martes, 31 de marzo de 2020

Dios en Buenos Aires

Nos informa Paco Pepe desde su “aislamiento social” que a partir de una iniciativa del Cardenal Primado de nuestro querido vecino Oriental, el Uruguay, los párrocos han salido a las puertas de sus Iglesias llevando respetuosamente, como es debido, al Santísimo Sacramento en procesión, para bendecir a toda la población. Realmente un acto católico; inesperado por su procedencia insólita y angustiosamente anhelado donde sigue faltando y era razonable esperarlo.

El ejemplo lo ha dado el recién estrenado cardenal Daniel Sturla, un salesiano a quien el papa Francisco acaba de designar como arzobispo de Montevideo, a principiosde este año.

Sabemos que en otros lugares de América católica, como Panamá, hechos semejantes se han verificado. En ciertos sitios de la Argentina también... pero a escondidas de los, en general, inhallables antístites.

¿Le costaría mucho al Cardenal arzobispo de Buenos Aires montarse a un carro de Bomberos —que no dudamos este Honorable Cuerpo le facilitaría sin ninguna dificultad, si de ellos dependiese...— o a un helicóptero acondicionado a tal fin, con la Custodia y el Santísimo Sacramento y recorrer los 100 barrios porteños, bendiciéndolos...?

No es cosa tan dificultosa ni atentatoria contra ningún dogma liberal; al contrario, el Concordato entre la Santa Sede y la Argentina de 1966 garantiza a la Iglesia Católica la perfecta libertad de culto y una jurisdicción amplia y libre en el ejercicio de su misión. Lo cual significa, en pocas palabras, que el Gobierno no puede legislar nada sobre los actos públicos de culto, porque no tiene competencia. No creemos que a ningún gobierno impío le importe un bledo esta o cualesquier otra legislación sobre los derechos del pueblo, visto que el único respetable y prevalenciente es el propio de imponer despóticamente lo que se les dé la real gana. Hasta eso de sacar a Dios de Buenos Aires podría haber sido un acto fallido o, si se prefiere, una profecía... Pero esa es otra historia.

De momento, esta ciudad anhela adorar a Su Salvador en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad y, como corolario, poder recibir en Pascua la absolución sacramental y, desde luego, la Santa Comunión.

Su Eminencia tiene la palabra:



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Se comenta mucho que la orden de mantener el culto suspendido viene directamente de la congregación para el Culto Divino de Roma. O sea que es una orden de Bergoglio.

Ludovico ben Cidehamete dijo...

Así parece estimado lector.