Isabel de Castilla y Fernando de Aragón son justamente recordados como "los reyes católicos", por que su vida y su obra de gobierno se identificó a tal extremo con el catolicismo, que merecieron en la vida, como en su muerte, adherirse de forma inhesiva a la Iglesia, que los lleva en el cuerpo Místico como algo propio, justamente adquirido.
De los 500 años de la muerte de Isabel, por aquí nada de nada. Este mundo rapaz y arrabalero no quiere saber nada de grandes señores, sobre todo si se les debe la vida, o algo del propio ser, al modo en que uno se endeuda con sus padres; vamos, una especie de indolencia frente al 4º Mandamiento de la ley de Dios. Y si eran reyes ¡ni qué decir!
El domingo pasado, festividad de Cristo Rey, innumerables bloggistas se quejaban de la falta de precisión de sus domingueros predicadores para explicarles la reyecía por antonomasia, la de Cristo, sin desacreditarse como sujetos muy, pero muy democráticos ¡sí señó!. Tan poco se entiende qué cosa sea la monarquía (cristiana, no la camandulera de ahora), como nada se sabe sobre qué sea la democracia, y de qué forma su autenticidad más excelsa solamente es factible cuando ... van unidas. Según enseña Nuestro Señor en el Evangelio de San Juan (18, 37), "rey" tiene por primer acepción "el que dice la verdad", cuando a la pregunta de Pilato "Luego ¿tú eres rey?", responde afirmativamente, declarando: "para esto nací y para esto vine al mundo, a fin de dar testimonio de la verdad". O sea que, en realidad, un rey es exactamente lo contrario de un político.
Dejemos eso; lo cierto es que la fiesta de estos "reyes católicos" pasó sin pena ni gloria, en el más consciente de los sentidos, por que los figurones oficialistas no quisieron rendirle homenajes a los reyes fundadores de esta América llamada "española", que debería ser llamada "católica", mejor, por que América fué propiedad del rey de Castilla, y no de España, pero donada por la Iglesia católica para su evangelización. Y el agua lustral de América es una grave acusación contra ciertos americanos de hogaño.
Hoy, poco queda de aquel glorioso instante de epopeya, en que se resolvió darle el ser a este nuevo continente, para ordenarlo a la Fe y ponerlo en camino al Cielo; el rezongo revanchista de los indigenistas, una falsificación histórica que huele a marxismo barato a más de 11.000 kilómetros de distancia, la "democratización" del continente, o sea, su agregación acrítica e indiscriminada al pseudo imperio anglosajónprotestante por medios ilegales o simplemente brutales, y la "nueva memoria" que se quisiera imprimir a esta pobre pléyade de
americanos fieles a su Dios, a su Patria y a su origen, son hoy un triste remedo de las pujantes localidades fundadas por Castilla para Dios, durante dos siglos y medio de sacrificios, penurias y grandezas.
Por fin, esta más miserable que injusta "leyenda negra", que de verdad tiene solamente su trayectoria "catostante" (católicos con mentalidad protestante) de menos de un siglo, y que ha terminado de desprestigiar lo que, antaño, era signo de justa distinción.
¡Epa! Usté se equivocó ... el título dice "los reyes catódicos" pero debería ser "los reyes católicos".
Lo uno lleva a lo otro, decía el burro de la noria, y rebuznaba de risa, el muy bestia.
A los reyes, y más cuando son católicos, toca decir la verdad; la superchería moderna ha desplazado a los reyes de verdad, y de LA verdad, reemplazándolos por los ... ¡rayos catódicos!
Esa es la nueva "monarquía" que engaña al mundo, de por sí tan afecto a los engaños que Jesús nos advirtió, era uno de los tres enemigos del alma.
Así que creímos nuestro deber señalar a nuestros sufridos lectores que, a falta de homenaje a los Reyes Católicos, por haber sido fundadores veraces y sacrificados, hoy se debe rendir a los reyes catódicos, que son todo lo contrario, pues propagan la inmundicia de la mentira por todo el orbe, a todo lo que da.
De los 500 años de la muerte de Isabel, por aquí nada de nada. Este mundo rapaz y arrabalero no quiere saber nada de grandes señores, sobre todo si se les debe la vida, o algo del propio ser, al modo en que uno se endeuda con sus padres; vamos, una especie de indolencia frente al 4º Mandamiento de la ley de Dios. Y si eran reyes ¡ni qué decir!
El domingo pasado, festividad de Cristo Rey, innumerables bloggistas se quejaban de la falta de precisión de sus domingueros predicadores para explicarles la reyecía por antonomasia, la de Cristo, sin desacreditarse como sujetos muy, pero muy democráticos ¡sí señó!. Tan poco se entiende qué cosa sea la monarquía (cristiana, no la camandulera de ahora), como nada se sabe sobre qué sea la democracia, y de qué forma su autenticidad más excelsa solamente es factible cuando ... van unidas. Según enseña Nuestro Señor en el Evangelio de San Juan (18, 37), "rey" tiene por primer acepción "el que dice la verdad", cuando a la pregunta de Pilato "Luego ¿tú eres rey?", responde afirmativamente, declarando: "para esto nací y para esto vine al mundo, a fin de dar testimonio de la verdad". O sea que, en realidad, un rey es exactamente lo contrario de un político.
Dejemos eso; lo cierto es que la fiesta de estos "reyes católicos" pasó sin pena ni gloria, en el más consciente de los sentidos, por que los figurones oficialistas no quisieron rendirle homenajes a los reyes fundadores de esta América llamada "española", que debería ser llamada "católica", mejor, por que América fué propiedad del rey de Castilla, y no de España, pero donada por la Iglesia católica para su evangelización. Y el agua lustral de América es una grave acusación contra ciertos americanos de hogaño.
Hoy, poco queda de aquel glorioso instante de epopeya, en que se resolvió darle el ser a este nuevo continente, para ordenarlo a la Fe y ponerlo en camino al Cielo; el rezongo revanchista de los indigenistas, una falsificación histórica que huele a marxismo barato a más de 11.000 kilómetros de distancia, la "democratización" del continente, o sea, su agregación acrítica e indiscriminada al pseudo imperio anglosajónprotestante por medios ilegales o simplemente brutales, y la "nueva memoria" que se quisiera imprimir a esta pobre pléyade de
americanos fieles a su Dios, a su Patria y a su origen, son hoy un triste remedo de las pujantes localidades fundadas por Castilla para Dios, durante dos siglos y medio de sacrificios, penurias y grandezas.
Por fin, esta más miserable que injusta "leyenda negra", que de verdad tiene solamente su trayectoria "catostante" (católicos con mentalidad protestante) de menos de un siglo, y que ha terminado de desprestigiar lo que, antaño, era signo de justa distinción.
¡Epa! Usté se equivocó ... el título dice "los reyes catódicos" pero debería ser "los reyes católicos".
Lo uno lleva a lo otro, decía el burro de la noria, y rebuznaba de risa, el muy bestia.
A los reyes, y más cuando son católicos, toca decir la verdad; la superchería moderna ha desplazado a los reyes de verdad, y de LA verdad, reemplazándolos por los ... ¡rayos catódicos!
Esa es la nueva "monarquía" que engaña al mundo, de por sí tan afecto a los engaños que Jesús nos advirtió, era uno de los tres enemigos del alma.
Así que creímos nuestro deber señalar a nuestros sufridos lectores que, a falta de homenaje a los Reyes Católicos, por haber sido fundadores veraces y sacrificados, hoy se debe rendir a los reyes catódicos, que son todo lo contrario, pues propagan la inmundicia de la mentira por todo el orbe, a todo lo que da.
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