martes, 27 de marzo de 2007

Los maravillosos candidatos de la partidocracia a la presidencia de Francia

44.500.000 de franceses irán pronto a las sacrosantas urnas para que Francia, elecciones generales mediante, cubra el cargo de la Presidencia de la República; decir que quedará vacante por caducidad del actual mandato, no es agregar gran cosa a la realidad: la función está desocupada hace décadas, aunque hayan existido diversos figurones que ocuparan el cargo; como el inasible Miterrand, el ubicuo Chirac, el masónico Giscard d’Estaing, el inútil Pompidou... Como un castigo a su soberbia y casi con perfecta semejanza a sus hermanas europeas que cuentan con regímenes parlamentarios no presidencialistas, Francia nunca ha tenido un buen presidente, en el sentido de una personalidad destacada por la elevación de sus miras, la serenidad y coherencia de su ejecutoria, o por el ejercicio acrisolado de las virtudes políticas; a lo sumo, han ocupado el sillón algunos vejestorios irrecuperables –e inubicables– de la política pequeña, enana, esa que diariamente desespera a los franceses con más impuestos, más control policial, más invasión extranjera ... y menos Francia.

O bien, se ha recurrido a generales más o menos gloriosos y siempre discutidos, cuando no condenados a muerte luego de entregar su vida al cargo, y cuyo destino final mejor ni recordarlo; porque hasta los propios franceses prefieren olvidar que sus soldados presidentes, equivocados o no, por lo menos se portaron como varones, mientras la partidocracia seguía buscando, luego de halagarlos de manera indecente, la forma de deshacerse de ellos para continuar su adulterio con el mundo.

Como en otras latitudes se mira a la Francia postrevolucionaria como un ejemplo, postura cuya explicación jamás entenderemos claramente por lo auténticos desastres nacionales que la democracia de partidos ha causado al país, al costo de millones de muertos por cada discurso equivocado o malintencionado de sus autoridades, haremos para beneficio de nuestros hermanos franceses y de otras partes del mundo, un breve repaso de sus candidatos. Y se podrá comprobar, con el mismo dolor y rabia que en cualquier otra parte de la tierra, que la partidocracia francesa es igual de obscura, estéril, nefasta y corrupta.

No sin advertir a nuestros lectores que, dado el color casi uniforme de todos los candidatos (gris plomo), no nos hemos tomado siquiera el trabajo de clasificarlos por edad, u ocupación, o antecedentes, o al menos, por orden alfabético, ofrecemos aquí la deplorable lista de candidatos al cargo:

Dominique Voynet, soltera, dos hijos, partido Verde, médica anestesista, 49 años.

Gérard Schivardi, Partido de los Trabajadores, 57 años, casado, 2 hijos, albañil.

Nicolás Sarkozy, 52 años, casado (más o menos), 3 hijos, abogado, licenciado en Ciencias Políticas y Derecho Público. Maestría en derecho privado. UMP (partido de Chirac, la “derecha” liberal y despótica francesa. ¡Bon Dieu!)).

Jean–Marie Le Pen *, licenciado en Derecho y Ciencias Políticas. 79 años, casado, 3 hijos. Por el Frente Nacional.

Frédéric Nihous, 39 años, divorciado y vuelto a casar, 2 hijos. Maestría en derecho público y económico, candidato ruralista.

Ségolène Royal, 53 años, 4 hijos, vive en concubinato con el primer secretario del partido Socilista en Francia; socialista, por supuesto. Licenciada en Derecho y ciencias políticas. Partidaria del aborto, la eutanasia, la homosexualidad ... etcétera.

Arlette Laguiller, 67 años, solterona sin hijos, jubilada bancaria, Lucha Obrera. ¿Qué más decir?

Philippe de Villiers, 58 años, casado, 7 hijos ¡7 hijos en Francia!, Licenciado en derecho y en Ciencias Políticas. Movimiento por Francia, una derecha típicamente liberal conservadora: Obviamente, se lo presenta como la alternativa ante el “nazi” de J-M Le Pen; su bandera de batalla es la “desmusulmanización” de Francia. Algo lento el hombre …

Marie-George Buffet, 57 años, profesora de Historia y Geografía. No se informa sobre estado civil, marido, conviviente, hijos … nada. Partido Comunista en Francia; se presenta como la alternativa antiliberal de la zurda.

François Bayrou, 56, casado, 6 hijos, licenciado en Letras. Un liberal más, pero bien educado, limpito, sin agujeros morales serios a la vista.

Olivier Besançenot, 33 años, concubinario, un hijo, licenciado en Historia, empleado. Extrema izquierda revolucionaria. Y

Joseph (“José”) Bové, 53, divorciado, 2 hijos. Bachillerato (“con mención”), la izquierda delirante y enloquecida: “altermundialismo”: pacificismo, contrario al Servicio militar. Sindicalista rural de izquierda y enemigo de las empresas norteamericanas. Ha sido condenado a penas de cárcel por su actividad política. Él y Le Pen son los únicos candidatos con algo de personalidad; aunque nos parece que la del primero es algo impostada.

Se dice que, de todos ellos, los que más posibilidades tienen de llegar a ocupar la presidencia (¿se llamará “sillón de Robespierre ...”? ¡Qué horror!), son Nicolás Sarkozy, actual ministro de Chirac y que tiene el apoyo de la derecha liberal francesa, y Ségolène Royal, diputada y candidata socialista. Esta mujer —cuya candidatura a la presidencia la presenta el mismo grupo político que llevó a Francia al desastre militar de 1940— es proaborto, contraria al matrimonio, a la organización familiar tradicional y natural, divorcista, y sobre todo, firme defensora de los “matrimonios” de homosexuales, que recientemente han sido declarados ilegales por un Tribunal francés. En su adolescencia, demandó judicialmente a su padre, un coronel del Ejército Francés, por haberse negado a conceder el divorcio a su madre fundado en razones religiosas; y como resultado del proceso, su padre murió en 1981 sin volver a ver nunca más a ninguno de sus ocho hijos, convencidos por su hermanita, la “candidata”, de no visitarlo nunca más. Una joyita, la nena. En la reciente incursión de Israel contra el Líbano, apoyó con disciplina ideológica encomiable las masacres perpetradas por el ejército israelí contra habitantes civiles libaneses. Desde luego, mantiene una posición hipercrítica contra las distintas corrientes políticas que la izquierda denomina unitariamente como “doctrina de la seguridad nacional”; salvo, desde luego, para Estados Unidos, los socialistas e Israel, cuyos crímenes no son materia de discursos y que, como todo buen zurdo sabe, son ángeles caídos del cielo ... (en el cual no creen), o ángeles caídos, nomás.

Por su lado, el actual ministro del Interior, Nicolás Sarkozy, tiene una vida personal poco edificante; es divorciado y vive con una bellísima española descendiente del compositor Isaac Albéniz, varias veces casada y divorciada, con la cual tiene un hijo, de los tres propios.

De los restantes candidatos y al menos por su personalidad, no tanto por sus posibilidades de triunfar, solamente merece alguna mención especial el viejo luchador Jean-Marie Le Pen, un hombre que, desde una perspectiva católica, podríamos identificar con el conservadorismo tradicional o, en el mundo hispano, concomitante con los movimientos llamados nacionalistas, aunque no pueda hacerse de ninguna manera una analogía completa. En todo caso, es una derecha a la francesa, o sea, medio pagana. Individualmente, es lo mejor que ofrece esta elección.

Como consecuencia de todo esto y luego de vencer una cada vez más invencible repugnancia por la democracia liberal, la mejor y más edifiante lectura de estos días que corren, es el excelente artículo de nuestro desconocido amigo CRUZ y FIERRO, en el cual hace un excelente análisis de las perspectivas europeas y de la verdadera encrucijada en que el sostenimiento insensato de un ideal masónico, contrapuesto a su historia, su grandeza, su unidad y su conveniencia, ha puesto a una población de 300.000.000 de personas que ya no le encuentra sentido, siquiera, a su proximidad física ni a la vida política como tal.

Por lo cual, mientras el mundo espera un motu Propio que se demora lo suyo —ansiosa espera en la que participan por igual los militantes de todas las filas imaginables, desde la extrema zurda hasta los que se consideran a la derecha del finado zar Nicolás, y que demuestra claramente cuál es el verdadero camino de la Unidad Europea y en qué debería pensarse primero— un sorprendentemente veloz presidente Chirac, famoso por su asombrosa y congenial lentitud, ha prometido que es in-mi-nen-te (en francés se deletrea de otra forma) la firma de un decreto por medio del cual creará un importantísimo Observatorio nacional de laicidad; sí, así como lo oye. Parece que en Francia o en Europa no existe ningún problema grave (salvo los incendios de autos, la desocupación, la inmigración ilegal, los impuestos, la represión policial ilegal, las algaradas en el Metro, etc.), así que se van a dedicar a vigilar concienzudamente (desde luego que con mucho presupuesto, infinidad de altos funcionarios, senadores, diputados ... etcétera) que en todo el territorio nacional no se expongan signos ni símbolos religiosos en los lugares públicos, como por ejemplo: colegios, escuelas, hospitales, camisetas de fútbol y ... sigua Ud. la cuenta, pues cansa repetir y comentar tanta memez. ¿Que harán con las miles de Iglesias, Catedrales, hospicios, Abadías, Monasterios, y todos los demás tesoros culturales de Francia ...? Tal vez, lo mismo que hicieron sus papaítos revolucionarios en 1792 y en 1871 ¡incendiarlos!

Daría la impresión que Francia se estuviera buscando otro castigo como el de 1939, aquella “sopresa divina” (que dijo un político de aquellos años); sin embargo, con horror vamos comprendiendo que ya ni eso se merece.




* Un amigo, de los de veras, nos advierte que Jean-Maríe Le Pen es divorciado y rejuntado, y lo pugnaz que ha sido siempre contra los hispanoamericanos. Todo esto cierto. Volver


9 comentarios:

Muret dijo...

Estimado Ludovico: Muy bueno el post. Muchas gracias.
Hace tiempo que pienso que en algo Francia está a la cabeza del mundo (por lo menos, tal como está el pobre, una de las tantas cabezas que describe el Apostol), ya que por algo fueron los primeros en darle estructura; codificarla, para decirlo en términos jurídicos.
Y es en esto: Su modelo de partidocracia, con su escuela de formación de políticos, es la mejor para imitar por parte de ¿Estados? modernos que buscan llegar al "primer mundo".
Su ejemplo, sus circunstancias, sus acciones, merecen, me parece, ser estudiadas y ver si son repetidas en otros lados.
¿Puede ser?.
No sé, es una idea. Una vez dijo muy bien que Francia había dado la espalda a su destino y papel en Europa. Me da la impresión que más que dejarlo de lado, bastardeó este destino y le dió un giro de 180°.
Pero son ideas, nada más, intuiciones, y pueden ser macanas.
Un abrazo

El Sacristán dijo...

¿Por qué no De Villiers?
Le Pen me parece muy sospechoso y paganoide.

Anónimo dijo...

No sólo la situación matrimonial de Le Pen es un problema. Ante Radio Courtoisie, dijo que la cuestión del aborto no es un "tema de combate político" y posteriormente dijo a Lawrence Ferrari de "Canal +" que "no [le] parece prioritaria" ni "peligro principal" para Francia. Según informó Marine Le Pen en diciembre del año pasado, la posición oficial del Front Nationale cambió respecto al aborto y ya no modificarán la ley Veil ni la derogarán, sino que la someterán a referéndum. En enero de 2007, alguien del blog Le Salon Beige envió una carta al FN para que se aclarase la postura sobre el aborto, en su respuesta se dijo que la modificación de la ley Veil que propone el FN es probar la necesidad, "tales como los casos de malformación del feto o de enfermedades genéticas, los de violación...". En una entrevista que concedió Jean-Marie Le Pen a Jean-Michel Aphatie en febrero, dijo, respecto al aborto, que "hay que abstenerse de hacer moralismo".

Respecto a de Villiers, tengo la siguiente información: "Philippe Le Jolis de Villiers de Saintignon ("Philippe de Villiers"), *1949 Boulogne (Vendée), es un político vandeano, de familia noble normanda está casado y tiene 7 hijos. De antepasados legitimistas, su padre combatió en Algeria y estuvo aparentemente vinculado a la OAS. Philippe estudió Derecho Público en Nantes y Estudios Políticos en París. Está graduado de la Escuela de la Administración Nacional (ENA) y fue director de gabinete del prefecto de la región Charente-Maritime. En esa época militó en Nouvelle Action Royaliste (rama disidente de Restauration Nationale, sucesora de Action Francaise). Tras la victoria de Mitterrand, renunció como subprefecto de Vendôme (Loir-et-Cher) y, poco después, fue nombrado delegado general de la Cámara Regional de Comercio e Industria de Pays-de-la-Loire. Al tiempo, comienza a dedicarse al periodismo en radio y medios gráficos, y crea una escuela privada de "ciencias de la comunicación". De Villiers tuvo un papel protagónico en la difusión del genocidio vandeano al gran público francés ya desde 1977 con la creación de una serie de recreaciones, teatros, espectáculos de luces, etc. En 1985 se une al Partido Republicano con el que, luego, se suma a la UDF (Unión por la Democracia Francesa), como delegado nacional de medios culturales y relaciones con la juventud. Pero al poco tiempo crea "Combate por los Valores", facción que en 1994 se separa de la UDF y se transforma en el MPF (Movimiento por la Francia) --partido de "derecha soberanista". El MPF, si bien disputa la base electoral al Frente Nacional de Le Pen, suele actuar en coalición con la UMP de Chirac (Unión por un Movimiento Popular) y con la UDF, al menos a nivel local y regional, donde ha tenido mayor éxito, y en el Parlamento. En La Vendée, donde de Villiers ha tenido más éxito, el MPF actúa en una coalición llamada Unión por la Vendée. De Villiers se declara católico tradicionalista. Si bien se dice republicano (en Francia rechazar la República es quedar marginado del sistema electoral), es llamado "marqués de Villiers" por sus seguidores, muchos de ellos monárquicos. Si no recuerdo mal, durante el gobierno del MPF en la Vendée, la región adoptó los Sagrados Corazones como símbolo. Desde 2001 muchos ex-FN se han pasado al MPF, el caso más claro es el de Guillaume Peltier, número 2 del MPF y ex director nacional del Frente Nacional de la Juventud (rama juvenil del FN). Algunos lepenistas han acusado reiteradamente al MPF de liberal y a de Villiers de ser quinta columna de los partidos del sistema entre los nacionalistas. Pero el hecho es que el MPF no sólo ha "robado" votos al FN (generalmente sectores en desacuerdo con el estilo Le Pen y con ciertos elementos indeseables que rodean al FN), sino también a la "derecha liberal" (UDF, UMP, etc.). [Wikipedia y apuntes míos.]". Por su lado, de Villiers y Peltier han debido dar concesiones a lo políticamente correcto como el caso de la "soupe de cochon" (sopa de cerdo) para los indigentes musulmanes.

En fin, las cosas no son simples en Gabacholandia.

Anónimo dijo...

Algunas cosas más sobre de Villiers que me comentan amigos. Fue durante años asistente de la Cité Catholique y sus continuadoras. Como diputado fue uno de los poquísimos que siempre ha votado en forma consecuente contra leyes anti-vida (incluso fue el único que se opuso a la píldora del día después). En el Parlamento Europeo, donde tiene representación, se lo considera por sus enemigos como el único representante francés de la "causa católica" -cosa que no pasa con los lepenistas.

Ludovico ben Cidehamete dijo...

Los (siempre) excelentes comentarios de Cruz y Fierro ilustran mucho mejor las posturas de los candidatos, que cuanto este modesto cronista pudiera agregar.
A mi entender, la prosapia de de Villiers debería encolumnarlo como principal gestor del movimiento realista, en lugar de prestarse a la farsa partidocrática. No es de ningún modo una crítica, o un ocultamiento de lo bueno que sin duda hace, sino un lamento por lo que no es. Le Pen es un paganote, y encim francés y eso es un hecho incontestable; pero tiene un sentimiento patriótico (equivocado pero admirable) semejante al de los soldados del 1er. Imperio. Los demás NO HABLAN de tales cosas.
El programa de de Villiers ofrece muchos flancos al análisis desde una perspectiva católica, que no permiten asociarse demasiado de cerca a su posición, como por ejemplo, la que su movimiento ha asumido con relación a las cuestiones del Medio Oriente, decididamente pro yanki y pro israelita, como puede leerse aquí, y prescindente de todo espíritu de justicia y sana crítica. No obstante, sus slogans antiimpuestos, antiaborto y antihomosexuales son bien definifidos y, como corresponde destacar y lo honra, forman el "plexo" principal de su camapaña.
Por estas razones no lo puse a la cabeza de ninguna preferencia; pero me parece que tampoco puse a nadie más ...
Cordialísimos saludos a mis corresponsales en este Domingo de Ramos.
L. b-C.

El Sacristán dijo...

Pero Don Ludovico, me parece que sí puso a alguien en la cabeza de las preferencias:

"Jean-Marie Le Pen, un hombre que, desde una perspectiva católica, podríamos identificar con el conservadorismo tradicional (...) En todo caso, es una derecha a la francesa, o sea, medio pagana. Individualmente, es lo mejor que ofrece esta elección."

Don LePe será patriota como un granadero del Primer Imperio. Pero experiencias bastante negativas con los soldados del Primer Imperio tuvieron, por mencionar un ejemplo, el Papa y el Pueblo español.

Ludovico ben Cidehamete dijo...

Querido Sacristán:
Si pareció una preferencia la redaccción que Ud. menciona, me retracto, pues no fue mi intención preferir a Le Pen. Dije, y sigo pensando, que representaba la derecha pagana francesa (que no siendo nada bueno, es menos malo que la "derecha" o la zurda a secas) y algo que el catolicismo tradicional podría encontrar semejante al conservadorismo (no la Tradición, ojo) "tradicional"; algo así como un republicano francés (¡que es lo que es!).
No me gusta el Imperio de Napoleón, aunque me eche agua bendita Hillaire Belloc, que tanto lo ama; pero comprendo por qué le gustó a Belloc y eso es lo que destaco aquí.
Poner preso un Papa e invadir un reino amigo son cosas que esa Francia habrá pagado y le habrá sido perdonado, o no; pero no quita la admiración (sí, amigo: pagana) que el coraje, el empeño y la vida de milica nos suscita. No se tome como un ideal, que no lo es.
Y por eso, individualmente, veo en Le Pen la mejor oferta política en las próximas elecciones francesas; pero le repito: como conjunto de posibilidades, no me parece más que un grupúsculo de sujetos de escasa valía y nula capacidad política.
Si esto dicho así, parece una preferencia, le agrego que si yo fuera francés, votaría en blanco ... un francés del Río de la Plata, pues los franceses no votan en blanco.
Lo malo no son solamente los candidatos; es el sistema en sí mismo, que no posee aptitud para exaltar a ningún hombre virtuoso hacia las cumbres de la política, por lo cual el poder queda invariablemente en manos de alguno de los enanos de turno.
Para Santo Tomás, que tomó como modelo el gobierno teocrático de Moisés en el desierto del Sinaí, el mejor régimen es el mixto: monarquía (hereditaria dice él) en la cabeza, aristocracia en los cuerpos intermedios y democracia en las bases ¿Cómo se traduce esta fórmula en sistema político?
Ahor no importa, por que ni Ud. ni yo lograríamos imponerlo; pero sí podemos afirmar que lo que se vota en Francia, en Italia, en Brasil o Chile, no es ni remotamente semejante al régimen perfecto, sino más bien todo lo contrario. Es decir, un sistema que, espcialmente, aleja cuanto sea humanamente posible las probabilidades de tener buenos gobernantes, y parejamente, atrae todos los insectos que rondan, como los bichos a la luz, sin el proverbial sapo que nos libre ...
Ud. me ecomprende.
Pues ese era el sentido de la entrada.
Cordiales saludos
L. b-C.

El Sacristán dijo...

¿Y por qué no De Villiers, insisto?

Ludovico ben Cidehamete dijo...

Querido Sacristán:
Es Ud. insistente, como el nombre de su oficio hacía presumible ...
Bromas aparte, le diré que tengo reparos contra de Villiers, que ya he expuesto: el 1º: Es republicano y de maneras republicanas (si se comprende lo que quiero decir; si no, ahora y abajo me explico más), en donde "república" es sinónimo de "revolución", y no de gobierno de hombres prudentes. A la historia me remito: el último general presidente de la República que, siendo de ideas monárquicas, no pudo parar a la Masonería fué el egregio Mac Mahon, un hombre bueno y asombrosamente estéril en materia política, pese a haber logrado detener la Comuna de París de 1871.
Pero una cosa es manejar bien los fusiles y los sables, y otra bien diversa, enfrentar a los obscuros poderes mundiales desde un sistema esencialmente inestable, que impide a los buenos hacer el Bien, y que favorece a los malos hacer el mal. ¿Por qué no restauró la monarquía, aunque fuera en cabeza de un orate ...? Por que no se atrevió. Por que creyó esa estupidez asombrosa de que "el mundo gira hacia la izquierda" (lo cual además de tonto, es falso), y por que como todo hombre de nuestro tiempo, creyó que la izquierda y la república son inevitables.
En 2º lugar, no veo conveniente que exista un candidato "católico" para gobernar en un medio tan hostil y anticatólico como es la política "democrática" europea, donde solamente un miembro del sistema podría alcanzar algún éxito en cualquier renglón. Un católico democrático no tiene otra posibilidad que hacer los papelones y los actos que los políticos jamás harían por sí mismos, para no ser "antidemocráticos"; por ejemplo, reprimir con mano dura las diversas perversiones que acechan a la comunidad política y luego cargar con el costo (junto con la Religión, por supuesto), pero no con el beneficio. Nuestro admirable Juan María Bordaberry es un caso ejemplar de lo que le digo: enfrentó y derrotó la guerrilla marxista, cerró un congreso cómplice, y luego ... luego fue abandonado por antidemocrático, y ahora está preso, por católico.
Por lo tanto, si hay presidentes católicos, que lo hagan a fondo, plenamente, sin ser funcionales a un sistema perverso, sino restaurando todo el orden tradicional. Si es que saben cómo hacerlo.
En 3º lugar, de Villiers es, para mi gusto, demasiado pro yanki, o sea, admira a la Revolución permanente hecha empresa lucrativa e imperio de 4ª categoría; y yo no, por que para eso, me quedo con Napoleón (si tuviera que elegir, que no tengo) que al menos era bautizado y murió casi como un santo. Existe la convicción (fomentada desde la usinas de pensamiento lineal y único) que este mundo es Yankilandia o el vacío. De Villiers, por algunas de sus posturas y discursos, así como por ciertas declaraciones de su movimiento, me da la impresión de ser poco apegado a un orden tradicional y demasiado dependiente de la concepción "derechista" del mundo, que no es justamente la católica.
Como además de católico soy viejo, no me convencen los meros discursos apasionados ni las buenas intenciones, si no están acompañados de sentido común político y una razonable disposición a no digerir acríticamente cualquier insensatez moderna. Que por desgracia, como veo por su postura frente a los casos Irak, Israel e Irán (las tres "íes" del final...), no es el caso de Villiers.
Está bien que haya votado contra las leyes homicidas; pero ¿eso es suficiente? Le propongo otro caso: ¿Es admirable el rey Balduino, que aceptó seguir siendo rey de Bélgica después del sainete organizado por los políticos para que no tuviera que promulgar la ley del aborto? Me parece un caso lamentable. No digo que de Villiers sea así, pero mantenerse en un sistema como el que sostiene la perversión moderna y pretender seguir inmaculado, es imposible.
Hubiese sido preferible dejar a Bélgica sin rey, antes que con aborto.
Ése es el problema moderno (y admito que es un problema difícil): La mediocridad como modo de vida; no existen actitudes heroicas hace como 60 años, cuando el mundo asesinó el heroísmo así como así y promulgó la superficialidad, el mito, la mentira y el imperio del idealismo masónico.
La "muestra" que tiene el mundo para exhibir, es EE.UU. Y una cosa es ir de visita o pedirles algunos favores, y otra bien distinta, digerirse el pescado podrido. Hacer una ideología de un mito nacional, es una pavada, y es antifrancés, por más que digan lo que quieran.
¡Ah, si viviera de Gaulle! Cualquier día le iban a vender esta "política" de garrote a plazo fijo; era un golfo con todas las letras, pero no masticaba vidrio... y era muy francés. DE hecho, mientras él gobernó, EE. UU. no se digirió Europa como ahora (aunque las malas lenguas dicen que es al revés).
A ver si, con un poco de Dios y ayuda, le puedo redondear la idea: De Villiers es un católico, no hay duda, pero como político, me deja la impresión de ser excesivamente democrático y poco católico. Acepta con demasiada facilidad las reglas básicas de un sistema que es, por esencia, anticristiano, en un país que, o es el centro de la Cristiandad, o es una cloaca de homicidas.
Así pues, estimadísimo Sacristán, mi elección no es por de Villiers ... ni por LePen.
Y llegado el caso, por ninguno.
Felices Pascuas de Resurrección.
L. b-C.