lunes, 25 de mayo de 2020

Día de la Patria

El 25 de mayo es una de las dos fechas nacionales argentinas. Es habitual el saludo “¡Feliz día de la Patria!” intercambiado entre personas de patriotismo reconocido o acendrado; que no es casi ninguna de las ocupan, al presente, posiciones de las llamadas de “pública espectabilidad”. Diríase más bien lo contrario; porque lo que la Patria significa en la Argentina ha sido desplazado en la idiosincrasia de esta chusma políticocircenseconómica por la distopía, de momento triunfante, de un mundo de prisioneros y esclavos al servicio de los políticos y los ricos enragés. Lo más lejos posible de la Patria soñada por los argentinos.

Por lo tanto, decir ahora “Feliz día de la Patria” sería un contrasentido, mientras la nuestra continúe secuestrada por una banda universal de atrevidos ladrones y masoncetes de tarima y pizarrón que han ocupado, patética y prácticamente, todos los países católicos del mundo. Es llamativo que el país, la Patria, con la cual se han ensañado más particularmente sea la Argentina, que es la que sufre el confinamiento ilegal más extenso en la geografía y en el tiempo, y el más duro de todos los existentes, la que tiene las autoridades civiles y religiosas más furiosamente provirus, es decir, antiargentinas, pese a la existencia de las ya, ahora, innegables evidencias de la inmensa mentira urdida para generar este encierro. Las evidencias son los casos del país vecino, Uruguay, en el cual no ha sucedido ninguna catástrofe sanitaria de ninguna especie, pese a no haber dispuesto el confinamiento obligatorio y policial de todos sus habitantes —algo así como el 8% del total de la Argentina— como mandaba la OMS. Parece que en Europa, este ejemplar sitial lo ocupa Suecia, para probar a los europeos que los encierros obligatorios no son la solución.

En la Argentina, la debacle económica no se ha hecho esperar y el gobierno de ocupación ha demostrado su sinigual indiferencia por la suerte, real y nada ficticia, de millones de familias argentinas condenadas a la pobreza, a la desesperación y a la locura de un futuro incierto que, seguramente, no merecían ni buscaban. El punto de mira no es el drama de estas clases; ni tampoco salud que, fracamente, está muy, pero muy lejos de ser una causa real, por mil razones que ya hemos explicado aquí y las que suplirá el innegable ingenio nacional, además de la más evidente de todas, que es la desproporción absoluta entre la finalidad declarada y los medios arbitrados, se está detrozando una entera clase social —acaso la más laboriosa y materialmente útil de todas ellas, siendo que todas son indispensables al tejido social— con la vergonzosa colaboración de los servicios policiales del estado, que durante mucho tiempo han alardeado de una supuesta vocación de servicio ciudadana, para revelarse ahora lo que en realidad son. Por lo demás, los números de supuestas víctimas no cierran por ningún lado; el cacareado momento de expansión siniestra de la ola de contagios nunca ha llegado. Los muertos previstos y anunciados a voces sin cuento, no aparecen y, aún, se sospecha seriamente que muchos de los contados como víctimas del siniestro e inubicable virus, son en realidad meras víctimas de sus miserias humanas como la edad, o las enfermedades de cualquier clase. Es decir, han sido la muerte común de gente común, pero utilizada para aterrorizar a sus semejantes sobrevivientes... para exhibirlos como perrillos falderos con bozal; o barbijo, que para el caso, es el símbolo del aherrojamiento tanto lo uno como el otro.

Estadísticamente, en la Argentina hay unas 930 defunciones por día, o poco más. Es la tasa normal de decesos, según índices de hace más de dos años, que es lo último que disponemos. El total de las supuestas víctimas de esta pandemia (que no es), no llega ni a la mitad de las muertes diarias en tiempos de absoluta normalidad —aunque muchos hayan olvidado que el único destino cierto y normal del hombre, es la muerte— luego de más de 65 días de confinamiento absoluto, forzado, enfermante, enfermizo y obligatorio. ¿Éxito de la política sanitaria o fenomenal engaño....? En el día de la Patria, respóndase el lector esta pregunta ¡Viva la Patria!

Íbamos a cerrar esta entrada con ese grito que empaña nuestras gargantas. Pero nos pareció incompleto. Le faltaban dos cosas, o una sola, decisiva. Durante muchos años, la izquierda se ha ido apropiando de nuestras banderas, las del patriotismo católico argentino, que llamamos nacionalismo, para hacerlas suyas y lucrar con su fementida defensa. Que no obstante reconocemos, en algunos pocos, ha podido ser sincera. No más. Hoy continuamos, reasumimos nuestra defensa de las libertades cívicas como un rasgo indeclinable de nuestro patriotismo y de nuestra catolicidad. La única intolerancia la dedicamos al Estado opresor, maligno y enemigo de Dios y la Patria; y a los taimados que lo apoyan o consienten. Y como prueba del sentimiento que nos embarga, y como ha sido siempre nuestro gusto ilustrar nuestras entradas con alguna imagen alegórica, dejamos puesta al medio de nuestra entrada una dellas; triste por cierto, pero pletórica del tremendo realismo y la veracidad indisputada que nos exige la Verdad. Es que allí se ve cómo nos roban la Patria y a la Religión, todo a una.

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