El propio New York Times, sigue publicando la noticia de la supuesta condena por aborto, pero explicando trabajosamente por medio de una nota aclaratoria anexa, de muy reciente factura, que no se trató realmente del hecho de un aborto, sino de una justa condena por el homicidio agravado cometido por la “heroína” del novelón, señora Clímaco, sobre la persona de su hijito recién nacido, al cual asesinó por estrangulación, luego de golpearlo brutalmente.
En ésta misma línea de acciones publicitarias fraudulentas, hemos debido dedicar nosotros algunos comentarios sobre cómo estos casos de homicidios agravados, que se pretende emplear por los grupos abortistas como argumento favorable a su homicida postura, son presentados habitualmente bajo la óptica errónea de una irremediable tensión de “la mujer” (nunca se habla de “madre”) hacia el homicidio de su hijito, tensión que no existiría —dicen— si se permitiese el aborto como liberación de una injusta carga, o directamente falseando los casos de filicidio como si se tratasen de verdaderos abortos, que son reprimidos con brutalidad por la legislación que los trogloditas católicos “latinoamericanos” conservan en pie, tal como hiciera el New York Times en este caso.
Esta noticia es de capital importancia para advertencia de todos aquellos que concurren frecuentemente a las “mesas de diálogo” con los emisarios de Satanás, creyendo todavía que se puede traer a sus mentes alguna iluminación de verdad, si acaso fuera que obrasen de buena fe. El error no puede ser más indignante: Si verdaderamente se quisiera conversar de buena fe sobre estas cuestiones, sería preciso hacerles admitir, como primera y preliminar medida, que se acepta formal y materialmente que el homicidio es un pecado mortal y que el aborto, porque involucra a una persona, también lo es y mucho más grave; y que nunca ningún pecado quedaría justificado por un supuesto “estado de necesidad” que autorizaría a una mujer, a un varón o quien fuera, a matar a un inocente, alegando haber sido ella misma, antes, víctima de cualquier violencia.
No se puede dialogar en términos fraternos con quienes ni siquiera aceptan la sacralidad de la vida humana, o la existencia de principios morales y religiosos anteriores a las razones de mera conveniencia con que ellos presentan la cuestión, que deben respetarse y que ningún legislador tiene derecho a traspasar.
La lucha es ardua y en todo los terrenos: En Chile, luego que el Tribunal Supremo resolviera, en las últimas horas, ordenar que se retire de la circulación la “píldora del día después” por considerarla inconstitucional, la presidente Bachelet anunció que igualmente sería autorizada su distribución por medio de un decreto, desobedeciendo la sentencia dictada. Este tipo de conductas no son casuales, y ha sido definida en una conferencia dictada por una central táctica abortista, como la técnica de los llamados “litigios de alto impacto”, cuya finalidad es desarticular completamente los términos reales de un eventual debate, sin reparar en los medios a emplear, y tergiversarlos modificando el sentido de la controversia:
Nuestra reciedumbre, por lo tanto, debe mostrarse a partir de los mismos principios, que no son claudicables ni, muchísimo menos, negociables, aunque siempre deban explicarse con claridad y suavidad, siguiendo la máxima fortiter in re, suaviter in modo, pues la ira de Dios alcanzará a estos homicidas, y su salvación corre serio peligro. Nuestra tarea es salvar al inocente de las manos dañosas de estos criminales, e intentar convertir el alma de los criminales, por que Dios nos pedirá cuenta también de lo que hicimos por ellos.«Lo que nosotros hicimos primero fue estudiar cuáles eran los términos en que se venía dando el debate. Hicimos un estudio de los archivos de prensa desde el año 1973 para ver cómo los medios de comunicación cubrían el tema. Ahí vimos que el debate siempre era de moral y religión.
Nosotros la cambiamos radicalmente. Tratamos que el aborto siempre fuera visto como un problema de salud pública, derechos humanos y equidad de género.
Desde un primer momento enmarcamos el debate precisamente como una violación al derecho a la vida, a la salud y a la integridad de la mujeres. En Colombia el aborto es la tercera causa de mortalidad materna. Estas estadísticas sólo reflejan las muertes de las mujeres que tienen un aborto complicado. No reflejan las muertes de las mujeres que sí se hubieran salvado, si hubieran podido tener un aborto a tiempo»
Estas tremendas noticias que comentamos, nos advierten sobre lo que nuestros adversarios están dispuestos a llevar a cabo con tal de triunfar; y que no será la honradez intelectual o moral, ni algún otro bien cualquiera, aquello de más elevado que esperan servir.
Y tengamos en cuenta de qué forma los diarios “grandes” y los grupos abortistas tratan a estas dos predilectas víctimas suyas: los hijitos no nacidos, y la Verdad.
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