lunes, 11 de diciembre de 2006

¡Soy católico y masón!

Algunos católicos piensan todavía que es posible mantenerse fieles a la Iglesia y prestar su nombre a la secta masónica. Las advertencias y amonestaciones del pasado —razonan— o carecen de sentido al presente, o ya han sido removidas por el “espíritu” de renovación que soplaría sobre la Iglesia de Cristo desde los años '60, como si la Iglesia fuese un club de fútbol cuya dirigencia tiene facultades omnímodas para modificar el plantel, la formación en la cancha, la doctrina de juego y al director técnico. Nada más alejado de la verdad: la pertenencia a la masonería en cualquier grado o condición que se presente, hace acreedor al fiel católico a la pena de excomunión, por cuanto de pretender recibir la Sagrada Comunión, incurrirá además en sacrilegio. Los documentos que así lo atestiguan los ponemos aquí y aquí, a fin de dejar advertidos a todos aquellos que pudieran estar concernidos. Ningún obispo tiene autoridad para remover estas disposiciones, aunque sí para levantar las penas canónicas que han sido infligidas, según se presente el caso.
Como la veda canónica es más extensa hoy que en el pasado, es deber de los sacerdotes advertir a los fieles (pero mucho más a los infieles) que de prestar su nombre a cualquier asociación que maquine contra la Iglesia, incluídos partidos políticos, ONG's o lo que fuera, la pena será la misma. Y que no debe conformarse el reo de esta pena con pensar que, en su infinita Misericordia, en el extremo de su vida Dios lo salvará, si durante su vida se ha negado a recibir los efectos de esa misma Misericordia hecha sacramentos, y en el momento de la muerte no hace un sincero y profundo acto de arrepentimiento que, de ser posible, debe incluir la Confesión.
Aquellos que estuvieran alcanzados, confíen en los auxilios de Dios Nuestro Señor y en Su Madre Santísima, y abandonen la secta, en la certeza que así dejarán de lado un patente peligro extraordinario para la salvación eterna.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí, es cierto. Soy masón y católico y no me hago ninguna ilusión sobre interpretaciones sobre la pena de excomunión. Por supuesto desde un punto de vista jurídico-canónico. Otra cosa será el debate doctrinal en donde todas las posiciones son argumentables. Pero hoy por hoy todo masón debe tener conciencia de su expulsión eclesiástica.
Pero como la Iglesia Católica es la que me han transmitido mis mayores y la Masonería me exige la creencia en un Dios revelado (lo cual a mí particularmente me es cómodo) sigo perteneciendo a la Iglesa Católica y por supuesto informando de ello con toda naturalidad al párroco. En el momento que me diga que no estoy "en comunión" me marcharé en paz. Y por supuesto sigo poniendo "X" en la casilla de la Iglesia.
Finalmente, por si te interesa, no hay nada en la Doctrina masónica incompatible "como por coma" con el Credo. Que supongo que el último lugar será lo que importe.
Y también una cosa te digo. Las Logias son hoy por hoy (fuera de las Iglesias) el único lugar donde la gente se reune alrededor de Ideales que tienen mucho que ver con el soplo del Espíritu (es muy curioso ver a un "rojo" en lo profano el hambre de transcendencia que se permite tener en una Logia: La suave brisa que el Ritual presente es mucho más contundente que una "evangelización" contundente). También a través de la Masonería se puede llegar a Dios. Te lo aseguro. Lo único es que tu, gracias a la Gracia, vas en 5ª marcha y otros irán/iremos en 3ª. Pero vamos buscando la misma "estación de servicio".
Un abrazo.

Ludovico ben Cidehamete dijo...

Muy querido amigo en Cristo Nuestro Señor:
Con prescindencia de interpretaciones personales e históricas, Ud. sabe COMO CATÓLICO que la Iglesia no ha condenado la asociación a la masonería por causa de criterios mundanos ni pasajeros, sino por el deber que tiene de salvar el alma de sus fieles; con o sin la colaboración de los párrocos, que de ellos no depende la situación en que se encuentra quien es masón, ciertamente. Pero sí depende del párroco hacer la advertencia, que se dirige al alma del hombre, no al contribuyente.
El problema de la masonería sigue siendo su radical incompatibilidad con la doctrina cristiana, en cuanto fomenta, además de otras cuestiones que sería fatigoso explicar aquí (pero si lo pides, lo haré), una tendencia al relativismo religioso y a una equivalencia en toda religión, que no se acercan ni por asomo al deber de latría que tenemos para con Dios. Una cosa es creer en un Dios revelado de cualquier forma, y otra es creer en el Dios, Uno y Trino, que Se reveló a Sí mismo en la Sagrada Escritura.
Si destruyo la posibilidad de creer en la autenticidad de esta REvelación, destruyo la posibilidad concreta del hombre concreto de unirse alguna vez a Dios.
Cuando finiquite esta vida terrenal, no iremos a reunirnos con Buda, Mahoma, Alá, Vishnú, Júpiter Tonante y cualquir otra deidad más o menos semejante a Dios, sino con un Ser real, verdadero, autor y señor de todas las cosas, causa eficiente y final y que entregó a Su Hijo, Dios Él también, para satisfacción de Su Divina Justicia.
¿Es esto igual a todo lo demás? Claro que no, caro amigo. Todo esto no es "argumentable", como dices, y que es un pensamiento que, como católico, te llevará al error religioso.
Y este es, precisamente, uno de los males que infunde la Masonería en el hombre religioso: la confusión del relativismo religioso.
Si Dios existe y se quiere revelar, no es razonable pensar que lo haga de cualquier forma o en mil formas, sino en la más apropiada para ser creído, amado y obedecido, como Diso que es, a fin de facilitar al hombre, caído por el pecado, su retorno al regazo divino.
Por lo tanto, la más incompatible que existe entre la "doctrina masónica" y el Credo, es precisamente ... todo el Credo. ¿Podrías recitarlo íntegro y subscribir todo lo que dices?
Dios te bendiga, te conserve, te muestre su Rostro y la Virgen Bendita ore por tí, "nunc, et in hora mortis nostræ".
Yo también rezaré para esto.
Un abrazo cordial
L. b-C.