese mismo día; no fue todo, pues algunos integrantes de la Conferencia Episcopal italiana, habían pedido que la legislación dictada por Su Santidad fuese “interpretada” por ese organismo, práctica detenida enérgicamente (y se nos ocurre: bruscamente) por el cardenal Bagnasco, presidente del colegio local de obispos.

El difamador Melloni

Pero falta lo mejor: Según escribe un inveterado enemigo de la Iglesia, el periodista del Corriere della Sera Antonio Melloni, existirían a su magro juicio SERIAS dudas sobre la vigencia de la Carta Apostólica Summorum Pontificum, porque se ha omitido su publicación en la colección Acta Apostolicæ Sedis, acto indispensable para su promulgación. Jugando al jurista que ya nunca será (a lo sumo, aspirante a rábula), afirma que según los cánones 7º y 8º del Código de Derecho Canónico, las leyes recién quedan instituídas como tales desde el momento de su promulgación, y la única promulgación prevista en la ley canónica es la publicación referida. La cual construcción, además de faltar a la realidad, pues existen formas extraordinarias de promulgación (aunque le guarde rencor a todas las formas extraordinarias desde el 7 de julio pasado), como dicen los juristas (los verdaderos, no los alquilados), vendría a ser un abuso de las formas para dañar: Por que si la promulgación tiene por finalidad acercar a la comunidad de forma auténtica, indudable, asequible y real la voluntad del legislador, ciertamente es indiferente la manera que se adopte a este fin siempre que éste quede acabadamente cumplido y más aún, cuando quien dicta la ley es, además, legislador supremo y soberano, y no un mero mandatario del poder que no ejerce por un derecho propio, sino como delegación de otro u otros y que por lo tanto, está sujeto a formalidades que se le imponen como mandatario que es. Desde luego, el Papa es soberano y no tiene esas limitaciones, y además, la ley canónica establece que la publicidad en el boletín oficial de la Iglesia sería la forma ordinaria de la promulgación. Cualesquier otras formas podrían adoptarse en el propio texto legal, o podría disponerlas particularmente como legislador supremo y soberano, y serían así formas extraordinarias (¿les suena?) de la promulgación, y por seguro tan válidas como la regular, siempre que llenasen el fin publicitario. Pero además, el llamado motu proprio contiene un acto doctrinario no necesariamente legislativo, como es aquel en el cual se desarrolla e interpreta el inmediato pasado de la Iglesia en lo que atingió a las dudas sobre la vigencia del ritual romano tradicional y, por consecuencia de ello, el derecho a su irrestricta celebración. En tal sentido, y en esos aspectos, la resolución papal se asemeja más a una ley puramente formal antes que material, en cuanto decide de lo pasado antes bien que de lo futuro —que es lo característico de la ley—, en el sentido de interpretar la ley ex tunc, pero lanzando sus consecuencias ex nunc.

Lo que no se puede negar, es que todos aquellos que, indudablemente, hayamos tenido conocimiento de la ley nueva, estaremos obligados a su acatamiento. Dejando por un instante de lado el hecho de que no debe haber existido en la historia moderna de la Iglesia un hecho jurídico tan masiva y recursivamente publicitado como esta Carta Apostólica, quedan en pie dos hechos innegables: Uno, que la ley ha sido publicada por el medio oficioso del Vaticano, L'Osservatore Romano —que arriba copiamos—, y Dos, que el Papa ha enviado una carta personal a cada uno de los obispos del mundo anunciándoles su voluntad legislativa. Y que para ellos, eso es suficiente y hasta súpereficiente, promulgación.

Es evidente que, como decíase recién, tras la ola inmensa de publicidad que ha rodeado el regreso de la Misa Tradicional, jugar al jurista con el problema de su adecuada promulgación, es simplemente burlarse del Papa, de la Iglesia, y del derecho con mala sangre.

El tal Melloni no se vaya uno a creer que se estrena inocentemente en esto de meter roña en casa ajena: Hace unos meses, se lanzó como una furia contra el anuncio de la inminencia del Motu Proprio y, perdido por completo su dominio emocional, arreció en insultos contra el Papa aquí, y hace dos años, llevando agüita sucia al molino falso de los difamadores de Pío XII en el mismo diarucho norteño donde excreta sus artículos. Así que si hoy se ha despertado ignaciano, querido lector, y resuelve aplicarle a cualquiera de los nombrados arriba el principio de “salvar la proposición del prójimo”, contrariando tan malamente nuestros más caros antecedentes nacionales e institucionales, le rogamos que, siendo invencible su conato, nos lo aplique primero a nosotros.

Porque a los malvados que no tienen corazón, Dios les da por penitencia, además, que lleven la cabeza de adorno.


Adenda póstuma: Luego de cerrar este artículo, nos movió a volver sobre él en primer lugar, observar que tenía algunos errorcillos de redacción propios de la hora, de nuestra impericia y de la indignación que no pudo ocultar el tono burlón que quisimos imprimir inútilmente a la entrada. Y dos: Un lector nos ha dejado una notícula por medio de la cual nos remite a un sitio de Internet, propiedad del padre Dotro, en el cual se expresa sobre la Misa Tradicional ... como Ud. se imagina. El hombre sostiene tesis progresistas o modernistas, si se prefiere, y las aplica concienzudamente a la Liturgia. Léalo aquí si desea pasar un mal rato. Se nos ocurre que Su Eminencia ya debe haber reemplazado a este asombroso especialista en liturgia.

sábado, 15 de septiembre de 2007

Stabat Mater


Stabat Mater, según traducción y recreación de Lope de Vega.

1. La Madre Piadosa estaba
junto a la Cruz, y lloraba
mientras el Hijo pendía;

2. cuya alma triste y llorosa,
traspasada y dolorosa
fiero cuchillo tenía.

3. ¡Oh cuán triste y afligida
estaba la Madre herida,
de tantos tormentos llena!

4. Cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena.

5. ¿Y cuál hombre no llorara
si a la madre contemplara
de Cristo en tanto dolor?

6. ¿Y quién no se entristeciera
Madre piadosa, si os viera
sujeta a tanto rigor?

7. Por los pecados del mundo,
vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre.

8. Vio morir al Hijo amado
que rindió desamparado
el espíritu a su Padre.

9. ¡Oh dulce fuente de amor!,
hazme sentir tu dolor,
para que llore contigo.

10. Y que, por mi Cristo amado
mi corazón abrasado
más viva en él que conmigo.

11. Y, porque a amarle me anime,
en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.

12. Y de tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.

13. Hazme contigo llorar
y de veras lastimar
de sus penas mientras vivo;

14. porque acompañar deseo
en la cruz, donde le veo,
tu corazón compasivo.

15. ¡Virgen de Vírgenes santas!
Llore yo con ansias tantas
que el llanto tan dulce me sea;

16. Porque su pasión y muerte
tenga en mi alma, de suerte
que siempre sus penas vea.

17. Haz que su cruz me enamore
y que en ella viva y more
de mi fe y amor indicio;

18. Por que me inflame y encienda,
y contigo me defienda
en el día del juicio.

19. Haz que me ampare la muerte
de Cristo, cuando en tan fuerte
trance vida y alma estén;

20. porque, cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria.
Amén

1. Stabat mater dolorosa
juxta Crucem lacrimosa,
dum pendebat Filius.

2. Cuyus animam gementem,
contristatam et dolentem,
pertransivit gladius.

3. O quam tristis et afflicta
fuit illa benedicta
Mater Unigeniti.

4. Quae moerebat et dolebat,
Pia Mater cum videbat
Nati poenas incliti.

5. Quis est homo qui non fleret,
Matrem Christi si videret
in tanto supplicio?

6. Quis non posset contristari,
Christi Matrem contemplari
dolentem cum Filio?

7. Pro peccatis suae gentis
vidit Jesum in tormentis
et flagellis subditum.

8. Vidit suum dulcem natum
moriendo desolatum,
dum emisit spiritum.

9. Eia Mater, fons amoris,
me sentire vim doloris
fac, ut tecum lugeam.

10. Fac ut ardeat cor meum
in amando Christum Deum,
ut sibi complaceam.

11. Sancta mater, istud agas,
crucifixi fige plagas
cordi meo valide.

12. Tui nati vulnerati,
tam dignati pro me pati,
poenas mecum divide.

13. Fac me tecum pie flere,
crucifixo condolere,
donec ego vixero.

14. Iuxta crucem tecum stare,
et me tibi sociare
in planctu desidero.

15. Virgo virginum praeclara,
mihi iam non sis amara:
fac me tecum plangere.

16. Fac ut portem Christi mortem,
passionis fac consortem,
et plagas recolere.

17. Fac me plagis vulnerari,
fac me cruce inebriari,
et cruore Filii.

18. Flammis ne urar succensus
per te Virgo, sim defensus
in die judicii

19. Christe, cum sit hinc exire,
da per matrem me venire
ad palmam victoriae.

20. Quando corpus morietur,
fac ut animae donetur
Paradisi gloria.

Amen.





viernes, 14 de septiembre de 2007

Exaltación de la Cruz

Un 14 de septiembre, alrededor del año 320, la madre del Emperado Constantino hizo demoler un templo pagano en el lugar del monte Calvario, y encontró la Santa Cruz de Nuestro Señor Jesucristo; la cual, obró desde allí en adelante, grandes milagros que comprobaron multisecularmente su autenticidad.

La invención de la
Santa Cruz

La fiesta, que de eso se trata litúrgicamente, es de gran importancia en toda la Cristiandad, o por todo lo que de ella resta. Al punto tal que S. S. Benedicto XVI, ha elegido la fecha de hoy, con toda justicia, como punto de arranque para restablecer en todo su esplendor la Liturgia Tradicional, inicua e ilegítimamente dejada de lado por sectarismos inconfesables, nuevaolerismos inconducentes y otras causas menos publicables, por serlo asimismo de mayor vergüenza.

Día tan singular en que la Iglesia, de la mano providente y milagrosamente guiada de su Pastor Supremo, se dispone a cerrar una brecha sulfurosa y traicionera en sus muros, una herida abierta por más de tres décadas en el seno del Cuerpo Místico, que amenazaba desperdiciar para siempre el venero santo de uno de los tesoros más gloriosos de la Tradición divina, y que había hecho recrudecer, sin duda, los dolores de la Pasión de Nuestro Señor en la Santa Cruz.

Casi a las Víspera, ha reiterado desde Austria Su Santidad, una verdad por tanto tiempo obscurecida: que la Liturgia mira a Dios, y sólo a Dios se debe, porque solo de Él viene. Y ha querido demostrarlo con hechos y ejemplos apropiados: Nuestra Señora, Cuya carne es la del Salvador, jamás ha quitado Sus ojos de Él, puesto que ahora se halla, al igual que lo estuviera al pie de la Santa Cruz, eternamente vuelta hacia el Señor.

Laus Deo



jueves, 13 de septiembre de 2007

La Caridad bien entendida

El Papa Benedicto XVI ha expresado en una Audiencia especial celebrada en la mañana del día jueves 6, con los capellanes de Prisiones, que ese ministerio “requiere mucha paciencia y perseverancia. A menudo hay decepciones y frustraciones. (...) Este ministerio, animará a otros en el ámbito de las comunidades cristianas locales a unirse a vosotros para realizar estas obras de misericordia corporales, de modo que se enriquezca la vida eclesial de la diócesis. Asimismo, atraerá a quienes servís al corazón de la Iglesia universal, especialmente por medio de su participación regular en la celebración de los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía”.

Benedicto XVI subrayó que las instituciones judiciales y penales “deben contribuir a la rehabilitación de los transgresores, facilitándoles su paso de la desesperación a la esperanza y de la inestabilidad a la fiabilidad. Cuando las condiciones en la cárceles obstaculizan el proceso de recuperación de la autoestima y la aceptación de los deberes relacionados con ella, esas instituciones dejan de cumplir uno de sus objetivos esenciales”. “Las autoridades públicas —terminó— deben estar atentas en este ámbito, evitando todos los medios de castigo o corrección que socaven o degraden la dignidad humana de los prisioneros”. En este sentido, reiteró que la prohibición de la tortura “no puede ser infringida en ninguna circunstancia”.

Hasta aquí, la noticia proveniente de Roma. Sólo se podría agregar que la tortura, como medio de inquisición judicial mas también como pena, siempre fue rechazada, prohibida o desaconsejada por la Iglesia, como puede verse en San Agustín y en algunas definiciones dogmáticas de probada y venerable antigüedad:

El magisterio auténtico de la Iglesia quedó establecido por la respuesta al rey de los Búlgaros sobre cuestiones de la Fe Católica, conocida como Ad consulta vestra, dada como rescripto por el Papa Nicolás I en el año 866, donde se rechaza la tortura como una impiedad “quam rem NEC DIVINA LEX nec humana lex prorsus admittit”; y respecto de los torturadores “ad quem, rogo, tantæ impietatis magnitudo revolvitur nisi ad eum”; ese texto, y la sentencia de San Pablo en Hbr. 6,16, son la razón por la cual en los procesos solamente debe aceptarse el testimonio juramentado del reo.

La Argentina es uno de los pocos países de la tierra que contiene en su Constitución política, una regla jurídica dedicada a tutelar a los presos con el propósito evidente de librarlos de los habituales tormentos a cargo de los carceleros, o los otros presos, y que son suplemento infaltable que acompaña a la pena de privación de la libertad ambulatoria en la prisión. Pero, para desconsuelo de los beneficiarios y con sospechosa unanimidad de consecuencias prácticas, la Constitución política ha sido tachada de “liberal” en este capítulo, como también en otros más de menor incidencia en este punto, por un sector que nunca se informó demasiado bien sobre qué cosa es el liberalismo y que cree reconocerlo, inclusive, tras culquier rasgo de mera cordialidad —dejando entrever así y además, el modesto alcance de su bautismo—; así como también calificada de “oligárquica” por las habituales comadrejas del resentimiento zurdo, pero sin que ninguno de estos dos sectores, crónica, profesional y calculadamente críticos, haya logrado jamás alcanzar, en su desempeño público, esa mínina exigencia de credibilidad y buena fe que es la estricta observancia de lo mismo que critican, antes de echarse a correr furiosamente contra la muda ley que los acusa, prefiriendo ampararse tras una actitud hipócrita y estéril, que por esta causa ha olido siempre, terrible e ineludiblemente, a “excusa no pedida”.

En la dicha Constitución, se lee esto: “Quedan abolidos para siempre la pena de muerte por causas políticas, toda especie de tormento y los azotes. Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquélla exija, hará responsable al juez que la autorice”.

Por desgracia, eso es por ahora y con sus más y sus menos, pura fantasía jurídica, por que nuestras cárceles militan entre las peores de la tierra; por supuesto, con los matices y variaciones características de cada pago. ¿No lo creéis? Veamos: (no teman, lectores impresionables, que no “haremos” detalles ...) cuál es la situación de las cárceles en la Argentina, bajo el gobierno “constitucional” del actual conventículo usurpador (¡y torturador!): más de 700 muertos entre los detenidos en cárceles o comisarías, en lo que va del actual régimen, y que son producto de incontables torturas, abandonos de persona y, según algunos, sistemáticas “eliminaciones programadas” de presos indeseables.

Algunos ejemplos: más de 30 muertos en la cárcel federal de Mendoza, en el término de un solo año y pico (2004/2005), como consta aquí y también aquí, habiendo sido preciso que tomara cartas en el asunto la Corte Interamericana de Derechos Humanos; 33 muertos en una sola jornada en la cárcel de Magdalena, Provincia de Buenos Aires, como se informa aquí, con el agravante que el hipócrita gobernador local —nada casualmente defensor del aborto y la eutanasia, y el antinatalismo generalizado que propugnan los grandes emporios internacionales— haya admitido públicamente su responsabilidad personal y la de su gobierno, sin que ninguna consecuencia recayese sobre él. Por tal motivo, en ciertos sectores existe la impresión de hallarse en presencia de una política oculta de sistemático exterminio de presuntos delincuentes, para lo cual vease aquí; y todo ello, inmerso en una marea de crueldad de la cual son principales responsables, los propios agentes del “Estado”, sea por la comisión personal de los hechos nocivos, o por la omisión de impedirlos, o por la indiferencia más absoluta en, al menos, detener sus efectos más lacerantes. Y todo esto, com venimos diciendo, en cumplimiento de una aparente planificación global, como se demuestra en el zurdísimo Página12; a tal extremo que, en este renglón, el papelucho en cuestión ha debido apartarse de su sostenida, pública e injustificable defensa de las cosas malas de un Gobierno insostenible como el actual.

San Pablo visita a San Pedro
en la cárcel

Una justa crítica que acaso merezcamos en el catolicismo más que en otros sectores, por las obligaciones impuestas por Cristo mismo, es haber abandonado, especialmente en manos de la izquierda, muchas banderas mal llamadas “humanitarias” que, como éstas y otras que no vienen a cuento, nos pertenecían por derecho propio —y derechos de autor, nada menos— por ser la consecuencia vital de la puesta en ejecución de mandatos evangélicos expresos; y cuya comprehensión moderna, no es otra cosa que un pálido reflejo de las preocupaciones de los Padres apostólicos ante los abusos de los paganos, antes bien que, como piensan algunos, espontáneas y bienvenidas evoluciones laicas de la decencia y moralidad jurídicas. Este abandono ha sido el resultado de algunas culpas precedentes, insuficientemente lavadas, como la de permutar las exigencias evangélicas por causa de ideologías políticas, o como la de consentirse cierta identificación ocasional y táctica con un liberalismo mendaz, ante la amenaza comunista; o la correlativa y pendular pretensión de justificar o excusar a la izquierda por causa de los excesos, hipotéticos o reales, cometidos por los anticomunistas no católicos, y que han sido la conciencia ficta tan patente en infinidad de círculos católicos hispano-americanos.

Pero es de saberse que, como advirtiera Nuestro Señor, desto de intentar servir a dos señores se sigue a la fuerza el venir a ser esclavo de alguno dellos (generalmente el peor) despreciando al otro (generalmente el mejor); lo que en este caso, supone rendir redonda pleitesía al más cumplido fariseísmo, contentándose con separar al delincuente de la sociedad, para entregarlo a manos de los verdugos para que hagan con él, más o menos, lo que quieran.

Por que, veamos: la pena justa debe cumplirse y es, en efecto, un deber moral para el condenado conformarse a ella con paciencia y resignación (conf. S. Th, II, IIæ, q. 69, art. 3), a fin de satisfacer la justicia conculcada por él, y obtener el perdón divino proporcionado a la falta; pero la pena se vuelve injusta cuando se la agrava con las sevicias de los carceleros o de los otros presos violándose, con ello, las leyes en cuya misma virtud se le impusiera al reo (y que supuestamente, tranquilizan las conciencias públicas y privadas); y en tal caso de injusticia, al reo le es legítimo evadirla, como dice el Aquinate en el artículo siguiente al citado arriba: “Segundo... es condenado injustamente. Entonces tal juicio (injusto), es semejante a la violencia inferida por los ladrones, como está escrito en Ez 22,27: «Sus príncipes están en medio de ella como lobas que desgarran la presa para derramar sangre». Y por eso, así como es lícito resistir a los ladrones, así también es lícito resistir, en tales circunstancias, a los príncipes malos, a no ser acaso por evitar el escándalo, cuando se tema por esto alguna grave perturbación”. Pero como el asunto no rinde votos contantes y sonantes, no es gancho electoral, no figura en las agendas políticas ni le importa a nadie; más bien a la inversa, se incentiva el rencor popular contra los delincuentes a fin de justificarse el deplorable estado de las cárceles, despedazando así el delicadísimo edificio construido desde la proporcionalidad recíproca e interna de las penas, y destinado a prevenir las conductas indeseables. Que deste modo, se multiplican a ojos vista, en lugar de disminuir. Hechos que producen, además, por su extrema e ilegal rigurosidad, un divorcio tal entre el acto supuestamente justo extrínseco o real de la aplicación de la pena, y la necesaria consiguiente aceptación resignada de la pena justa merecida por parte del reo, absolutamente necesaria para completarla como un acto virtuoso.

—¡A la sociedad le importa un comino la virtud!— Es cierto, y así estamos: sin virtud y sin solución al problema creciente de la “inseguridad”, eufemismo tilingo por simple, creciente y pedestre delincuencia, producto de la inclinación social por los pecados más graves.

—Y bueno, dicen algunos ¡él se lo buscó ...!

Pues el caso es que no, no se lo buscó, porque si Dios ha delegado en la autoridad pública la fijación y aplicación de la pena justa, consistiendo ésta en la retribución de una determinada tarifa, la justicia queda satisfecha pagándose o cumpliéndose con aquella, ni más ni menos. Lo excedente, deberá cargarse a cuenta de la sociedad como pecado grave contra la justicia, y es por lo tanto un mal social no solamente privado de quien lo ejecuta; en cambio, lo faltante a la pena, y si faltare, es de la cuenta particular del delincuente, como Purgatorio pendiente en el mejor de los casos, pero la sociedad ha cumplido con él su carga y su misión. Si el mal se mide, también y además de la objetividad de la falta, por el bien moral afectado y por la persona del transgresor y del ofendido, sin duda es peor la falta que comete la sociedad contra el reo, agravándole una pena de por sí dolorosa, que la que se debe soportar por una pena insuficientemente satisfecha, por que hace odiosa en grado sumo la autoridad y la pone en entredicho con su fin mismo, que es la paz social por medio de la justicia. Por lo tanto, el mal que se sigue de esta torpe política es múltiple y amenaza la vida eterna de acusadores —que pecan mortalmente al buscar una pena que podría convertirse en una injusticia de la cual no es lícito desentenderse—, los jueces —que aplican una pena que saben resulta ser, en los hechos, muchísimo más grave que la que ellos imponen y de cuyo agravamiento son personalmente responsables—, los carceleros —que realizan actos calificados por San Nicolás I papa como degradantes— y los condenados —que, como dice el Papa felizmente reinante, caen deste modo bajo el dominio de la desesperación. Así pues, aquel fácil “se lo buscó”, viene a ser una abdicación de la Verdad y un pecado con pluralidad de partes contra la Justicia y acaso contra la Caridad, que es decir tanto como que se trata de una renuncia a Dios, que es la Verdad y manda buscar Su Justicia como medio de amarle a Él.

Y eso, sin contar la insaciable cadena de corrupción intermedia que se genera, y que se alimenta, como las hienas ¡y en qué medida! de la desgracia ajena —y de los 1.390 dólares por mes que eroga el estado argentino para mantener a cada preso. Así tal cual como lo leyó.

Esta situación es, pues, un paso más en el hondo precipicio de sucia hiprocesía al cual se ha lanzado la sociedad moderna, titular irremediable de una esquizofrenia moral de tal alcance que, por un lado muy aparente, y como cumplimiento preceptivo de la regla que manda al vicio homenajear a la virtud, parece estar batallando en favor de los “derechos humanos”, a expensas de muchos millones de pesos del presupuesto público consumidos en cargos, carguitos y carguetes, repartidos entre amigos y fementidos defensores de tales principios, o armando circos judiciales para consumo popular, mientras se permite o se lleva adelante, de simultáneo y bajo las mismas narices y a la vista de todos, horrendos sepulcros para vivientes —“chiqueros humanos”, calificó a la cárcel local el presidente de la Corte de Justicia de Mendoza— en los cuales campea la regla de la humillación, el robo, el tormento, el terror, la muerte y, finalmente, la desesperanza que, como dice Su Santidad, es el peor de los males para un hombre cuyo fin es la visión beatífica. No es extraño, así, que estos hipócritas, los mismos que hablan de derechos humanos, son tanto responsables de estas cárceles como de las programadas leyes antinatalistas, del aborto y eutanasia y homicidios en masa, que amenzan a nuestras indefensas sociedades.

La crueldad, que según los moralistas más encumbrados acompaña generalmente a la lujuria, es sinónimo de desvío, de satanización ... y de enfriamiento de la Caridad; pero la Caridad, que en su forma misericordiosa es el único modo de tratar a un preso, aún sin cejar un ardite en la severidad que por la pena justa merezca, no tiene eco público ni prensa seria en la sociedad actual; por lo menos en los medios oficiales.

Lo que no puede dudarse, pues, es que hay en todos estos hechos un característico elemento diabólico, como lo es el odio por todo lo humano, singularizado en el aprovechamiento y el abuso de la desgracia ajena y sello indubitable de la identidad del autor de tantos males: Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella..., Ap. 12, 17.


miércoles, 12 de septiembre de 2007

Homenaje a Sarmiento

En un comentario a una entrada anterior, un lector nos agradece hasta ahora, haberle informado que cierto precandidato a la Presidencia de la Argentina sostiene posiciones abortistas. En su sentir —si es que lo quél dice es propiamente sentir— afirma que el aborto es un bien, por que nos libraría de los pobres villeros, que gracias a esta moderna institución homicida, irían perdiendo, poco a poco, su densidad poblacional indeseable ...

Nos resulta así y entonces lo presente, una oportunidad insospechada para prestar un nuevo servicio al lector en cuestión, homenajenando de consuno al santón laico, titular de la fiesta del día, brindando una respuesta adecuada a las demográficas inquietudes de nuestros lectores.

...los indios

“¿Lograremos exterminar los indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa calaña no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso. Su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado”.

(“El Progreso”, 27 de septiembre de 1844)

“Quisiéramos apartar de toda cuestión social americana a los salvajes por quienes sentimos, sin poderlo remediar, una invencible repugnancia, y para nosotros, Colo Colo, Lautaro y Caupolicán, no obstante los ropajes civilizados y nobles de que los revistiera Ercilla, no son más que unos indios asquerosos, a quienes habríamos hecho colgar y colgaríamos ahora, si reaparecieran en una guerra de los araucanos contra Chile, que nada tiene que ver con esa canalla”.

(Extractado de: Nueva Crónica de la Conquista del Tucumán, de Roberto Levillier, Madrid, 1926)

...los gauchos

“Tengo odio a la barbarie popular... La chusma y el pueblo gaucho nos es hostil... Mientras haya un chiripá no habrá ciudadanos, ¿son acaso las masas la única fuente de poder y legitimidad? El poncho, el chiripá y el rancho son de origen salvaje y forman una división entre la ciudad culta y el pueblo, haciendo que los cristianos se degraden... Usted tendrá la gloria de establecer en toda la República el poder de la clase culta aniquilando el levantamiento de las masas”.

(Carta a Bartolomé Mitre, del 24 de septiembre de 1861)

“En las provincias viven animales bípedos de tan perversa condición que no sé qué se obtenga con tratarlos mejor”.

(Informe enviado a Mitre en el año 1863)

...los paraguayos

“Estamos por dudar de que exista el Paraguay. Descendientes de razas guaraníes, indios salvajes y esclavos que obran por instinto a falta de razón. En ellos se perpetúa la barbarie primitiva y colonial. Son unos perros ignorantes de los cuales ya han muerto ciento cincuenta mil. Su avance, capitaneados por descendientes degenerados de españoles, traería la detención de todo progreso y un retroceso a la barbarie... Al frenético, idiota, bruto y feroz borracho Solano López lo acompañan miles de animales que le obedecen y mueren de miedo. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní. Era preciso purgar la tierra de toda esa excrecencia humana: raza perdida de cuyo contagio hay que librarse”.

(Carta a Mitre, año 1872)

Domingo F. Sarmiento

...los argentinos

“(son) una dañosa amalgama de razas incapaces e inadecuada para la civilización”.

“Los argentinos somos pobres hombres llenos de pretensiones y de inepcia, miserables pueblos, ignorantes, inmorales y apenas en la infancia. Somos una raza bastarda que no ocupa, sino que embaraza la tierra”.

“Nuestro pueblo no está preparado sino para degollar, robar, haraganear, desvastar y destruir”.

(De sus Obras Completas)

SARMIENTO Y CHILE

“He contribuido con mis escritos aconsejando con tesón al gobierno chileno a dar aquel paso. Magallanes pertenece a Chile y quizás toda la Patagonia. No se me ocurre, después de mis demostraciones, cómo se atreve el gobierno de Buenos Aires a sostener ni mentar siquiera sus derechos. Ni sombra, ni pretexto de controversia queda”.


(“El Progreso”, diario chileno dirigido por Sarmiento, 28 de noviembre de 1842).

“Que no suene más el nombre de los argentinos en la prensa chilena; que los que en nombre de aquella nacionalidad perdida ya habían levantado la voz guarden un silencio respetuoso; que se acerquen a los que por ligereza u otros motivos los habían provocado; y les pidan amigablemente un rincón en el hogar doméstico, de lo que en lo sucesivo serán, no ya huéspedes, sino miembros permanentes… Ahora, no hay más patria que Chile; para Chile debemos vivir solamente y en esta nueva afección, deben ahogarse todas las antiguas afecciones nacionales… Fundámonos en intereses e ideas con las nacionales, participemos de sus afecciones, de sus costumbres y de sus gustos. Hagámonos dignos de ser admitidos entre los individuos de la gran familia chilena y conquistemos la nacionalidad por la moralidad de nuestras costumbres, por nuestra laboriosidad y por nuestros servicios a la causa de la libertad y de la civilización que en Chile como en cualquier otra sección americana tiene amigos y partidarios”.

(“El Progreso”, diario chileno dirigido por Sarmiento, 11 de enero de 1843).

“La cuestión de Magallanes nos interesa bajo otro aspecto que no es puramente personal. En 1842, llevando adelante una idea que creíamos fecunda en bienes para convicción de que aquel territorio era útil a Chile e inútil a la República Argentina.

“Téngase presente además, que todas las cartas geográficas hechas en Europa, ponen los límites a la República aquélla, el Río Negro al Sud, demarcando separadamente la Patagonia como país distinto, y aunque este hecho no constituya derechos en favor de nadie, muestra ya la opinión de todos los pueblos con respecto a aquellos parajes, que la colonización española no ha ocupado; y no sabemos si sería obra de caridad arrebatar el terreno para poblarlo, a un gobierno como el argentino, que no es capaz de conservar poblado el que le dejó sometido y pacificado la España”.

(“La Crónica”, de Santiago de Chile, 29 de abril de 1849)

“El primer principio de equidad que ha de consultarse es éste: Un territorio limítrofe pertenecerá a aquel de los dos Estados a quien aproveche su ocupación, sin dañar ni menoscabar los intereses del otro.

“Este principio, seguido en todos los tratados de demarcación de límites de países despoblados tiene su completa aplicación en Magallanes. El Estrecho es una vía necesaria, indispensable de comunicación para Chile; es uno de sus caminos para Europa que le interesa aclarar, asegurar, poblar, para mejorar su comercio.

“Para Buenos Aires el estrecho es una posesión inútil… Quedaría por saber aún, si el título de erección del Virreinato de Buenos Aires expresa que las tierras del sud de Mendoza y poseídas aún hoy por chilenos, entraron en la demarcación del virreinato, que a no hacerlo, Chile pudiera reclamar todo el territorio que media entre Magallanes y las provincias de Cuyo… ¿Qué haría el Gobierno de Buenos Aires con el Estrecho de Magallanes…? Que pueble pues el Gobierno de Buenos Aires el Chaco, el Sud hasta el Colorado y el Negro, que dé seguridad a sus fronteras, que allane las dificultades del comercio interior; que regularice las leyes de aduana y deje el Estrecho a quien lo posee con provecho y no podrá abandonarlo sin mengua. Ningún interés nacional lo lleva a aquel punto, que a dejarlo Chile, le recuperarían los bárbaros, sin que el Gobierno de Buenos Aires tenga interés para hacer las erogaciones que demanda la ocupación de aquel país, remoto, frígido e inhospedable”.

(“La Crónica”, de Santiago de Chile, 11 de marzo de 1849)

SARMIENTO Y EL PUEBLO

“Tengo odio a la barbarie popular… la chusma y el pueblo gaucho nos es hostil”.

(“El Nacional”, 3 de febrero de 1857).

“Fue tal el terror que sembramos en toda esa gente —la oposición— con éstos y otros medios (establecimos en varios puntos depósitos de armas y municiones, encarcelamos como unos veinte extranjeros complicados en una supuesta conspiración; algunas bandas de soldados armados recorrían de noche las calles de la ciudad acuchillando y persiguiendo a los mazorqueros) que el 29 triunfamos sin oposición [N. de la R.: en las elecciones del 29 de marzo de 1857]. Los gauchos que se resistieron a votar por los candidatos del gobierno fueron encarcelados, puestos en el cepo, enviados al ejército para que sirviesen en la frontera con los indios y muchos de ellos perdieron el rancho, sus escasos bienes y la mujer”.

(Carta a Domingo Oro, 17 de junio de 1857).

“Si los pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos se han de morir, que se mueran: porque el Estado no tiene caridad, no tiene alma. El mendigo es un insecto, como la hormiga. Recoge los desperdicios. De manera que es útil sin necesidad de que se le dé dinero. ¿Qué importa que el Estado deje morir al que no puede vivir por sus defectos? Los huérfanos son los últimos seres de la sociedad, hijos de padres viciosos, no se les debe dar más que de comer”.

(Del discurso en el Senado de la Provincia de Buenos Aires, 13 de septiembre de 1859).

“No trate de economizar sangre de gauchos. Éste es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla, incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos”.

(Carta a Bartolomé Mitre, 20 de septiembre de 1861; el destinatario ejecutó el consejo lo mejor que pudo ...)

“El plan definitivo: asegurar los principales puntos de la República con batallones de línea, o lo que es lo mismo, apoyar a las clases cultas con soldados contra el levantamiento del paisanaje”.

(Del Archivo Mitre).

Misión cumplida. Para finalizar, anotamos que, en realidad, la única diferencia con los sempiternos candidatos democráticos de hoy en día, es la franqueza, la autenticidad, que diría un chillón tercermundista. Pero nos parece que, de todas formas, no alcanza para ir al cielo.

¡Feliz día del Maestro!



Nuestro agradecimiento a Panorama Católico

viernes, 7 de septiembre de 2007

Cien años de modernismo

Un día de septiembre como hoy, pero hace 100 años, Su Santidad el Papa Pío X, el santo, libró a la Iglesia y al mundo su Encíclica Pascendi, por medio de la cual intentó conjurar uno de los peligros doctrinales más mortíferos de todos los tiempos: la herejía modernista. La cual, arrancando a partir del principio filosófico kantiano del agnosticismo, construía una nueva, distinta y venenosa interpetación del depósito de la Fe católica, de la Iglesia, del Dogma y el Culto.

Tesis principales

El terreno lo ve el Papa dificultoso, resbaladizo y, sobre todo, rodeado de ocultamiento y malicia, como volverá a sucederle 3 años más tarde con el problema de los democratistas franceses. Pues el caso es que

... como una táctica de los modernistas (así se les llama vulgarmente, y con mucha razón), táctica, a la verdad, la más insidiosa, consiste en no exponer jamás sus doctrinas de un modo metódico y en su conjunto, sino dándolas en cierto modo por fragmentos y esparcidas acá y allá, lo cual contribuye a que se les juzgue fluctuantes e indecisos en sus ideas, cuando en realidad éstas son perfectamente fijas y consistentes; ante todo, importa presentar en este lugar esas mismas doctrinas en un conjunto, y hacer ver el enlace lógico que las une entre sí, reservándonos indicar después las causas de los errores y prescribir los remedios más adecuados para cortar el mal

La filosofía que sostiene, o coadyuva en esta herejía, se nutre en realidad de lo que el Papa llama el “inmanentismo vital”, que funge como contrapartida a la negacionista postura inicial agnóstica. De hecho, la consecuencia viene a convertir la Religión en un sentimentalismo religioso que brota exclusivamente del interior humano y a que a éstos límites se reduce

... el sentimiento religioso, que brota por vital inmanencia de los senos de la subconsciencia, es el germen de toda religión y la razón asimismo de todo cuanto en cada una haya habido o habrá...

lo cual hace lamentar al santo Pontífice el destino futuro de estos hombres, arrancados de forma tan insensata de los caminos de la razón natural y las verdades de la fe reveladas por Dios. Por eso, se obliga a reiterar una condena pronunciada por el Concilio Vaticano I:

No se trata ya del antiguo error que ponía en la naturaleza humana cierto derecho al orden sobrenatural. Se ha ido mucho más adelante, a saber: hasta afirmar que nuestra santísima religión, lo mismo en Cristo que en nosotros, es un fruto propio y espontáneo de la naturaleza. Nada, en verdad, más propio para destruir todo el orden sobrenatural.... «Si alguno dijere que el hombre no puede ser elevado por Dios a un conocimiento y perfección que supere a la naturaleza, sino que puede y debe finalmente llegar por sí mismo, mediante un continuo progreso, a la posesión de toda verdad y de todo bien, sea excomulgado»


El santo Papa repasa luego todos los renglones de la Religión que han sido afectados por este virus maligno: la Fe y las verdades reveladas, que ya no se tratan como un don externo al hombre concedido por Dios, sino un borbotón interior del cual arranca para trasnformarse en conciencia colectiva; el Dogma, queda definitivamente arrinconado y puesto en el banquillo de los acusados por la mal llamada “ciencia”, o filosofía y que, como consecuencia de aquella herética “conciencia común” de la humanidad religada (a sí misma), es objeto de innúmeras revisiones, cuestionamientos, olvidos ...

En este ámbito de descuartizamiento de la fe, las Sagradas Escrituras merecen de los modernistas un tratamiento de singular encono, como es previsible:

Conforme al pensar de los modernistas, podría no definirlos rectamente como una colección de experiencias, no de las que estén al alcance de cualquiera, sino de las extraordinarias e insignes, que suceden en toda religión.... si juzgamos la Biblia según el agnosticismo, a saber: como una obra humana compuesta por los hombres para los hombres, aunque se dé al teólogo el derecho de llamarla divina por inmanencia, ¿cómo, en fin, podrá restringirse la inspiración? Aseguran, sí, los modernistas la inspiración universal de los libros sagrados, pero en el sentido católico no admiten ninguna.

La Iglesia, el Cuerpo Místico, también es, ¡cómo no serlo! objeto de las críticas de los modernistas: si la Iglesia es un subproducto de los dictados de la conciencia inmanente ¿qué no podrá afirmarse a partir de allí...? La síntesis del error expuesta por San Pío X es ésta:

En las pasadas edades fue un error común pensar que la autoridad venía de fuera a la Iglesia, esto es, inmediatamente de Dios; y por eso, con razón, se la consideraba como autocrática. Pero tal creencia ahora ya está envejecida. Y así como se dice que la Iglesia nace de la colectividad de las conciencias, por igual manera la autoridad procede vitalmente de la misma Iglesia. La autoridad, pues, lo mismo que la Iglesia, brota de la conciencia religiosa, a la que, por lo tanto, está sujeta: y, si desprecia esa sujeción, obra tiránicamente. Vivimos ahora en una época en que el sentimiento de la libertad ha alcarzado su mayor altura. En el orden civil, la conciencia pública introdujo el régimen popular. Pero la conciencia del hombre es una sola, como la vida. Luego si no se quiere excitar y fomentar la guerra intestina en las conciencias humanas, tiene la autoridad eclesiástica el deber de usar las formas democráticas, tanto más cuanto que, si no las usa, le amenaza la destrucción.

Si la Iglesia puede separarse de Dios, como la Verdad Revelada puede separarse de la realidad y subordinarse a la filosofía, lógicamente la Patria, el orden temporal, podrá separarse de Dios y de su Iglesia, pues si una y otra brotan como espontáneos fenónemos de la conciencia del hombre, no se vé por qué han de estar ligados entre sí, por fuera del hombre concreto que es su causa generadora y su propio fin.

Por lo cual, todo católico, al ser también ciudadano, tiene el derecho y la obligación, sin cuidarse de la autoridad de la Iglesia, pospuestos los deseos, consejos y preceptos de ésta, y aun despreciadas sus reprensiones, de hacer lo que juzgue más conveniente para utilidad de la patria. Señalar bajo cualquier pretexto al ciudadano el modo de obrar es un abuso del poder eclesiástico que con todo esfuerzo debe rechazarse. Las teorías de donde estos errores manan, venerables hermanos, son ciertamente las que solemnemente condenó nuestro predecesor Pío VI en su constitución apostólica Auctorem fidei

De estos barros, surge el camino necesario: La evolución del todo, de la Iglesia, el Dogma, el Culto, las formas, la constitución jerárquica, la FE..., a fin de adaptárseles a las circunstancias históricas, es decir, a la conciencia común de la humanidad. Póngase la palabra “cambio” en lugar de “evolución”, y compárese con la actual periferia doctrinal de la Iglesia.

Esta evolución, recuerda el Santo Padre, es una exigencia natural del estado de indigencia (“teoría de las indigencias”, la llama el Papa Sarto) en que concíbese al hombre; sin embargo, la tensión evolutiva hacia adelante, es interrumpida o interceptada por la tensión conservadora, que responde al instinto animal del mismo nombre. La pugna entrambas se resuelve en un acuerdo o en un cambio violento, y a ese proceso llámase propiamente evolución. De modo que el progreso es, esencialmente, o violento o transaccional o pactista, si se prefiere este término.

En este esquema hegeliano nada es estable, todo muda y cambia, inclusive la comprensión de la Palabra de Dios; que ya se vió qué puede significar para el progresista. Por eso, el método condigno a estas doctrinas es una inacabable dialéctica histórica, el estudio crítico de fenómenos sucesivos; y de ninguna forma podrá ser un camino de la Humanidad hacia Dios, a través de Cristo, la Segunda Persona de la Trinidad Tres veces Santa. Llamarlo “naturalismo”, es a la vez insuficiente y falso, pues el modernismo aborrece la realidad de la naturaleza; el Papa sugiere que todo esto es una suerte de “destructivismo” de la Religión y de la Salvación, previo paso del huracán por la razón natural.

Causas y remedios

La soberbia de la Inteligencia es la causa motiva remota, y las próximas: el inquieto espíritu de novedad y la imaginación desbocada, tanto como el soberbio desprecio por la Iglesia católica y las verdades que, fundada en la Revelación, enseña como libres de toda contaminación del error. Por eso, indica el santo Papa, los modernistas detestan con predilección tres cosas:

Tres son principalmente las cosas que tienen por contrarias a sus conatos: el método escolástico de filosofar, la autoridad de los Padres y la tradición, y el magisterio eclesiástico. Contra ellas dirigen sus más violentos ataques.

y es así que, por ignorancia o miedo, atacan sin cesar a la teología clásica y la filosofía escolástica. Y no lo hacen, verdaderamente, sin la malicia propia de quien se sabe a sí mismo culpablemente instalado en el error:

Cuando temen la erudición y fuerza de sus adversarios, procuran quitarles la eficacia oponiéndoles la conjuración del silencio. Manera de proceder contra los católicos tanto más odiosa cuanto que, al propio tiempo, levantan sin ninguna moderación, con perpetuas alabanzas, a todos cuantos con ellos consienten; los libros de éstos, llenos por todas partes de novedades, recíbenlos con gran admiración y aplauso; cuanto con mayor audacia destruye uno lo antiguo, rehúsa la tradición y el magisterio eclesiástíco, tanto más sabio lo van pregonando. Finalmente, ¡cosa que pone horror a todos los buenos!, si la Iglesia condena a alguno de ellos, no sólo se aúnan para alabarle en público y por todos medios, sino que llegan a tributarle casi la veneración de mártir de la verdad.
...En los seminarios y universídades andan a la caza de las cátedras, que convierten poco a poco en cátedras de pestilencia. Aunque sea veladamente, inculcan sus doctrinas predicándolas en los púlpitos de las iglesias; con mayor claridad las publican en sus reuniones y las introducen y realzan en las instituciones sociales. Con su nombre o seudónimos publican libros, periódicos, revistas. Un mismo escritor usa varios nombres para así engañar a los incautos con la fingida muchedumbre de autores. En una palabra: en la acción, en las palabras, en la imprenta, no dejan nada por intentar, de suerte que parecen poseídos de frenesí.

Remedios eficaces

El Papa Santo propone alguos remedios sencillos y eficaces contra el modernismo, como por ejemplo, el estudio obligatorio de la Filosofía Escolástica, sus doctrinas y métodos; el estudio serio (no ideologizado) de las ciencias profanas, la edificación teológica tradicional y el respeto sacrosanto a la Sagrada Escritura como la obra que ella es: «inspiración del Espíritu Santo que tiene a Dios por autor».

Los tiempos presentes

Los días que corren no nos ofrecen un panorama substancialmente más alentador que el que vió San Pío X en los días de su vida terrenal; al contrario, ha sido necesario al Magisterio pontificio reiterar las condenas contenidas en esta Encíclica —mas ahora con referencia a ciertos aspectos particulares de la herejía modernista— por que, en 40 años de victoriosa marcha, despedazaban la Iglesia; la tarea de advertencia fue ejemplarmente llevada adelante por Pío XII en dos Encíclicas formidables, Humani Generis y Divino Afflante Spiritu. Ya casi en nuestros días, el Concilio Vaticano II supuso, sin mengua del posible valor de sus textos concretos, la oportunidad histórica inmejorable para asaltar exitosamente lo que restaba del derruído edificio eclesiástico —como institución y como Cuerpo Místico— por medio del empleo de una hermenéutica de la ruptura, merced a la cual pudiera llegarse a desafiar los términos precisos, cortantes y claros antimodernistas de los dos Papas Píos con la introducción de textos equívocos o traducciones tramposas o simplemente fraudulentas; sucesos anticipados ya por Pío X en su inmortal encíclica. El reciente caso del subsistit in, referido al Cuerpo Místico o Iglesia de la Promesa, y la Iglesia Católica, mil veces aclarado por no haber existido el atrevimiento de suprimir un texto equívoco e innecesario, por repetido, ha dado lugar a que deba entenderse la sentencia de una manera casi contraria a su expresión literal; y no es más que un botón de muestra. Correspondería recordar que la fórmula dogmática correcta, la de Pío XII en Humani Generis, 21, sostiene que «el Cuerpo místico de Cristo y la Iglesia católica romana son una sola y misma cosa» (il Corpo mistico di Cristo e la Chiesa cattolica romana sono una sola identica cosa), y que nunca requririó ninguna otra explicación adicional.

El clandestino trabajo de la herejía modernista sigue su curso, capturándose (como anticipa Pío X) las cátedras de los Seminarios y las Facultades eclesiásticas o profanas, conspirando contra la Verdad silenciándola o ignorándose a sus cultores o, sencillamente, aplaudiendo en forma desmedida e histérica a cualquier revoltoso, contestatario o hereje condenado.

Así estamos hoy, como ayer; a la espera de la ayuda de Dios, que sostenga otra vez la Barca de Pedro.



jueves, 6 de septiembre de 2007

Telón

Después de más de un año de lucha contra un cáncer que no minó una personalidad que iba pareja a una voz excepcional (están todos los tenores ... y Pavarotti) Luciano Pavarotti ha sido llamado ante el Altísimo esta madrugada, después de 71 años de peregrinar por la tierra.

Lo único que se nos ocurre decir es que, si en su Juicio individual, para defenderse canta en lugar de hablar, tiene el Cielo asegurado.

Descanse en paz



martes, 4 de septiembre de 2007

El Sudario de Turín

Una de las cosas que más insoportables molestias ocasiona al anticatolicismo, pero también a los espíritus sedicentes racionalistas, es el misterio que se yergue en o detrás de cada milagro. Como esta forma de saltearse las reglas ordinarias y naturales de la física, la biología o la medicina en general, o las artes mismas, se presenta casi con exclusividad en el ámbito de la Iglesia católica, por más esfuerzos que realicen otras religiones por presentar al mundo maravillas semejantes, el rencor de los racionalistas —por darles un nombre cualquiera, no por que lo sean de veras— se reconcentra en el catolicismo. Y nótese que el “casi” de arriba, deja espacio únicamente a la Iglesia Ortodoxa, en la cual subsiste la tradición apostólica y los Sacramentos.

Coágulos de sangre bimilenaria que se licúan anualmente; cadáveres incorruptos de santos y mártires, en alguno de los cuales existe inclusive circulación sanguínea; fuegos misteriosos en la Noche de la Resurrección que invaden un recinto atestado de testigos, o curaciones inexplicables, son algunos de los hechos que salpimentan las inspecciones sensoriales más exigentes, para ir en busca de una explicación que nunca llega. Y es que el problema de los racionalistas —cuya auténtica denominación debería ser agnósticos— es no tanto la falta de una explicación racional, que la hallarían si la buscasen con espíritu humilde, sencillo y apasionado por la Verdad, sino las consecuencias consiguientes a la aceptación de un misterio que, de suyo, sólo predica, extático, la autenticidad de la Fe católica, como un semáforo el punto señalado: y por implicancia, la Misericordia Divina, que permite estas manifestaciones para que todos crean.

Más aún que para ningún creyente, la ciencia (llaman así a la técnica) es para ellos una rama de la más rancia superstición. Son supersticiosos del microscopio y la retorta, cuyos resultados adquieren para estos agnósticos el carácter de verdad sobrenatural, sin comprender acaso que esta comprensión de ciencia, no la pueden extraer de bajo el lente del microscopio sino de su prejuicio.

El enigmático problema

Es probable que la pieza arqueológica más misteriosa, más estudiada, menos comprendida, más difamada y más impresionante que existe, sea la Sábana Santa de Turín. Este lienzo de tela de lino tejida, de asombrosa robustez para la edad que tiene, y aún también para la que le asignan sus impugnadores, exhibe a su frente la imágen de un cadáver que ha amortajado, y corresponde a un varón ejecutado por crucifixión, previamente flagelado, y con signos de haber sido clavado y no atado al suplicio, luego de haberle sido impuesto un casquete de espinas.

El cadáver ha sido alanceado en su costado derecho con la evidente intención de perforar el corazón, y ha dejado en los labios de la herida, rastros de sangre y agua. No tiene ningún hueso roto, pese a la costumbre persa (practicada por los romanos también) de romper las piernas del reo para acelerar, o en su caso asegurar, la muerte; y siempre, como signo de ejecución cumplida.

Una muestra de la actitud paranoica con que muchos supuestos “racionalistas” pretenden desacreditar la famosísima sábana, a la cual ciertamente niegan el tratamiento primario de “pieza arqueológica” que el sentido común reclama, lo podemos encontrar aquí, un lugarcete de periodistas aficionados en el cual se pueden hallar, desde publicidad de ventas por Interntet hasta las infaltables y nunca bien ponderadas “reuniones Avon”, esa especie de New Age en dosis homeopáticas para sonsos, dirigida por avivados, que trabajan para ... solo Dios sabe quién.

La tesis del articulista es sumamente sencilla: sin pruebas, sin crítica, sin análisis y, sobre todo, sin remedio, la Sábana es un fraude por que él lo dice, y es tratada como tal en todo momento. Desde luego, la insincera apelación a la diosa “ciencia” —cuya divinidad es menoscababa por estos latreros mediante patentes y continuas violaciones— no oculta el fervor anticatólico de antigua y sulfurosa data que se enreda, se tropieza, cae, se levanta y vuelve a tropezar a cada paso. No responderemos ninguna de sus amenazas (pues críticas, no son) sino que limitaremos nuestros trabajo a exhibir la pieza y formular las preguntas que deberá responder “la ciencia” del señor Voleslao Ladas (autor de la nota) para merecer un comentario y no un simple adjetivo.

1. Si puede explicar cómo se realizó la imágen, que es completamente superficial.

2. Si, para demostrar el acierto de la respuesta a la pregunta anterior, puede reproducirse el procedimiento en laboratorio con alguna semejanza.

3. En su caso, si puede realizar una impresión que exhiba una imagen plana de perfecta tridimenionalidad, como la de la Sábana.

4. Si puede explicar de qué manera un artista del siglo XIII o XIV, pudo realizar una impresión negativa, que recién podría ser apreciada como positiva a través de la aparición de la fotografía ¡6 o 7 siglos después! Un genio el tipo.

5. Si puede explicar cómo es posible que, siendo la Sábana (según él) una artesanía, no haya sufrido ningún deterioro apreciable hasta el día de hoy, fuera de los persistentes conatos de prenderle fuego.

6. Si puede explicar de qué forma el artesano del siglo XIII, (ó XIV) conocía detalles anatómicos y fisiológicos que recién comenzaron a descubrirse mucho más tarde, como por ejemplo la circulación de la sangre, descubierta por Miguel Servet, un médico catalán ajusticiado en Ginebra por los calvinistas en 1553, diz que por hereje ...

7. Si puede explicar de qué manera el persistente artesano del siglo XIII (ó XIV) conocía la necesidad de agregar sobre la tela ¡polen de Palestina y Asia Menor!, como probó el palinólogo (no politólogo) suizo Max Frei hace unos años. La verdad, este artista se nos está haciendo admirable a cada paso... La explicación que circula por ahí (dicho polen estaría allí ¡por la cantidad de peregrinos de todo el mundo que visitaron la santa Síndone) es aún más difícil de creer que la Resurrección de N. Señor.

8. Si puede explicar de qué forma el ahora inmoderamente admirado artesano, delineó rasgos tales como los correspondientes a la rigidez cadavérica que, recién ahora estudiados y conocidos, y que eran absolutamente imposibles de prever en aquella época, por el desconocimiento de la fisiolagía cadavérica, y muchísimo menos por un artista.

9. Cómo se explica que el artista en cuestión fuera versado en tantas disciplinas con tal detalle (que ni es posible alcanzar hoy, como la reproducción de la imagen), y los detractores tan ignorantes que no puedan responder ninguna de estas preguntas ni ofrecer contrapruebas técnicas de algún valor.

10. Si puede responder por qué razón el principal investigador del método de datación por Carbono 14, Michael Tite, admitió algunos errores en el protocolo observado.

11. Si harían el favor de responder racionalmente a todas los críticas que generó la prueba del Carbono 14, como las expuestas por el físico Rinaudo de Francia (que realizó pruebas en el acelerador atómico de Grenoble para demostrar su tesis), Kuznetzov de Rusia (que realizó examenes de laboratorio para demostrar sus tesis sobre el calor) y el Dr. Garza Valdéz de España, y las nuevas evidencias fundadas en los análisis realizados por el físico Ray Rogers en 2003.

12. Cómo explicar que, frente a pruebas históricas y multidisciplinarias tan abrumadoras, la ahora exitosamente controvertida datación del Carbono 14 se haya convertido en la única pruba concluyente que presentan los opugnadores.

Aquí, por ejemplo, tienen las dudas de un agnóstico natural, planteadas al menos con relativo orden. Desde luego, no deja de apelar a inexplicables e inconcebibles fraudes, maniobras eclesiásticas dignas de la novelería moderna de playa y cosas por el estilo, para desacreditar las pruebas más irrefutables que su ciencia no puede derrengar. El extraño caso del Premio Nobel Libby es notable: este hombre, fallecido en 1980, habría criticado la prueba del Carbono 14 hecha a la Sábana Santa en 1988 desde su tumba, pero con argumentos serios y verdaderos. Realmente, llama la atención este caso: parecería una especie de previsión utilísima, tomada por quienes sabían de antemano que su razonamiento no sobreviviría a una crítica bien fundada. Luego ... piensen lo que quieran, pero es una rareza. Por otra parte, el interés por la pieza es un motivo separado para el asombro: como ejemplo, vaya el caso de una famosísima página que se jacta de ser la Librería Criminal mejor fundada de toda “la” Internet Crime Library, le dedica un extensísimo artículo, concluyendo (con ejemplar objetividad) que las pruebas en contra de la autenticidad distan años luz de ser siquiera indiciarias de la postura que sostienen, y que hasta hoy, sólo han servido para alimentar el debate y como desafío para hallar nuevas pruebas favorables a su autenticidad.

Desde luego, esta entrada que tiene, amable lector, ante sus ojos, solo pretende una finalidad propedéutica a la cuestión de la Sábana Santa, por que son tantas, tan variadas y tan sorprendentes las pruebas y documentos de todo tipo que prueban su autenticidad, y tan violentas y poco edificantes (sobre todo por el modo) las críticas de los agnósticos, que lo que al presente resulta prácticamente indiscutible es esto: Se trata efectivamente de un lienzo que envolviera un cadáver real de un ajusticiado por crucifixión, previamente flagelado, al cual le fue colocada una como corona de espinas y al cual, ya muerto, atravesaran con una lanzazo aplicado entre el 5º y 6º espacio intercostal, bordeando la herida sangre cadavérica y serum humano. Es también indiscutible, y constituye un misterio aún más profundo que la manera en que se imprimió la imagen, la forma en qu el cadáver abandonó su envoltorio, pues los cuajarones de sangre sobre la tela no muestran signos de haber sido arrancados de ninguna forma, lo cual es inexplicable e imposible.

Yves Delage

Esta afirmación, extraída, sí, del microscopio y guiada por el sano y sereno juicio de la razón, fue presentada por primera vez al mundo por el notorio ateo y varias veces candidato al Nóbel, profesor Yves-Marie Delage en 1905, muerto en 1920 sin haber llegado a comprender por qué razón era tan inaceptable para la comunidad científica de su tiempo, cualquier estudio serio acerca de la Sábana Santa, al extremo de suprimírsele todos sus artículos referidos al tema de las sucesivas ediciones de la revista de la Academia de Ciencias de París, de la que era miembro. Ahora bien: La identificación del cadáver como Jesús de Nazareth, Hijo de Dios vivo, es ciertamente otra cuestión.

Pero es justamente la que hace perder la calma y el sueño a los científicos.



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