a probada fidelidad a este blog de algunos lectores —que honra a su parte, que no la nuestra— exige alguna que otra explicación. Nada de disculpas ni justificaciones que no son nuestro estilo. Pero sí explicarnos, porque una ausencia de seis años redondos no es tan poca cosa como para entrar por la puerta como si nada hubiese pasado y preguntar despreocupadamente “—¿Qué hay de nuevo...?”.
La tarea intelectual, por poco que se valore lo que aquí se ha hecho y aún compadeciendo las limitaciones estratoféricas del autor, es desgastante, cansadora y pesada. No debería hacerse un intento de corte periodístico, como es este, sin ayuda del exterior, que es lo que dice Keynes hay que hacer cuando falla la economía de un país. Por guapo que uno se crea, la vida seguirá su curso y sus exigencias serán prioritarias para quien no tiene aseguradas la vianda, el techo y la honra.
Así pues, lo cierto es que descansábamos plácidamente. Y ese era todo el secreto de nuestra ausencia.
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