miércoles, 28 de febrero de 2007

Jueces masones

“Verdaderamente, comprendo que Dios no hace acepción de personas” Rom. 2: 11
“No haréis acepción de persona alguna” Deut. 1: 17

Los ataques furiosos contra la familia emprendidos por el Gobierno inconstitucional de la Argentina (es legal y ontológicamente imposible, llamarlo “Gobierno argentino”) ya no se limitan a cercar la vida familiar con impuestos y persecusiones de toda clase: ahora van por más. La más reciente intrusión de los predadores organismos represivo—tributarios en los ya magros recursos materiales de las familias locales, ha sido realizada merced a un insólito volante distribuido entre los habitantes de los barrios cerrados y los departamentos de cierta dimensión (¡mayores de 100 metros cuadrados!) para averiguar compulsiva y amenazadoramente qué costo de mantenimiento mensual tiene cada unidad de vivienda.
Desde luego, la finalidad de esta medida al estilo KGB, que en la Argentina es contraria a la Constitución, es la extrusión de los recursos familiares; por que ¡es lógico! el ladrón a todos cree de su condición, y los pillos en el poder creen poder exaccionar con más eficacia a los vecinos de las grandes ciudades mediante este nuevo atropello, pensando que quienes más gastan, algo ocultan...
De los sacrificios que la población hace para mantener un nivel de vida mínimamente decoroso, de es manía de trabajar muchas horas para lograrlo, sacrificando porciones cuantiosas e irredimibles de la vida familiar y cosas por el estilo, no se ocupan. Ni lo piensan siquiera, por que ellos no son así.
Al contrario, si como creemos suponen que es una desgracia la decadencia económica que tanto trabajo los cuesta escamotear, no se vé por qué no sacarle algún partido; como a la muerte e invalidez que producen cada año los accidentes viales ¿por qué no sacarles partido subiendo las multas, si total, ya no se puede hacer nada por esos amasijos de carne detrozada, o acaso no se quiere hacer nada ... ?
Si quieren matarse, allá ellos y que se embromen ... y que paguen.
Esto de aprovecharse de las desgracias ajenas, ha sido, a la verdad, el pan de cada día de políticos, banqueros y “medios de difusión”, esa extraña y pecaminosa asociación que vive y medra a expensas de las desgracias ajenas de mcuhas de las cuales son únicos responsables; cada uno lo hace a su modo, se entiende. El Gobierno, creando reyertas internas, desunión, saqueando los ya magros recursos privados para crear mayor dependencia popular de sus arcas o generando ilegales “cargas” a favor del Gobierno 1, o gnerando estados de crisis neurótica en los gobernados con su insoportable pesadez; los medios de difusión, ofreciendo (y cobrando) sus servicios diabólicos al gobierno y esparciendo horrendas visiones de lo presente cual si fueran la quotidiana realidad que todos deben aceptar; y los bancos, cercando financieramente a toda la sociedad que, atónita, no logra siquiera comprender del todo la extrañísima manera en que sus recursos van desapareciendo, pasando a engrosar una deuda que no comprende cómo se ha formado.
¿Por qué prevenir, pues, ningún mal social, ninguna desgracia, si se puede sacarle algo de jugo, una tajadita, digamos ...?
Desde luego, la comentada visita fiscal, amenaza no solamente al derecho de propiedad, que de hecho ha cesado de existir en este país, a manos de leyes socialistas, sino que pone en acecho permanente a las familias con cierto número de hijos, de las que todavía existen en la Argentina y que son las que, mayormente, residen en este tipo de viviendas extorsionadas; familias que ya han sido declaradas presas de libre captura, en la presente temporada, por los organismos internacionales encargados de dirigir la predación humana.
En general, debería decirse que la descontrolada Economía del Gobierno ha perjudicado los ingresos familiares hasta niveles críticos; así que ahora ¡a sacarles lo que queda, che! ¡Que para eso mandamo' nosotro'!
No acaba aquí el asunto, por que ya se sabe que las desgracias no vienen solas; y como es sabido también, Dios permite al diablo que haga de las suyas, que salga corriendo y vaya a esconderse, pero dejando la cola afuera, que es de dónde lo toma la Justicia divina para castigarlo 2. Así son estas cosas, de manera que ahor vamos a verle la cola al diablo.

En su enérgica campaña de destrucción nacional, el gobierno acaba de lanzar dos globos de ensayo contra la familia argentina. El primero, consistiría en intentar declarar “discriminatorio” el matrimonio, es decir, como lo definía el jurista pagano Modestino, “el consorcio estable entre varón y mujer ordenado a la recíproca felicidad y a la comunicación de los bienes divinos y humanos” (¡qué bestia este pagano! Es una definición mejor que la de un obispo). A este fin, con la presencia de funcionarios de la presidencia de la república invocando las instrucciones expresas del presidente, intentóse llevar a cabo un “matrimonio” entre dos hembras cuyo aspecto extrínseco las denunciaba como integrantes del género humano, conato que fuera enérgicamente rechazado, con repugnancia e indignación, por una clásica funcionaria, providencialmente mujer, del registro civil local.
Ahora, se iniciará la etapa del “litigio de alto impacto”, o sea un proceso juidicial escandaloso, con la colaboración expresa de los tres aliados antedichos (política, medios, finanza), cuyo potencial resultado favorable será convenientemente explotado y convertido en un caso de sensibilización pública. Ya hemos escrito sobre ello con bastante (nos parece) claridad, en una entrada anterior.

Y en segundo lugar, un aborto judicial, o sea, un homicidio calificado con la cooperación judicial explícita y expresa, al cual se ha dado, como corresponde al eje utilizado en estos casos, una difusión asombrosa y una notable financiación que la siempre atenta oficina de Impuestos no ha desentrañado. Una mujer, cuya identidad queda rigurosamente custodiada para salvaguardar no sabemos qué bien jurídico, ha solicitado per piacere abortar a su hijo, supuesto producto de una violación o de un abuso no probados o, más seguramente, de una libertina velada sin delito y con perfecto consentimiento. No hace al caso, pues la falta de libertad en la concepción, no ha sido invocada como elemento jurídico interesante, ni lo es por sí misma.
El caso es que la jueza de primera instancia, informó a la opinión pública que, después de rezar, ir a Misa, confesarse y lavar los calzoncillos con que San Pedro se arrojara al Tiberíades para alcanzar al Divino Maestro en al ribera (todo según sus propios dichos), consideró oportuno conceder el aborto peticionado. Es decir, consideró oportuno condenar a muerte a un inocente al que nadie acusara de ningún delito, y que solamente una valiente procuradora fiscal defendiera. Lo demás declarado sobre su primogenitura en el camino al Cielo y los superexcedentes actos de piedad a los que se obligó antes de cooperar en el homicidio, las estampitas consultadas con la mirada tierna de un yacaré y otros detalles que, por no blasfemar, no repetimos, no los cree nadie; ciertamente, no lo puede desmentir nadie tampoco, pues el secreto de confesión también es una garantía adicional, que el autor de esta sucia treta tuvo en cuenta ...
Así las cosas, el “juicio” (¿quién contra quién ... ?) fué “elevado” para su revisión al Tribunal apelado, integrado por un trío de canallitas de obscura prosapia que resolvió confirmar, en también previsible y promocionado resultado, al ganador de este infame “partido” cuyo resultado fue muerte por 3 a 0. Total, “lo” que matarán es una “cosa”, algo menos que un fúlbo, como dijo la incontinente fémina encinta.

El increíble argumento de la Cámara de la Muerte

El juez propinante de la Cámara de Apelaciones, o sea que el que matara en primer término, admite que el niño por nacer es persona, y persona inocente de toda inocencia; pero, según razona (agárrese bien):

«En nuestro derecho, Andrés Gil Domínguez (“Aborto voluntario: la constitucionalización de la pobreza” en Revista La Ley 1998-F-552) sostiene que la persona por nacer, “es una persona ontológicamente distinta a la persona nacida, y que por este motivo ha recibido a lo largo de la historia de la humanidad un tratamiento civil, penal, social y moral distinto”.»

Si no quisiéramos —que sí queremos— preguntarnos —que sí nos preguntamos— qué es una “persona ontológicamente distinta”, debería aclararse primero a cuál distinción se alude en la frase: si al ser vivo que sostiene la personalidad aceptada, o a una hipotética diversidad (acaso de grados) en ésta última; si, como parece, se refiere solamente a la condición de “persona” y no a la de “ser personal” 3, es decir, no se le revoca al feto su condición y estatuto humano, sino que se le asigna una personalidad ontológicamente distinta a la de otros humanos, sin negarle, como queda dicho, su condición humana, lo que está diciendo el juez es que se puede hacer acepción de personas para, sobre la base de dicha discriminación, liquidar a unos y mandar tranquilos a su casa y con la conciencia en paz a otros.
A saber: que aquí sigue habiendo hijos y entenados.
A ver si nos enteramos de una vez: Como dice Santo Tomás de Aquino la acepción de personas es Pecado Mortal. Y no le digo nada si va unida al homicidio.
En la Argentina y en resto del mundo, pero especialmente en la Argentina por su legislación constitucional, la acepción de personas y la discriminación por razón del estado, de la edad, del sexo, de la condición o de la imposibilidad de defenderse, es ilegal. Si dicha discriminación se utiliza como argumento para asesinar, o para conferirle a una persona la potestad sobre la vida, el honor o la fortuna de otros desafortunados, es además otro delito agravado que se llama traición a la Patria.
¡Preclaros fundadores! No llamaron “traición a la Patria” a la connivencia con un eventual o potencial enemigo, o la lisa y llana cooperación con sus planes antiargentinos, no; a eso lo llamaron “traición a la Nación”. La Traición a la Patria en la Argentina la reservaron para el caso de poner en peligro la vida, el honor o la fortuna de los argentinos, bienes que los constituyentes (así se llama a los legisladores fundadores de la Constitución) pusieron muy por encima de toda otra consideración por que, como enseña la Iglesia, la familia, su reputación y su perpetuación, son anteriores a la Nación, al Gobierno, al Estado (sea ésto lo que en definitiva fuere) y debe superar idemne toda malicia de los hombres.
De donde este gobiernillo de zurdillos homicidas, para lograr sus fines verdaderos, su propósito auténtico, su cometido criminal e impolítico, no tienen más remedio que sacarse su fea careta para dejar a la luz su aún más patético rostro; es decir, no existe otra forma de cometer este crimen que ... dejando la cola afuera.
Por eso, y por los singulares ribetes de religiosidad que algunos cómplices de este atroz crimen emplearan como justificación imposible, quisiéramos oir a los pastores decir con voz alta clara: “¡Sacrilegio!”, “¡Excomunión!”, “¡Infierno!” ...
“Arrepentimiento y Penitencia”.

Así de simple. Así de terriblemente difícil.



1 Se piensa generalmente, desde una perspectiva tradicional y católica, que el gobernante puede determinar la ley natural por medio de leyes positivas, a fin de regular la vida de la Ciudad; pero sólo excepcionalmente creando cargas extraordinarias a la población a favor del Gobierno, pues la finalidad de la ley no es crearlas, sino afianzar y gerenciar el bien común y no el de los gobernantes. Así lo dice en Rerum Novarum S. S. León XIII. Volver

2 La frase es del P. Leonardo Castellani. Volver

3 Los ángeles son seres personales, igual que los hombres lo somos, o que el jefazo oculto de todos estos pillastres, aunque ontológicamente seamos seres distintos, pues ellos son ángeles y nosotros hombres; luego, no son “ontológicamente distintos” como personas, que es un predicado del ser y no su esencia, sino como ángeles. Así mismo las Tres Divinas Personas, que son distintas entre Sí, mas un Sólo Dios Verdadero. Hay un solo Ser Divino y Tres Personas distintas, ontológicamente iguales entre sí, en cuanto “persona” se predica de las Tres en el mismo modo. Volver


viernes, 23 de febrero de 2007

Dos MUY buenos artículos para leer, y una noticia de Postrimerías

Dos bitácoras conocidas por su excelente calidad y por que no se les escapa una, dedican sus espacios al mismo personaje, desde dos puntos de vista diversos. Motivo por el cual, el interesado debió soportar el justísimo vejámen de Panorama Católico por haber elogiado inconscientemente (eso creemos) a dos figurones de la internacional del aborto, así como recibir un merecido elogio de La Espada y la Cruz por su presentación del Mensaje Cuaresmal del Papa, para el 2007.
Desde luego, como la gente va y viene por los pasillos vaticanos, el otrora nada inocentemente promocionado “predicador del Papa”, padre Rainero Cantalamessa, ha sido reemplazado por el cardenal Biffi, quien predicará el retiro anual para el Santo Padre y la Curia Vaticana a partir de mañana y hasta el 3 de marzo sobre el Anticristo y la visión apocalíptica del escritor ruso Solovieff. ¿Qué tal?
Nuevos aires parecen soplar ...

martes, 20 de febrero de 2007

Inquietante ecumenismo

EMOS insistido mucho en que, lo que en la Iglesia se llama ahora obscuramente “ecumenismo”, es sencillamente una formal abdicación del deber de ir y enseñar impuesto por el Divino Fundador a todos sus discípulos, los de todos los tiempos, y aunque fueran cardenales, y que ha merecido más de una vez el anatema apostólico.
La falta de identidad católica que, dijimos ayer, sería una de las principales causas de la falta de conversiones al catolicismo y, también, causa o concausa, al menos, del abandono de la Religión, es el principal efecto del relativismo religioso propiciado desde altas autoridades vaticanas y muchos obispos del mundo entero, contra las cuales el Santo Padre Benedicto XVI está empeñando su lucha y su magisterio. Dios, Nuestro Señor, lo guarde y le de fuerzas, por que no será fácil desarraigar toda esta maldad, sin correr el peligro de herir la buena cosecha.
Se nos ha pretenido refutar indicándonos que dicho relativismo, y su consecuencia, la falta de sentido misional de todos y en todos los actos de la Iglesia, no eran lo que había propiciado oficialmente la Iglesia Católica. Fuera de la exposición de textos magnos absolutamente adversos a esta tesis de nuestros impugnadores, quedan en el camino innumerables declaraciones que confirman esta apostasía instalada al lado mismo del Trono de Pedro.
El cardenal Kasper, un alemán presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, acaba de decir, con total diafanidad (o con perfecta desfachatez), que el Ecumenismo no es propiamente un llamado a todos los errados a la conversión a la Fe de la Iglesia verdadera, no es evangelización, no es Misión; sino una ... este ... una especie de ... ehhh, digamos como ...
Oigámoslo directamente a él (es un decir, no sujetaríamos nunca a nuestros amables lectores a una tortura semejante):
Al profundizar sobre el diálogo ecuménico, el Purpurado subrayó que éste “no tiene como objetivo primario el de inducir a los otros a convertirse a nuestra Iglesia, sino la conversión de todos a Cristo” y, por eso, “se ha dado el paso de la polémica al diálogo”.
Al insistir en la necesidad de que los cristianos testimonien la unidad y la reconciliación, el representante vaticano dijo que esta última “no elimina la alteridad del otro, no la absorbe ni la aspira, haciéndola desaparecer” 1. La unión de católicos, ortodoxos y protestantes, añadió, se hace necesaria ante el “vacío espiritual actual” fruto de una “civilización técnica, funcional y economicista”.
Todo lo cual nos sugiere algunos comentarios:
1) Nadie, seriamente hablando, puede creer o tiene alguna razón para creer, que exista o pueda haber alguna vez, algún estrato o espacio, institucional o místico, que viniese a ser supracatólico, supraprotestante o supraortodoxo, en el cual existan o puedieran existir coincidencias de cualquier tipo, posible de ser cursadas desde las actuales formas institucionales religiosas, y que no se den ordinariamente dentro de ellas, de las confesiones religiosas “tradicionales”, y que por lo tanto sea legítimo buscarlas prescindiendo de lo que es propio; el que creyese semejante cosa, simplemente sería un hipócrita al permancer en su “confesión” y carecería de autoridad para hablar a nombre de ella.
2) Tampoco lo hay por debajo de los espacios institucionales (si se me licencia para hablar como los progresistas ...), como lo han probado casi 50 años de “ecumenismo” postconciliar sin resultado práctico ninguno; y no “ecumenismo” estilo Pio XI en Mortalium animos, que siempre tuvo algún resultado, y lo sigue teniendo.
3) La declaración “Dominus Iesus” es terminante al diferenciar el estatuto que goza cada grupo de confesiones cristianas separadas de Roma. Mientras las Iglesias Orientales merecen el nombre de tales, a causa de la sucesión apostólica ininterrumpida que las encabeza y la vida sacramental que las nutre en la Gracia, las “denominaciones” surgidas de la Protesta de Lutero, son meras congregaciones religiosas sin ningún sentido eclesial propiamente dicho y jurídicamente hablando, no integran el Cuerpo Místico de Cristo.
4) De la exposición cardenalicia se desprende que, hoy, una conversión en regla, no sería para el neófito una adquisición plena de la filiación divina, una inserción en la vida de la Gracia o, por sobre todas las cosas, una agregación real y eficiente al Cuerpo Místico de Cristo, (el mismísimo que entrará al Cielo, a gozar y participar plenamente de la Vida Trinitaria, por Él, con Él y en Él); sino en todo caso un ramplón procedimiento humano, naturalísimo en márketine político o comercial, ora equivalente a absorver, ora a suprimir o hacer desaparecer la “alteridad” del otro ...
Desde luego que, con estas reglas tan poco “evangélicas”, es imposible salir a convencer a nadie de convertirse a Cristo y a su Iglesia, ni de abandonar el error, aún a expensas del martirio.
¿Por qué no hay conversiones ... ?
Pues por que algunos miembros de la Jerarquía, ya no creen que deban fomentarlas ni, consiguientemente, apoyar las Misiones. Y esto sucede por que no creen que exista un sólo camino de salvación; o sea, no creen en Cristo y en Su Iglesia.
¿Se desean sinceramente más conversiones? Comiéncese por tener un verdadero espíritu misionero, consistente en creer, hasta dar la vida por ello, que Cristo es el Salvador y la Iglesia el Camino preparado por Él, lo demás es añadidura y trabajo duro: Santo Tomás recuerda, al comentar el Evangelio de San Juan, que cuando Cristo dice “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”, la mención del Camino hace referencia a su humanidad, en cambio que la Verdad y la Vida, se refieren a Él como término o Fin, o sea como Dios. Como hombre, Cristo funda y tiene un Cuerpo Místico, la Iglesia, que encabeza como Dios y cuya alma es el Espíritu Santo, y es así que Él es el Camino abierto, la ventana al Cielo, el único que llega hasta Dios, por que es Dios Él mismo. Luego, la Iglesia es el único camino al Cielo revelado por Dios.

Lo que exigiría, por de pronto, la remoción del mencionado cardenal y la sujeción del Consejo que preside al Dicasterio Propaganda Fide.
Después, vemos.


1: Es decir, que todas la religiones serían iguales, pues el diálogo tiene por fin una unidad supracatólica, “cristiana”, que no casa para nada con la noción (tradicional) de Iglesia católica como única verdadera, como única dentro de la cual hay Salvación verdadera ¿Se podrá pedir mayor prueba de relativismo, y de promoción del indiferentismo religioso, que la afirmación del cardenal? Y en todo caso, y si “la mayor” es verdadera: ¿Con qué autoridad se estaría realizando este diálogo, cuando el mandato del Fundador fue: “Id y enseñad” y no “Id y charlad”, sino una cuestión personal de algunos cardenales, y hasta Papas, que desgasta la Iglesia? Volver


domingo, 18 de febrero de 2007

El misterio de la falta de conversiones (o el misterio de por qué nadie entiende la causa)

ARECE ser que en el mundo actual ya no hay conversiones al catolicismo, salvo algunas pocas, aisladas. Así parece seguirse de la nota suministrada por la agencia Zenit y que puede verse en este lugar, aunque en puridad, intente demostrar lo contrario.
El informe es concluyente en verificar que el crecimiento de los números absolutos de católicos es exactamente conincidente con el índice que corresponde al aumento vegetativo de la población. En buen romance, que el catolicisimo no crece, si apenas se mantiene.
El cardenal Poupard ensaya una respuesta cómoda y parcialmente cierta, pero insuficiente aquí y aquí, y se queda sin dar en el blanco, pese a la extensión de la oportunidad desperdiciada. Sintéticamente, dice que la culpa no la tienen especialmente los avances técnicos (que no sabemos de dónde sacó la idea ni por qué la tendrían que tener, siendo como son, cosas inanimadas) sino que “la respuesta puede remitirse a la cuestión del inescrutable misterio del corazón humano”, que está inquieto hasta reposar en Dios; y a pesar de que, como hemos dicho, el reportaje es muy extenso, no dice nada más que valga la pena recordar, si consideramos que en tiempos de San Agustín, el corazón del hombre estaba igual o más inquieto que ahora, pero había conversones al por mayor. Asimismo, pasamos por alto alguna que otra pequeña falla teológica del cardenal —sostiene indiscriminadamente que la relación entre Dios y el hombre es real, no obstante que solamente lo es para el hombre, pero no para Dios— que sin embargo, es probatoria del estado que luego analizaremos.
Un repaso que hace a la población de los países otrora comunistas, no agrega ninguna claridad sino más dudas y sombras, pues los fenómenos que acompañan la apostasía se hallan en gran escala en los países occidentales, y no en los que han sufrido alguna tiranía en el pasado. Aunque no dudamos que las tiranías tengan por sí mismas, efectos devastadores en la religión, en la conciencia y en la probidad del hombre común, por ser envilecedoras.
Poupard no deja tampoco de lado ciertas afirmaciones regulares, pero infundadas, sobre la existencia de algunos casos que interpreta como reflorecimiento de la fe que, sinceramente, preferimos ni recordar. Su discurso, propio del indiferentismo religioso denunciado hace más de un siglo por valientes y desatendidos pontífices, repasa el estado de “las religiones”, como si demostrasen el estado de “la Religión”.
Por su lado, el Episcopado Ibero—americano (que insiste en llamarse latino—americano, que siendo honroso igualmente, no es más que una mala traducción de una despectiva designación nórdica), admite que el catolicismo no solamente ya no crece, sino que tampoco se mantiene como antes, por que ... ¡en realidad decrece!.
Es todo, querido.
¿Y de ahi...?
Pues que parece que la “primavera” del Concilio se había vuelto crudo invierno, medio de pronto y sin que los que juraban que se venía el calorcito, y hasta salían a la calle sin sotana y en camiseta para probarlo, aparezcan por ninguna parte; y según parece, lo único que se hacen por ahora, es aguantar el temporal ...
Es claro que “ellos” tenían un plan B, consistente en argumentar que la conversión al catolicismo no era necesaria ni indispensable, pues la salvación anda por ahí rondando, esperando a quién la desee y no parece coherente andar por el mundo buscando conversiones como loco. Desde luego, las misiones, los mártires y las noticias fresquitas que acabamos de mencionar provenientes de elevadísimas fuentes, parecen desacreditar tanto la lozanía como la buena intención de este plan teológico alternativo, consistente en desbaratar completamente el dogma y la doctrina de la religión tradicional cuando, por efecto de las reformas que, según se aseguró, iban a obtener el triunfo mundial de la Iglesia, se produjesen los primeros resultados horrendos de incertidumbre, vacío y sensación de abandono. Y apostasías al por mayor.
Después de hacer un diagnóstico más preciso que el del cardenal Poupard, un cierto padre Gutiérrez, funcionario del CELAM, que ya empezaba a caernos simpático por sus correctas apreciaciones, no pudo evitar él mismo, caer en cierto lugares comunes (que ya dijimos que no está mal hacerlo) pero sumamente vulgares y completamente alejados del problema central:

«Entre los temas que han surgido están las sectas, los excluidos, la pobreza (tema repetido), las diferencias entre los ricos y los pobres. Puebla ya hablaba de esto, pero estas diferencias son hoy muy grandes, y esta división, con la globalización en términos neoliberales, ha aumentado», reveló.
«Hay otros temas que están saliendo como la violencia, el narcotráfico, el papel de la mujer en la Iglesia, el de los jóvenes, el tema político, sobre todo mirando los cambios que se han dado en los últimos momentos en América Latina y sobre los que los obispos no pueden quedarse a un lado», siguió explicando.

La desorientación sobre las causas de la apostasía, parecen no estar muy claras en la mente de este presbítero, ni acaso tampoco en la de los jerarcas que intervendrán en tan magna reunión. Lo que resulta aún más confuso comprender, si se juzga por su contraria afirmación, es el sentido mismo de religión y de catolicismo de estos eclesiásticos. Pero pasemos adelante.
¿Sucede lo mismo en las denominaciones protestantes? Sí, pero desde hace cinco siglos y por causa del desbarajuste que armó Lutero. ¿Y en la Iglesia Ortodoxa? Parece que no, que no ocurre igual, pero que se halla como dispersa y siempre demasiado sujeta al poder político.
¿Cómo harán, entonces, para comprender por qué algo no es, si no saben cómo es...?


Hasta aquí, todo mal, como siempre; pero detengámonos, no dejemos pasar la oportunidad sin hacernos la pregunta y ensayar una respuesta: ¿Por qué no hay conversiones? ¿Por qué hay una migración tan extensa a otras áreas de la religión, como las sectas, o el satanismo, o ... lo que sea?
¿El problema es el Mensaje, el transmisor, el hombre, o todo junto?

Son preguntas legítimas y es necesario y legítimo, entonces, responderlas con honradez, sin prejuicios y con elevación de miras.
Asumimos que el problema nunca es ni podrá ser el Mensaje, pese a las distorsiones por las que se ve azotado mediante la hipercrítica antibíblica que se enseña en los Seminarios y en las Facultades de Teología, nacida del racionalismo kantiano y desarrollada por los Harnack, Bultmann y demás escritores neoprotestantes. Y atención, por que esta es una de las causas de la deserción y la apostasía (no tanto de la ausencia de conversiones) más seria que hay: La falta de congruencia entre el supuesto origen divino del Mensaje y las críticas de los “estudiosos” ... católicos. El primer dato es, pues, la necesaria unidad, la compacticidad y la conexidad de la Iglesia y de su doctrina, como decía el iluminado Papa Pio XI, por que son nada menos que la prueba que la Iglesia verdadera. Hay que partir de la base de que la Iglesia católica es la verdadera religión, la única que salva y no una más, como lo ha probado Dios con la realización de la Promesa hecha a Adán, en Cristo, por su Pasión, Muerte y Resurrección; y por 2.000 años 1 de públicas andanzas sobrenaturales sin cuento, que predican, al que quiera ver y oir, la santidad de la Iglesia. Este es, pues, el prerrequisito de cualquier “evangelización”: Una autoconciencia en perfecto estado de conservación y lucidez, y no un complejo de inferioridad destructivo, suicida y nada cristiano.

¿Cómo se transmite la Fe? San Pablo diz que por la palabra, o sea por la Predicación: «¡Ay de mi, si no evangelizare!».
¿Quién debe predicar? El que sabe; el que no sabe, que no hable ni predique. Y que el que tenga que predicar, que estudie bien y se prepare. Y no diga pavadas ni la “última novedad” en teorías bíblicas o religiosas. Él será responsable de formar la Fe de los oyentes; o de deformarla.
¿Cómo se mantiene la Fe? San Pablo diz que alejándose de los tres enemigos del alma, a saber: el demonio, el mundo y la carne. Si la Fe se llegase a perder, sería culpa nuestra.
¿Cómo se mantiene uno alejado de esos apetitosos, pero destructivos, enemigos ...? El hombre no tiene de por sí, o sea naturalmente, medios suficientes para mantenerse indefinidamente en Gracia. Mediante la oración y la vida sacramental frecuente sí que puede hacerlo, de manera que se mantiene alejado de los males del alma por los medios que le ofrece la Iglesia.
—¿Es así de fácil?
Es así de difícil; tanto, que ahora casi nadie lo hace y por eso no hay conversiones ni apenas se mantiene la fe. Y más todavía, la falta de coherencia, de buen ejemplo, escandaliza a los débiles, a los dubitativos y a los neófitos con las disensiones doctrinarias internas, que hacen caer en el relativismo y en el indiferentismo religioso a los católicos, alejan a los tibios y los instan al abandono.
La jerarquía de la Iglesia, desde su más alta cátedra, clama con justa razón contra el relativismo instalado por todas partes; mas, impregnada ella misma de una visión algo exagerada y ciertametne paralizante sobre la cizaña y el trigo, no puede lograr detener a este feo vicio, que sigue pervadiendo toda la realidad de la Iglesia, desde el confesionario hasta el Altar. En este último santísimo lugar, es donde más se nota el relativismo, al poder afirmarse sin dudas que, desde la reforma litúrgica de 1969, no hay ya dos Misas iguales. La Liturgia es una Patria, un anticipo de la Patria Celestial, cuya inamovilidad está simbolizada, justamente, por el inmoble Altar mismo, o sea por Cristo en Persona, que es Altar, Sacerdote y Víctima.
Si la Liturgia, que es la oración pública y objetiva de la Iglesia, o sea la oración de Cristo, se mueve de aquí para allá, a gusto de cada “ordinario del lugar”, u ordinario a secas, y no tiene ya identidad propia, ritualidad, deja de ser como otrora fuera, la fuente más elevada de docencia y predicación: lex orandi, lex credendi.
La religión progresista es insanablemente aburrida; carece del nervio justo, del sentido del heroísmo necesario, de la noción más mínima de aventura personal intransferible, que harían atractiva hasta una empresa simplemente natural ¡cuánto más una sobrenatural! El progresismo sostiene que Cristo, la Iglesia, los Apóstoles y los santos, en realidad, vinieron a instalarnos mejor en este mundo, en lugar de venir a prevenirnos contra él, por su doblez, su maldad y el indiscutible señorío que sobre él tiene el demonio.
Con todo este bagaje falso, la Iglesia afirma al mundo, implícitamente, que la conversión no es necesaria, que Ella no sirve y que tienen razón los que vinieron a demolerla.
Así no se puede seguir, ni siquiera, conservando lo que se tiene, como le dice el Ángel a la Iglesia en el Apokalipsis.
Generalmente hablando, por causa de las doctrinas modernas, el hombre ya no se siente protagonista de su vida sino espectador: se alimenta principalmente de cosas exteriores, como imágenes o mitos, y no toma casi nada de su propia interioridad, ni juzga de las cosas según un criterio razonable. Y ése es, justamente, el delicadísimo estado de la humanidad que debe tenerse en cuenta para llevarla al Cielo.
No hemos pretendido ni siquiera, ofrecer una propedéutica del asunto, ni de lejos; simplemente, presentar una entrada al terreno que la Iglesia deberá abonar para hacer florecer, nuevamente, la santidad en el mundo.



1 La Iglesia de Cristo tiene 2.000 años desde que su Fundador la instituyera; no así el Cristianismo, que comenzó con Adán en el Paraíso, de modo que podrían calculársele unos 6.000 años cumplidos. No existe, pues, como indicaría alguna tendencia teológica sin justificación, un “judeo—cristianismo” y que sería como la continuación del judaísmo en el cristianismo, sino un cristianismo único que incluye la etapa judía, lo que no es igual. Me parece que este es el punto esencial para la conversión de los judíos. Pero esa es otra historia. Volver

domingo, 11 de febrero de 2007

El fracaso del referéndum portugués y la trampa zurda

La consulta popular sobre la legalización del crimen del aborto, en Portugal, arrojó hoy, domingo y día de la Virgen de Lourdes, un resultado nuevamente negativo a las pretensiones de la izquierda homicida, no obstante que la mayoría de los votantes se pronunció por el sí. Sin embargo, esta sencilla derrota, que consistió en el ausentismo electoral anulatorio, será convertida en una victoria por la mala fe del Gobierno al convocar a la consulta.
Esta recurrente práctica de intentar introducir este homicidio por medios “democráticos”, había fracasado por estrecho margen ya en 1998, cuando poco más de la mitad de los votantes decidieron que no se debía abrir paso al aborto generalizado. Portugal ya tiene una regla jurídica que despenaliza el aborto cuando fuera realizado por motivos terapéuticos o “sentimentales”, eufemismo acuñado por la doctrina penal moderna, pero muy poco apropiado para encubrir adecuadamente la figura y circunstancias que se excluyen de la punición por esta excusa penal.
Esta nueva consulta, a 9 años de la anterior, había sido resuelta por el gobierno socialista y fue calificada como una burla al resultado de 1998 —cuya eficacia debería haber bastado, al menos, para toda esta generación— por los sectores políticos más serios del país lusitano, que la consideraron una extorsión y una postura antidemocrática, al intentar forzarse una revisión de aquel plebiscito a menos de 10 años de la anterior derrota electoral. De todas formas, era previsible la escasa concurrencia al acto comicial, pues la ausencia al comicio era la forma más segura de hacer triunfar el NO, como admitieron las propias autoridades antes de jornada. Por una disposición constitucional, para que un referéndum pueda alcanzar alguna eficacia legislativa, es preciso que concurran al acto comicial, al menos, la mitad de los electores habilitados.
Las previsiones abortistas anteriores al plebiscito, y los sondeos y análisis realizados a las primeras horas de la tarde y ya transcurridas varias horas de la apertura del comicio, se vieron ingratamente sorprendidos por la escasísima asistencia de electores que, ya a las 4 de la tarde, no llegaba aún al 32% del padrón nacional, lo que ponía la abstencíon muy por arriba del 65%. En 1998, la abstención del 68% determinó el fracaso del proyecto de ley substancialmente idéntico al de ahora, que al no lograr su pase parlamentario por ser derrotado en una consulta popular, debió ser abandonado, pero dejó al desnudo la maraña de intereses económicos y de otro tipo que se mueven detrás de esta industria clandestina. El resultado final, dejó en claro que casi el 60% de los portugueses no concurrieron a votar, lo que sumado al largo 18% de votantes por el NO, deja casi sin aliento la postura abortista, según las leyes portuguesas.
Pero la mala fe de los medios periodísticos ha corrido pareja con la del Presidente Sócrates (así se llama el presidente de Gobierno Portugués; por favor, a no hacer complicados vinculaciones y paralelismos históricos de improbable realización), y ha quedado de manifiesto en el ocultamiento de este nuevo fracaso electoral de la pretensiosa izquierda homicida, pues a varias horas de cerrado el acto electoral, que duró hasta las 19 hora portuguesa, y no obstante disponerse de información instantánea “a boca de urna”, a las 21,30 hora de Lisboa, no habían emitido ninguna comunicación al respecto. Mas el dicho Sócrates, previendo ayer su derrota, ha afirmado con toda mala fe que desconocería el valor constitucional de la consulta popular, y que la escasa concurrencia no representaría un obstáculo para él —que contradictoriamente había convocado a esta extemporánea consulta— por que de todas maneras sacaría la ley adelante con su mayoría parlamentaria propia y sus aliados comunistas.
En síntesis, que la consulta popular ha sido una verdadera estafa política. Otra más, deberíamos decir.
Que nos sirva de lección a todos los que debemos, razonablemente, esperar estas astucias del movimiento homicida universal, y nos aliente y edifique convenientemente en la lucha nuestra de cada día. La Democracia no obra con lealtad ni con el menor apego a los principios que dice sustentar y en los cuales se apoyaría para gobernar; especialmente estos socialistas de pacífica apariencia, que se burlan de los mecanismos que ellos mismos propusieran emplear para resolver hipotéticas controversias sociales pero que, ahora lo sabemos, estaban absolutamente dispuestos a desconocer si, como ha sido el caso, le resultaban adversos.

Bendito sea Dios, y su Madre Santísima de Lourdes que, hoy, dejaron a la vista tantos males. Que lo vean los hombres de buena voluntad.
A los otros, que los agarre la paloma ...

Misa Tradicional - La Virgen de Lourdes

Para todos aquellos que no pueden asistir a la Misa dominical, especialmente hoy, Fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, ponemos un video de la Santa Misa, según el Rito Tradicional.


A los que se encuentren impedidos de desplazarse, esperamos que esta visión les sirva de consuelo; sépanse, de todas formas, que es muy de recomendar la lectura del Santo Oficio (Laudes y Vísperas del Domingo) que ofrecemos por separado en nuestros “Enlaces Recomendados”, en un lugar llamado “Oficio Divino”.
¡Feliz Día del Señor!

Música cubana

Y después de Misa, Música.
José White Laffite era un compositor cubano, nacido en 1835 en Matanzas, isla de Cuba y fallecido en París, en 1918. La música clásica la cultivó como compositor y como violinista, aunque ejecutaba a la perfección más de 10 instrumentos; su vida fue hispanoamericana de cabo a rabo: Su padre era un comerciante francés, Charles White, y su madre, una negra cubana. El chico, desde su primera infancia, fue un talento descollante para la música y, ya más grande, se ganó un lugar de privilegio en el París musical de su tiempo, compartiendo cartel con los primeros de su arte.
Monárquico acérrimo, al caer la monarquía brasileña en 1889 y siendo por entonces preceptor de música de los hijos del Emperador don Pedro de Braganza, abandonó el Brasil junto la familia de sus discípulos, para no retornar ya más.

Aquí les ofrecemos un video con la grabación de su pieza más famosa, “La Bella Cubana”, interpretada por el Ensemble IberoAmericano. No es la Camerata Bariloche, pero tocan bien.



Y de yapa, en este ícono la versión de la misma partitura que grabó el gran “tresista” (¿se llamará así el que toca el tres?) popular cubano Compay Segundo, un grande, recientemente fallecido a los 90 años después de gozar de unos pocos años de justa gloria recuperada, tras casi 50 de ostracismo musical.

De nada; apague la luz al salir, por favor ...

sábado, 10 de febrero de 2007

Rezar, siempre rezar ...

uestra Señora de Fátima le hizo a Portugal promesas que ya quisiéramos tener para nosotros. Y no es que no pertenezcamos a una de las naciones más favorecidas por la Madre de Dios.
Varias calamidades continentales, pasaron sobre la cabeza de Portugal sin provocarle ni un rasguño, ni agrietar un ápice la gruesa fe de los lusitanos.
La malicia del mundo ahora quiere comprometer el futuro de esta pequeña gran nación, intentando introducir el horrendo crimen del aborto. Tenemos certeza moral, o mejor aún: religiosa, que las naciones que admiten el aborto serán borradas de la faz de la tierra en la misma proporción en que practicaron este nefando crimen.
Portugal ya adoptó en 1984 el aborto terapéutico y alguna variante del denominado aborto “sentimental”, que consiste en disminuir la pena que correspondería a este homicidio agravado, cuando la causa de la comisión del delito fuera la salvaguarda de la salud, o el fruto de la violación de la madre. Esta despenalización parcial ya exise en España, la Argentina, Uruguay y muchos otros países que adoptaron durante la segunda mitad del siglo XIX, los códigos penales masónicos de aquella época.
Lo cual probaría además, que hay que luchar siempre contra las leyes malas o inmorales, porque después ningún gobierno “católico” las abrogará.
Lo que más llama la atención es que, pese a la sospechosa y fementida desaparición del comunismo en los escenarios políticos, al menos en Europa (no en el resto del mundo...), la lucha del catolicismo es, principalmente, contra este gran dragón bermejo, que sigue apoyando matanzas indiscriminadas de seres humanos por el medio que sea; o sea, de cualquier modo.
El comunismo es esencialmente homicida, no hay vuelta que darle. O mata para llegar al poder, o mata por que está en el poder, o mata para conservar el poder, o mata ... para matar. Y este es uno de los errores que Rusia esparciría por el mundo, si no se la ofrecía al Corazón Inmaculado de la Bendita Madre de Dios.
La zurda progre no difiere en nada del comunismo; es igual de homicida, como corresponde a su enrojecida cuna, salvo que aprendió a afeitarse y a limpiarse los mocos con blancos pañuelos de bolsillo, en lugar de los roñosos punzó al cuello, usa perfume francés, cobra sueldazos estatales o recibe sospechosas dietas de inciertas “ONGs”, se dedica en los ratos libres a cultivar el epicureísmo al más puro estilo liberal, y vive en barrios privados.
Antes, vivían también en barrios privados: privados de luz, de agua, de cloacas, de gas ... ¿cómo solucionarán estos problemas de su infancia...? Matando a los pobres, a sus antiguos compañeros de desgracia en la pensión, el inquilinato o la casilla. ¡Valiente generosidad corporativa!
Ahora, le toca el turno al pobre “barrio” portugués, el más pobre de Europa, cuyo pueblo, envilecido por tantos años de gobierno católico, no quería saber nada con el aborto ... Pero al presente, las condiciones de clima político son óptimas, pues las fuerzas rojas se hallan en la plenitud de su potencia parlamentaria, condición necesaria para destruir una nación civilizada sin aviso, sin anestesia, y sobretodo, sin derecho. Es un hecho demostrado que los peores enemigos de un país no son los soldados de una potencia enemiga invasora, sino los propios políticos, como vimos ayer en el caso de Francia en 1940.
Pero la legalidad democrática ofrece un pequeño escollo que, Satanás mediante, podrá solventarse el próximo domingo 11 de febrero merced a una consulta popular que la zurda confía en ganar, y entonces ¡sí! los portugueses lograrían que los abortos los realice el gobierno con fondos proporcionados por los contribuyentes. Por que el aborto será una canallada, pero además es un gran negocio a expensas del erario público ...

—¡Ud. es un exagerado, siempre exagera, todo el tiempo! Todo eso del diablo, los impuestos y todo lo demás, son pamplinas... y nos asustan, dan miedo.

Sea; pero sépase bien que mañana, el día de la consulta popular en Portugal, es el Domingo 11 de febrero, 159º aniversario de la primer aparición de la Virgen en la Gruta de Massabieille, Lourdes, a Santa Bernardita Soubirous. Y ahora ¿quién exagera?

viernes, 9 de febrero de 2007

Jean Dumont † 2001 In Memoriam


JEAN DUMONT, LA MUERTE DE UN CLÁSICO

Una de las características más lamentables de la historiografía española de las últimas décadas es el papanatesco servilismo con que se alaba la obra de ciertos autores por el simple hecho de ser anglosajones y políticamente correctos. Esta última circunstancia ha llevado, por ejemplo, a alabar ininterrumpidamente la obra de Gabriel Jackson (ya muy atrasada y superada) o la de Paul Preston (penosamente parcial y deficiente) a la vez que se pasaban por alto los aportes de otros autores o españoles o políticamente incorrectos. Semejante acercamiento a la obra historiográfica ha tenido, entre otras consecuencias, el de desconocer obras de autores que, aunque extranjeros, se conformaban mal con el discurso dominante. Uno de esos casos ha sido el del francés Jean Dumont, fallecido hace unos días 1 .

La obra de Dumont, excelentemente documentada y totalmente exenta de apriorismos cargados de prejuicios, se caracterizó por una búsqueda honrada de la verdad por muy antipática que ésta pudiera resultar para ciertos sectores políticos, sociales o académicos. Los resultados fueron, por regla general, excelentes. En este ensayo sobre Isabel la Católica, por ejemplo, no sólo se da una recuperación de un personaje histórico excepcional sino también un abordamiento valiente de cuestiones como la expulsión de los judíos, el final de la Reconquista, los inicios de la Inquisición o el descubrimiento de América. Todas y cada una de las cuestiones son respondidas con una solidez excepcional. Resulta por ello oportuno recordar también otras obras suyas publicadas también por Ediciones Encuentro. En La Hora de Dios en el Nuevo Mundo, Dumont supo trazar la trayectoria vital de algunos de los primeros evangelizadores españoles en América; en Proceso contradictorio a la Inquisición española describió como nadie la evolución histórica de esta institución situándola en su contexto y en sus verdaderas dimensiones y, finalmente, en Lepanto, la historia oculta, abordó las claves internacionales de esta gran batalla y las razones de que el peso de la misma recayera de manera casi exclusiva sobre España y fuera eludido por Francia.

No le parece al autor de estas líneas que el fallecimiento de un historiador deba ser motivo para instar a la lectura de sus obras. Éstas deben ser examinadas por su valor intrínseco prescindiendo de que el que las realizó, viva o no. Sin embargo, en este caso concreto creo que debe realizarse una excepción porque Dumont fue un gran —y silenciado— hispanista y porque examinar cuestiones tan espinosas como la expulsión de los judíos, la Inquisición, el exilio de los moriscos o el papel de la iglesia en el descubrimiento de América exige en la actualidad leer con el debido interés sus obras.
1 El artículo es de julio de 2001. Volver

Jean Dumont, La “incomparable” Isabel la Católica, Madrid, Ediciones Encuentro, 242 páginas. ISBN: 84-7490-314-9

jueves, 8 de febrero de 2007

Respuesta a Muret

Querido Muret:
Los “intelectuales” que De Gaulle no fusiló ni fusilaría jamás, y los zurdos que se apoderaron de Vichy (Laval y cia.) desplazando al tradicionalismo católico y monárquico francés, sumado a los condicionamientos que el parlamento puso a la gestión de Petain, serían algunos elementos a tener en cuenta para juzgar esa época de Francia.
No parece justo hacer recaer las culpas sobre todos aquellos que se encontraron en medio de una guerra que no habían preparado ni querido, pero que debieron afrontar de la forma en que buenamente Dios les diera a entender, ni parece justo exonerar a la democracia liberal que, creada en Francia a fines del siglo XVIII, sólo supuso a su mentora humillaciones nacionales, crímenes y vejaciones.
Por eso, no bastó llamar al viejo mariscal para salvar a la Patria (que en efecto fue salvada, al menos, de una destrucción espantosa como la sufrida por Polonia, Alemania, Austria, Hungría y otras regiones europeas devastadas principalmente por los Aliados) de una derrota que había tenido lugar mucho antes del regreso del anciano soldado a Francia (Petain, al comenzar la guerra, era embajador en España; se dice que Franco le avisó que no aceptara el Gobierno que le ofrecían ... para crucificarlo, pero el mariscal respondió que era su deber, pese a saber qué riesgos corría).
Cuando “la derecha” se hace cargo del desastre, ya era un desastre. Es una táctica de la zurda hacer siempre lo mismo: lanzarse a una aventura de impredecibles resultados y hacer pagar la cuenta a la derecha, que por patriotismo agarra igual el fierro caliente y trata de salvar lo que pueda, y generalmente lo logra a precio de elevados sacrificios.
Pregúntele al anciano ex presidente Bordaberry del Uruguay, o a los amables e ingenuos soldados argentinos, que pelearon contra el liberalismo y contra el marxismo, muriendo y matando, para que sus enemigos jurados siguieran en el poder y después los acusaran de criminales. Esa es la inconcebible lección de la democracia liberal; y lo inconcebible es que nadie la aprenda.
Esa es la principal causa del asesinato del pobre Brasillach, a quien admiro, como bien dice Cruz y Fierro, más por su testimonio inteligente, corajudo y honesto, o por su fino sentido de la realidad, que por sus letras o su pobrísima piedad personal. A mí su caso me resulta conmovedor.
No es José Antonio Primo de Rivera, un Grande de España y del mundo, pero es un caso conmovedor y no debe olvidársele.
En esta “descubierta desesperada” contra el estallido de la ira celestial, se inserta Vichy y la colaboración; los que estuvieron cerca de Petain, conocen al dedillo cómo el viejo Mariscal le hacía trampa a los alemanes con las remesas de prisioneros trabajadores (uno de los cuales, el preso Paul Rassinier, escribió en contra de los hornos crematorios ... Hoy estaría preso) o de materias primas y tantas otras cosas que, siendo inevitables, no eran irreversibles. Petain dijo que, puesto que no podía ser una espada para Francia, sería su escudo... Triste papel para un mariscal, pero inmenso el sacrificio que representa ¿Acaso De Gaulle se quedó en Francia para auxiliar a sus compatriotas ...? Y no es que fuera un don nadie: Era el Subsecretario de Guerra de Petain ... Un día se tomó un avión y se fué a Inglaterra ¿Ud. no lo fusilaría por deserción ante el enemigo ...? Pues él no se fusiló.
De todos modos, era tan prisionero de guerra el Mariscal como el resto de su país, aunque se hubiesen obtendido del que Ud. cree deshonroso armisticio, condiciones menos rigurosas que las que impusieran los Aliados a la Francia “liberada” (se habla de 100.000 muertos por la guerra civil post libertadora; De Gaulle reconoció 10.000; y se habla de 400.000 muertos en Italia ...) o a otros países también invadidos por Alemania, como Austria, que fue cuatripartida hasta bien entrados los años '50. ¿Ud. ha visto la película “El tercer hombre” ...? Eso era Viena a fin de los '40. ¡Viena, la capital de la única dinastía cuyo sostenimiento hubiera podido impedir las hecatombes del siglo XX ...!
Ud. verá en algo de nuestros primeros artículos, un homenaje a Karl I de Habsburgo, último emperador de Austria-Hungría y cuyo derrocamiento abrió el camino al nazismo.
El problema es, pues, bastante simple, aunque sean muy complejas sus consecuencias: Francia sufrió en 1940 un castigo divino por sus innumerables infamias e intrigas contra sus vecinos y su manifiesta apostasía, como prueba el historiador Jean Dumont en “Lepanto, la historia oculta”. De hecho, el extraordinario engrandecimiento de la Prusia pagana (luego imperial a expensas de Francia), es una maquinación borbónica pensada para debilitar a los católicos Austrias.
Por eso, y aunque lo que Ud. refiera de su familia —por desgracia común a casi toda familia francesa— sea realmente triste y doloroso, no es más que la reiteración de lo ocurrido en los años posteriores a la Revolución, o al bonapartismo, o al borbonismo decadente o el orleanismo (o cómo se diga, si es que se dice); al imperio del pillastre caído en Sedán, o la Comuna, o las leyes de persecución religiosa de los primeros años del siglo XX, etc. Francia está condenada a estar dividida, como el corazón de León Bloy, con mortal exactitud gala, por que no quiere estar unida bajo el cetro del Creador, que tantos bienes temporales le deparó, y que tanto se ocupó de ella. ¿Conoce alguna otra nación, además de los Judíos, en la cual el Padre Eterno haya suscitado santos para su salvación temporal, como Juana d'Arc...? Francia. ¿Predilección divina? Francia ...
No es la primera vez que hablamos de Francia, cuya decadencia sentimos con hispánico dolor; sin embargo, la decadencia de cada cosa, es según el orden natural de la misma, o sea por el crecimiento de su contradictorio. De modo pues que, lo que está llamado a amar, sólo decae odiando; lo que está para unir, dividiendo, y así todas las cosas.
Será cierto, como afirma por ahí algún escritor (tal vez R. Aron, no recuerdo), que Francia no fue creada para llevar sus Altares por el mundo, como España, pero tal vez para unir Europa, y no nada para esta horrenda apostasía de que hablábamos días atrás. ¡Cuánto lo sentimos! Somos hispanos, así que no hacemos sino ver con cariño a esta vecina de nuestros ancestros, de la cual hemos recibido solamente desprecio y envidia desde el comienzo de su triste e indetenible decadencia, a comienzos del siglo XVI.
¡Ay, Francia, cuándo comprenderás cuánto Dios se apiada de tí con estos dolores!
Mis cordiales saludos en Jesucristo Nuetro Señor, y María Santísima de Lourdes.
Ludovico ben Cidehamete

La Vulgata Clementina Digital

a Santa Biblia que hoy tenemos el inmenso gusto de ofrecer a nuestros lectores, en la sección Lecturas Ejemplares, es una edición completa de la traducción de San Jerónimo, conocida como Vulgata Clementina, o Sixto—Clementina, y preparada a partir de los decretos del Concilio de Trento autorizados por el Papa Sixto y refundida a principios del siglo XVII por el Papa Clemente.
Gracias al esfuerzo de Michael Tweendale culminado en 2005, y a un grupo de colaboradores, esta cuidadísima edición digital, que ofrecemos en formato PDF, puede copiarse libremente, con la condición “moral” de avisar a los autores cualquier defecto o error que se advierta en su texto o edición. Vale.

miércoles, 7 de febrero de 2007

Un escritor de mala muerte

Robert Brasillach era un joven escritor y periodista francés, que sufrió el infortunio de unir su talento literario a una causa grande; lo que se dice hoy en día, en sentido elogioso, un escritor comprometido. Le causaba repugnancia el mundo decadente que le tocó vivir —había nacido en marzo de 1909— y le hacía ascos al plácido escepticismo, verdadera acedia desalmada, que respiraba su Francia natal de la primera posguerra. Con serena amargura y desesperanza plagada de spleen, sus contemporáneos miraban pasar el horror vano de un tiempo sin grandeza, sin epopeya ni lucha, definitivamente entregados a la miseria de un mundo sin Cielo.
El cine lo entusiasmó y a los 26 años, en colaboración con su amigo y cuñado Maurice Bardèche, escribió una obrita crítica que todavía se lee con interés y prueba el acierto con que juzgó el futuro del arte en ciernes. No habiéndole aprovechado el don teologal de la fe —vaya uno a saber por qué— la Cruzada española lo entusiasmó, al menos, por su quijotesca y señorial parada, y con su amigo Henri Massis, escribió “Los cadetes del Alcázar”, impresionado homenaje a la gesta encabezada por Moscardó, que su sentido épico compara con Troya, la Batalla de Viena o el cerro de Massadá. Y acierta de nuevo, por que aunque hoy se continue discutiendo si el Alcázar de Toledo fue un error táctico o no, nadie discute que fue un acierto simbólico, que es el terreno más firme donde se gana una guerra. Ya sabría, más adelante, qué funesto presagio era para él esta rancia verdad que mostraba sin pudor.
Su entrega al combate contra todo lo que consideraba los males del mundo, desde los balcones de la Action Française, fue total e inteligente, aunque no lo fuera demasiado la heterogénea selección resultante: la socialdemocracia, el protestantismo, los trusts económicos, el comunismo, la masonería, el judaísmo, la democracia, la Iglesia católica ...
Su patriotismo innato lo llamó a las armas en 1940, y marchó al frente; la derrota lo humilló como a todo buen francés, y sufrió prisión de guerra; pero igual que todo buen francés, comprendió que buena parte del desastre, sino todo, era debido a las malas artes de comunistas, liberales, socialistas y mercachifles irresponsables que asumieron el poder político de Francia en 1936 y provocaron un estéril (o acaso interesado) enfrentamiento con Alemania, en inferioridad tal de condiciones que llevaron a su pais al humillante final; que ni siquiera el apresurado reemplazo de los criminales políticos por el héroe retirado, Philippe Petain, pudo impedir.
Su vuelco hacia la cooperación con Alemania, a partir de este instante, es total; comprende que el nuevo orden que ofrece el triunfo germano a una Europa desmoralizada y derrotada de antemano por su propia inopia, podría ser el comienzo de un resurgimiento continental que desplace los poderes que él detesta. Y escribe; escribe sobre todo y para todos, como queriendo recuperar el tiempo que los gobiernos malos y la guerra han hecho perder a Europa y a Francia. Por su parte, ha dejado casi completamente atrás el catolicismo “cultural” de su maestro, el monárquico Maurras, y ha ido acercándose a un neopaganismo culto. Pero no pensamos que abandonara del todo el catolicisimo; o tal vez, solamente lo deseamos.
Y llega la Libération, es decir, la segunda derrota de Francia en menos de cuatro años y medio; pero esta vez, a manos de los Aliados.
Algunos redactores de su revista son aprisionados y asesinados por la horda de la Libertad y la Democracia; él podría salvarse, pero el Gobierno de Francia liberada toma en rehén a su madre y a su hermana, y no duda en entregarse para salvarlas.
Después de unas horas de parodia judicial, en la cual participan como cómplices futuros personajones del régimen, es condenado a muerte, por el delito de ... escribir.
Robert Brasillach es el único escritor condenado a muerte, por ser escritor. En su juicio, es brillantemente defendido por el genial abogado Isorni —todo un carácter: había defendido comunistas durante Vichy y defenderá colaboracionistas durante De Gaulle, incluído el propio Mariscal Petain; cuando le preguntaban de qué lado estaba, sostenía que del lado de los detenidos ...
La acusación es de traición y entendimiento con el enemigo, dos “delitos” que, después de la derrota y consiguiente rendición, no tienen sentido ni explicación por que son sencillamente imposibles de cometer. Pero la asombrosa parodia, ni siquiera precedida de una modesta instrucción, requiere un final rápido y violento, que impresione los ánimos antes que los intelectos; después de todo, si Francia ya tenía tan buenos gobernantes como De Gaulle y la Resistencia marxista ¿para qué necesitaba intelectuales? Cuando los mejores escritores de Europa piden al general presidente la gracia de la vida del joven periodista, que después de todo no mató a nadie y hasta se expuso en el campo de batalla, algo que el soberbio espantajo que ahora rige los destinos de Francia no podía decir de sí mismo, se les responde que no es posible acceder, por que la muerte de Brasillach es un símbolo y un escarmiento a la “responsabilidad de los intelectuales”. Simone de Beauvoir, que sigue de cerca el juicio a Brasillach, considera que es “un juzgamiento simbólico, no judicial”.
Como si los intelectuales de antes de la guerra, los que la estimularon criminalmente, no tuvieran nada que ver, y toda la culpa debiera recaer en los que, derrotados, se conformaron con su suerte como justamente merecida y trataron de virarla a mejor. Parecería que hasta la palabra hipocresía sabe a poco.
Entre la condena y el asesinato, escribe un cantico a la alegría de morir bien: “No pierdas la sonrisa ni siquiera cuando te vayan a ejecutar. La vida es una broma de mal gusto; en vez de centrarte en el «mal gusto», céntrate en la «broma». Si buscas justicia en vez de tranquilidad en este mundo democrático, suicídate. Para vivir hoy hay que saber reírse de la estúpida realidad”.
Y en la madrugada de un 6 de febrero, rodeado de todas las solemnidades con que los franceses suelen aparejar sus más escandalosos crímenes, es fusilado en una fortaleza militar.
Brasillach no fue asesinado para castigo de sus supuestos delitos, sino por que era una permanente acusación viva, lanzada al rostro culpable de alguno de los enemigos que tanto combatió; su sangre era, pues, el símbolo de un triunfo que las armas no habían querido ofrecer a esta nación que ya no confiaba sus victorias a Dios, sino a sus caballos de guerra, sus armas y sus soldados, que en seis semanas habían desaparecido bajo la “sorpresa divina” de la guerra relámpago alemana. ¡La terrible Alemania, azote de Dios, victoriosa sobre Francia otra vez ... ! Ciertamente azote de Dios fue para una Francia decadente, irresponsable, ensoberbecida y masónica; e ignorante de que Dios, teniendo como buen Padre el azote en una mano, corre con la otra para abrazar al hijo que le pide perdón, arrojando el látigo lejos de Sí.
La rabia es más homicida que todas las demás pasiones juntas. De hecho, muchos escritores contemporáneos hicieron lo mismo que él, como el laureado Maurice Blanchot, aunque probablemente con algo más de cálculo y menos, mucho menos de la inocencia infantil con que el autor de “Cartas en prisión” y “Poemas de Fresnes” perfumaba todas sus cosas.
La rabia ... y el trauma de que la democracia liberal haya sido la causa de la peor humillación de la historia de Francia, de la derrota y la ocupación, y del síndrome “Vichy”, que enlodarán los siguientes 60 años de historia, sumándose a una desgracia nacional que se reavivará en cada uno de los enfrentamientos internos para constituirse, a partir de entonces, en una suerte de jugo vital pero veneoso de la vida nacional francesa.
Así que, por ser el símbolo de una justa derrota y de un posible renacimiento que no fue, o no quiso ser, Brasillach se convirtió en el único escritor de mala muerte que existe.

jueves, 1 de febrero de 2007

Que trata de pecados (ajenos), infidelidades y pedidos de perdón

¡Ay de nosotros, que siempre creímos que la Iglesia era indefectible, Santa e irreprochable, como la túnica inconsútil de Nuestro Señor realizada hilo a hilo por su Santísima Madre, y tuvimos que oir a un Papa pidiendo perdón por los pecados de la Iglesia! ¿Cómo fue posible?
Pues no, parece que el asunto no fué así, ni mucho menos. Poco tiempo atrás, Sandro Magister copió en una de sus interesantes entradas, unas esclarecedoras palabras sobre la costumbre de emitir genéricos pedidos de perdón, pronunciadas por S. S. Benedicto XVI a propósito de cualquier otra cosa, pero aplicables, por su evidente sentido paralelo, para estas otras cuestiones modernas tan disputadas. O no tan disputadas como mancilladas ¡qué embromar!
Pocos centímetros atrás, dimos cuenta de la pervesa engañifa que ha sido durante años el mito, de origen comunista, de la fantasiosa relación con el nazismo del santo Papa Pío XII.
También merecen un lugar en la galería de mitos anticatólicos, sección de los pecados de la Iglesia, la Conquista de América, tal vez el más cacareado de estos supuestos fallos; la Inquisición, la “situación” de las mujeres, y cualquier otra cosa que se ponga a tiro se preste al macaneo libre e irrestricto. Repetimos lo que dijéramos el otro día y, según la fuente respectiva, fuera oído de boca del gran Yuri Andropov, director de la KGB y sapientísimo político moderno: Se cree lo malo más fácilmente que lo bueno.
Es cierto que este mundito canalla no hace poco honor a la Iglesia al exigirle, como prueba de su santidad, ser testimonio vivo de su propia doctrina en el decurso de la Historia. Por que confrontar a la Iglesia con su propia dogmática, es declararla y aceptarla universalmente como verdadera dando la regla por buena; y es afirmar por concomitancia pero sin rodeos, que la Iglesia es santa, pues es quien sostiene y predica la Verdad. Verdad también, que no es nada nuevo para los católicos; pero sí para sus enemigos.
Y que presenta una paradoja digna de Nuestro Señor, que nos arroja primero como sal del mundo, para que después seamos pisoteados ... por nuestras faltas.
Ahora que ¡dejar que suceda al revés, es ir demasiado lejos!
El Papa ha dicho (aquí la fuente)
«El Papa Juan Pablo II, con ocasión del gran jubileo, exhortó muchas veces a los cristianos a hacer penitencia por las infidelidades del pasado. Creemos que la Iglesia es santa, pero en ella hay hombres pecadores. Es preciso rechazar el deseo de identificarse solamente con quienes no tienen pecado. ¿Cómo habría podido la Iglesia excluir de sus filas a los pecadores? Precisamente por su salvación Cristo se encarnó, murió y resucitó. Por tanto, debemos aprender a vivir con sinceridad la penitencia cristiana. Practicándola, confesamos los pecados individuales en unión con los demás, ante ellos y ante Dios. Sin embargo, conviene huir de la pretensión de erigirse con arrogancia en juez de las generaciones precedentes, que vivieron en otros tiempos y en otras circunstancias. Hace falta sinceridad humilde para reconocer los pecados del pasado y, sin embargo, no aceptar fáciles acusaciones sin pruebas reales o ignorando las diferentes maneras de pensar de entonces. Además, la 'confessio peccati', para usar una expresión de san Agustín, siempre debe ir acompañada por la 'confessio laudis', por la confesión de la alabanza. Al pedir perdón por el mal cometido en el pasado, debemos recordar también el bien realizado con la ayuda de la gracia divina que, aun llevada en recipientes de barro, ha dado frutos a menudo excelentes».

De consuno con una nueva (y esta vez pujante) crítica vaticana contra el “espíritu de Asis” (noticia Agencia Fides), el caso de la identidad e invariabilidad de la fe se presenta así al fiel, mucho más diáfano que hace algunos años, cuando por la devaluación y depresión permanente e indetenible de todo lo Sagrado, lo decente, lo honrado y lo verdadero, era arrastrada por las calles atada al carro triunfal de relativismo; por cierto, nada relativo a la hora de festejar su fementida victoria. No resistimos la tentación de copiar los párrafos determinantes del interesante artículo del Dicasterio Romano de Propagación de la Fe:
«Si el “espíritu de Asís” —del que con frecuencia se habla en los ambientes amantes del diálogo más que del nombre de Jesús— no se alimentara del Espíritu Santo, no tendría ningún sentido. El Espíritu Santo sopla por un lado para formar la Iglesia, Cuerpo de Cristo, por otro para que todos los hombres, religiosos y no religiosos, lleguen libremente a descubrir que están “ordenados” a Jesucristo en la Iglesia, como ha dicho el Concilio en la Lumen Gentium 2, 16 y el Papa Pablo VI en la Encíclica Ecclesiam Suam. Se necesita por tanto, que también el “espíritu de Asís” se confronte con dicha verdad y se deje verificar y eventualmente modificar y purificar, para que todos los hombres sean salvos y lleguen al conocimiento de la verdad (cfr 1 Tms 2,4) que buscan y que está encerrada en el nombre de Jesús.»
Y sin duda, estos son los primeros resultados de la personal campaña de Su Santidad contra el relativismo religioso y filosófico, de la que ha dado personal y corajuda prueba en sus discursos de Ratisbona pocos meses atrás, al situar al Islam en su lugar propio de herejía cristiana, después de enseñar además y nada casualmente en el mismo sitio, que el evolucionismo es, sencillamente, irracional.
La Irracionalidad es el signo más característico de estos tiempos marcadamente mitológicos, o supersticiosos (es más o menos lo mismo), que parecen sufrir devociones por la precisión, odiando la exactitud.
Imposible ser más claro al respecto.

Martini, ahora por la eutanasia

El eufemismo es una traición a la Verdad con buenas maneras. Uno destos días nos dedicaremos a los aformismos; pero a éste, lo probaremos ahora y aquí mismo.
El cardenal Carlo María Martini, un antiguo disidente progresista “incardinado” en la Iglesia, ha sostenido anteayer que cree pendiente la necesidad de «hacer una normativa que reconozca la posibilidad “del rechazo de las terapias” por un enfermo terminal, sin que esto implique, “en ningún modo, la legalización de la eutanasia”. Martini, en un artículo que publica el diario italiano Il Sole 24 Ore, escribe que "no se puede ignorar la voluntad del enfermo, pues a él compete “valorar si las terapias que se le proponen, en tales casos de excepcional gravedad, son efectivamente proporcionadas”, aunque tampoco se le puede dejar solo en su “evaluación y decisión”». Impactado por el caso de Piergiorgio Welby, un enfermo de distrofia muscular de 60 años, que logró que un médico desconectara el respirador artificial que le mantenía con vida y al que la Iglesia negó un funeral católico, señaló que en Francia se ha optado por hablar de “interrupción del ensañamiento terapéutico” en lugar de emplear el término “eutanasia” al referirse al caso Welby. Por ello las palabras de Martini trascienden la mera regulación del ensañamiento y se insertan de lleno en el debate sobre la eutanasia (Nota del Animal Editor: es la opinión del Diario El País de Madrid).
En opinión del cardenal, hoy es aun más importante esta regulación porque las nuevas tecnologías médicas permiten intervenciones “cada vez más eficaces sobre el cuerpo humano”. Por esta razón “exigen un suplemento de sabiduría para no prolongar los tratamientos cuando ya no ayudan a la persona”, agregó.
El prelado, que está viviendo su jubilación entre Jerusalén y Roma, destacó que es de “grandísima importancia” distinguir entre “eutanasia y abstención de ensañamiento terapéutico”, que son dos términos “con frecuencia, confusos”.
Con la eutanasia se cumple “un gesto que tiene la intención de acortar la vida, causando positivamente la muerte”, mientras que evitar el ensañamiento terapéutico supone renunciar al uso de procedimientos médicos “desproporcionados y sin una esperanza razonable de un resultado positivo”, explicó.
Al evitar el ensañamiento terapéutico “no se quiere procurar la muerte: se acepta que no se puede impedir, asumiendo así los propios límites de la naturaleza humana mortal”, indicó Martini, que está a punto de cumplir 80 años.
Para el purpurado, “el punto delicado” (tenga paciencia lector, estamos llegando ...) es que para establecer si un tratamiento es adecuado “no se puede recurrir a una regla general, casi matemática”, sino que es necesario “un atento discernimiento que considere las condiciones concretas”.
Desde el punto de vista jurídico “sigue abierta la exigencia de elaborar una normativa que, por una parte, consienta reconocer la posibilidad del rechazo, informado, de las terapias en cuanto que sean consideradas desproporcionadas por el paciente”. Por otra parte, tiene que proteger “al médico de eventuales acusaciones”, todo ello sin que “implique en ningún modo la legalización de la eutanasia”, agrega el cardenal.
Se trata de una labor “difícil pero no imposible”, dijo Martini, quien agregó que la ley aprobada en Francia en 2005 sobre esta materia “parece haber encontrado un equilibrio, si no perfecto, al menos capaz de lograr un consenso suficiente en una sociedad pluralista”. ¡Sí, llegamos ...!
Para este sacerdote, evidente seguidor de las tesis condenadas de su cofrade Karl Rahner y del redentorista alemán Bernard Häring, para quienes era un hecho científico probado la “hominización” tardía del hombre, la Moral no tiene su origen en la Naturaleza y en la Ley Divina, sino que es “un consenso suficiente en una sociedad pluralista”, de manera que la Vida presente, la Salvación eterna, y los demás bienes que nos da el Señor para alcanzar la Gloria, serían libremente disponibles con tal que existiese un consenso suficiente, garantizado por la estructura pluralista de una sociedad 1. Ya en otras declaraciones brindadas en el pasado, ha sostenido que la Teología es «... la expresión del razonamiento inteligente sobre la experiencia religiosa, condicionada por una mentalidad aristotélica...», de lo cual se deduce que la Revelación, o la inspiración del Espíritu Santo al Magisterio, ninguna parte tendría en ella como hontanar auténtico y supracientífico. O por lo menos, no tan interesante lugar como la que le acuerda la subjetividad humana, bajo su faz de “experiencia religiosa”
De nada valdría, pues, argumentar que, si la Medicina ha alcanzado algún éxito en su misión de aliviar la enfermedad, el dolor y —sólo concedido como eufemismo—, la muerte misma, de nada serviría, pues debe rendirse y posponerse toda posibilidad ante la omnipotencia homicida del hombre, que resuelve cuándo y de qué morir, desgajado del todo del Señor de la Vida, y confundiendo la amplitud de los medios técnicos disponibles, con otra tanto mayor colección de posibilidades de matarse.
¿A qué tanto aspamento “científico”, pues, si todo terminaría peor que antes?
La Vida Humana es un bien indisponible, por que es el camino único para alcanzar la Vida Eterna, que es la continuación de la presente bajo una forma perfectísima para los glorificados, y horrenda para los condenados. Por eso mismo, la Iglesia ha preferido abatir, por inoportuno, el ejercicio de ciertos derechos excepcionales, como la aplicación de la pena de muerte, que la luminosa Encíclica Evangelium vitæ de Juan Pablo II ha considerado fuera de lugar, en la presente situación histórica, antes que ofrecer cualquier flanco de debilidad frente a la defensa del valor eterno que porta toda vida humana. En la misma Encíclica, que con sobrados motivos consideramos el único acto de Magisterio Extraordinario del extraordinario Papa Juan Pablo II, se ha definido como neta inmoralidad el tipo de eutanasia mitigada que propone Martini, y que conduce a la perdición eterna.
El Papa Benedicto, que como Obispo de Roma había ordenado negar el ornato religioso al entierro del desgraciado Welby, enseñó en la alocución urbi et orbi de Navidad, al día siguiente del funeral, que “Este hombre del siglo veintiuno, artífice autosuficiente y seguro de la propia suerte, se presenta como productor entusiasta de éxitos indiscutibles. Parece, pero no es así. ¿Qué pensar de quien escoge la muerte creyendo ensalzar la vida?”. Y es al cruce de este magisterio que sale el cardenal.
No se podrá negar que ya tiene antecedentes muy confusos en esta materia, que obligaron el año pasado al Cardenal López Trujillo a desautorizarlo públicamente sin mencionarlo.
Otros hechos gravísimos del mismo personaje, los ha expuesto con su inigualable circunspección Sandro Magister en su página web, siendo así uno de los primeros en reaccionar frente a las erróneas declaraciones del Cardenal.
Uno destos días, para contrabalancear, les daremos a conocer la opinión de un médico argentino muy conocido, de formación más bien liberal. Pero por ahora ¡a no pillar ni un resfrío!

1: No debe confundirnos el adjetivo “pluralista” aplicado míticamente a la sociedad moderna, como si fuese una característica histórica novedosa y adventicia. Toda sociedad es, por el hecho mismo de serlo, pluralista en muchos sentidos, en tanto se compone de elementos diversos, que como anota Aristóteles en el cap. 5 de La Política, unos 2.400 añitos antes de Martini, son un gran bien. En trance de desaparecer por la imposición de la uniformidad, en el lugar que debería ocupar la unidad. Volver