vida que en mi muerte estás,
como no sé si vendrás
de luna o de sol vestida,
muriendo estoy en mi vida
viviendo en ti, muerte, estoy;
pues, siendo lo que no soy
y anhelando al que siempre es,
con la inquietud de tus pies,
hacia sus riberas voy.
Tengo contigo una cita
desde siempre, desde Dios;
sólo una señal: adiós
—sobre el corazón escrita—,
es la palabra inaudita
que digo a todas las cosas.
Y cunas, tálamos, fosas
—claro silencio escondido—,
de adioses el pecho herido
dicen adiós a las rosas.
Amén.
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