Una de las cosas que más insoportables molestias ocasiona al anticatolicismo, pero también a los espíritus sedicentes racionalistas, es el misterio que se yergue en o detrás de cada milagro. Como esta forma de saltearse las reglas ordinarias y naturales de la física, la biología o la medicina en general, o las artes mismas, se presenta casi con exclusividad en el ámbito de la Iglesia católica, por más esfuerzos que realicen otras religiones por presentar al mundo maravillas semejantes, el rencor de los racionalistas —por darles un nombre cualquiera, no por que lo sean de veras— se reconcentra en el catolicismo. Y nótese que el “casi” de arriba, deja espacio únicamente a la Iglesia Ortodoxa, en la cual subsiste la tradición apostólica y los Sacramentos.
Coágulos de sangre bimilenaria que se licúan anualmente; cadáveres incorruptos de santos y mártires, en alguno de los cuales existe inclusive circulación sanguínea; fuegos misteriosos en la Noche de la Resurrección que invaden un recinto atestado de testigos, o curaciones inexplicables, son algunos de los hechos que salpimentan las inspecciones sensoriales más exigentes, para ir en busca de una explicación que nunca llega. Y es que el problema de los racionalistas —cuya auténtica denominación debería ser agnósticos— es no tanto la falta de una explicación racional, que la hallarían si la buscasen con espíritu humilde, sencillo y apasionado por la Verdad, sino las consecuencias consiguientes a la aceptación de un misterio que, de suyo, sólo predica, extático, la autenticidad de la Fe católica, como un semáforo el punto señalado: y por implicancia, la Misericordia Divina, que permite estas manifestaciones para que todos crean.
Más aún que para ningún creyente, la ciencia (llaman así a la técnica) es para ellos una rama de la más rancia superstición. Son supersticiosos del microscopio y la retorta, cuyos resultados adquieren para estos agnósticos el carácter de verdad sobrenatural, sin comprender acaso que esta comprensión de ciencia, no la pueden extraer de bajo el lente del microscopio sino de su prejuicio.
Es probable que la pieza arqueológica más misteriosa, más estudiada, menos comprendida, más difamada y más impresionante que existe, sea la Sábana Santa de Turín. Este lienzo de tela de lino tejida, de asombrosa robustez para la edad que tiene, y aún también para la que le asignan sus impugnadores, exhibe a su frente la imágen de un cadáver que ha amortajado, y corresponde a un varón ejecutado por crucifixión, previamente flagelado, y con signos de haber sido clavado y no atado al suplicio, luego de haberle sido impuesto un casquete de espinas.
El cadáver ha sido alanceado en su costado derecho con la evidente intención de perforar el corazón, y ha dejado en los labios de la herida, rastros de sangre y agua. No tiene ningún hueso roto, pese a la costumbre persa (practicada por los romanos también) de romper las piernas del reo para acelerar, o en su caso asegurar, la muerte; y siempre, como signo de ejecución cumplida.
Una muestra de la actitud paranoica con que muchos supuestos “racionalistas” pretenden desacreditar la famosísima sábana, a la cual ciertamente niegan el tratamiento primario de “pieza arqueológica” que el sentido común reclama, lo podemos encontrar aquí, un lugarcete de periodistas aficionados en el cual se pueden hallar, desde publicidad de ventas por Interntet hasta las infaltables y nunca bien ponderadas “reuniones Avon”, esa especie de New Age en dosis homeopáticas para sonsos, dirigida por avivados, que trabajan para ... solo Dios sabe quién.
La tesis del articulista es sumamente sencilla: sin pruebas, sin crítica, sin análisis y, sobre todo, sin remedio, la Sábana es un fraude por que él lo dice, y es tratada como tal en todo momento. Desde luego, la insincera apelación a la diosa “ciencia” —cuya divinidad es menoscababa por estos latreros mediante patentes y continuas violaciones— no oculta el fervor anticatólico de antigua y sulfurosa data que se enreda, se tropieza, cae, se levanta y vuelve a tropezar a cada paso. No responderemos ninguna de sus amenazas (pues críticas, no son) sino que limitaremos nuestros trabajo a exhibir la pieza y formular las preguntas que deberá responder “la ciencia” del señor Voleslao Ladas (autor de la nota) para merecer un comentario y no un simple adjetivo.
1. Si puede explicar cómo se realizó la imágen, que es completamente superficial.
2. Si, para demostrar el acierto de la respuesta a la pregunta anterior, puede reproducirse el procedimiento en laboratorio con alguna semejanza.
3. En su caso, si puede realizar una impresión que exhiba una imagen plana de perfecta tridimenionalidad, como la de la Sábana.
4. Si puede explicar de qué manera un artista del siglo XIII o XIV, pudo realizar una impresión negativa, que recién podría ser apreciada como positiva a través de la aparición de la fotografía ¡6 o 7 siglos después! Un genio el tipo.
5. Si puede explicar cómo es posible que, siendo la Sábana (según él) una artesanía, no haya sufrido ningún deterioro apreciable hasta el día de hoy, fuera de los persistentes conatos de prenderle fuego.
6. Si puede explicar de qué forma el artesano del siglo XIII, (ó XIV) conocía detalles anatómicos y fisiológicos que recién comenzaron a descubrirse mucho más tarde, como por ejemplo la circulación de la sangre, descubierta por Miguel Servet, un médico catalán ajusticiado en Ginebra por los calvinistas en 1553, diz que por hereje ...
7. Si puede explicar de qué manera el persistente artesano del siglo XIII (ó XIV) conocía la necesidad de agregar sobre la tela ¡polen de Palestina y Asia Menor!, como probó el palinólogo (no politólogo) suizo Max Frei hace unos años. La verdad, este artista se nos está haciendo admirable a cada paso... La explicación que circula por ahí (dicho polen estaría allí ¡por la cantidad de peregrinos de todo el mundo que visitaron la santa Síndone) es aún más difícil de creer que la Resurrección de N. Señor.
8. Si puede explicar de qué forma el ahora inmoderamente admirado artesano, delineó rasgos tales como los correspondientes a la rigidez cadavérica que, recién ahora estudiados y conocidos, y que eran absolutamente imposibles de prever en aquella época, por el desconocimiento de la fisiolagía cadavérica, y muchísimo menos por un artista.
9. Cómo se explica que el artista en cuestión fuera versado en tantas disciplinas con tal detalle (que ni es posible alcanzar hoy, como la reproducción de la imagen), y los detractores tan ignorantes que no puedan responder ninguna de estas preguntas ni ofrecer contrapruebas técnicas de algún valor.
10. Si puede responder por qué razón el principal investigador del método de datación por Carbono 14, Michael Tite, admitió algunos errores en el protocolo observado.
11. Si harían el favor de responder racionalmente a todas los críticas que generó la prueba del Carbono 14, como las expuestas por el físico Rinaudo de Francia (que realizó pruebas en el acelerador atómico de Grenoble para demostrar su tesis), Kuznetzov de Rusia (que realizó examenes de laboratorio para demostrar sus tesis sobre el calor) y el Dr. Garza Valdéz de España, y las nuevas evidencias fundadas en los análisis realizados por el físico Ray Rogers en 2003.
12. Cómo explicar que, frente a pruebas históricas y multidisciplinarias tan abrumadoras, la ahora exitosamente controvertida datación del Carbono 14 se haya convertido en la única pruba concluyente que presentan los opugnadores.
Aquí, por ejemplo, tienen las dudas de un agnóstico natural, planteadas al menos con relativo orden. Desde luego, no deja de apelar a inexplicables e inconcebibles fraudes, maniobras eclesiásticas dignas de la novelería moderna de playa y cosas por el estilo, para desacreditar las pruebas más irrefutables que su ciencia no puede derrengar. El extraño caso del Premio Nobel Libby es notable: este hombre, fallecido en 1980, habría criticado la prueba del Carbono 14 hecha a la Sábana Santa en 1988 desde su tumba, pero con argumentos serios y verdaderos. Realmente, llama la atención este caso: parecería una especie de previsión utilísima, tomada por quienes sabían de antemano que su razonamiento no sobreviviría a una crítica bien fundada. Luego ... piensen lo que quieran, pero es una rareza. Por otra parte, el interés por la pieza es un motivo separado para el asombro: como ejemplo, vaya el caso de una famosísima página que se jacta de ser la Librería Criminal mejor fundada de toda “la” Internet Crime Library, le dedica un extensísimo artículo, concluyendo (con ejemplar objetividad) que las pruebas en contra de la autenticidad distan años luz de ser siquiera indiciarias de la postura que sostienen, y que hasta hoy, sólo han servido para alimentar el debate y como desafío para hallar nuevas pruebas favorables a su autenticidad.
Desde luego, esta entrada que tiene, amable lector, ante sus ojos, solo pretende una finalidad propedéutica a la cuestión de la Sábana Santa, por que son tantas, tan variadas y tan sorprendentes las pruebas y documentos de todo tipo que prueban su autenticidad, y tan violentas y poco edificantes (sobre todo por el modo) las críticas de los agnósticos, que lo que al presente resulta prácticamente indiscutible es esto: Se trata efectivamente de un lienzo que envolviera un cadáver real de un ajusticiado por crucifixión, previamente flagelado, al cual le fue colocada una como corona de espinas y al cual, ya muerto, atravesaran con una lanzazo aplicado entre el 5º y 6º espacio intercostal, bordeando la herida sangre cadavérica y serum humano. Es también indiscutible, y constituye un misterio aún más profundo que la manera en que se imprimió la imagen, la forma en qu el cadáver abandonó su envoltorio, pues los cuajarones de sangre sobre la tela no muestran signos de haber sido arrancados de ninguna forma, lo cual es inexplicable e imposible.
Esta afirmación, extraída, sí, del microscopio y guiada por el sano y sereno juicio de la razón, fue presentada por primera vez al mundo por el notorio ateo y varias veces candidato al Nóbel, profesor Yves-Marie Delage en 1905, muerto en 1920 sin haber llegado a comprender por qué razón era tan inaceptable para la comunidad científica de su tiempo, cualquier estudio serio acerca de la Sábana Santa, al extremo de suprimírsele todos sus artículos referidos al tema de las sucesivas ediciones de la revista de la Academia de Ciencias de París, de la que era miembro. Ahora bien: La identificación del cadáver como Jesús de Nazareth, Hijo de Dios vivo, es ciertamente otra cuestión.
Pero es justamente la que hace perder la calma y el sueño a los científicos.
Consulta a la mejor página sobre el Santo Sudario de Turín.
4 comentarios:
Me felicito, como sin duda muchos otros de ver de regreso a Ludovico. En segundo lugar, ¡cuidado con Garza Valdés! Es un pillo de marca que vino a inventar a México lo que dice el título de su obra: "Tepeyac, Cinco Siglos de Engaños". Ya se podrán imaginar el contenido. Lo mismo fue a hacer con la Sábana Santa, y en este caso la historia es más sorprendente, y tanto en inglés como en francés lo más recomendable del mundo sobre el tema: http://www.crc-internet.org/shroud.htm
Este grupo francés dio seguimiento al fraude, descubriendo que los laboratorios habían acertado con precisión asombrosa la fecha real de la Sábana. El truco radicó en haberla etiquetado como muestra proveniente de la tumba de Cleopatra. Descubrió y probó que reetiquetaron una muestra tomada de una capa de San Luis Rey para hacerla pasar como la Sábana Santa. ¿Cual fue entonces la función de Garza Valdés y seguidores? Muy sencillo, dar una alternativa para que la siguieran aquellos que no están dispuestos a entrar en combate y se mueren de miedo ante la mafia más poderosa de todos los tiempos. Conozco desde hace más de diez años este trabajo detectivesco del Hno. Bruno Bonnet-Eymard, merecedor del mayor aplauso. Disfrútenlo.
El acceso directo en francés:
http://www.crc-resurrection.org/accueil.asp
Correlativo al interés por la Sábana Santa de Turín, es el interés por la Virgen de Guadalupe. Las dos únicas imágenes de origen divino son un reto a toda la ciencia y posibilidades humanas. Aquí:
http://g-infrared.blogspot.com
está la evidencia del infrarojo sobre la imagen de Santa María de Guadalupe de México.
Estimado don Luis:
Muchas gracias por sus contribuciones, siempre bienvenidas.
I. D.
L. b-C.
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