miércoles, 25 de marzo de 2020

Auxilios celestiales

Cierto día del mes de Julio del año 2018, un Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires tomó una decisión que dejó perplejos y enojados a todos los zurdos que habitualmente lo rodean, lo alimentan, lo defienden y justifican sus peores fechorías (que no han sido pocas).

El hombre no tuvo mejor idea que consagrar su Gobierno, su persona y la Ciudad que gobernaba al Sagrado Corazón de Jesús, en presencia del Arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, del Regimiento de Patricios de Buenos Aires y numerosa concurrencia allí presente.

El berrinche que se agarraron todos los zurdos del país fue monumental.

Y la críticas más ácidas estuvieron dirigidas contra la Iglesia y no nada de reproches contra este Jefe de Gobierno. Era previsible. Como hemos adelantado en nuestra entrada anterior, esta reacción no es racional: Quien no tenga fe o practique una religión distinta o no practique ninguna, no tiene motivo para sentirse agraviado, por que esta Consagración no significará nada para él. Pero si su religión es el anticatolicismo, entendemos mucho mejor aquellos enojos, ahora olvidados.

Pero el hecho ha permanecido tal cual se lo hiciera; y creemos que Dios no lo echará de lado, porque cualquiera que hubiese podido ser la causa que movió al autor de esta Consagración, a la hora de su efecto no tiene relevancia de ninguna especie, dado que las autoridades públicas manifiestan sus acciones de forma exterior y objetiva por razón de su oficio público sin importar su interés particular, fuera éste coincidente o no y, por lo mismo, con prescindencia de sus intenciones. En todo caso sus intenciones íntimas militarán decisivamente en su virtud personal, a no dudar, si hubiese ido en ellas su conformidad con el acto exterior. No obstante, no gobiernan por un derecho propio sino por delegación del Cielo, como recordase Jesús a Pilato en tremendas circunstancias, sin que el Gobernador de Judea pudiese impugnar lo que acababa de oir ni, tal vez, lo comprendiese demasiado. Por lo tanto, esos actos son plenamente eficaces en el sentido declarado, exteriorizado, con exclusión de toda otra consideración.

De manera que Buenos Aires, ciudad que lleva el nombre de la Bendita Madre de Dios y habiéndose invocado para ese acto el auxilio el Corazón Inmaculado de María, tal como lo indicara el Jefe de Gobierno, ha quedado consagrada al Corazón Sacratísimo de Jesús.

Eso es inapelable.

Ánimo pues; esta batalla se está librando en este preciso momento entre las potencias infernales y el Rey del Universo; y estamos del lado vencedor.

3 comentarios:

gabriel dijo...

Buenísimo....
no sabemos si esta persona que hoy gobierna nuestra querida ciudad,hizo esta Consagración,de verdad, pero lo que si sabemos es que Nuestro Señor se la tomó enserio...Agarrate Catalina

Unknown dijo...

Ojalá que haya sido consagrada realmente. Lo que llama la atención que haya partido justamente de la capital del orgullo gay, union parejas homosexuales etc.

Ludovico ben Cidehamete dijo...

Aprecidos lectores: Dios escribe derecho sobre renglones torcidos. Aunque estén muy torcidos.