Como muchísima gente recuerda, el pasado día 7 de julio, mediante una letra apostólica dada en forma de motu proprio, el Papa reinante, S. S. Benedicto XVI, ratificó que la Misa Tradicional, según las rúbricas incorporadas por el Beato Juan XXIII en 1960, jamás había sido derogada, por lo que era perfecta y libremente disponible a todo sacerdote válidamente ordenado celebrar según dicho rito, llamado a este propósito, rito o forma “extraordinario”; por oposición a la forma más ordinaria, es decir, la establecida por S. S. Paulo VI en 1969. Asimismo dejó asentado que las demás formas rituales anteriores a la reforma de 1969 siguen vigentes y pueden ser utilizadas cuando así se solicite o convenga.
El efecto fue fulminante e instantáneo: nadie hizo nada, salvo la alegría jurídica —por llamarla de un modo interesante— de todos aquellos que, desde muchos años atrás, sosteníamos que la Misa Tradicional estaba embargada y prohibida de hecho contra todo derecho. El fallo de Su Santidad fue demasiado fuerte para los recalcitrantes modernistas, que así parten piñones con cualquiera de afuera como se muestran indiferentes y hasta rencorosos con sus antiguos hermanos en la fe.
Ahora, supuestamente para aliviar la presión de ciertos sectores hebreos muy poderosos, se habría modificado la oración pidiendo la conversión de los judíos a la fe en JesuCristo, el Mesías, que se reza el Viernes Santo, con eficacia para el Misal de 1962. En realidad, pensamos que se trataría más bien de presiones de ciertos sectores progresistas pseudo católicos muy poderosos, por que de hecho, a los judíos poco les importa qué digan las oraciones de la Iglesia, ni las rúbricas del Misal ni nada de la Liturgia católica, religión que no profesan (directamente al menos) y que públicamente desprecian como de insignificancia religiosa en comparación con su propia profesión. Lo que ha motivado, justamente, la existencia de esta oración del Viernes Santo.
Y todo esto, llama la atención por un doble motivo principal y algunos secundarios, a saber: Lo primero, que el ritual de la Santa Misa bajo el rito Tridentino o forma extraordinaria del Rito Romano y según las rúbricas de 1962, nunca fue derogado y es de libre uso por todos los sacerdotes. Con lo cual la presente reforma de los textos de 1960/1962, sería ineficaz a los efectos indicados en el Motu proprio, pues lo que se declara vigente como que nunca ha sido derogado, es el Misal de San Pío V con las reformas de Juan XXIII de 1962, como expresamente dice Su Santidad en el Motu Proprio,
Por eso es lícito celebrar el Sacrificio de la Misa según la edición típica del Misal Romano promulgado por el beato Juan XXIII en 1962, que no se ha abrogado nunca, como forma extraordinaria de la Liturgia de la Iglesia...
Art. 2.- En las Misas celebradas sin el pueblo, todo sacerdote católico de rito latino, tanto secular como religioso, puede utilizar sea el Misal Romano editado por el beato Papa Juan XXIII en 1962 que el Misal Romano promulgado por el Papa Pablo VI en 1970, en cualquier día, exceptuado el Triduo Sacro. Para dicha celebración siguiendo uno u otro misal, el sacerdote no necesita ningún permiso, ni de la Sede Apostólica ni de su Ordinario.
de modo tal que cualquier reforma posterior no afectaría el derecho universal que ya ha sido reconocido en Summorum Pontificum.
Esta letra apostólica, lejos de imponer una modificación o un derecho nuevo al ritual de 1962, lo declara en pleno vigor ex tunc, según la forma que tenía en 1962. O también denominada, forma extraordinaria. La actual modificación al texto de la oración del Viernes Santo no forma parte del texto reformado y rubricado en 1962 por S. S. Juan XXIII, lo cual parece una perogrullada decirlo, pero ... ¡es así! Desde luego, el Papa podría reformar el texto y las rúbricas de 1962 por completo y reemplazarlas por otras de su gusto —de hecho, es lo que sucedió en 1969 bajo el reinado de S. S. Paulo VI— pero a nadie se le ocurriría llamar a eso “el ritual de 1962 aprobado por Juan XXIII”, por que no lo es ni lo puede ser. En todo caso, será un Ritual de 2008 realizado sobre la base del ritual de 1962, reformado.
Y por otra segunda parte, la oración del Viernes Santo que se reza por los judíos, primogénitos en la fe de la Promesa y pérfidos ante Su cumplimiento, el Mesías bajado del Cielo, no sería factible de ser rezada sin más ni más ni aún bajo la forma extraordinaria del Rito Romano, por que como se dice en el art. 2º de Summorum Pontificum, el Triduo Sacro quedaría excluído de lo que se dispone en ese artículo, o sea, de las Misas privadas. Y la Liturgia del Viernes Santo, que contiene los versículos en cuestión, forma parte del Triduo Pascual....
Y para terminar de aserrar prestigios y aumentar las dudas: Si por principio, Su Santidad llegó inclusivo a excluir Su propia alta y soberana autoridad para denegar la celebración de la Santa Misa según el Ritual de 1962, ¿qué sentido tiene introducir una modificación que, de hecho y de derecho, no obligaría a nadie que estuviese vinculado a estas formas tradicionales a respetarla?
Y por último, un interrogante protocolar: ¿Por qué es el Secretario de Estado quien anuncia una reforma litúrgica, que por principio cae por fuera de su competencia, y no el dicasterio correspondiente al cuidado de la Liturgia? ¿Por qué no se publica en la página del Vaticano y únicamente en su diario semi—oficial...? ¿Por qué no se dice que clase de norma jurídica es? Y otros miles de porqués. No lo sabemos ni conocemos las respuestas y, lo que realmente es más malo, es lo que por esa causa pensamos y sospechamos.
¡Pero no estamos obligados a decíroslo!
En amable discusión telefónica mantenida hace instantes con un benemérito y plácido litisperito local, cuyos gritos ciertamente no dejaron de alarmar su vecindario tanto como el nuestro, se nos sugirió que, de este modo, comparativamente elíptico y relativamente intrascendente —ya se oye el cabalgar de la Liga AntiDifamación que viene por más— la Santa Sede ha querido autorizar la inclusión definitiva de la Misa Tradicional para la celebración del Triduo Sacro que se avecina.
Pero comprender todo esto para nos, que somos de tan corto alcance, es tarea ímproba, inmarcesible, inabarcable, incontrolable y, sobre todo, imposible.
P. S. Y como volvemos a trabajar después de casi dos meses de holgar por allí, nos castigamos no poniendo ningún dibujito a la nota de hoy. Y por que siendo Miércoles de Ceniza, hay que mortificarse. Vale.