martes, 3 de abril de 2007

Martes Santo

Ojos muertos que miráis
con mirar indescriptible
y con fuerza irresistible
atraéis y cautiváis,
¿por qué, si muertos estáis
tenéis tan viva expresión
que así turbáis mi razón
trocando vuestras miradas
en dos punzantes espadas
que parten mi corazón?

Al veros, ojos pidadosos
todo mi ser se conmueve
¿Quién a miraros se atreve
sin llorar, ojos llorosos?
Me cautiváis, amorosos,
me reprendéis justicieros,
inspiráis dolor y calma,
sois tiernos y sois severos,
y las borrascas del alma
enfrenáis sólo con veros.

¡Ah! Permitid ojos píos,
ojos que sois el encanto
del cielo, que con mi llanto
borre mis locos desvíos;
bebí en cenagosos ríos
aguas de ponzoña llenas
que, al infiltrarse en mis venas
causaron fiebres ardientes.
¡Cómo olvidé que érais fuentes,
de aguas dulces y serenas!

Amen

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta mucho ésa poesía

Anónimo dijo...

Cristo nos ama con la mirada...
¿Cidehamete es Sebastián Randle?

Anónimo dijo...

No creo que el anónimo Cidehamete confiese su identidad a un anónimo total