domingo, 16 de noviembre de 2008

El regreso de Tomás de Aquino

n una noticia reciente, la agencia ACI informa que el médico búlgaro Stojan Adasevic, un ginecólogo abortista que había llegado a realizar más de 48.000 asesinatos de bebes, ha abandonado su carrera homicida para convertirse en un acérrimo enemigo de su antigua profesión.

No es el primer caso y pensamos, no será el último, si Dios quiere seguir llenando este mundo de los flechazos de Su gracia restauradora. El salmista canta que Dios acribilla con sus flechas a los malvados. Pero las flechas de Dios son la Gracia: donde abundó el pecado, sobrabundó la Gracia.

—¡Palabrerío de cura en sermón de domingo, don Ludovico!— en sermón que no sea soporífero, es claro, algo que ahora no es habitual presenciar.

¿Ah sí? Vean esto: El dicho médico abandonó su criminal oficio cuando, una noche, y otra más, y así por algún tiempo, soñó que estaba en medio de muchos chicos que, al acercárseles él, huían aterrorizados; él sabía que eran niños, aunque su apariencia era de personas entre uno y 24 años, más o menos. Al desconcierto que le producía la visión, venía a sumarse que una persona mayor, vestido con hábito blanco y negro, permanecía en su lugar y lo miraba intensamente, sin hablarle. Una vez —una noche— se le acercó y lo interrogó:

—¿Y usté quién es...?—, a lo que la visión respondió:

—Me llamo Tomás de Aquino.

pero educado por los comunistas, a Adasevic el nombre y el hábito no le decían absolutamente nada.

La aparición, ahora interrogada, siguió diciendo:

—¿Por qué no me preguntas quiénes son estos chicos? Son tus víctimas, los que matase con tus abortos..

Adasevic se despertó sobresaltado y decidió no practicar más abortos; por aquellos años, las imágenes de ultrasonido ya permitían ver las formas y movimientos humanos del feto, pero para la doctrina oficial del comunismo, el aborto seguía siendo una práctica quirúrgica menor, equiparable a la remoción de tejidos sobrantes y despeciables; y además, el riesgo de negarse a realizarlas desafiando al oficialismo, no era cosa despreciable.

No obstante, pocos días después de tomada su decisión, se le presentó un pariente que le pedía que realizara a su novia su noveno aborto, algo que, según la noticia indica, era una práctica común en aquellos tiempos en los países comunistas. Adasevic se prestó a realizar lo que le pedían, pero aplicó una técnica distinta: “En vez de sacar el feto miembro a miembro, decidí machacarlo y sacarlo como una masa. Sin embargo, el corazón del bebé salió aún latiendo y me dí cuenta, entonces, que había matado a un ser humano.”

El soñado Santo Doctor

Aterrado por el macabro episodio, Adasevic resolvió no practicar nunca más un aborto; pero las presiones oficiales no se hicieron esperar, y el médico vió reducido su salario a la mitad, a su hija despedida de su trabajo y cerrado el acceso de su hijo a la Universidad. Así las gastan estos comunistas tan civilizados. Pero en una nueva aparición en sueños, el Gran Gordo le dijo

—Ahora eres mi amigo: ¡persevera!.

Adasevic ha publicado recién ahora su notable experiencia, luego de retomar la práctica de la religión ortodoxa de su infancia y de estudiar con detenimiento la vida y la obra de santo Tomás de Aquino.

En sus propias palabras, interpreta que el Santo doctor ha querido de esta forma asombrosa corregir una opinión suya errónea y que podría tomarse como argumento contra la verdad, y que es la afirmación de que el alma informa al feto el día cuadragésimo de su existencia y no antes.

Pues el caso es que Dios ha permitido que se pusieran de acuerdo dos conciencias rectísimas y honestas para que, de tal modo, se subsanase una opinión equivocada del Aquinate y quedase en camino a la salvación un alma cuyo destino más evidente parecía ser el infierno.

Así la gastan estos santazos; y rogamos sinceramente para que ahora se den unas vueltitas por los sueños de los miembros vivos de su gremio; y de su Orden. Y si son obispos, más todavía.

2 comentarios:

Luis de Guerrero Osio y Rivas dijo...

¡Que gran noticia! En efecto, estaba causando mucho daño. ¡Claro que Santo Tomás no estaba en polémica con los abortistas! Su genio le habría llevado a replicar que quien mata a un hombre no mata a un feto, pero que quien mata a un feto sí mata a un hombre.

Hoy día elaboramos de manera más completa, y gracias a la muerte, que sin el alma no hay cuerpo, ya que el resultado de la separación por la muerte conduce a su inmediata disgregación.

Pero el error teológico iba más allá por falta de mayor reflexión sobre el pecado original, sobre el cual, como sabemos, no era muy ducho; al grado que no veía razón alguna que reclamara la concepción virginal del verbo.

Por lo menos una parte queda corregida y, puede sostenerse hoy día que la creación del alma es simultánea a la cópula, yndirige, de ahí en adelante la evolución del cigoto al embrión, al feto, al niño.

Más de esto tuve que hacer valer en mi blog con cuatro simples silogismos en: www.nullacaritassineiustitia.blogspot.com

Felicidades también por la Navidad, Ludovico.

Con el aprecio de siempre

Luis de Guerrero Osio y Rivas

Anónimo dijo...

Evidentemente el autor de la nota debe haber leido a nuestro Tomas criollo (con respeto) el Gringo de Reconquista, el jesuita rebelde, el teologo, el patriota, el grande maestro don Leonardo Castellani.
Su estilo es muy parecido.
Ojala él tambien se le aparezca a algun medico argentino que averguenza su profesion como el gordo (pero no grande) Gines y le de una buena cantidad de sopapos.