miércoles, 16 de mayo de 2007

El Motu Proprio, Castrillón y la virtud cristiana de la paciencia

Junto a una interesante intervención del cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos ante el CELAM, y referido a la misma cuestión, anda rondando por la web un texto recordatorio de la homilía inaugural del papado de S. S. Benedicto XVI, proseguido de una interrogación sobre si no será el caso que el Papa reinante haya cedido ante aquel tan temido temor a los lobos, que tanta preocupación le causara:


«Una de las características fundamentales del pastor debe ser amar a los hombres que le han sido confiados, tal como ama Cristo, a cuyo servicio está. “Apacienta mis ovejas”, dice Cristo a Pedro, y también a mí, en este momento. Apacentar quiere decir amar, y amar quiere decir también estar dispuestos a sufrir. Amar significa dar el verdadero bien a las ovejas, el alimento de la verdad de Dios, de la palabra de Dios; el alimento de su presencia, que él nos da en el Santísimo Sacramento. Queridos amigos, en este momento sólo puedo decir: rogad por mí, para que aprenda a amar cada vez más al Señor. Rogad por mí, para que aprenda a querer cada vez más a su rebaño, a vosotros, a la Santa Iglesia, a cada uno de vosotros, tanto personal como comunitariamente. Rogad por mí, para que, por miedo, no huya ante los lobos. Roguemos unos por otros para que sea el Señor quien nos lleve y nosotros aprendamos a llevarnos unos a otros».

El Cardenal ha expuesto sus juicios y opiniones a propósito de las funciones de la Comisión Ecclesia Dei, que él preside y que, aunque no sean enfoques históricamente completos y se haya dejado al márgen el caso de los centenares de miles, o acaso millones, de fieles que, sintiéndose asociados a las formas litúrgicas anteriores a 1969, no participaron ni ingresaron al movimiento religioso de monseñor Marcel Lefebvre, deja en claro varias cosas de elevado interés, dignas de estudiarse por separado.

Primeramente —y citando al pie de la letra al cardenal— afírmase que el «Santo Padre tiene la intención de extender a toda la Iglesia latina la posibilidad de celebrar la Santa Misa y los Sacramentos según los libros litúrgicos promulgados por el Beato Juan XXIII en 1962. Por esta liturgia, que nunca fue abolida, y que, como hemos dicho, es considerada un tesoro, existe hoy un nuevo y renovado interés y, también por esta razón el Santo Padre piensa que ha llegado el tiempo de facilitar, como lo había querido la primera Comisión Cardenalicia en 1986, el acceso a esta liturgia haciendo de ella una forma extraordinaria del único rito Romano».

Quedan así, fuera de toda duda las siguientes cuestiones: a) la existencia del famoso y demorado Motu Propio liberando el uso del Misal Tradicional; b) el dictamen de la Comisión de Cardenales de 1986, que indicara la vigencia del Rito Tradicional latino y la imposibilidad de su derogación y supresión de hecho, según dejara traslucir un reportaje al cardenal Alfons Stickler de hace unos años; y finalmente, c) ¡que el Motu Proprio sería un acto innecesario!

Efectivamente si, como indica el cardenal Castrillón Hoyos, Su Santidad es de la misma opinión, respecto a la vigencia de la Misa Tradicional, que manifestase la Comisión que él mismo, siendo aún cardenal Joseph Ratzinger, integrara en 1986, resultaría al menos curioso que ahora considerase necesaria una norma jurídica más actual, para dar renovado vigor jurídico a una Bula que jamás lo ha perdido.

Advierte el disertante que ello no implicaría un retroceso a los tiempos anteriores a 1970; lo cual sería, además de ontológicamente imposible, una temida consecuencia que, en principio, en nada estaría emparentada con la posible restauración del uso de la Santa Misa Tradicional, pues él mismo lo llama, con discutible precisión, “una forma extraordinaria” del único Rito latino; pero la asociación de ideas del Cardenal —según parece— denuncia más una excusa no pedida, un pensamiento recurrente pero retenido, que una verdad necesitada de explanación pública. El proclamado carácter irrevocable de la “reforma litúrgica conciliar”, fuera de suscitar renovadas dudas jamás aclaradas, pues en ningún texto expreso del Concilio se mencionó la inmensa cantidad de innovaciones puestas en vigor en 1969 (sin contar la reforma conciliar de 1965, que dejó el Misal Tradicional intacto, aunque recitándose algunas partes en castellano y dándose vuelta el altar; o mejor dicho, al celebrante), refuerza la hipótesis de quienes piensan que, a poco de liberarse la ahora embargada Misa Tradicional, es probable que el Ritual inaugurado por Paulo VI caiga rápidamente en desuetudo por gravitación propia, es decir, por su intrínseca aridez, que le impide mantenerse intacto con el transcurso del tiempo y, sobre todo, la verificable imposibilidad formal de transmitir el Misterio Eucarístico al pueblo fiel, con una mínima precisión. Siempre que, antes, no caiga deshecho por los incontables abusos que periódicamente la Santa Sede se ve forzada a denunciar y corregir.

Sin duda, el Cardenal abriga las mismas dudas, que antes que él muchos estudiosos de la Liturgia han expresado sospechando si acaso no veremos consumirse el Rito de 1969, a causa de la fortaleza inaudita que ha mantenido vivo el que ahora se restauraría, y la suerte que correría la Misa de Paulo VI si fuese optativa frente al Rito Tradicional. Y eso lo prueban con las periódicas intervenciones de la Santa Sede en su defensa, lo que no ocurrió casi nunca con el Rito Tradicional, que manifiestan que el Rito nuevo no está definitivamente logrado, motivo por el cual está sumido en un mar de innovaciones de nunca acabar, y de las correlativas reacciones vaticanas, de nunca arreglar nada. Y esto mismo, el abuso, la inestabilidad y su aridez intrínseca, lo harían perecer por sí sólo y por la fuerza arrolladora de la Liturgia Restituta. Pensamos que el cardenal, con picardía, ha dejado tranquilos a aquellos partidarios a ultranza de la reforma de 1969, garantizándoles que jurídicamente ésta no peligra, pero sin dejar de anotar ante su selecto público de obispos, la preferencia de que goza, en números contantes y sonantes, la Liturgia tradicional. Que si el cálculo no falla, trepan los contabilizados a un buen millón y medio de fieles.

La decisión papal

Se nos ocurre que es preciso distinguir entre el temor a los lobos, que andan siempre rondando la Silla de Pedro, mordisqueando sus patas con la esperanza de verla mostrenca algún día, del otro peligro concomitante, como lo es espantar a la ovejas que han sido corrompidas o engañadas, de una manera u otra, por los lobos.

Siguiendo a Aristóteles (Política, II, c. 5), ya Santo Tomás de Aquino advertía, en S. Th. I IIæ,q. 97, art. 2, contra las violentas modificaciones en la ley, que causan desconcierto, perplejidad y no pocas veces, violentas reacciones. Aunque es cierto que el sayo le cae como de sastrería al caso de la imposición del Novus Ordo de 1969, repetir aquella experiencia, aunque sea para desfacer un serio entuerto y cancelar, de una buena vez, la proscripción de hecho que pesa sobre la Santa Misa tradicional y, con ello, recuperar una inapreciable paz y armonía para una considerable porción de fieles —no decimos recuperarlos para la Iglesia, dentro de la cual ya están— es cuestión prudencial que, a Dios gracias, no nos toca juzgar a nosotros. Aunque sí comprenderla. Sobre todo, cuando de cuestiones litúrgicas se trata por que, como enseñara Pío XII: La Liturgia de la Iglesia no engendra la fe católica, sino más bien es una consecuencia de la misma, y los sagrados ritos del culto dimanan de la fe, como un fruto del árbol (Munificentissimus Deus, A.A.S. 1950,760); enseñanza reiterada en Mediator Dei, nº 32.

A ninguna persona de buen juicio se le ocultan las pesadas amenazas de cisma que se ciernen sobre la Sede Apostólica (y entiéndase bien que no nos estamos refiriendo de ningún modo a los miembros de cualquier jerarquía de la Fraternidad San Pío X), a propósito de esta controvertida cuestión; que ha estallado, inclusive, en insolentes reclamos provenientes de aquellos mismos que, por su legítima condición apostólica, su antigüedad en la fe y su privilegiada situación de primogénitos en el Bautismo, debían con mayor razón adherirse a sus promesas lustrales y comprometer su fidelidad sin obscuro cálculo ni penoso retorcimiento.

A esta altura, ya es indudable que el Papa confía más en la solidez de la fe y la paciencia de quienes esperamos resignada y sumisamente la liberalización de la Misa Tradicional —posición que incluye a quienes el cardenal Castrillón llama autores de actos cismáticos—, en quienes ve fortalecida, por lo menos, la virtud de la perseverancia, que en aquellos otros revoltosos que amenazan con mandarse mudar de la Iglesia no bien su presente capricho (sulfuroso capricho, diríamos) quede inconsiderado. La tribulación siempre ha sido un signo que Dios permite en sus elegidos.

No se trata de efugios atrayentes, pero falsos, destinados a allegarse fuerzas para superar esta frustración creada por una espera confusa y continuada, sino de comprender, como solamente algunos pueden hacerlo, la profunda lucha sobrenatural que el retorno glorioso de la Misa Tradicional significa, como adventicio anuncio del Otro Retorno, del cual nadie desespera, pese al clamor, todavía en expectativa, por la Segunda Venida.

Aunque siempre hemos estado ansiosos por ver recuperada la carta de ciudadanía plena de la Misa Tradicional, no perdamos de vista que estamos hablando ¡nada menos! que de una lucha que nuestros ojos no son capaces de percibir, con la misma transparencia con que la aprehende el sensus fidei del pueblo fiel. La liberalización de la Santa Misa Tradicional, siguiendo las enseñanzas transcriptas de Pio XII, es ni más ni menos que la confirmación de una fe jamás desmentida —si acaso, algo obscurecida— a la que el mundo odia, detesta y, por encima de todo, teme.

En este último tiempo —¿quién duda que lo es?— el mandato divino es resistir a todo trance la tribulación presente, por que el premio eterno es para quienes emerjan de ella incorruptos y con la fe intacta; y no para aquellos otros que, guiados por buenas razones y aún prendados por generosas intenciones, resolvieron abandonar el Arca y entregarse a la aguas procelosas y contaminantes de este diluvio de amargura, hiel y pecado que es el mundo —moderno.

Si el Pastor, forzado a buscar ovejas extraviadas, debe alejarse un rato de las 99 ovejas fieles, lejos está de merecer una crítica por un hecho que Jesuscristo mismo alaba.



15 comentarios:

Tito... dijo...

Estimado:

Por voluntad del Santo Padre, este Dicasterio extiende, además, su servicio a satisfacer las justas aspiraciones de cuantos por una sensibilidad particular, sin haber tenido vínculos con los dos grupos anotados, desean mantener viva la liturgia latina anterior en la celebración de la Eucaristía y de los demás sacramentos.

¿Leyó esto? Le pregunto por eso de
"...aunque no sean enfoques históricamente completos y se haya dejado al márgen el caso de los centenares de miles, o acaso millones, de fieles que, sintiéndose asociados a las formas litúrgicas anteriores a 1969, no participaron ni ingresaron al movimiento religioso de monseñor Marcel Lefebvre..."

Por otra parte, esto que dice Ud.
b) el dictamen de la Comisión de Cardenales de 1986, que indicara la vigencia del Rito Tradicional latino y la imposibilidad de su derogación y supresión de hecho, según dejara traslucir un reportaje al cardenal Alfons Stickler de hace unos años;

no se desprende necesariamente de que la Comisión Cardenalicia haya querido que el acceso a la liturgia tradicional fuera facilitado a los fieles (discusión acerca de bulas aparte; me refiero únicamente a la relación que establece Ud.).

Según Ud., es probable que el Ritual inaugurado por Paulo VI caiga rápidamente en desuetudo por gravitación propia. Yo digo, ¿y los seminarios? ¿y los obispos? Si estos no se reforman, no hay Motu Propio que valga.

Saludos

pd: Ahora al buen Cardenal se le ocurre hablar de acción cismática y situación cismática. Hasta ayer 'estábamos' únicamente excomulgados los obispos y sancionados los sacerdotes, y ahora sale con esto...
pd': Se me ocurre que el 'por miedo', al final del mensaje papal, sería menos confuso si apareciera dos palabras después.
pd'': ya ve que tengo un trastorno obsesivo-compulsivo que se refleja en el uso de posdatas innecesarias, ¿no?

Ludovico ben Cidehamete dijo...

Apreciado Tito:
La primera parte de la frase que Ud. cita dice así: "Hoy la actividad de la Comisión no se limita al servicio de aquellos fieles que en tal oportunidad quisieron mantenerse en plena comunión con la Iglesia, ni a los esfuerzos encaminados a poner fin a la dolorosa situación cismática y a lograr el regreso de estos hermanos de la fraternidad San Pío X a la plena comunión". Lo cual significa que, desde la creación de la comisión en 1988 hasta nuestros días, la situación de la feligresía afín al antiguo rito pero que no formaba parte del lefebvrismo era, en los hechos, una perfecta nulidad. Por eso los enfoques no son "históricamente completos", por que resulta que ahora "aparecimos" algo más de medio millón de católicos que nunca tuvimos Ecclesia Dei, ni nada.
En cuanto a su pregunta sobre el sentido del dictamen de la Comisión de 1986, su observación es exactísima y precisa, pero por respeto a sus integrantes no lo escribí. En efecto, el Ritual tradicional no estaba derogado ni podía suprimirse por los términos de la Bula de San Pío V, pero este "tesoro" fue, de hecho, embargado a los fieles, que no pudieron disponer de él.
Es Ud. perspicaz.
En cuanto a los Seminarios y los Obispos, ellos son el verdadero problema de la Iglesia y no los fieles que quieren mantener el rito tradicional. Con que haya algunos pocos que mantengan la celebración tradicional, el resto (dicen los que saben, por que lo que yo escribí es un refrito, cita de citas) deberán amoldar su conducta a la nueva situación. Este es en concreto el temor del clero progresista: la fortaleza intrínseca de la Liturgia tradicional como expresión de un fe verdadera, y por eso la larga espera y la paciente humildad del Papa con ellos.
Los post scriptum: No se deje ganar por la paranoia, aunque tenga razón para ello ....
Es un hecho que con FSSPX NO HAY CISMA alguno, sino una actitud desobediente de los obispos consagrantes en 1988 y la correspondiente complacencia (supuestamente culpable) de los ordenandos. Es todo; pero como le digo, el cardenal tuvo que llegarse hasta Aparecida para "explicar", "justificar" y echar agua sobre el inevitable motu proprio, aún a expensas de conceder que los lefevrianos serían unos demonios, pero que no puede impedir la admisión conjunta de que , en algunas cosas, ellos tenían razón, aunque el modo hubiera sido equivocado (lo cual tampoco es concluyente ni motivo del presente). El discurso del cardenal tiene muchos baches y, según mi modestísima e innecesaria opinión, hubiese sido mejor no pronunciarlo.
Saludos
L. b-C.

Don Pelayo dijo...

Me parece bueno el artículo, seguimos rezando.
Fundamental me parece que: 1) el enviado papal al CELAM hable del tema, es decir no es sólo una cuestión de franceses desobedientes y por eso se va a expandir esa liturgia a TODA la Iglesia latina; 2) Que se cite en un discurso oficial que nunca fue derogado ese misal y se reconoce una peso argumentativo jurídico a las conclusiones de la Comisión de 1986.
3) Respecto al tema del cisma. Puede haber baches en el discurso, no digo que sea perfecto, pero al igual que el Motu Propio Ecclesia Dei que habla de "actitud cismática", acá se habla de "acción cismática" y de "situación cismática". No es exactamente lo mismo.
No soy experto en derecho canónico, pero por algo nunca han dicho lisa y llamanmente "La FSSPX está en cisma"
Cordialmente,
Esteban

Tito... dijo...

Don Ludovico:

Párrafo I: Hoy no le echaré la culpa de nada: lo suyo estaba claro y yo lo leí mal.

Párrafo II: Lamento desilusionarlo acerca de mi supuesta suspicacia, pero me perdí. No termino de entender la exactitud y precisión de mi observación. Me pregunto si no me habrá leído al vésre.

De todas maneras,
lo saludo

Anónimo dijo...

Estimado Ludovico:

Veo que mi post ha sido en parte tomado como fuente de inspiración para el suyo, por lo que me gustaría hacer algunas precisiones al respecto:

Como Ud. bien lo señala, el título del referido post se encuentra entre signos de interrogación.

Ello se debe a que la "crítica" es mas que nada por la tardanza, no porque hubiese perdido la esperanza de que algun día el MP saliera.

La comparación que se me ocurre en todo esto es con la otra "deuda" como le llamo yo, de la consagración de Rusia al Corazón Inmaculado.

Note Ud. lo que dice Nuestro Señor a través de Sor Lucía:

"Haz saber a mis Ministros, dado que siguen el ejemplo del Rey de Francia retardando la ejecución de mi pedido, que lo seguirán en la desgracia"

"Mas tarde, por medio de una comunicación privada, me dice, quejándose: "No han querido escuchar mi pedido...Como el rey de Francia se arrepentirán y la harán, pero será tarde"

Desde el pedido de Tuy en 1929 hasta las revelaciones de Rianjo en agosto de 1931, el Señor “pacientó”; a partir de allí se quejó de la demora.

Dice Ud.: “Si el Pastor, forzado a buscar ovejas extraviadas, debe alejarse un rato de las 99 ovejas fieles, lejos está de merecer una crítica por un hecho que Jesuscristo mismo alaba.”

“Un rato”, pero ¿quién puede ser tan sabio como para saber hasta cuándo hay que seguir esperando y cuándo hay que hacer llegar la “crítica” (respetuosa)?

Atentamente

Ludovico ben Cidehamete dijo...

Querido Tito:
En su primer comentario, Ud. dice que la Comisión de 9 cardenales de 1986, no obstante admitir que la Misa Tradicional no estaba, ni podía ser, derogada, no sugirió el derecho de los fieles a seguir participando de ella. Esta simple afirmación suya es de un peso extraordinario y confirma la más que treintañal exclusión histórica de los fieles que, no sindo de la FSSPX, eran perseguidos o ignorados por preferir el Ritual antiguo.
Y esto deja a los dicasterios romanos muy mal parados.
Ese era el sentido de mi frase.
Saludos
L. b-C.

Ludovico ben Cidehamete dijo...

Apreciado La Honda de David:
No sabía que el post era suyo, lo felicito.
Me llegó sin indicación de origen (de haberlo sabido lo hubiese citado) y no pude menos que tentarme de morder, como los lobos mentados, tan digno hueso. ¡Espero que de mis letras se pueda conocer qué distinto ánimo me impulsa ...!
Dejo aquí constancia de su paralelismo con Fátima, como Ud. me pide, asunto cuya conclusión nos ha dejado a todos más interrogantes que respuestas, como supongo habrá ocurrido con La Salette en su día -y sigue sucediendo.
Sobre su último interrogante, referido a la extensión de nuestra paciencia, o más bien, al momento en que ésta pudiera justamente convertirse en impaciente dolor ¿cómo sabría qué decirle? Dejo abierta la cuestión y, si Dios me ayuda y lo quiere, alguna vez publicaré algo. Sólo agrego que, a fe mía, ahora sé que el Apokalysis es para este tiempo.
Un cordial abrazo
L. b-C.

Tito... dijo...

Estimado:
    Yo seré poco claro, pero Ud. me está leyendo mal. Únicamente señalé que, basándose en las palabras del Cardenal, no se puede asegurar que existiera el dictamen, ni que su contenido fuera el que Ud. dice. Más allá de que realmente sea así (o no).
    Me parece que me está usando como excusa para decir lo que piensa, y después me echa la culpa a mí [se lo digo en broma, no se ofenda].

Saludos
Tito

El Sacristán dijo...

Comparto sus interesantes reflexiones sobre la Intervención Castrillón, sobre el cisma o no cisma, pues eso sería materia de otro largo debate. Sin embargo sólo haré un comentario ahora: Ya no hay estado de necesidad.

Y a medida que pase el tiempo, se implemente el Motu y se establezca el importantísimo Marco Canónico que agrupe mundialmente a los tradicionalistas, lo habrá menos. Pero hay gente que le gusta andar por la libre, lamentablemente, y que se ha acostumbrado a "ir sola por el monte". Y a medida que se establezcan más soluciones, irán buscando nuevos pretextos, hasta acabar, quizá, como los jansenistas de Utrecht. Dios no lo quiera.

Sobre las comunidades ED, debo decir, que en el caso del Perú, la mayor parte de gente que ha conocido la liturgia tradicional en los últimos años lo ha hecho gracias a estas comunidades. En primerísimo lugar el fructífero apostolado del P. Prosinger de la FSSP en Cuzco y en segundo lugar los apostolados independientes en Lima que se regularizarán gracias al IBP en los próximos meses. Mientras que la pequeña capilla de la FSSPX, servida por un sacerdote que viene una vez al mes, no logra a veces superar la decena de fieles en la misa mensual.

¡Un saludo!

Ludovico ben Cidehamete dijo...

Apreciado Tito:
Ud. escribió: «Por otra parte, esto que dice Ud....(cita mi punto b.)... no se desprende necesariamente de que la Comisión Cardenalicia haya querido que el acceso a la liturgia tradicional fuera facilitado a los fieles (discusión acerca de bulas aparte; me refiero...».
De su frase, no se sigue que Ud. creyera estar afirmando que existen dudas sobra la existencia y sentido del dictámen de esta comisión (cuya existencia, por otra parte, está confirmada por el Papa, siendo cardenal Ratzinger, en unas palabras a V. Messori), sino más bien sobre el alcance que se le quiso dar, o lo que dijo la Comisión con referecia a la liberación de la Misa a los fieles. En cuanto a la existencia y sentido general de esta Comisión de Cardenales de 1986, la afirmación del cardenal Castrillón es terminante y concluyente. Le ruego la vuelva a leer, que para eso está enlazada al artículo.
En todo caso, ahora no sé realmente qué me quiso preguntar en su comentario.
En cuanto a usarlo como excusa para decir lo que pienso, lo pensaré; gracias por sugerirme una idea que, tratándose de MI blog, es .... ¡encantadora!
Saludos L. b-C.

Ludovico ben Cidehamete dijo...

Apreciado Sacristán:
Aparentemente, con la aparición del Motu Propio se reconocería que existió un estado de necesidad en toda la Iglesia latina en el momento de las ordenaciones episcopales de M. Lefebvre, y caería, sobre todo, la necesidad de seguir hablando de episodios que es mejor solucionar, y después olvidar.
Hay tres famosas cartas de San Josémariá Escrivá de Balaguer, dictadas poco antes de morir, en las cuales habla sin rodeos del estado de necesidad en que ha caido la Iglesia, aquí,, y aquí, puede ver algún resúmen dellas.
Existen otros testimonios bastante duros, como por ejemplo, el propio de S. S. Paulo VI sobre la infiltración del humo de Satanás en la casa de Dios., u otro discurso sobre "autodemolición" de la Iglesia.
Lo que es probable, sí, es que cese el comprobable estado de necesidad respecto de la Liturgia, al desembargarse la Misa Tradicional.
En el Río de la Plata la situación no es tan buena como en el Perú o Brasil, por que el episcopado local, con la excepción del recientemente dimitido Obispo Castrense de la Argentina, monseñor Antonio Baseotto y el Arzobispo de La Plata, monseñor Aguer, mira para otra parte y hace como la cuestión no existiera. En Uruguay y en la Argentina han fracasado varios intentos de echar a andar Ecclesia Dei, por la negativa de los ordinarios locales. En Mendoza, Argentina, hubo hace unos meses un episodio muy desagradable entre dos sacerdotes diocesanos y un ex FSSPX, cuando este último intentó celebrar la Misa Tradicional, episodio durante el cual los sacerdotes diocesanos pretendieron impedir la celebración litúrgica invocando que no existía "permiso del obispo". Sin entrar a analizar los detalles jurídicos del caso, lo cierto es que (salvo catacúmbicas excepciones) el único lugar donde se puede oir Misa Tradicional, o librarse de los curas bailanteros, en esta zona del mundo, es las casas o Prioratos de los padres de FSSPX, o una parroquia de la ciudad de La Plata, Argentina.
Así que dicho "estado de necesidad", cesará ... cuando termine, pues siendo una cuestión jurídica de hecho, no podemos juzgarla solamente referida al derecho actual, si resulta que este no se cumple o no tiene vigor o se aplica mal.
No basta decir: "ahi tenían Ecclesia Dei" a los que querríamos asistir a la Misa Tradicional y no pertenecemos a la FSSPX, cuando simplemente, éramos ignorados completamente por nuestros obispos. Y por muchos hermanos fieles.
Y en realidad, en muchos aspectos nuestra situación (tal como deja entrever el discurso del cardenal Castrillón) es fáctimente peor que la de los lefebvristas. Pues por ellos hay algún interés, en cambio, nosotros no existimos.
Muy cordiales saludos, Sacristán
L. b-C.

Tito... dijo...

Estimado:

              Dice el Cardenal que la primera Comisión Cardenalicia (en 1986) había querido que el acceso a la liturgia tradicional fuera facilitado a los fieles. De esta afirmación, Ud. concluye que queda fuera de dudas el punto b).
              Mi observación (que no fue una pregunta) fue que era una conclusión poco rigurosa. Por lo menos a mí, el 'querido' que usa el Cardenal no me dice que hayan hecho un dictamen, ni que el mismo tuviese algún contenido en especial.
              Ahora bien, si fuera tan amable de explicar un poco más como es el asunto del dictamen (contenido, causa y efecto), dónde está la tramoya(si no le entiendo mal, debe haber alguna) y quién la hizo, le quedaré agradecido.
              Felicidades y bendiciones

pd: ¿A qué parroquia platense se refiere? ¿San Roque?

Ludovico ben Cidehamete dijo...

Apreciado Tito:
El cardenal como yo (y cualquier católico informado), tomamos como un hecho público perfectamente conocido, tanto la existencia y sentido de dicha Comisión de cardenales, así como alguna de sus conclusiones. Nunca fue objeto de un comunicado especial y su constitución fue debida a dudas personales del Papa Juan Pablo II respecto de la Misa Tradicional, en lo atinenente a su eventual derogación, o vigencia, y si era lícito negarla a los fieles; de modo que muchas de sus conclusiones, eran conjeturas o trascendidos, ahora confirmados por el cardenal CAstrillón. Aquí podrá ver que hasta la unilineal Wikipedia está enterada de la existencia y temario de la Comisión ...
Desde algunos sectores de mala fe del Vaticano se negó su existencia, hasta que los cardenales Stickler (actual decano del Colegio cardenalicio, con 97 años) y Ratzinger (actual papa Benedicto xvi) hicieron manifestaciones públicas respecto de esa Comisión y el error que supuso castigar a quienes buscaban la Misa tradiciona, siendo que ninguna ley de la Iglesia había derogado la anterior, ni ninguna ley de la Iglesia, imperaba el uso exclusivo de la Liturgia de 1969.
Por lo tanto, los cardenales concluyeron que debía abrirse dicha Misa a los fieles.
Desde luego, no se hizo así en vida de Juan Pablo II sino que, al contrario, se sancionó el motu proprio Ecclesia Dei, que, en los hechos, fue una limitación efectiva a la posibilidad de celebrar y oir la Misa tradicional, pues ahora resulta que hacía falta "pedir permiso" al ordinario del lugar, donde antes existía un derecho perfecto, según la comisión ...(¿Me sigue?)
Además, Ecclesia Dei llegó como hipotética respuesta en un momento de gran crisis, con las ordenaciones episcopales de Lefebvre forzando la mano, precisamente por no haberse querido reconocer, primero, la existencia de un derecho inderogable (no me pida explicaciones de esta frase: Lea la Bula de San Pio V sobre la institución del Misal Tradicional, que es inderogable, y después hablamos) de manera que el embargo de la Misa Tradicional, fué peor que en los años anteriores. Y tan cierto es lo que le digo, que tanto el Papa Juan Pablo como el cardenal Ratzinger, tuvieron que amonestar a los obispos para que concedieran el mal llamado "indulto" Ecclesia Dei con más liberalidad, por que de hecho, solamente una pocas diócesis en todo el mundo lo habían concedido.
Con lo cual quedó muy claro que el problema no eran las leyes de la Iglesia, sino los obispos, que en su inmensa mayoría, eran progresistas. ES como ahora mismo sucede: La congregación para el Culto Divino ha ordenado modificar la traducción de la fórmula de la Consagración de la Preciosísima Sangre de N. S., para dejar claro que "pro multis" es "por muchos" y no "por todos" ¿Ud. conoce alguna Iglesia donde se haya hecho caso de esta orden ...? Y no me venga con los "dos años", que son para hacer la catequésis, no la traducción.
"Sacramentum caritatis", establece que ciertas partes de la Misa Nueva deben recitarse en latín; es una orden expresa y terminante del Papa a los celebrantes, no a los obispos, pues está enmarcada en una norma sobre correcta celebración de la Misa y no una instrucción que debe pasar por la aprobación episcopal.
¿La vió en alguna parte ...?
Hace muchos años, que en la Iglesia todo es así ...
¡Imagínese lo que fue con la Misa tradicional!
Fíjese en Ud. mismo: busca participar en este blog en esta materia de la Liturgia tradicional, y no tiene ni la menor idea del asunto. Esto no es culpa suya sino de una campaña constante y nada inocente, de desinformación a que son sometidos los fieles todo el tiempo, sacerdotes o no, aunado a una formación despótica, tiránica, del sentido de la obediencia, que impide ver qué es lo que debe ser obedecido, en beneficio exclusivo de quien pretende ser obedecido. (Desde luego, si no le agregamos su propio espíritu burlón y contradictorio ... y no enoje, que es cierto).
Saludos
L. b-C.

Tito... dijo...

Estimado:

           
            1) Lo que dijo el Cardenal coincide con su 'conocimiento' acerca de la Comisión, pero no deja nada "fuera de toda duda".
           
            2) La relación que establece entre mi ignorancia y cierto sentido de la obediencia me parece un poco tirada de los pelos.
           
            3) ¿Espíritu burlón y contradictorio...? Amigo, me temo que no me conoce.
           
            Saludos cordiales

pd: me debe una posdata.
pd': y no, no me enojo.
pd'': como Ud. bien remarcó, este es SU blog. Cuando lo desee, puede pedirme que me abstenga de participar. O simplente deje de perder el tiempo en contestarme.

Ludovico ben Cidehamete dijo...

Apreciado Tito:
Según nuestros adversarios yo soy un nazo-fasci-nipo-católico-troglodita-tradicional-integrista, ¿cómo lo voy a desplazar de mi blog? ¡Nosotros no hacemos esas cosas! Eso, lo dejamos a los liberales amantes de la libertad, que echan a funcionar comités de desperonización, desnazificación y prohiben revisar la historia europea de la guerra, bajo pena de cárcel, y en nombre de la libertad de expresión.
¿Quedamos en que no es burlón (a veces) ni contradictorio? Como quiera, si le place; este es un sitio de encuentro y discusión (hasta cierto punto) y de ninguna manera queremos molestar a naides.
Efectivamente, no tengo el gusto de conocerlo.
No sé qué post scriptum le debo ¿me lo recuerda?
Con relación al funcionamiento de la bendita Comisión, dígame frontalmente: "No tengo ni idea de qué están hablando el cardenal o Ud." y listo, o busque en Internet y encontrará; los participantes fueron: Ratzinger, Oddi, Casaroli, Stickler, Mayer, Palazzini, Innocenti, Gantin y Tomko y el motivo: la vigencia de la Misa Tradicional y la posibilidad de modificar la Bula de San Pío V. Ratzinger, en alguna de las entrevistas con Vittorio Messori, hace alusión a la Comisión de 1986.
Es como el pacto de Metz, algo muy, pero muy famoso, pero jamás reconocido oficialmente.
No me referí a su ignorancia en particular (quedamos en que no lo conozco, ¿se acuerda?), sino a Ud. como ejemplo de la que es común a todos los católicos "ilustrados" de nuestro tiempo.
Dígame pues qué le sabe mal del artículo (o de las palabras del cardenal) y lo charlamos.
Y para que vea por qué me pareció contradictorio (y asigné un ser a un parecer, y no es que sea actitud tan criticable, ¡diga Ud...!) abajo recorto unas frases suyas que me parecieron contradictorias.
Saludos cordiales y hasta pronto
L. b-C.


PD: Su primer comentario, o entrada, a este artículo, dice así: "Por otra parte, esto que dice Ud. b) el dictamen de la Comisión de Cardenales de 1986, que indicara la vigencia del Rito Tradicional latino y la imposibilidad de su derogación y supresión de hecho, según dejara traslucir un reportaje al cardenal Alfons Stickler de hace unos años; no se desprende necesariamente de que la Comisión Cardenalicia haya querido que el acceso a la liturgia tradicional fuera facilitado a los fieles (discusión acerca de bulas aparte; me refiero únicamente a la relación que establece Ud.).

Y en la penúltima entrada suya dice: "Dice el Cardenal que la primera Comisión Cardenalicia (en 1986) había querido que el acceso a la liturgia tradicional fuera facilitado a los fieles. De esta afirmación, Ud. concluye que queda fuera de dudas el punto b). Mi observación (que no fue una pregunta) fue que era una conclusión poco rigurosa. Por lo menos a mí, el 'querido' que usa el Cardenal no me dice que hayan hecho un dictamen, ni que el mismo tuviese algún contenido en especial..

¿En qué quedamos, el cardenal dijo o no dijo que la Comisión dijo ésto o aquello? Y la Comisión, ¿dijo o no dijo que quería que la Liturgia se extendiera a los fieles?
Ud. mezca MIS afirmaciones con las del Cardenal: no soy yo, quién afirma que la Comisión quiso librar a los fieles la Liturgia Tradicional, sino el Cardenal Castrillón, a quien simplemente cito. Mi conclusión, dando por buenas sus palabras, es: "Pues entonces, resulta que existió la bendita comisión", y si fue así, lo demás afirmado por el cardenal Stickler (vea los reportajes, por favor) sería también cierto.