El día de ayer, la Oficina de Prensa del Arzobispado de Buenos Aires, por medio y con la fima del señor Presbítero Gustavo Boquin, dio a publicidad el siguiente escueto comunicado:
«Le queremos aclarar que el día 29 de enero las Madres de Plaza de Mayo que ingresaron a la Catedral de Buenos Aires, permanecieron en el templo por seis horas y no realizaron ningún acto que amerite la calificación de profanación. Atentamente, Pbro. Gustavo L. Boquin»
El comunicado, parco hasta la sencilla y profana escasez, calla varias cuestiones que, así, quedarían admitidas como contrapartida de un silencio ahora del todo inexcusable; la primera cuestión es si el suscinto anuncio ha sido emitido por orden del señor Cardenal Arzobispo; y la segunda, muy particularmente interesante, si el hecho que muchos han calificado como profanación ha tenido lugar o no. Simplemente, dice lo que se lee: que los hechos y actos allí desarrollados por las intrusas no merece el calificativo de profanación.
Ya indicamos, dos entradas atrás que, como para la ley canónica dicha calificación corre por cuenta exclusiva de la autoridad local, aunque un acto sea por sí mismo aberrante, si el ordinario no lo reputa de esa forma, no se considerará delito de profanación.
Valga destacar, pues, que el comunicado no niega los hechos tan profusamente difundidos y cada vez más malolientes, limitándose a exponer la calificación que el hecho merece a su firmante; quien —reiteramos— no deja en claro bajo qué autoridad lo hace.
1 comentario:
Estimado Último Alcázar:
En rigor a la verdad, la Cerda Madre y sus "secuásas" -acompañada por el parricida abogado-, depositaron sus deposiciones. No hicieron falta desmentidas ni dimes ni diretes por parte del Episcopado ni de vocero alguno de Judas B., el olor fue más que suficiente...
En Xto.,
Publicar un comentario